Cuando la brecha es estructural

María Consuelo Barrios Directora Regional de Enseña Chile

“El ambiente propicio de aprendizaje requiere buena luz, espacio de concentración con silencio, silla cómoda y una mesa para poner nuestro computador o materiales. La dificultad se presenta cuando en la casa viven más de seis personas y comparten los espacios comunes y aparatos electrónicos. Es en estos contextos y situaciones donde es clave conocer y comprender la realidad de nuestras y nuestros estudiantes”.

Chile es un país desigual. Lo sabemos, lo vemos, lo vivimos. La histórica brecha existente no ha hecho más que evidenciarse en esta pandemia. A seis meses del estallido social, continuamos viendo cómo desde la educación, salud, trabajo y vivienda, las diferencias de oportunidades son brutales.

La educación a distancia nos ha entregado una serie de posibilidades, pero también, nos ha desafiado, teniendo que conocer, aprender y adaptarnos a nuevas herramientas tecnológicas como Google Classroom, Teams, Zoom y muchas más. Las redes sociales se han convertido, además, en puentes de aprendizaje para realizar cuestionarios o clases por Instagram TV o Facebook Live.

Sin embargo, la enseñanza vía remota ha presentado grandes dificultades. La desigualdad también es tecnológica. No todos nuestros estudiantes tienen acceso a Internet o dispositivos electrónicos a través de los cuales conectarse o, tal vez, viven en localidades aisladas, donde ni siquiera hay acceso a una señal telefónica.

Asimismo, la falta de familiaridad y conocimiento sobre la educación a distancia ha generado dificultades para los establecimientos educacionales. Profesoras y profesores han tenido que aprender el uso de las plataformas, así como modificar sus planificaciones. Son expertos en educación presencial, mas no remota. A lo anterior sumamos a apoderadas y apoderados que muchas veces tampoco saben usar estos recursos.

Una dimensión importante de la desigualdad y pobreza es la precariedad laboral. Para las familias de nuestros estudiantes ha sido muy complejo apoyar el proceso de estudio, pues han tenido que seguir yendo a trabajar. En otros casos, el trabajo informal o esporádico (los llamados pololitos) han generado falta de ingresos o cese de labores.

Qué privilegio es poder realizar nuestro trabajo de manera remota, recibiendo nuestro sueldo completo y con la tranquilidad de poder alimentar a nuestra familia y cubrir nuestros gastos. Lamentablemente, esa no es la realidad de todo el país. Por lo mismo, el llamado es a quedarse en casa de manera responsable. Así no exponemos a quienes no tienen más opción que salir.

Pero muchas veces la casa tampoco es la mejor alternativa. En Chile hay más de 46.000 familias viviendo en 822 campamentos, según el catastro de TECHO- Chile. Viviendas de 18 metros cuadrados en condiciones precarias en cuanto a servicios básicos e infraestructura. Por otro lado, en las villas de blocks o viviendas sociales, de 52 metros cuadrados en promedio, el 19 % de las familias vive hacinado, según dicha organización.

El ambiente propicio de aprendizaje requiere buena luz, espacio de concentración con silencio, silla cómoda y una mesa para poner nuestro computador o materiales. La dificultad se presenta cuando en la casa viven más de seis personas y comparten los espacios comunes y aparatos electrónicos. Es en estos contextos y situaciones donde es clave conocer y comprender la realidad de nuestras y nuestros estudiantes. La desigualdad nos duele y nos enrabia, pero por sobre todo, nos moviliza.

Llevo siete años trabajando en contextos altamente vulnerables: campamentos y establecimientos educacionales. Día a día veo grandes dirigentas luchando por sus comunidades y alcanzando el sueño de la casa propia, como Luz Marina, Paula, Ruth y muchísimas más. Grandes mujeres que me inspiran con su valentía y perseverancia. Actualmente, acompaño y trabajo con 14 tremendos profesores desde San Carlos hasta Cañete, quienes llevan años dando todo de sí mismos en la sala de clases, buscando constantemente mejorar, aprender e innovar, entregando contenido y herramientas a sus estudiantes, pero también, potenciando su autoestima, perseverancia y confianza en ellos
mismos. Admiro profundamente su compromiso, liderazgo y garra.

Con ellas y ellos refuerzo que el dolor de esta injusticia nos compromete a hacernos cargo y transformar juntos nuestro país. Que la construcción del Nuevo Pacto Social que tanto pedimos durante el estallido nos siga movilizando e involucrando. Por nuestra parte, no nos rendiremos hasta que todas y todos en Chile reciban educación de calidad.

 

O’Higgins 680, 4° piso, Oficina 401, Concepción, Región del Biobío, Chile.
Teléfono: (41) 2861577.

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