¡Mari, mari! ¿Chumleymi? (en español: ¡hola!, ¿cómo estás?) puede sonar un tanto extraño, aunque el idioma no es tan lejano como pudiera parecer. Es mapudungun, la lengua del pueblo mapuche, alabada en el pasado por su riqueza lingüística, hoy sigue causando interés por su perfección y estructura, especialmente en el extranjero. No obstante, en Chile, donde se encuentran sus hablantes originales, está en “alerta amarilla”, siendo una de las siete lenguas chilenas que podría desaparecer de aquí a un par de décadas, según la Unesco.
Por Natalia Messer Molina.
Los hablantes de mapudungun (“la lengua de la tierra”) no son un número grande dentro de nuestro país. De hecho, la realidad que hoy vive esta lengua es crítica. Aunque no se encuentra “moribunda”, sí podría desaparecer, de no tomarse medidas concretas, tal como lo señala – y así de categórico- en un texto sobre mapudungun, el investigador chileno-suizo Fernando Zúñiga, quien ha dedicado años a investigar la cultura mapuche y, especialmente, su lengua.
Saber con exactitud cuántas personas hablan mapudungun en el país es difícil. No hay cifras precisas o detalladas acerca de la población hablante. Uno de los estudios más citados por lingüistas e investigadores, también el más antiguo (1982), es el de Raymond Gordon, que estima en 202.000 la cantidad de hablantes de mapudungun en todo Chile. Localiza, además, a los hablantes en zonas rurales y cree que tienen una edad promedio sobre los 60 años.
Sin embargo, y consultando estudios más actuales, las cifras sobre cuántos hablantes tendría esta lengua no son tan dispares, y no han variado mucho en los últimos años. La encuesta CASEN de 2013 señala que solo un 11 % de los mapuche (unas 145 mil personas) declara hablar y entender mapudungun, de un universo de 1.321.717 mapuche en todo Chile.
Si se analizan estas dos fuentes se puede comprobar que la cifra de hablantes de mapudungun ha variado muy poco en las últimas dos décadas, si bien ha disminuido la cantidad de hablantes. Una situación similar, o incluso peor ocurre en Argentina. Allá es posible encontrar mucha señalética en mapudungun en ciudades como San Martín de los Andes, pero la cantidad de mapuche, y por tanto ,de hablantes, es inferior a la de Chile.
Hoy en día, no obstante, se debe tener en cuenta también que la realidad del pueblo mapuche ha cambiado, en especial si se ahonda en el tema del mapudungun y sus hablantes, pues hay que considerar que gran parte de este pueblo ha dejado el campo para emigrar a la ciudad. Se estima que más del 60 % de los mapuche vive en ciudades como Santiago, Concepción y Temuco.
En la ciudad, los “warhiache” (mapuche de ciudad) deben adaptarse al idioma castellano y a una cultura ajena. Esto, sin embargo, no ha sido un impedimento para que las actividades culturales propias de este pueblo sigan realizándose. Al contrario, con el masivo nacimiento de agrupaciones pro mapuche, el mapudungun comienza a salir hoy de las sombras.
Una lengua elogiada
No se puede negar que la situación del mapudungun no es fácil. De hecho, la Unesco creó un atlas de idiomas en peligro de desaparecer, en el que Chile aparece con siete lenguas en alerta, entre las que se encuentra el mapudungun. Pese a esto, se ven luces de esperanza gracias a iniciativas que buscan revitalizar esta lengua, para que no muera como otras que en nuestro país yacen bajo tierra, como la lengua kunza, hablada por el pueblo atacameño en el altiplano de Chile, Argentina y Bolivia.
Y es que revitalizar el mapudungun es clave para que no se pierda su riqueza lingüística y ocurra lo que, a comienzos del siglo XX, temía el mapuche Pascual Coña: “En nuestros días la vida ha cambiado; la generación nueva se ha chilenizado mucho; poco a poco ha ido olvidándose del designio y de la índole de nuestra raza. Que pasen unos cuantos años y casi ni sabrán ya hablar su lengua nativa”.
Una lengua que Coña no quería que se perdiese por su riqueza, alabada en el pasado por visitantes extranjeros que escucharon “in situ” el mapudungun. Los misioneros jesuitas alemanes, por ejemplo, no dejaron de elogiarla. Uno de ellos, el religioso alemán Bernard Havestadt consideró la perfección del mapudungun comparable con la de las lenguas clásicas, como el griego y el latín, y con idiomas europeos contemporáneos como el mismo alemán o el inglés.
El Dr. Antonio Sáez Arance, del Instituto de Historia Ibérica y Latinoamericana de la Universidad de Colonia, en Alemania, cuenta que el mapudungun no sólo fue objeto de interés para los jesuitas alemanes que llegaron a Chile con la misión de evangelizar, sino que actualmente en Alemania hay gran curiosidad respecto del pueblo mapuche y su lengua. Por eso, y en su opinión, “Chile debería darle un mayor valor cultural al mapudungun”.
El académico español explica que esto se debe a que también “en casi toda Europa hay una tradición filológica de interés por las lenguas en general; entonces, por ese lado, ya hay un punto de partida o una base muy importante para trabajar. Luego, se añade toda esta eclosión de nuevos movimientos indígenas desde los años ‘90 hasta el siglo XXI, que vale para toda América Latina (…), pero el caso mapuche es fascinante, porque Chile con Alemania tiene vínculos raciales profundos”, dice.
Un aspecto que fascina también, y no sólo a alemanes, sino también a otros europeos, es que “los mapuche fueron el único pueblo indígena que consideró resistirse a la colonización española. Eso juega un papel importante en esta admiración e interés por su cultura”, explica el Dr. Sáez Arance.
Ignorancia, lengua y educación
Quien también reconoce cierto interés europeo en estos temas es la investigadora mapuche Margarita Canio Llanquinao, de la Universidad Católica de Temuco. La experta en mapudungun estuvo en Berlín realizando una pasantía y ayudó a traducir un manuscrito escrito en esta lengua para el Instituto Ibero- Americano de Patrimonio Cultural Prusiano (IAI), considerado la mayor institución dedicada a la investigación de América Latina fuera de este continente.
Si el mapudungun llama la atención en el extranjero y recibe alabanzas por su fonética, precisión y estructura, ¿por qué en Chile se encuentra con alerta amarilla según la Unesco? Para la investigadora Margarita Canio, quien ha dedicado parte de su vida a enseñar mapudungun a jóvenes, y a recopilar material en esta lengua dentro del país, se trata “de un tema de voluntades”. Por ejemplo, y de acuerdo con su propia experiencia en escuelas y colegios, no hay una realidad bilingüe, donde los niños aprendan los contenidos tanto en castellano como mapudungun.
“En todas las escuelas se debería enseñar en las dos lenguas, pero no es la realidad, y no porque la gente no quiera, sino por un tema de voluntad desde las escuelas y no desde el pueblo mapuche. Desde el pueblo mapuche se está con la idea de revitalizar la lengua”, asegura Canio.
El abogado y secretario de la corporación mapuche Enama, Richard Caifal Piutrin, explica que en Chile después que se promulga y publica la ley Indígena, en 1993, “aparece la obligatoriedad de impulsar o hacer mallas curriculares que contengan el mapudungun como un aspecto central de la formación de nuestros hijos y menores en general”, detalla.
Esta obligatoriedad en los colegios sólo se da cuando existe una matrícula de un 20 % o más de alumnos con ascendencia indígena. Cuando en los establecimientos no se cumple este requisito, sobre todo en los establecimientos urbanos, no es obligatorio y el mapudungun entonces no se enseña. La crítica apunta, entonces, a que no existe una política permanente con respecto a la enseñanza de esta lengua, sino más bien se trata de un programa de gobierno al que se postula todos los años.
La investigadora Margarita Canio agrega que otro aspecto importante, y razón por la que se extraña el mapudungun en las aulas, es debido al poco conocimiento que se tiene sobre este él. A esto se suma la falta de más estudios acerca de cuál es la cantidad exacta de hablantes, porque las investigaciones que existen “están hechas desde una mirada un tanto externa, entonces, es difícil tener un dato”, asegura Canio.
El Dr. Sáez Arance coincide con la visión de Margarita Canio, acerca de la ignorancia frente a estos temas. “Chile tiene elementos de influencia mapuche en su propia lengua, pero si uno no los conoce no los puede valorar. El concepto que lo grafica es la ignorancia”, dice.
Para el investigador sería necesario “y perfectamente normal” que el Estado chileno reconociera el mapudungun como un signo de riqueza cultural dentro del país. Es decir, que la lengua tuviera un estatus de oficial en Chile, y más aún en el sur de nuestro territorio. Una de las curiosidades que destaca el Dr. Sáez Arance, de las veces que ha visitado Chile, es que se ha dado cuenta de que en las grandes universidades chilenas no existen cátedras de mapudungun estables.
Compartir la sabiduría
De acuerdo con los consultados en este reportaje, a pesar de este ambiente de “ignorancia” que envuelve a Chile, existe una especie de lucha por revitalizar el mapudungun, porque se asegura que son muchos los beneficios que trae consigo el renacer de esta lengua.
No se puede dejar de recordar que el misionero alemán capuchino, Ernesto de Moesbach, en su libro Idioma Mapuche, dijo que el mapudungun “tenía la categoría de lengua culta y literaria”. Sus palabras se basan en argumentos concretos pues hay una profunda conexión entre la lengua de la tierra y la cosmovisión mapuche.
El conocimiento mapuche se expresa a través de su lengua. La sabiduría que hay en torno a la naturaleza, sus árboles, plantas y animales se expresa de forma detallada y precisa en el mapudungun. Por ello, el abogado Caifal cree que aprender bien el mapudungun podría ayudar, por ejemplo, a un mejor acercamiento de la medicina mapuche. “El idioma es una forma de conocimiento, de aprender el universo y, evidentemente, con el mapudungun adquirimos una gran cantidad de conceptos para denominar plantas que incluso pudiesen estar en peligro de extinción, o extintas; sin embargo, el idioma las ha ido conservando”, señala.
Para Caifal, el mapudungun puede salvar algo de la flora y fauna que está en peligro de desaparecer en Chile debido al problema del monocultivo (plantaciones de pinos y eucaliptos), y que afecta al desarrollo de otras especies debido a la gran cantidad de agua que consumen estos dos tipos de árboles. Esta situación afecta con mayor énfasis a las Regiones del Biobío y de La Araucanía.
Trapa-Trapa: el ejemplo
Alguien que tiene claro que el cuidado de la “mapu” (tierra) se logra también con conocimiento de la lengua mapuche es el presidente de la comunidad pehuenche Trapa-Trapa, en Alto Biobío, Félix Tranamil Larenas. En su caso aprendió a hablar chedungun a temprana edad. El chedungun es la lengua de los mapuches que viven en sectores cordilleranos y que tiene pequeñas diferencias dialectales con el mapudungun que, por cierto, no afectan la comprensión entre sí con otras identidades mapuches (Lafkenche, Pehuenche, Huilliche, Nagche y Huenteche).
Félix Tranemil cuenta que hasta el día de hoy se habla chedungun en su casa y comunidad. El castellano lo aprendió recién cuando ingresó al internado a estudiar. Hoy, valora muchísimo tener pleno dominio y conocimiento de esta lengua. “Ésa es una de las riquezas que uno tiene y que valora con mayor énfasis. Quizás cuando era pequeño era natural, y lo mismo pasa cuando estoy en mi comunidad”, dice.
El presidente de esta comunidad es también abogado, pero pese a su profesión ha decidido no dejar el campo por la ciudad. Dice, con cierto orgullo, que en tierra pehuenche más del 90 % se comunica sólo en chedungun aunque, a pesar de esta alentadora cifra, también ve una pérdida gradual del idioma en comunidades de la zona.
Para Tranemil todo pasa por la falta de reconocimiento y oficialización del mapudungun a nivel nacional, que lograría que la lengua se revitalice y las cifras de hablantes aumentaran. En su opinión, en Chile siempre ha existido una jerarquía de las lenguas y el mapudungun jamás ha ocupado los primeros puestos de importancia, no así el inglés, el francés y otras lenguas contemporáneas europeas. “Aún recuerdo cuando en el colegio los profesores nos escuchaban hablar en mapudungun y se sentían ofendidos. No les gustaba y parecía que les molestaba que lo habláramos”, relata.
Recuperar las raíces
La experiencia de Erick Torres Melillanca es diferente a la de Félix Tranemil. Él comenzó a estudiar el mapudungun de forma más tardía; sin embargo, sintió una especie de llamado a recuperar sus propias raíces. Este ingeniero civil informático nació en Talcahuano, pero su familia proviene de la localidad de Río Negro, al sur de Osorno. Cuenta que en 2013 comenzó de manera formal a estudiar mapudungun, aunque antes de eso, en su época de estudiante, ya escuchaba y leía algo de la lengua de la tierra. “Por lo menos ahora entiendo parte de lo que hablan en mapudungun, pero quiero seguir estudiando”, cuenta. Y también tiene claro cómo evitar que el mapudungun deje de tener estas alertas críticas. “Si tengo hijos, también ellos aprenderán desde pequeños sí o sí el mapudungun”, asegura.
Erick Torres es actualmente presidente de la Corporación de Desarrollo Mapuche Trawün, una ONG sin fines de lucro que busca el fortalecimiento de la identidad mapuche en el territorio del Biobío. Algunas de las actividades que realizó Trawün en este último tiempo fue la creación de escuelas de verano con temáticas centrales del mundo mapuche, talleres de palín y también cursos de mapudungun. Con respecto a esto, Torres cuenta que han impartido estos talleres porque “han constatado un interés y un resurgimiento de la lengua mapuche, especialmente de los jóvenes que viven en la ciudad que se interesan por recuperar su lengua”.
Sin embargo, en su opinión, falta más por hacer, pese a los constantes esfuerzos. Para el joven profesional es necesario que el pueblo mapuche recupere su lengua, pero esto debe nacer desde los propios mapuche. También es necesario “un reconocimiento constitucional, pero que no aparezca sólo en el papel, sino que tenga implicancias prácticas. Por ejemplo, debiera haber un fomento de la búsqueda de personas hablantes de mapudungun”, opina.
Un canto a la lengua
Elikura Chihuailaf es otro ejemplo de hablante nativo de mapudungun. Aprendió la lengua en torno al fogón, en su comunidad, ubicada en la localidad de Cunco, en la Región de La Araucanía. Ahí escuchaba los relatos de su abuela, que le hablaban de esa fuerte conexión entre mapuche y tierra.
Esa conexión lo inspiró para escribir poesía. Hoy, su obra es conocida dentro del país y del mundo mapuche, pero también en el extranjero es admirada. Su trabajo ha sido publicado en alemán, inglés, francés, holandés e italiano.
“Mis escritos son bilingües (castellano-mapudungun) en su mayoría. Escribo en mapudungun como una manera de reivindicar la tierra y así poner énfasis en el idioma”, explica.
El artista centró su obra en un color clave para la cultura mapuche: el azul. Desde ahí, ha creado parte de su relato, porque “se dice que el espíritu mapuche viene desde el azul del oriente, desde donde se levanta el sol. Hay un momento, que es cuando termina la noche y comienza el día, antes de que alumbre el sol… ahí es cuando se produce un azul muy intenso, del cual viene nuestra energía de vida y es el color que habita en nosotros”, relata el poeta.
Y si bien la cultura mapuche se manifiesta más en la oralidad que en la escritura, la obra de Chihuailaf es una especie de “oralitura”, según palabras del poeta. Es importante destacar que la oralidad es central en el mapudungun, pues es una lengua hablada (no escrita) que, recién, luego de varias décadas, comienza a establecer reglas y grafemarios (el primer libro de gramática mapuche se escribió en 1606).
Para Chihuailaf, su canto en mapudungun es también un canto de lucha, una lucha que, para él, no sólo abarca el reconocimiento oficial a la lengua y la cultura mapuche, sino también la devolución de tierras a las comunidades y la protección total del medio ambiente, porque “se atenta en Chile constantemente en contra de la naturaleza, con la desaparición de los bosques nativos, por ejemplo”, dice.
Frente a estas amenazas que afectan a la tierra, en la casa del poeta mapuche, que curiosamente está pintada toda de azul, todavía queda espacio para conectarse con la naturaleza y su lengua. Para Chihuailaf, seguir hablando y escribiendo mapudungun es un gesto que va hacia el futuro, hacia las próximas generaciones de jóvenes mapuche, aun cuando hoy en día, según dice, “estamos a lo menos a dos alfabetos de liderar la escritura”.