Después de la catástrofe en la comuna santajuanina había que habilitar las condiciones básicas, dar asistencia de salud integral y, ahora, vivienda y abrigo. La reconstrucción viene con distintos procesos. Su alcaldesa está apuntando a sacar lecciones de la tragedia, donde murieron 11 personas, para que no vuelva a ocurrir una reacción tardía. “Se cometieron errores”, dice, y por ello irá al Congreso con la intención de influir en la protección del territorio rural.
Por Carola Venegas Vidal.
Ana sabe. Ana Albornoz Cuevas conoce perfectamente lo que es vivir en un lugar hermoso, pero sitiado por la distancia y el miedo permanente. Esa incertidumbre le ha dado a la alcaldesa de Santa Juana el poder para defender el terruño que tanto quiere y en el que aprendió, con cada conflicto, a ser resiliente. “Sí, las personas en mi pueblo estamos acostumbradas a pasar por situaciones difíciles. Aprendemos de las tragedias, pero siempre volvemos a sufrirlas. Eso nos une, nos marca y nos hace fuertes”, dice emocionada al recordar los duros días de febrero. El chacal esa vez fue el fuego.
“Es que no te imaginas lo que pasó en ese momento, cuando sentíamos que íbamos a perderlo todo, que nos quemábamos vivos. Hicimos el llamado a defender la planta de agua, y unas 500 personas: hombres, mujeres, niños adultos mayores llegaron con palas y picotas a hacer cortafuegos para evitar una catástrofe mayor. Te lo cuento y me vuelve a dar una sensación de alegría y pena a la vez, de emoción total… Agradezco profundamente la actitud de mi gente en un momento en que estábamos amenazados y solos. Totalmente indefensos”, indica la jefa comunal.
La alcaldesa Albornoz de un día para otro saltó a la agenda noticiosa. Los medios nacionales e internacionales hablaban de una mujer que con firmeza pedía apoyo y alertaba de dramáticas consecuencias que dejaría este suceso. Y no se equivocó. Fue una “catástrofe grado 5”, según explica la autoridad, por la velocidad que alcanzó el viento, la fuerza de las llamas y la morfología del territorio que dificultaba el trabajo.
-A pesar de su vínculo con el gobierno, usted golpeó la mesa, ¿cómo manejó eso?
“Independientemente de nuestro pensamiento político, somos escogidos para representar a nuestra comunidad. Hay cosas que el gobierno ha hecho muy bien, pero al momento de la tragedia se cometieron errores. En un momento necesitábamos que el Congreso hiciera una ley de emergencia para las zonas rurales… No se hizo. En otro momento necesitábamos que se declarara zona de catástrofe, y no lo hicieron.
Nuestro equipo y, particularmente, yo, sabíamos que debíamos defender nuestra comuna, y asumí esa responsabilidad. Por ejemplo, pedí que se talaran los árboles para que el fuego no avanzara. Era peligroso, pero afortunadamente acá hay hartos obreros forestales que saben hacer esa pega y dejaron sus puestos de trabajo para venir a ayudar. Pedí, sin el decreto aún, que los empresarios del combustible no vendieran más bencina, y se cuadraron. A Carabineros le pedí cortar las calles y se hizo…”.
-Es decir, funcionó la comunidad por sobre cualquier decisión o plan…
“Aquí toda la gente se cuadró sin importar sus creencias o de qué sector venían. Todos acudieron. Para mí eso fue impresionante. Logramos con unidad y disciplina salvar lo que nos quedaba. Era una situación muy peligrosa, pero seguimos igual, porque si no, nos íbamos a quemar vivos. Iba a desaparecer Santa Juana. Fuimos a defendernos para no perder la zona urbana, los centros de acopio y poder cargar los camiones aljibe, porque no llegaba nadie: no llegaban los militares, no llegaba el gobierno. Tampoco, los privados. Nosotros nos sentíamos abandonados por todo el mundo, hasta que de repente pasó que salimos en los medios, porque gente murió y muchos estaban arriesgando la vida para salvar la ciudad. La gente se unió y eso fue hermoso”.
Para la alcaldesa este es un logro inmenso, pues reconoce que en su propia comuna las personas no suelen ser feministas, por el contrario, les cuesta hablar y asumir los cambios que se han visto en la sociedad global en los últimos años. “Dentro de toda la tragedia me he encontrado con el apoyo de distintas mujeres en la calle, en Concepción, en Santiago… Eso me tiene muy contenta, porque creo que las mujeres nos apoyamos, valoramos nuestro liderazgo y hemos comenzado a reconocer nuestra capacidad en la vida social y política”, destacó.
La vida después de los incendios
-¿Cómo se viven los momentos post catástrofe en su comuna?
“Ahora estamos en otra fase de la emergencia. Santa Juana es tan grande y con tantos accidentes geográficos, cordillera, ribera, secano…, que no era posible empezar a trabajar en la reconstrucción de buenas a primeras. En un primer momento, teníamos que atender la urgencia sanitaria. Es decir, debíamos iniciar la rehabilitación, que es poder dar las condiciones mínimas a las personas para continuar después con la reconstrucción. Por ejemplo, dotar de agua, brindar lugares donde pudieran hacer sus necesidades y, paralelamente, seguir realizando cortafuegos para evitar que se quemaron otros sectores.
Ya nos dimos cuenta que la gente no quiere salir de sus terrenos. Entonces, tenemos que crear las condiciones para que puedan vivir, comer, bañarse o guarecerse del frío. Aún estamos en el proceso de rehabilitación y trabajando en forma paralela en la reconstrucción”.
Ana dice que ya se han entregado 36 subsidios, que ha sido un proceso lento, pero que se avanza. Pero lo que le preocupa es la lección que sacaremos de todo esto. Espera que nunca más tengan que sufrir por la incertidumbre de no saber qué hacer, de que no se instruyan operaciones desde el gobierno ante una eventual catástrofe. Pronto expondrá en el Congreso, pues es un desafío lograr que se apruebe una normativa que por fin se traduzca en protección y certidumbre para las zonas rurales. “Lo hemos dicho muchas veces: Santa Juana es una gran plantación forestal con casas adentro. No tenemos un plano regulador que norme el territorio rural, y eso es un caldo de cultivo para la muerte. La muerte de la biodiversidad y la muerte de las personas, que fue lo que finalmente ocurrió”.
-Hablaba de las emociones y la atención en salud mental de su comunidad, ¿en qué estado se encuentran las personas después de los incendios?
“Cuando hablaba de la emergencia sanitaria y la habilitación me refiero a eso. Es tan importante tener un médico que los atienda en el caso de sufrir alguna enfermedad respiratoria, como tener apoyo para evaluar la salud mental. Cuando hay una catástrofe, guerra o situaciones extremas, se detectan muchos casos de ideación suicida, y hay una epidemia de salud mental que hay que controlar. Algunos municipios nos están ayudando con eso”.
-A propósito de eso, ¿hay un vínculo fuerte con el alcalde Daniel Jadue? Mucha gente de Recoleta se vio por acá.
“Nos conocimos por el proyecto de las farmacias populares, por el proyecto de la Inmobiliaria popular, que pretendía otorgar arriendo a precio justo. Y bueno, fuimos con otros 20 municipios a estudiar el programa inmobiliario. Jadue también traspasó información sobre el proyecto gobiernos locales de transformación, en el que trabajaba con alcaldes de Macul, La Cisterna y Cerro Navia. Y nos interesó mucho. Eso es lo que nosotros queríamos adaptar a la pertinencia rural, y se nos ocurrió el plan de comprar alimentos para animales al por mayor para entregarlos a los campesinos a precio justo. Daniel fue generoso en poder facilitarnos exponer esa política de transformación. Lo que más me interesaba era esto de no ser asistencialista, sino que de producir realmente un cambio en la administración y la gente. Ahora en la tragedia, Daniel nos facilitó un camión con estanques y nos está enviando cada 15 días profesionales como enfermeros, psicólogos y asistentes sociales, al igual que otros municipios que nos colaboran en este momento”.
¿Un cargo parlamentario?
–Muchos ya la ven como una carta parlamentaria o mucho más. ¿Está preparándose para otra tarea?
“A mí me encanta Santa Juana. Yo me comprometí, por lo menos, a estar un período y postular al segundo, siempre pensando en que estamos promoviendo a varios jóvenes estudiantes para que tomen este rol más adelante. Ojalá pueda salir de allí un liderazgo que tome la bandera que nosotros ya hemos levantado. Se nos quemaron algunas obras que habíamos empezado, y eso también nos tiene un poco mal, pues es ver quemarse un sueño. Por ejemplo, algunos proyectos de agua o una planta de reciclaje y compostaje. Lo esencial ahora es devolver la esperanza y la fe en nuestra forma de hacer políticas públicas, sin cálculos y sin egoísmos”.
-Pero va al Congreso en unos días…
Sí. Vamos a proponer políticas públicas, y aunque no seamos parlamentarios, esperamos poder influir en una nueva regulación para los sectores rurales. El objetivo es definir estrategias de emergencia no solo en las catástrofes, como la que recién pasó, sino que en emergencias agrícolas, hídricas y otras. Defender Santa Juana es también defender la región del Biobío que, independiente de lo que digan ciertas autoridades, sabemos que está bien alicaída. Hay que mejorar la matriz productiva del Biobío, que era una de las regiones más importantes de Chile, respetando la soberanía ambiental. Queremos que nos valoren dejándonos aportar”.
-Y qué defiende de Santa Juana en particular. ¿Qué identidad es la que más destaca de la comunidad que la empodera?
“La gente de Santa Juana todavía vive en comunidad. La gente aquí comparte sus penas y sus alegrías. No ven el mundo de forma individual, sino colectiva. Aún se realizan, por ejemplo, mingacos, que es la acción de construir una vivienda entre todos los vecinos. También hay minga de siembra. Es decir, existen distintas actividades de economía solidaria. La gente vende sus verduras en las zonas urbanas y hay una economía local basada en la agricultura muy bullente. Además, la gente es muy esforzada. Esa es una característica muy arraigada en esta comunidad. Esto se explica también por un asunto geográfico, porque aquí no es fácil llegar a todos los lugares. Entonces, para ir de la cordillera al secano y a la zona urbana es todo dificultoso. Es una comuna muy rica culturalmente y, por estos mismos accidentes geográficos, se conservaron muchas costumbres del pasado, por ejemplo, la forma de cultivar o la forma de cocinar, las creencias populares, las leyendas. Nos caracteriza la resiliencia. Yo siempre digo… si alguien quiere contratar una persona que realmente se esforzó por terminar una carrera son los jóvenes que terminan la carrera aquí en Santa Juana. Terminar siendo profesional con las condiciones que se viven acá, con la lejanía territorial, mala conectividad, la falta de señal es porque la persona redobla sus esfuerzos. Eso es una virtud, es paciencia y es ganar a la adversidad”.