Sostiene que la incondicionalidad no es buena para ningún gobierno y enfatiza que hay que aceptar las críticas constructivas de sus partidarios y no estigmatizarlas suponiéndoles segundas intenciones.
Le preocupa que se repita el “síndrome” del Presidente Jorge Alessandri, quien luego de ser electo por una alianza de partidos de centroderecha los ignoró en su gestión y ese sector terminó finalmente desapareciendo.
El senador Andrés Allamand Zavala (54) reconoce que le gusta jugar como centro delantero en política y que está acostumbrado a recibir patadas, incluso de su propio sector, por sus opiniones francas, como las que formulaba cuando criticaba al gobierno militar del cual, recalca, no participó activamente. Admite que sus planteamientos generan mucho debate y revuelo, pero cuando se decantan reciben la aceptación generalizada. En tal sentido considera un reduccionismo algunas críticas de personeros de la UDI, al suponer que la legislación que él impulsa para resolver las uniones civiles de hecho sólo busca solucionar la situación de la minoría homosexual, ya que la mayoría de los 2 millones de chilenos que viven en pareja sin casarse son heterosexuales. Su lucha actual es para que todas las esperanzas que la Coalición por el Cambio ha generado en la ciudadanía se cumplan. Advierte que al Presidente Piñera no le hace bien estar rodeado “de puros Camilos Escalonas (senador PS), que son aplaudidores sin ninguna capacidad crítica”, porque una opinión oportuna y constructiva ayuda a mejorar las políticas públicas.
También le preocupa el hermetismo que observa en el Gabinete Ministerial y en las autoridades regionales y las insta a ensamblarse mejor con los partidos políticos, la ciudadanía y sus organizaciones. Demanda una mayor apertura al diálogo y accesibilidad. Admite que hay serias falencias en la política comunicacional del Gobierno, porque las cosas hay que explicarlas bien antes y después que se toman las medidas.
Sin eludir ningún tema, incluso se refiere a su relación con Fidel Castro, a quien le agradece la preocupación personal que tuvo en la isla caribeña para la recuperación de su hijo Andrés, hoy fallecido.
-¿A qué atribuye los cuestionamientos de la UDI al proyecto que impulsa para resolver el problema de las uniones civiles de hecho, cuando es parte de los compromisos del Presidente Piñera?
-“El debate legislativo y a nivel nacional despejará el tema, y la ciudadanía apoyará la necesidad de una legislación de esta naturaleza. Es un compromiso del programa del Presidente Sebastián Piñera que bajo ninguna circunstancia atenta, ni entorpece ni debilita la institución matrimonial y resuelve una situación de hecho que no se puede ignorar como algunos quisieran. En Chile tenemos 2 millones de personas que tienen situaciones de convivencia estable y el porcentaje mayoritario de las parejas no son de la comunidad homosexual, sino que heterosexuales, que han tomado una opción legítima de organizar una vida en común, sin contraer matrimonio y que necesitan regular sus bienes, resolver problemas de previsión, de acceso a la salud y temas de herencia. El proyecto, tal como lo ha dicho el Presidente Piñera, apunta a resolver problemas reales de familias reales. Es anacrónico suponer que la única familia que existe en la sociedad chilena es la tradicional. Hay madres solteras que sacan adelante a sus hijos y personas que conviven con hijos propios o de relaciones anteriores, porque el concepto de familia ha cambiado en Chile”.
-Cuándo se inició la transición democrática, a fines de los ochenta, usted se perfilaba como la figura más potente de la nueva derecha, se decía que incluso podría haber liderado desde su sector ese proceso, al igual como ocurrió en España, con el primer ministro Adolfo Suárez. ¿Qué pasó ? ¿por qué todo indica que la derecha más dura del pinochetismo no le permitió jugar ese rol, quizás por sus críticas al régimen autoritario, incluso en el tema de Derechos Humanos?
-“Estoy muy conforme con las responsabilidades que he asumido en mi vida política, con avances y retrocesos, pero me siento conforme con mi propia trayectoria. Los que empujan el carro o están adelante en el pelotón siempre reciben más fuego cruzado que los que vienen en la retaguardia. En la década del 70 encabecé un movimiento juvenil bajo el régimen de la Unidad Popular que contribuyó para que Chile no se desbarrancara hacia un modelo que la mayoría del país rechazaba.
Nunca fui parte activa del gobierno militar, pero sí contribuí eficazmente a la transición a la democracia. Este año se cumple el 25 aniversario del Acuerdo Nacional para la transición a la democracia plena, que fue una iniciativa impulsada por la Iglesia Católica, fuertemente resistida por el gobierno militar y, personalmente por el general Pinochet, pero que sentó las bases de lo que fue posteriormente la respetada transición. Después me correspondió contribuir a instalar la Democracia de los Acuerdos y, en esta última etapa, a derrotar la Concertación. Ahora estoy porque todas las esperanzas que el gobierno de la Coalición del Cambio ha generado en la opinión pública se materialicen. La política es un juego colectivo y lo importante es ser parte del proceso, más allá de si uno lo hace como capitán o como goleador del equipo”.
-Usted criticó abiertamente al gobierno militar, como lo ratifican registros de prensa de la época, actitud que no asumió con la misma fuerza el Presidente Sebastián Piñera. ¿ Él fue tan opositor como usted?
-“En eso con el Presidente Piñera hemos estado en la misma posición y de hecho él votó No en el plebiscito de 1989”.
– Pero lo concreto es que usted sí dio la cara y se ganó la enemistad del régimen militar y de sus medios informativos afines, donde sus opiniones críticas tenían escasa cobertura.
-“Hay veces que empujo iniciativas que efectivamente generan revuelo o polémica en mi propio sector. Era muy contrario a que el general Pinochet intentara reelegirse a través de ese plebiscito y mantener instituciones como los senadores designados. También consideré, en un minuto, que había que tener una acción más enérgica con la Concertación. Ahora el impulsar una solución real para las uniones civiles de personas de un mismo o distinto sexo son cruzadas que en las primeras etapas del camino generan mucho debate y revuelo ¿Quién hoy día está a favor de los senadores designados y no reconoce que la Democracia de los Acuerdos ha sido fundamental para que a Chile le fuera bien? El liderazgo político tiene que ver con empujar el carro y estar al frente. Y el que juega de centro delantero recibe patadas”.
-¿Pero hay quienes, como la senadora Evelyn Matthei (UDI), consideran su postura crítica hacia el actual gobierno a que no fue designado Canciller?
-“Hay gente que estigmatiza las posiciones y las descalifica, atribuyéndoles segundas intenciones. Hay críticas que son de la oposición y opiniones que emitimos los partidarios del gobierno. Al Presidente Sebastián Piñera no le hace bien estar rodeado de puros Camilos Escalonas, quien demostró hasta dónde llega la incondicionalidad. Cuando hablamos del síndrome de Camilo Escalona hablamos de un aplaudidor majadero de todas las cosas que hace un gobierno, estén bien o mal, sin ninguna capacidad crítica. Los regímenes y los primeros mandatarios siempre se rodean de un coro de aduladores que les palmotean permanentemente la espalda y que muchas veces les impiden ver cuáles son las realidades. A cualquier gobierno le hace bien tener opiniones de su propia vereda que hacen un aporte constructivo. Hay innumerables veces que la crítica oportuna o una opinión que no sea uniformada contribuye a corregir las políticas públicas. Lo peor que le puede pasar a un gobierno o a una coalición es que, simplemente, se clausure toda opinión diversa”.
-¿Le preocupa que Piñera tenga en las encuestas una apoyo que fluctúa entre 50% y 54%, siendo menor en las zonas del terremoto, cuando cientistas indican que es una gran oportunidad política para la continuidad de la centroderecha en el poder?
-“El terremoto fue una tragedia de gran envergadura para Chile y para cualquier gobierno enfrentarla es una tarea extraordinariamente difícil y compleja. Hay quienes miran de una tribuna y dicen que es una gran oportunidad política. Es un tremendo desafío para las autoridades, más cuando se instalan después de 20 años de estar en la oposición, donde siempre cuesta mucho la etapa de rodaje y que los engranajes funcionen. En este poco tiempo que se lleva advierto un cambio muy positivo y otros en estado de latencia. El primero es el punto de inflexión en materia económica, ya que creceremos este año entre el 4 y 5% después de haber tenido un resultado negativo el año pasado. Estamos creando 300 mil empleos y en los últimos ocho años el aumento de los puestos de trabajo fue mínimo. La inversión está aumentando significativamente, y en el área de la proyección económica, en mi opinión, el cambio llegó y para quedarse. Hay aspectos donde es mucho más lento avanzar, como el tema educación y salud, porque se requieren cambios estructurales, siendo los cuatro años muy poco tiempo para todo lo que hay que hacer”.
-En la Región del Biobío hay críticas de entidades que piden una gestión más inclusiva del gobierno regional y el senador Víctor Pérez Varela (UDI) advierte que se aplica un criterio centralista con las necesidades de Chillán y Los Ángeles en el ámbito de la reconstrucción ¿Qué opina usted?
-“Comparto en 100% el diagnóstico de Víctor, en el sentido que Chile está enfermo de centralismo que se da en dos dimensiones: el que se produce de Santiago respecto de las regiones y el que hay al interior de todas las zonas del país, donde las capitales regionales actúan muchas veces con los mismos criterios centralistas respecto de las provincias. Las autoridades llevan poco más de 100 días, tiempo suficiente para que se afirmaran en la montura. Pero ahora deben hacer un esfuerzo verdaderamente significativo para ensamblarse mejor con la comunidad, organizaciones gremiales y sindicatos. Noto cierto hermetismo en las autoridades a nivel nacional y las necesitamos accesibles, receptivas y con la capacidad de escuchar. En zonas como la del Biobío hay que tener acercamiento con el capital social, que es la capacidad de la sociedad para trabajar en conjunto y articular esfuerzos públicos y privados. También debe haber una mayor apertura con los partidos para que cumplan su rol y hacia el aporte que hacen las Organizaciones No Gubernamentales”.
-¿Qué opina del caso de la zona del Biobío, donde Renovación Nacional no está plenamente integrada al gobierno regional, y para tener una gestión exitosa son necesarios ciertos equilibrios políticos en una coalición?
-“Hay que evitar un retroceso, porque ganamos la elección presidencial, porque pasamos de la Alianza a la Coalición por el Cambio y sería muy malo volver atrás, en el sentido que sólo las fuerzas políticas de sustentación del gobierno son RN y la UDI. Hay que integrar a sectores que antes estaban en la Concertación y una de las tareas del Ejecutivo es revitalizar muy fuerte la Coalición por el Cambio. Triunfamos en los comicios porque fuimos más que la UDI y RN y debemos apoyar, apuntalar expresiones políticas distintas como el PRI, Chile Primero y gente proveniente de la Concertación que ojalá se pueda organizar.
La situación que tú me señalas en la Región del Biobío pasa en todo el país y el ensamble entre la Coalición por el Cambio y las autoridades de gobierno tiene que mejorar, siendo muy importante tener eso en cuenta. Tal como lo decimos en el libro con la ex diputada Marcela Cubillos (UDI) hay que evitar el síndrome del gobierno de Jorge Alessandri (1960 a 1964) de centroderecha que gana por partidos organizados que son ignorados en su gestión y finalmente terminan virtualmente desapareciendo, colocando a Chile en una situación de gran desequilibrio político. Eso llevó posteriormente a que Chile tomara un derrotero ideologizado, polarizado y de conflictos que eran contrarios a su tradición histórica. Estimo que el éxito de la Coalición por el Cambio estará en la proyección de las ideas de un gobierno de centroderecha moderno. Tenemos la gigantesca tarea de superar la desigualdad en la distribución del ingreso, dado que Chile aparece entre las quince naciones del mundo que tienen la situación más regresiva. Si crecemos al 5% en forma sostenida durante los próximos quince años estaremos en condiciones de superar el umbral del desarrollo como el que tienen naciones como Portugal en Europa. Pero, la gran diferencia es que cuando ellos lo logran tienen una distribución del ingreso que es significativamente más igualitaria que la que existe en Chile. Esa barrera debe ser superada y necesitamos un gobierno realizador que impulse transformaciones, con fuerzas políticas que lo puedan respaldar con una mirada del mediano plazo para ese necesario cambio en el país”.
-¿Qué opina de la actual situación de Cuba donde el disidente Guillermo Fariñas estuvo a punto de morir en una huelga hambre de 135 días para lograr la libertad de 52 disidentes del régimen que finalmente fueron liberados?
-“He tomado una decisión, y es la primera vez que la expresaré públicamente. En lo personal tengo un enorme agradecimiento hacia las autoridades del régimen cubano y, en lo particular por Fidel Castro. Sé que muchos no entenderán lo que estoy diciendo, pero lo siento de corazón, porque él se preocupó personalmente por la recuperación de mi hijo Andrés, hoy fallecido, de una forma que mi familia y yo estaremos siempre agradecidos. Mientras Fidel Castro esté vivo voy a abstenerme de opinar de los distintos aspectos del régimen cubano. Eso no implica renegar de mi tradicional postura de que se trata de una dictadura y que se debería avanzar como en el resto de los países hacia una auténtica democracia, donde efectivamente se respeten los derechos de todas las personas. Espero y es mi deseo que los propios cubanos tengan la sabiduría, en una situación tan compleja como la que enfrentan, de encontrar los caminos que les permitan llegar a ese resultado”.
-¿Qué evaluación tiene del papel de la Concertación como oposición al gobierno del Presidente Piñera, donde se observa un endurecimiento de su posición frente a varias iniciativas legislativas?
-“La Concertación está con la brújula completamente extraviada y no atina cuando debe tener la actitud constructiva que el país le exige, ni tampoco encuentra el tono para ser una oposición en aquellos aspectos que debe criticar como les corresponde hacer en ese rol. Están sumidos en un pantano de confusión y como fuerza política orgánica no existe. Lo único que hay son los antiguos liderazgos (Lagos, Aylwin y Frei) y la ex mandataria Michelle Bachelet que, objetivamente, es la candidata desplegada de la Concertación. La campaña presidencial partió en las filas de ese conglomerado, ya que el mismo día que dejó La Moneda está resuelta a hacer campaña. Hoy más que haber Concertación, lo que hay es bacheletismo”.
-¿Cuáles son los logros y las flaquezas que presenta el gobierno de Piñera después de estos 100 días?
-“Lo que rescato es tener un gobierno de centroderecha que coloca un impulso, oxigenación y nueva forma de hacer las cosas. Chile durante los últimos gobiernos creció poco, la productividad cayó y también el empleo, y se notan los cambios en el área económica. Tenemos la oportunidad de generar, en áreas críticas para el desarrollo del país, cambios que con la Concertación jamás se habrían realizado en salud, educación y descentralización, y que son claves para el futuro del país.
Las flaquezas están en que no existe un adecuado ensamble de las autoridades, tanto con las fuerzas políticas que deben respaldar al gobierno como con la multiplicidad de organizaciones de la sociedad civil.
Hay que tener mucha atención con el manejo internacional, ya que durante muchos años eso no era parte del debate político nacional. Hoy tenemos un escenario vecinal particularmente complejo, siendo un campo donde no podemos cometer absolutamente ningún error y no hay espacio alguno para desaciertos en la política vecinal, hablando específicamente de Argentina, Bolivia y Perú. No sólo se trata de no equivocarse, sino de acertar en nuestras relaciones internacionales”.