Ramiro Canales vivió de cerca el estallido social en Egipto al que siguió Libia, donde trabajó un año y medio. De vuelta en la ciudad, habla de las contradicciones del continente africano, y está preocupado de sus amigos libios. Los profesionales Carolina Concha, Patricio Arroyo, Otto Schade y María Eugenia Matus, jóvenes también, hablan de sus éxitos y soledades allende Los Andes. En una cosa coinciden: en el exterior, Chile y su gente se quiere más, y se añoran las cazuelas, la piscola y el pastel de choclo.
La revuelta en Egipto que culminó en febrero con la destitución del presidente Hosni Mubarak trajo de vuelta a Concepción a Ramiro Canales Sánchez (29), ingeniero mecánico de la Universidad del Bío-Bío y devoto de la Virgen del Carmen, quien como otros jóvenes profesionales penquistas han encontrado oportunidades allende Los Andes, en países exóticos o en el viejo continente. Sólo hay que atreverse.
Mubarak y su porfía a reformas democráticas y mejoras económicas y sociales para los egipcios le obligaron a hacer un paréntesis en su trabajo. Cinco días estuvo encerrado en un hotel de Suez, a 140 kilómetros de El Cairo, y pasó un sexto en el aeropuerto hasta abordar el charter que lo repatriaría vía Italia. “El riesgo era tremendo, con tanques en las calles y la empresa bloqueada…”
Los primeros días de febrero regresó a Concepción, al lado de su esposa, la periodista Angélica Vega Muñoz, y de María Esperanza, la hija de ambos. Y aquí sigue mientras se aquietan las aguas en el norte africano, pero preocupado por sus amigos. A los extranjeros los sabe a salvo, pero “no sé si los libios estarán peleando o no (entre partidarios y detractores del régimen). Cuando estuve allá, más de la mitad le tenía cariño a Muammar al- Gaddafi, pero esto se venía venir; era mucho tiempo en el poder (41 años). Primero hubo un estallido social en Túnez, ahí empezó todo. Después, en Egipto y ahora esto. Ya se habla de casi mil víctimas opositoras a Gaddafi”, dice.
El Canal de Suez, construido en 1869 por el francés Ferdinand de Lesseps, une el mar Mediterráneo con el mar Rojo; es vital para el transporte de petróleo, de mercancías y de barcos porta contenedores entre Europa, Oriente Próximo y Asia. Al despacho de este reportaje, Estados Unidos tenía apostados dos barcos de guerra a 100 kilómetros de la costa de Libia, listos para entrar en acción.
Para la firma italiana Danieli, ligada a la producción del acero, Ramiro Canales ya había trabajado 14 meses en Misurata, Libia, donde construyeron una planta -Meltshop- con una capacidad de 1.28 megatoneladas de acero al año, el doble de la producción del laminador de barras rectas que armaron también en Huachipato en dos años. Las dos plantas que ahora levantarán en Suez (en statu quo) bajo la modalidad de “llave en mano” producirá 1.95 megatoneladas anuales, y es el proyecto más grande que le ha tocado hacer.
El idioma, decisivo
“Las posibilidades de triunfar en el extranjero están, se puede. El asunto está en saber inglés. Yo les diría a los jóvenes que lo aprendan y si pueden dos, mejor”.
Tan decisivo es el idioma que a cinco días de titularse lo llamaron de Danieli y de 50 postulantes, 40 fueron descalificados por no hablar inglés. Él lo aprendió en dos años en la UBB. Ninguno de sus compañeros de promoción se atrevió, pero él visualizó cuánto le serviría. “No podría estar en África hablando español, nadie me entendería”.
En la firma es coordinador de materiales: lleva un inventario de todo lo que hay y es el responsable del control y calidad de materiales que llegan (cómo vienen y que sean en función al diseño de los planos). Está bien calificado y, por lo mismo, admite, cada vez que ha pedido aumento de sueldo, se lo han dado.
Con cinco millones de habitantes, la Libia de Muammar al-Gaddafi es la sexta economía de África y el 95% de sus exportaciones es el petróleo. Tiene la esperanza de vida más alta de ese continente y aunque es uno de los países árabes más ricos, no lo representa. Hay casas preciosas, “pero la gente se viste con ropas que parecen pijamas o no se preocupan de sus dientes. Es amable sí, y a pesar que se les entiende poco porque no hablan inglés o italiano, uno se puede comunicar con ellos”.
No es fácil vivir en el mundo árabe. La ley allá es el Corán y el 97% de los libios es seguidor del Islam que, entre otros aspectos, prohíbe el consumo de cerdo, así es que cuando este ingeniero salía de Libia (donde vivió hasta el 30 de noviembre de 2010) en el primer aeropuerto compraba un sandwich de lomito. “Después de 3 ó 4 meses daban ganas de comer algo así. Allá se come pollo y todo lo acompañan con papas fritas; hasta los tallarines”.
-¿Y cómo es el trato a las mujeres?
-“Sólo se ven en el supermercado, y siempre están cubiertas, salvo los ojos. Cuando fue Angélica, los hombres se volvieron como locos, gritaban. En Misurata era la única vez, creo, que veían caminando a una mujer por la calle con el pelo suelto, rubia y linda además. Fuimos a dar un paseo por el centro de la ciudad. Alcanzamos a la mitad del que yo solía dar, me sentía incómodo, asustado, y nos devolvimos a la casa”.
En los café, los hombres se sientan en la calle -como si fueran terrazas- a fumar pipa, a beber café y a ver televisión. Las tiendas de mujeres son pocas y sólo los hombres compran en ellas. Y cuenta que un compañero de trabajo suyo, de Túnez, llevó a su esposa a Libia, y como la mujer se quería devolver a su casa, la dejaba encerrada con llave. Y él se quejaba porque no le respondía prontamente el teléfono cuando la llamaba. “Si las mujeres no salen, es porque las encierran en sus casas…”.
Como sus abuelos, padre y hermanos, Ramiro es portador de la Virgen del Carmen en las procesiones de Penco, pero en los dos últimos años ha estado ausente del grupo católico al que se sumó en 1997.
-¿Y no le cobra la Virgen por su ausencia?
-No, no…entenderá.
A la Virgen le pide apoyo y fuerzas por la salud de María Esperanza, su hija de un año ya y “por todo, en realidad” porque estar fuera del país no es fácil. Y hasta sus lagrimones echó en Libia, durante el Mundial, viendo la selección de Marcelo Bielsa por TV y teniendo por compañía sólo una cerveza.
“Perdí la cuenta de las veces que he tenido ganas de dejar todo de lado. Los beneficios económicos están bien, pero incluso ya perdí el interés de conocer. Lo más difícil es la soledad, porque a la cultura uno se puede adaptar”.
En Toulouse, Francia: Carolina Concha y su batida contra el cáncer pulmonar
A los franceses les gusta hablar de la época “revolucionaria” de Chile o de la Alemania de Latinoamérica, como llaman al país por sus parajes idílicos, cuenta Carolina Concha Menéndez (34), biólogo de la Universidad de Concepción y Doctor en Biología Celular y Molecular de la Universidad de Concepción y de la Université Pierre et Marie Curie, París VI en Francia, pero a ella le interesa más bregar contra el cáncer pulmonar, aislar células, comprender el mecanismo a través del cual la proteína p27 regula su comportamiento y cómo bajo determinadas condiciones la misma proteína puede originar tumores.
A ello se dedica desde hace ocho años. Partió en 2002 a hacer parte de su tesis de doctorado en Banyuls sur Mer, Francia, en el contexto de un proyecto de colaboración ECOS-Conicyt con ese país, dirigido allá por Anne Marie Genéviere y María Imschenetzky en Chile.
Hoy realiza un post-doctorado en el Centro Nacional de Investigación Científica de Toulouse, donde reside. No añora tanto Chile y acepta aquello como parte del proceso de adaptación. No obstante, recuerda haber tenido ganas de estar en el Parque Nacional Conguillío, de comer mariscos y pastel de choclo, ver a los amigos, pasar un fin de semana en casa de sus padres -Fernando Concha y Margarita Menéndez- y almorzar con su hermano y sobrinos.
Frecuentemente le reiteran que Chile es un país emergente en América Latina, con economía estable y paisajes muy bellos: “Lo ven como la Alemania de Latinoamérica, y es muy conocido por su pasado histórico-político. A los franceses les gusta mucho hablar de la época revolucionaria de Chile”.
Toulouse, en el suroeste de Francia, es la capital europea de la aeronáutica, las industrias espaciales y de la investigación médica, mundo del que es parte Carolina, quien compatibiliza sus labores domésticas al igual que en Chile pero sin “nana”.
-Específicamente, ¿cuál es su trabajo hoy?
Investigo el rol de la proteína p27 en la regulación de células madre pulmonares para tratar de entender cómo la desregulación de estas células puede conducir al cáncer de pulmón. Para ello he aislado células madre – a partir de pulmones de ratón- y las he cultivado en el laboratorio. En este momento, estoy estudiando estas células para comprender sus propiedades de proliferación, auto renovación, diferenciación y migración, entre otras cosas. El objetivo del proyecto es comprender el mecanismo a través del cual la proteína p27 regula el comportamiento de estas células y cómo bajo determinadas condiciones puede causar su desregulación y originar tumores.
-Crecer profesionalmente en el extranjero ¿qué exigencias implica?
El principal sacrificio es personal: encontrarse lejos de la familia. También es necesario adaptarse a una forma de trabajar distinta. De uno se espera que sea productivo y entregue la mayor cantidad de resultados en el tiempo que dura el contrato de Post-doctorado. En Nueva Zelanda estuve tres años, mi contrato era financiado por la empresa privada y renovado anualmente según se cumplieran las metas establecidas para cada año al comienzo del proyecto. Esa era una presión bastante fuerte. Hoy tengo otras presiones: plazos y la “ambición” del proyecto mismo. Esta es una profesión muy competitiva.
-¿Otros jóvenes penquistas podrían tener una oportunidad similar?
-Por supuesto que sí. Es importante sí reflexionar sobre el proyecto que quieren, escoger el lugar y el área de trabajo pensando dónde les gustaría encontrarse cinco años más tarde. Hoy al doctorado le sigue el post-doctorado y a veces más de uno. Eso hay que tenerlo en cuenta cuando se piensa en una carrera científica. Estudiar en el extranjero es siempre bueno, es formador como experiencia de vida.
Patricio Arroyo trasciende épocas y culturas: Canta ópera en la ciudad de Carlomagno
Patricio Arroyo Cáceres (28) es solista en la Ópera de Aachen, Alemania, desde 2008, y canta diferentes figuras o roles dentro de las temporadas del Teatro. “Es un país maravilloso en muchos sentidos y más si se quiere aprender música”, dice, mientras habla de la bella ciudad que lo acogió, en Nordrhein-Westfalen, con apreciados monumentos históricos -como su catedral o la antigua municipalidad- y donde Carlomagno instaló su gobierno y finalmente falleció.
Canta desde que tiene uso de razón: “Siempre me gustó mucho aunque no tuve una formación musical temprana. De manera más seria, me encontré con el canto cuando ingresé al Taller Lírico para Jóvenes Talentos en Concepción”. Pero la ciudad no le ofrecía posibilidades de formación como cantante y optó por explorar fuera de ella y del país.
Durante la temporada del teatro alemán este nieto del fallecido periodista de El Mercurio, Julio Arroyo Kuhn, participa en seis óperas que están en cartelera de forma paralela, y él las canta en diferentes idiomas. La premier de Don Giovanni, de Wolfgang Amadeus Mozart, fue una de sus últimas interpretaciones. Y con su desempeño quedó feliz.
-En Chile ¿cuesta más surgir porque un cantante de ópera no es bien valorado, no está desarrollada la ópera o porque no hay un respaldo desde el Estado para esta actividad cultural? ¿Es una profesión de élite?
Yo no diría que un cantante de ópera en Chile no es bien valorado, pero hay muy pocas instancias de desarrollo profesional. Existe un sólo teatro de ópera y no hay elencos estables; así se hace muy difícil la profesión.
Las oportunidades de recibir una buena formación son muy pocas, pues en el país no existen universidades especializadas en música. Eso, sin contar que la Universidad de Concepción hace años cerró su cátedra de canto, pero gracias al esfuerzo de instituciones como el Taller Lírico para Jóvenes Talentos continúa la formación de cantantes jóvenes talentosos, con mucho esfuerzo de parte de su Directora Regina Riquelme, a quien agradezco haberme ayudado en mis primeros pasos.
La ópera es una disciplina artística que no discrimina por clases sociales, que se vale de la esencia de los seres humanos para enseñarnos que los sentimientos que nos mueven trascienden épocas y culturas. En ese sentido, me atrevería a afirmar que la ópera es un patrimonio cultural para todos.
-¿Pero hay más apoyo en Alemania?
“Es complejo. Para las autoridades la cultura es un tema importante. Existen teatros en la mayoría de las ciudades grandes, y las oportunidades laborales son mayores…Existen también problemas de financiamiento, pero la tradición cultural es más fuerte que cualquier tema presupuestario”.
Crecer profesionalmente lejos del terruño exige disciplina, espíritu de superación, consecuencia, humor, paciencia, y un sin fin de otras cosas…pero la oportunidad de hacer música en Alemania “es algo que enseña el día a día. El canto exige mucho de uno como persona, porque se vale de los propios sentimientos para hacerlos aflorar”.
De su país natal, Patricio Arroyo extraña el cariño de su gente, las comidas, pero se siente a gusto y bien acogido en Aachen. “Los chilenos somos gente de esfuerzo y con objetivos claros, supongo que eso cuadra muy bien con la sociedad alemana” y aunque soltero le gusta estar en su casa, cocinar, ir de compras. “No tengo problemas en ese sentido, siempre fui muy independiente, y ¡supongo que eso no cambia por estar en este lado del mundo!”.
Otto Schade López en Londres: Un pintor (y arquitecto) sin miedo a lo desconocido
Del enlace del príncipe William y Kate en abril, este arquitecto de la U. del Bío-Bío no tiene idea, pero se divierte contando lo que ha sido su vida en Londres, una de las ciudades más multiculturales de Europa y un buen lugar para generar contactos con arte (galerías) y darse a conocer en el medio que favorecen su veta artística y autodidacta.
Otto Schade López (39) ha participado en proyectos de arquitectura en oficinas internacionales de gran envergadura, y en los lugares menos pensados. Emigró de Chile en 2004 rumbo a Berlín, y una vez que recibió su pasaporte alemán, se mudó a Londres por trabajo. Aquí es profesor part time de Dibujo y Diseño (primer año de Arquitectura) en el Departamento de Ingeniería y Diseño de la Facultad de Ingeniería, Ciencias y Desarrollo de la Construcción de la Universidad de Southbank. En su departamento y en la calle tiene su estudio artístico: “El talento y la creatividad es más valorado en Europa que en Chile”.
Con sus amigos Carlos Belmar y Pedro Caparró desarrollaron varios proyectos y ganaron distintos concursos de arquitectura públicos y privados en Concepción. A nivel artístico, suyos son “Remolino del Bío-Bío” en el Parque Ribera Norte, y “Juncos de Laguna seca”, en el Parque Hualmapu, en San Pedro de la Paz, “pero sentía que era el momento de partir de Chile”.
De la calidad profesional en suelo extranjero, “podría decir que los arquitectos chilenos están algo más preparados a nivel conceptual y estructural que los ingleses (debido a la falta de sismos y al poco interés por parte del arquitecto de entregarle las pautas básicas estructurales al ingeniero en relación al concepto o idea generatriz, es decir, dejar al ingeniero que resuelva toda la estructura). Lo que sí perjudica a Chile es una diferencia tecnológica, es decir, la imposibilidad de diseñar edificios más complejos en cuanto a la geometría, como por los desafíos estructurales y nivel de detalles que se pueden lograr.
Se podría decir que existe también una gran brecha por conciencia ambiental a nivel de gobiernos como personal. Europa premia el uso de energías renovables en la construcción: reciclaje y el mínimo de contaminación en el levantamiento de edificios tanto en su ejecución como en el uso de materiales.
En sus 7 años viviendo en el extranjero, Otto Schade extraña su familia, amigos, y el calor del verano. También, los mariscos, los asados, la buena piscola y la picardía y el humor del chileno. El machismo, dice “aquí no existe así es que uno está obligado a hacer de todo”.
Para triunfar en el extranjero, recomienda seguridad en lo que se hace, estar abiertos a otras culturas y a la socialización. Además, “hay que arriesgarse. Muchos individuos pierden oportunidades o dejan de aprender por el miedo al riesgo o a lo desconocido”.
Periodista María Eugenia Matus desde Nueva Delhi: “Por $20 pesos me planchan la ropa en la calle”
Los primeros días de marzo María Eugenia Matus Vargas se casó en la embajada de España en la India. Una boda preciosa con David, el español que esta periodista egresada de la U. San Sebastián conoció hace tres años y medio en España mientras hacía su Master en Comunicación Periodística, Institucional y Empresarial en la Universidad Complutense de Madrid.
“Nos conocimos en la calle, mientras estábamos en la fiesta de la Paloma. Desde que nos vimos no nos separamos más”, cuenta feliz aunque echa de menos a la familia y a los amigos.
La fiesta de la Paloma se celebra cada 15 de agosto desde que Isabel Tintero, en 1790, colocó en el portal de su casa la imagen de la Virgen que conquistó el corazón de los vecinos que se acercaban a ella para pedirle curaciones, encomendar a los niños y pedir protección para las mujeres que esperaban la llegada de un nuevo hijo.
En la embajada de Chile en la India, trabaja como Asistente Comercial de la Agregaduría Comercial y Agrícola de Chile en India, perteneciente al Ministerio de Agricultura de Chile. Su tarea es apoyar las relaciones comerciales entre Chile e India, abrir mercado para nuevos productos chilenos en India y promocionar aquellos ya existentes en ese país. “También trabajamos como antena agrícola de Chile en Sri Lanka, Nepal, Bangladesh y Turquía”.
En marzo de 2003 partió de Concepción a Puerto Montt. Trabajó tres años en la industria del salmón, y emigró a España a hacer un master. “Vendí todo lo que tenía y pedí un crédito CORFO para ir a la U.Complutense. Para mí es un orgullo decir que soy chilena; somos vistos como el país más desarrollado de América Latina aunque también hay mucha gente en India que no tiene idea dónde está Chile”.
Desde afuera -plantea- los chilenos se ven más solidarios, y es causa de atención “cómo nos unimos en momentos difíciles (terremoto, mineros, Teletón). Eso en otros países no se ve”. De Chile extraña la comida pues en la India es picante y condimentada, así es que “cada vez que viajamos traemos un montón de comida en la maleta: carne, queso, longanizas, paltas, yogurt”.
Triunfar en el exterior implica perseverancia, estar dispuesto a vivir y trabajar en culturas que son diferentes, ser respetuoso con la idiosincrasia de cada país y una actualización profesional permanente. “Las oportunidades hay que buscarlas, es muy difícil que le lleguen a la casa. Cada vez que cuento mi historia, muchos me dicen: ¡pero qué suerte tienes….! Pero creo que he sido perseverante. Mi trabajo me lo conseguí después de buscar, averiguar. Otra cosa fundamental es el inglés, es el idioma de los negocios.
-¿Cómo una mujer-profesional compatibiliza en el extranjero las responsabilidades de llevar la casa (almuerzo, compras, cuentas, aseo, lavado, planchado) con las obligaciones del trabajo?
En la semana todo es muy fácil, tengo dos nanas maravillosas (madre e hija) que van de lunes a viernes dos horas y me dejan todo súper limpio. Para el planchado, meto toda la ropa en una bolsa y en la calle me planchan cada prenda por 20 pesos chilenos con planchas a carbón. El resto de cosas la hacemos nosotros mismos. Aún no sabemos cuánto tiempo más nos quedaremos aquí, pero una vez terminada esta aventura en India, la intención es irnos a Chile, donde también esperamos casarnos. Mientras, seguimos disfrutando y agradeciendo a Dios todos los días por esta gran oportunidad que hemos podido vivir juntos.