La salud pública ha sido definida como la ciencia y el arte de promover la salud, prevenir la enfermedad y prolongar la vida mediante esfuerzos organizados de la sociedad.
Esta visión integral ha implicado que todos los sistemas y estructuras que rigen las condiciones sociales, económicas y del entorno físico deban tener en cuenta las implicancias e impacto de sus actividades en la salud, considerando el bienestar individual y colectivo.
Desde 1997, la OMS ha propiciado acciones tendientes a asegurar un ambiente saludable, lo que considera agua en cantidad suficiente y limpia (calidad), alimentos adecuados y seguros, aire limpio, ciudades seguras y pacíficas, y un ambiente global estable. Sin embargo, según los últimos datos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, solo tres de cada cinco personas en todo el mundo tienen instalaciones básicas para lavarse las manos.
Hoy, cuando enfrentamos la pandemia del COVID-19 el agua es fundamental. Por lo mismo, necesitamos reflexionar sobre la importancia del “derecho humano al agua” para todos los chilenos, y sobre que este elemento además deba ser de calidad y en cantidad apropiada para todas las necesidades de la población.
La primera prioridad tiene que ser proporcionar acceso al suministro de agua de forma segura. Sabemos que este puede estar restringido por distintas variables, como una baja cobertura de redes, poca continuidad, cantidad insuficiente, mala calidad y costo excesivo en relación con la capacidad y la disposición a pagar. Por lo tanto, de existir algunos de los factores nombrados, deben ser abordados para impactar positivamente en la salud pública de la comunidad.
… necesitamos reflexionar sobre la importancia del ´derecho humano al agua` para todos los chilenos, y sobre que este elemento además deba ser de calidad y en cantidad apropiada para todas las necesidades de la población”.
Asimismo, los aspectos de calidad del agua tienen una gran influencia en la salud pública. En particular la calidad microbiológica es vital para conservar la salud de las poblaciones. Agua con un pobre nivel microbiológico puede conducir a brotes de enfermedades infecciosas, causando graves epidemias.
Chile es uno de los países en Latinoamérica que ha tenido un gran desarrollo en cuanto a resguardar la calidad del agua con una gestión institucional y normativa para el agua potable. No obstante, el cambio climático ha afectado la disponibilidad de agua, sobre todo en áreas rurales, dejando vulnerable a un sector importante de la población frente a brotes pandémicos.
La provisión de agua segura, saneamiento e higiene son condiciones esenciales para proteger la salud humana durante todos los brotes de enfermedades infecciosas, incluido el brote COVID-19. Contar con agua segura para el lavado de manos, una buena práctica de las aguas servidas y gestión de residuos en comunidades, hogares, escuelas, mercados y las instalaciones de atención médica, sin duda, contribuirá a prevenir la transmisión de humano a humano del virus COVID-19.