Nuestra Estrategia Regional de Desarrollo al año 2030, actualizada por la creación de la Región de Ñuble, considera en uno de sus ejes estratégicos fortalecer el desarrollo de la logística aeroportuaria, así como su conectividad con la red logística nacional.
Por lo mismo, parece ser una gran opción la puesta en marcha de vuelos comerciales a partir del 2020 desde el aeródromo María Dolores, de Los Ángeles, luego de que se anunciara el inicio de las obras que lo convertirán en un aeropuerto nacional.
De acuerdo con datos entregados por la municipalidad de Los Ángeles y la Cámara de Comercio de esa ciudad, la industria hotelera de la comuna recibe mensualmente cerca de 3.900 pasajeros que llegan en vuelos comerciales hasta Concepción. De ellos, el 85 % lo hace por razones de negocios. Lo anterior garantiza una tremenda oportunidad de crecimiento para el sector turismo de la provincia de Biobío en general, considerando que, según han informado las líneas áreas, la actividad turística se incrementa hasta un 25 % en aquellas ciudades que reciben vuelos comerciales.
He sido testigo últimamente de muchas declaraciones de diferentes autoridades políticas y líderes regionales, que han optado por enfocar su opinión en forma crítica hacia los recursos asignados para la ampliación del principal aeropuerto regional. Pero me parece que es un tremendo error presentar esta discusión como una dicotomía entre el aeropuerto Carriel Sur de Talcahuano y este anhelado proyecto para Los Ángeles, fundamentalmente, porque ambos son necesarios y tienen objetivos de desarrollo que son absolutamente complementarios.
En el caso del primero, el desafío es transformarse en un aeropuerto internacional, que sea una real opción para movilizar a todo el sur de Chile hacia las diferentes ciudades del mundo, y en la situación de María Dolores, la idea es generar conectividad nacional, principalmente, hacia la Región Metropolitana, que permita continuar con el desarrollo económico que ha tenido la provincia de Biobío y, probablemente más importante, la generación de un polo de atractivo turístico efectivo hacia la zona andina de Biobío.
Si nuestra Estrategia Regional de Desarrollo es de verdad, y trasciende los ciclos electorales, debería necesariamente considerar los recursos que esta importante obra requiere para la provincia de Biobío, y concretar así un deseo muy sentido de los habitantes de la zona.
Al menos hoy, el interés de líneas aéreas, de la industria local y de los municipios está más vivo que nunca.