Tras dos décadas como jefe comunal y cuatro como concejal, da un paso al costado en el municipio para aspirar a escribir la carta fundamental. Apoyado por la organización Identidad Territorial Lafkenche, su desafío es alcanzar unos de los siete cupos que la ley de escaños reservados entregó al pueblo mapuche.
Que se reconozca que Chile es un Estado donde conviven varias naciones, que se les dé autonomía e, incluso, la devolución de tierras en conflicto son algunos de los objetivos que perseguirá si es electo el próximo 11 de abril para ocupar un asiento en la convención constitucional.
POR PAMELA RIVERO J.
El mismo día en que el Diario Oficial publicó la ley que establece 17 escaños reservados para pueblos originarios en la convención constitucional, el alcalde de Tirúa, Adolfo Millabur Ñancuil, oficializó que dejará el municipio al que estuvo ligado por 24 años (cuatro como concejal y 20 como alcalde) para ser candidato al órgano constituyente que redactará la nueva carta fundamental para Chile.
“Fue un desafío que me pusieron los peñis”, dijo apenas finalizó el Füta Trawün (gran asamblea), realizada el miércoles 23 de diciembre, en la comuna de Puerto Saavedra, donde comunidades que habitan el borde costero de las regiones del Biobío y de La Araucanía, que participan en la organización Identidad Territorial Lafkenche (ITL), lo proclamaron como postulante para competir por uno de los siete cupos reservados para el pueblo mapuche en la convención constitucional.
De los 17 asientos protegidos en el órgano constituyente para las 10 etnias originarias que considera la ley, siete son para el pueblo mapuche, dos para los aimaras y uno para el resto de los pueblos (rapanui, quechuas, atacameños, diaguitas, collas, kawésqar, changos y yaganes).
“Es un bonito desafío, pero quiero aclarar que solamente dejo el cargo de alcalde, pero no a mi comuna. Voy a seguir trabajando desde Tirúa con la fuerza, con el crecimiento, con el aprendizaje que he logrado en estos años, para buscar votos en todo el país que me permitan ayudar a escribir esta constitución”.
-¿Cuál es el principal punto relacionado con los pueblos originarios que debe estar en la nueva carta fundamental?
“Nosotros como mapuche queremos que el Estado sea definido como plurinacional e intercultural. Luego, defender los intereses de nuestro pueblo y, en seguida, estar disponibles para discutir los temas que involucran la convivencia de quienes vivimos en Chile. El Estado hoy es uninacional. Nosotros queremos que se reconozca la realidad diversa que tenemos como país. Eso implica abrir un debate que nunca se ha dado. En cuando a la interculturalidad, significa establecer reglas de convivencia que consideren a las partes, porque una cosa es definir que somos diversos, y otra es establecer normas que hagan posible esta nueva forma de convivir. Y ahí hay que, por ejemplo, discutir sobre la autonomía, que no es sinónimo de independencia, y la redistribución del poder, que eso es parte de la esencia de la nueva constitución en todo ámbito de cosas”.
-¿La devolución de tierras a la que aspira el pueblo mapuche se debe incluir en la constitución?
“Eso es una de las aspiraciones principales del pueblo mapuche. La constitución es una regla general de convivencia. No vamos a ir a discutir los detalles de cómo se van a hacer las cosas, pero se tienen que establecer las reglas del juego, sobre todo discutir ese tema, así como discutiremos de quién es la propiedad del agua, la propiedad del mar y de sus recursos naturales; las facultades del Ejecutivo, del Congreso y del Poder Judicial y, también, por supuesto, pondremos nuestra agenda como pueblo mapuche: discutir el tema de la tierra, de la autonomía, de la libre determinación. Sin embargo, los pueblos originarios no iremos a defender solamente nuestra agenda, sino que queremos ser un aporte desde nuestra cosmovisión al país, y eso significa participar de la discusión de todos los temas que se van a abordar”.
-Ustedes tienen 17 escaños asegurados en la convención, pero para incluir en la nueva constitución los puntos que indica, requiere la aprobación de 2/3 de los constituyentes. ¿Tienen el apoyo de partidos políticos u organizaciones para ello?
“No, porque es un tema que se va a dar con quienes sean elegidos y, por supuesto, las organizaciones que estén detrás de los candidatos tendrán que pararse con fuerza propia y, desde ahí, interlocutar con las distintas versiones del país que se va a constituir: a través de los independientes, de los partidos políticos, de los intelectuales. Todos tendremos que ser capaces de establecer reglas para entendernos políticamente, porque va a ser un debate donde se tendrán que producir acercamientos, acuerdos, alianzas, y eso está todo por construirse, porque nunca sucedió en Chile. Tener la receta antes sería pretencioso e irresponsable”.
No estoy satisfecho, pero es un avance
Adolfo Millabur siguió muy de cerca el debate de la reforma constitucional que entregó escaños reservados a los pueblos originarios. Participó en la propuesta de indicaciones que hicieron a los parlamentarios a través de la Asociación de Municipalidades con Alcalde Mapuche, Amcam (de la que es vicepresidente) y de la Organización Identidad Territorial Lafkenche, en la que milita. Estuvo pendiente de las discusiones en las comisiones y de las votaciones en sala. Un trabajo que, dice, se remonta al 2006, cuando la ITL acordó luchar por una nueva constitución. Asegura que el conocimiento que tuvo de todo el proceso, le hace tener una mirada crítica de la voluntad del Ejecutivo para que se sacara adelante esta ley. “Nunca vimos en el gobierno interés ni disposición para hablar sobre este punto. Ni siquiera presentó alguna indicación donde diera su opinión, porque este tema junto a la paridad de género y la participación de independientes fueron demorados y esquivados”, sostiene. Recuerda que el 12 de octubre pasado, como pueblos originarios pidieron que la reforma para los escaños reservados se votara antes del plebiscito del 25 de octubre. “Y nos dijeron que no. Luego, hábilmente, la Derecha nos salió con que como no le habíamos preguntado al pueblo de Chile si es que querían cupos especiales para los pueblos originarios, estos no podían ser supranumerarios. Finalmente, a última hora llegaron a este acuerdo que son 17 escaños reservados que se incluyen dentro de los 155 cupos de la convención constitucional”.
-También se decía que desde el oficialismo no querían escaños extras, porque los representantes de las etnias originarias tenían mayor afinidad con la Izquierda y se alinearían con ese sector en la convención.
“Hay de todo tipo de elucubraciones. Fui testigo de los debates de las comisiones, las seguí todas, me comunicaba con los parlamentarios que estaban en ellas, y a ratos me daba la sensación, especialmente, con los congresistas de gobierno, que estaban discutiendo en la bolsa. Porque especulaban con los números, y sobre dónde se paraban los pueblos originarios, como si nosotros le perteneciéramos a alguien o si fuéramos menores de edad. Ser supranumerarios tenía que ver con no alterar la correlación de fuerzas establecida en la ley que regula cómo elegir a los constituyentes comunes. Pero con el hecho de que se descuenten cupos a territorios, especialmente a los que tienen menos población, para cederlos a los pueblos indígenas, de una u otra manera se debilita la representatividad del órgano constituyente que se conforme, porque así fuerza o lleva al binominal”.
-¿Pero reconoce que esta ley sí es un avance?
Nosotros planteábamos que los cupos fueran el equivalente al 12,8 por ciento de población indígena que tiene Chile. Eso equivalía a 20 escaños. También proponíamos que estos fueran supranumerarios y que el derecho para votar por un candidato indígena fuera por autoidentificación. Ninguno de esos tres elementos se dio en el acuerdo, por lo tanto, no puedo decir que estoy satisfecho, pero lo veo como un avance, porque nada se le ha hecho fácil a los pueblos originarios en este país. Por ejemplo, el tema de la identificación. En plena pandemia, los pueblos originarios tendremos una carga para ejercer el derecho a votar por un indígena, no así el resto de los chilenos que cumple la mayoría de edad y automáticamente queda inscrito para ejercer su derecho a voto. En cambio, los pueblos originarios tendrán que hacer un trámite extra, para acreditar su condición. Nosotros creemos que eso es arbitrario y que es una carga que restringe la participación y disminuye el entusiasmo de la población”.
Esto porque para efectos de ordenamiento del proceso, el Servicio Electoral identificará a los electores indígenas y al pueblo al que pertenecen en un padrón especial elaborado con registros que proporcionarán diversas entidades. Si un votante no aparece en el registro preliminar que se confeccionará, deberá acreditar su calidad de elector indígena a través de una declaración ante un ministro de fe.
Que se investiguen los hechos de violencia
La muerte de Camilo Catrillanca, en noviembre del 2018, golpeó, y fuerte, a Adolfo Millabur. Primero porque lo conocía, pues es amigo del padre del joven, Marcelo Catrillanca, pero, además, porque aquello para él, fue como una crónica de una muerte anunciada.
La llegada de un grupo de fuerza policial antiterrorista a las regiones del Biobío, La Araucanía y Los Ríos (que se conoció como Comando Jungla), en junio de ese mismo año, hizo que los jefes comunales de la Asociación de Municipalidades con Alcalde Mapuche, les solicitaran a los entonces ministros Chadwick y Moreno que retiraran al grupo policial. Temían que cualquier hecho que terminara con un mapuche como víctima iba a crear un ambiente difícil de sobrellevar. “No nos escucharon”, recuerda Millabur.
-Tras la muerte de Catrillanca, usted sostuvo que era urgente sentarse a dialogar, porque el conflicto había tocado fondo. ¿En qué se avanzó en estos dos años?
“Desafortunadamente, nos encontramos en un gobierno que no ha dado el ancho para las circunstancias históricas que vivimos. No ha habido avances, pero creo que la muerte de Catrillanca también fue una de las gotas de agua que rebalsó el vaso de la convivencia interna de Chile. Y ahí está la razón de que la Wenüfoye, la bandera mapuche, estuvo presente en todas las protestas de la mal llamada revuelta social. Creo que si bien con el gobierno actual no ha habido diálogo, sí Chile quiso dialogar a través de su movilización general. Y también se dio la ocasión para redactar una nueva constitución y, afortunadamente, hoy los pueblos originarios tienen garantía de participación en este proceso gracias a los escaños reservados. Por lo tanto, si uno mira en el corto plazo, se ha mantenido la indiferencia. No ha habido diálogo con el gobierno de turno, pero con el país creo que ha habido avances importantes por la movilización de la gente”.
-¿Qué han hecho ustedes como alcaldes mapuche para propiciar ese diálogo?
“Cuando el gobierno presentó su Comando Jungla, nosotros hablamos con el exministro Chadwick, luego, con el exministro Blumel, y cada vez se fueron cerrando las posibilidades en materia indígena. Hoy ya no tiene mucho sentido hablar cosas de fondo con un gobierno donde está quedando solamente el hombre encargado de la llave para cerrar la puerta e irse”.
–Hace menos de un mes se nombró un delegado de la macrozona sur y delegados regionales en Biobío y en La Araucanía mandatados para resolver situaciones de violencia. ¿Qué podrían aportar ellos?
“Esas personas en ningún caso vienen a resolver la relación política que se requiere, y el diálogo que se necesita con el pueblo mapuche, los nombran como una especie de sheriff de la región, y con un sheriff nunca se dialoga”.
-Pero no se puede soslayar la violencia en esas zonas, no solo atentados, sino también muertes. En su comuna quemaron tres escuelas, y algunos hechos sí fueron reivindicados por organizaciones que defienden la causa mapuche.
“Una cosa son los hechos de violencia, que son lamentables y repudiables, pero otra cosa es lo que usted me pregunta respecto de qué hemos hecho nosotros como Amcam para dialogar. Hemos hecho todos los esfuerzos para facilitar el diálogo con las organizaciones que participan y movilizan a la causa mapuche. Lo que no podemos decir es que haya muertes que se haya atribuido alguien que defienda esta causa. Tampoco la quema de las escuelas. Hay demasiadas fuerzas que son inidentificables diría, así es que ojalá el sistema judicial esclarezca estos hechos, porque estas situaciones dañan la noble causa de nuestro pueblo, y confunden a la población”.
-¿En qué sentido?
“El relato que se ha instalado es que los mapuche en algún momento fuimos borrachos, flojos, violentos e incivilizados y hoy, cualquier cosa que sucede de carácter violento, se lo asignan a los mapuche. Incluso hechos donde se ha atentado en contra de la vida de personas. Y yo no creo que haya alguien de nuestro pueblo que quiera reivindicar su legítima causa de esa manera. Entonces es muy necesario, y es saludable para la convivencia de todos, que esas situaciones se esclarezcan, porque de lo contrario, se empiezan a asignar responsabilidades de manera colectiva a un pueblo que ha luchado siempre por la libertad y por la vida”.
-¿Quiénes podrían estar tras esos hechos de violencia?
“Si yo tuviera la posibilidad y la facultad de investigar no estaría en el cargo de alcalde, y si tuviera alguna información, tendría que ponerla en conocimiento de quien corresponda, pero no es responsable que un alcalde, como yo, comenzara a elucubrar sobre quiénes son los responsables, porque eso no colabora a la solución del problema”.