La corporación cultural de Huachipato está realizando una cruzada de vida o muerte. Cuando ocurra el cierre total de la siderúrgica, este 31 de diciembre, quedarán sin sostenedor y deberán bajar el telón para siempre, a menos que obtengan financiamiento público o privado para garantizar su funcionamiento.
Por Elías Meza Falcón.
Era sábado al mediodía cuando la Plaza Perú de Concepción se vio inundada por una marea negra. Decenas de personas vestidas con trajes, poleras, pantalones y cuánta prenda se pudiera con ese color se alistaban a desplegar tres lienzos. Otros, sacaban paraguas de la misma tonalidad, los abrían y los alzaban sobre sus cabezas.
Ese 19 de octubre no llovía, por lo que cubrirse de las precipitaciones no era el motivo de dicha acción: todo era una puesta en escena. Una de las tantas a las que ha convocado la Corporación Cultural Artistas del Acero que, hasta el 31 de diciembre de este año, tendrá como sostenedor a la siderúrgica Huachipato.
Con tres lienzos que rezaban “Salvemos a Artistas del Acero”, más de cincuenta artistas, músicos, profesores y alumnos vinculados a la organización cultural, se reunieron ese día para realizar un pasacalles. Partieron ahí, en Plaza Perú, y recorrieron toda la diagonal Pedro Aguirre Cerda hasta llegar a la plaza frente a los tribunales de Justicia.
Con una batucada, coreografías y artistas caracterizados con maquillaje, vestimenta o incluso entre zancos, el grupo se tomó la diagonal y llamó la atención de decenas de transeúntes, quienes se detenían y fotografiaban la performance.
“No podemos permitir que (Artistas del Acero) se sume al cierre de otros emblemáticos espacios de Chile”, subrayaba Marjorie Ávalos, coreógrafa y parte de la directiva del Sindicato Nacional de Trabajadores y Artistas de la Danza, quien fue parte de la convocatoria.
Su colega y también directora del Centro Cultural y Compañía de Danza Calaucalis, Paola Aste, complementaba: “He trabajado y vivido toda mi vida en Concepción, y soy testigo del alcance que ha tenido por décadas Artistas del Acero, para todos los artistas de la región. Su cierre podría generar graves consecuencias para nuestra comunidad artística y el público en general”.
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Desde que la siderúrgica Huachipato anunció su cierre definitivo, la corporación cultural inició una cruzada de vida o muerte.
La organización ha recorrido prácticamente todas las dependencias públicas del ámbito en la región del Biobío. Sus representantes viajaron a Santiago, se han reunido con parlamentarios y, en paralelo, han organizado manifestaciones y actividades para concientizar sobre el drama que enfrentan. El pasacalles de Plaza Perú ha sido el ejemplo más reciente de ello, pero no será el último.
Así lo expresa Juanita Toro, directora de la academia de danza que lleva su nombre y actual usuaria de las dependencias de Artistas del Acero. “En principio, cuando llegué a Plaza Perú, vi un grupo pequeño y me asusté, pero de a poquito se fue llenando el lugar. Fue una marcha emocionante, se me encogía el corazón. Estábamos todos ahí bajo un mismo lema, y seguiremos hasta las últimas porque Artistas del Acero no puede morir”.
La profesora de danza, de 81 años, también dirige la Escuela de Baile del Biobío. “He estado toda mi vida en esto, empecé a los seis”, relata. La artista, nacida en Osorno, ha cimentado una carrera de 58 años en la capital del Biobío. Su nombre, en la corporación de Huachipato, es sinónimo de trayectoria y un reflejo de la vinculación que Artistas del Acero tiene con distintas academias de todas las artes. Actualmente, todas sus actividades funcionan en el edificio de la organización, ubicado en O’Higgins 1255. Llegó ahí tras la pandemia.
“Los que nos dedicamos al arte sabemos que esto no es muy estable económicamente. Somos personas felices porque hacemos lo que amamos, pero desgraciadamente siempre estamos con el problema de cómo pagar, dónde voy a hacer mis clases, y así he deambulado por diferentes academias… Antes de la pandemia teníamos lo que soñábamos como academia ideal”, relata con nostalgia.
Se refiere al recinto al que llegó en 2019, un inmueble de tres pisos con cinco salas ubicado en Hipólito Salas 535, entre Barros Arana y Freire. En ese momento, su institución llegó a tener ocho profesores: “Fue como el sueño que uno quería cumplir, un espacio que fuera para la danza, en todos los estilos”, explica. Pero vino la pandemia y el confinamiento. No hubo opción, tuvo que dejar ese lugar.
Afortunadamente, cuenta, se encontró con Arnoldo Weber (gerente de Artistas del Acero), quien le dijo: “Vente para acá”. “De los ocho ya quedaban cinco profesores, por lo que le respondí que ‘encantada, pero siempre que fuéramos los cinco’. Afortunadamente nos acogieron a todos”, relata.
La relación contractual con Artistas del Acero es simple. Entrega un porcentaje mensual de lo que recaudan por realizar clases y talleres. Si bien tanto Toro como su academia han ejecutado proyectos con fondos públicos, “siempre ha sido para desarrollar actividades puntuales, no permite mantenernos”, cuenta.
Al mismo tiempo, destaca el recibimiento que tuvo con el gerente de la corporación. “Lo que se ha dado acá es increíble. Arnoldo me decía ‘mira, después de tantos años de entregar, es lo que te mereces’ así de buena persona es él y son todos acá”, expresa.
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Juanita Toro y Arnoldo Weber se conocen desde hace varias décadas. “Los dos estudiamos gestión cultural en la Universidad San Sebastián”, cuenta la profesora de danza. “Siempre, de algún modo, hemos estado ligados a diferentes producciones y actividades artísticas.
Nos une una amistad de mucho tiempo y de mucho respeto por lo que hacemos”.
Desde el estallido de la crisis de Huachipato, Weber, a sus 71 años, ha tomado la batuta en esta cruzada para sensibilizar al Estado y a privados sobre el impacto que tiene la corporación cultural en la vida de las personas. Sobre todo, para darle alma a los $400 millones que declaran necesitar para mantenerse funcionando tal cual como lo hacen hoy.
Lleva tres décadas y media vinculado a la corporación y, actualmente, es el gerente de Artistas del Acero. La organización, originada en 1968, hoy funciona completamente en una única dependencia, el edificio de calle O’Higgins, una construcción de tres pisos hecha a partir de una antigua vivienda que resultó gravemente dañada por el terremoto de 2010, y de la que hoy queda casi solo la fachada.
Al ingresar al recinto, todo es cultura.
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Es martes 8 de octubre, y cruzando la puerta principal, la vista se enfoca en un amplio pasillo que es, en realidad, una sala de exposiciones. Paredes blancas y excelente iluminación que centra la atención en lo exhibido. El lugar es también un punto de partida para recorrer el edificio.
Mientras en el tercer piso se realiza una clase magistral de violín, parte de los proyectos orquestales que desde hace años ejecuta Artistas del Acero, en la galería del primer piso todo se mueve y se desmonta. Se está instalando una nueva exposición, es una recopilación fotográfica de la arquitecta Kareen Labbé, cuyo nombre artístico es MURTA.
Se titula Kit para matar a un vampiro. “Estamos montando una exposición fotográfica que tiene que ver con cómo el cuerpo se transforma en una obra, en lo que quiero comunicar. Tiene que ver con aspectos que nos quitan energía como humanos, como puede ser… el femicidio, por ejemplo, cosas bien complejas, que yo transformo en una imagen para que todos tomemos conciencia de lo que nos está pasando como sociedad”, cuenta.
La artista, que además es bailarina y desarrolladora de artes visuales, lleva siete años vinculada a Artistas del Acero. Se sube a una escalera y despliega trazos negros que, contrastando con el blanco de las paredes, conectan con las fotografías ya instaladas en ambas paredes de la sala. Otros dos jóvenes le acompañan y traen consigo estructuras de madera pintadas de negro. Son sus maestros.
“Existen pocos espacios en Concepción donde se puedan hacer exposiciones como esta, porque es difícil encontrar un lugar donde nos permitan hacer esto, entre comillas, rupturista, pues no solo quiero mostrar una fotografía, aquí intervengo el espacio”, explica, mientras supervisa el montaje de las estructuras de madera.
No todos los espacios son así, agrega, “a veces llegas a exponer a alguna parte y no puedes poner ni siquiera un clavito, aquí podemos intervenir sin restricciones”, expresa.
Son instancias como esa las que se perderían, comenta Arnoldo Weber, quien recibe a Revista NOS en paralelo a la instalación de la muestra fotográfica. Weber aterrizó el día antes en Concepción, venía desde Santiago. “En la capital del reino”, confirma. Allí, junto a una delegación de artistas, visitó el Palacio de La Moneda para entregarle una carta al presidente de la República. Si bien no vio al mandatario, una secretaria se quedó con la misiva. “Queremos meter todo el boche que sea posible”, resume.
El gestor cultural confiesa que nunca pensó lograr un apoyo tan espontáneo como el recibido por parte de la comunidad, pero espera que eso se traduzca en que el Estado o los privados aporten de manera concreta a mantener la corporación. “A mí me sorprendió, es sinónimo de que algo está pasando. Logramos seis mil firmas en seis días, además coincidió con el cierre de Huachipato, por lo que toda la gente se dio cuenta y nos vinculó de inmediato con la crisis”, expresa.
Dice que el cierre de Artistas del Acero va a provocar un costo muy alto en el ecosistema cultural local. “Aquí tenemos 14 contratos de trabajo, con sus familias detrás, que hay que cumplir con lo legal y, en ese sentido, el directorio (de Huachipato) se comprometió firmemente a cumplir con todos los requisitos legales para cerrar con todas las de la ley. Si de aquí al 31 de diciembre no logramos nada, todo se cierra. Además, si sumamos los proyectos que ejecutamos cada año, alcanzamos a unas 800 personas vinculadas a Artistas del Acero”, detalla.
Y añade: “Yo siento una orfandad en ese sentido, como organización, desde una mirada, desde el Estado y sobre todo del ministerio del Arte, de la Cultura y del Patrimonio”.
El gerente de la corporación lleva varios años pidiendo que su institución forme parte de la glosa presupuestaria que el Estado destina a cultura. Ya en 2016, cuando Huachipato realizaba los primeros recortes de recursos, había puesto el tema sobre la mesa, pero nunca logró más que ser escuchado.
Este 2024 el panorama no fue diferente, ni siquiera con la crisis. “En este momento hay glosas solamente concentradas en Santiago -la gran mayoría-, y no en regiones. O sea, hay un centralismo incluso en cultura, en el tema de aportes del Estado. Teníamos esperanzas en la Ley de Presupuesto de este año, pero el gobierno ya lo mandó al Congreso y no estamos (incluidos en ella)”, explica. De ahí la importancia de “hacer ruido”. Además de la solicitud casi eterna al ministerio de Cultura, se han reunido con la Delegación Presidencial, el Gobierno Regional del Biobío, todos los diputados y senadores de la región. Y han marcado presencia. De hecho, la visita a La Moneda no fue solo de Artistas del Acero, la hicieron junto a sindicatos artísticos del país.
Y algo se logró. “El presidente (Gabriel Boric) recibió y tomó la decisión de enviar un oficio al ministerio de Hacienda con el proyecto, y al ministerio de Cultura, Arte y Patrimonio. Eso llegó hoy (8 de octubre). Él dice ‘yo derivé esto a esta organización’”. Pero aún no hay novedades, y el tiempo corre.
En cuanto a la relación con los parlamentarios, le han pedido “a todos, transversalmente, del Biobío y de todo el país, que nos apoyen para ser incluidos cuando la Ley de Presupuesto se discuta en el Congreso”.
Pero Weber sabe que no pueden poner los huevos solo en una canasta.
También se podría abrir un flanco en el Gobierno Regional (GORE). “En el GORE actual la propuesta es poner una glosa especial, con nombre y apellido, para Artistas del Acero (en el presupuesto regional). Eso se mandó a la DIPRES y a la Contraloría, que deben visar todo lo relacionado con los presupuestos de los gobiernos regionales”.
En paralelo, han golpeado puertas en el mundo privado. Está difícil. “Desde un inicio habíamos previsto que esto (la crisis de Huachipato) se iba a provocar, y habíamos hecho acciones mirando al sector público, porque el mundo privado hoy no está donando”, confiesa Weber.
Cuenta que hoy habría interés en otras empresas del acero. “Nos han estado preguntando ‘¿Qué van a hacer?’ Entonces, nos interesa mucho eso también. Son al menos dos empresas, una ya nos convocó incluso a una mesa, que es Equimetal”, aunque tampoco hay novedades.
Expresa que están preparados para que todas esas gestiones resulten y, también, por si no nos resultan. “Estamos poniendo todas nuestras fuerzas, todo lo humanamente posible en esto, todo. Y hablo por mí, yo estoy totalmente entregado a esto. Tengo 71 años, debería estar en mi casa, acostadito, relajado, pero encuentro súper vitalizador que, a esta edad, tenga este desafío, te da energía, te da movimiento”, reflexiona, con emoción.
Y recalca: “Artistas del Acero tiene la misión y la obligación de continuar con su labor, como sea, mientras pueda, independiente de que esté yo, o el equipo actual, o cualquier persona. Son 800 personas de la región del Biobío que hoy encuentran en nosotros un espacio para desarrollarse artística y profesionalmente, algo invaluable, que afortunadamente la gente reconoce hasta en la calle”.
Mientras tanto, los profesores, monitores, administrativos y agrupaciones ligadas a Artistas del Acero siguen organizando instancias de manifestación y visibilización. “No pararemos hasta el último día”, asegura Arnoldo Weber.
“En resumen, no tenemos nada, pero queremos hacerlo todo, como dice la frase”, resume, entre bromas, el gestor cultural, esperando que un correo electrónico, una llamada telefónica o una reunión cambien el panorama y den continuidad a una agrupación que se ha transformado en uno de los pocos corazones culturales que laten sin cesar desde el siglo pasado en el Biobío.