Un acuerdo político los enganchó a la misma carreta o carretón como el que tiraba el presidente del MAS, Alejandro Navarro, siendo muy pequeño para ganarse la vida. Aún no se ponen de acuerdo en cómo harán su campaña, pero cada uno defiende su mejor opción para retener su puesto en el Senado y cumplir con el doblaje que les pidió Michelle Bachelet y de lo que no están muy convencidos -en este momento al menos- de que así ocurra. “Mi maestro Clodomiro Almeyda me enseñó que nadie está obligado a lo imposible”, se defiende Camilo Escalona, quien no se siente para nada un afuerino. En tanto su compañero de lista por la Nueva Mayoría precisa que hay posibilidades de doblar más por las debilidades de la UDI que por sus propias fortalezas. “La UDI ya no tiene la caja pagadora de Concepción, Penco y Florida”, festina Navarro.
Tienen casi la misma edad y una larga trayectoria en el socialismo del puño en alto, aunque uno hoy lidere el Movimiento Amplio Social (MAS) y el otro represente al interior de su propio partido la corriente de la Nueva Izquierda.
Los dos son hijos de obreros, santiaguinos y férreos opositores al gobierno militar. Uno, desde la clandestinidad, escabulléndose de las balas y reorganizando el PS y, el otro, desafiando desde la Federación de Estudiantes de la U. de Concepción, encadenándose a las puertas del Teatro Concepción, poniendo en aprietos a la autoridad.
Ya en democracia, sus carreras políticas los llevaron al Congreso, a la presidencia y vicepresidencia del Senado incluso, y hoy bajo el paraguas de la Nueva Mayoría vuelven a encontrarse fuera del Hemiciclo por un nuevo período senatorial representando la circunscripción Biobío Costa, tratando de conquistar los mismos votos de la izquierda, de la DC y de independientes.
Ambos aspiran a producir un cambio en la sociedad chilena, pero difieren en cómo conseguirlo. En esta entrevista, por separado, si bien no se sacan los ojos, desde su rincón se muestran los dientes, no muy convencidos de mantener el doblaje que les pide la candidata Michelle Bachelet. “En política no hay sandías caladas. Yo dije que el mejor candidato era José Miguel Ortiz. Sin embargo, si se estructura una campaña como la que hicimos con Hosain Sabag, hay más posibilidades no por nuestras fortalezas sino por las debilidades de la Derecha. La UDI ya no tiene la caja pagadora de Concepción, Penco y Florida”, argumenta Alejandro Navarro Brain (55) sobre el eventual resultado del 17 de noviembre para la Nueva Mayoría, mientras que Camilo Escalona Miranda (58) deja en claro que: “Mi maestro Clodomiro Almeyda me enseñó que nadie está obligado a lo imposible. Hoy, ninguna encuesta dice que estamos en condiciones de resolver (un doblaje), pero eso no significa que no pueda ocurrir y de ninguna manera lo descarto. Mi adversario no es el senador Navarro. Son opciones de sociedad que uno busca que las personas respalden; si cada cual logra presentar con claridad y nitidez sus propósitos, sus propuestas, esperemos que la gente nos respalde”.
Pero ¿en qué coinciden estos candidatos sobre la situación de la Región del Biobío y qué propone uno y qué el otro para esta zona del país que desde hace más de 20 años se estancó en su crecimiento?
Camilo Escalona: “Parto por señalar que -en la administración de Piñera- la Región del Biobío no está a la altura de lo que fueron nuestras administraciones; eso nadie lo discute. Puede ser que en otras hayamos fallado, pero no aquí. Tuvimos en algunas regiones debilidades severas, pero en la del Biobío no fue así. La Concertación le dio crecimiento a esta región”. Acto seguido, propone eliminar las deudas de la economía familiar campesina. “Estuve en Trehuaco y un campesino me dijo, ‘mire, se me cayó el galpón y no me dieron el subsidio que le dieron a todos, porque tenía una deuda con el Indap’, como si el terremoto debió haber hecho algo así como la curva del ingeniero, en el camino a Quillón con este señor. ¿Se imagina semejante descriterio?”.
Como segundo punto sugiere generar beneficios para los inversores chicos, porque hoy las mipymes no se pueden sostener a mediano plazo, además enfatiza que se debe defender el mundo rural: “No podemos tener sólo plantaciones forestales. Hay que delimitar el crecimiento de cada cual, porque eso significa trabajo y empleos”. También habla de generar una política de subsidios apuntada a salvar el poderío industrial de la región, “si no la gente no va a tener dónde trabajar. Estoy pensando en que está a punto de producirse una crisis grave en Huachipato y el Estado tiene que ser capaz de actuar”.
Otra de sus ideas es una plataforma social para la pesca artesanal, la que tiene que incluir seguro (y no el que hay con el BancoEstado que no resuelve nada), un seguro de salud (a todos los atienden como indigentes, como si fueran parias en los hospitales) y becas, “porque a los artesanales les duele en el alma que sus descendientes no puedan ir a la universidad. No hay movilidad social y en eso el Estado tiene una deuda enorme, de manera que estoy convencido de que la región tiene energías para volver a crecer”.
Finalmente propone que hay que invertir para que la gente tenga agua. “El 80 por ciento escurre al mar, se pierde. La agricultura, la ganadería y la construcción requieren agua pero no tenemos la capacidad de almacenamiento o de extracción. No me refiero a ninguna obra concreta ni específica, porque no se trata de definir una sola obra, pero creo que si no nos mentalizamos para que el volumen de inversión sea capaz de dotar de agua a la región, estamos cometiendo una negligencia criminal”.
Alejandro Navarro: “Jorge Dresdner Cid, economista y docente de la UdeC dice que el estancamiento del crecimiento regional fue previsto hace 15 años y se debe a la focalización de la mono producción que se centró en la exportación de rollizos y chips (forestal) y en la pesca para fabricar harina de pescado y no hubo diversificación”.
Y prosigue: “Uno de los aciertos de la dictadura fue la diversificación de las exportaciones, pero la región sigue pegada a sus tradicionales áreas; no hubo una alianza estratégica entre el sector privado y público. Tuve la posibilidad de traer a los ejecutivos de Yutong, el mayor fabricante de camiones chino -2 millones de vehículos al año-, que se instaló finalmente en Brasil. Cuando la Corfo le expresó cuáles eran las opciones, sabiamente varios chinos nos dijeron ‘aquí nos ofrecen y no nos escuchan lo que nosotros queremos’. En vez de escuchar qué quieren los empresarios extranjeros para invertir en la región y luego generar los instrumentos legales, en la región generan instrumentos que nadie quiere ni utiliza. Hemos hecho esfuerzos por atraer inversiones, pero estamos cautivos de una monarquía presidencial desde La Moneda que no nos permite tomar decisiones ni iniciativas”.
Y de su propuesta para el despegue de “una región de extraordinarios potenciales”, dice estar disponible para impulsar una corporación de desarrollo público- privada; generar impuestos regionales, y propiciar la elección de intendente, ”pues tal como ha dicho Corbiobio sólo el 6 por ciento de las promesas de regionalización y descentralización se han cumplido”.
“Yo lo sabía, agrega, a Piñera lo conocí ocho años como senador; nada más lejano que las decisiones descentralizadas de un hombre muy capaz e inteligente que hizo una fortuna tomando decisiones personales como cuando se trajo la tarjeta Visa o decía que leía el Cuerpo B de El Mercurio el sábado, hacía negocios y se ganaba 3 millones de dólares el fin de semana”.
-¿Por qué la gente debería votar por usted? ¿Cuáles son sus fortalezas?
Alejandro Navarro: “Yo espero que muchos DC voten por mí e independientes también. En la última elección saqué 210 mil votos, la segunda mayoría nacional con el 42 por ciento. ¿Por qué por mí? Siento que soy de aquellos que se indignan con la injusticia; lejos de ponerme más conservador, el paso de los años me ha puesto más revolucionario. Hago mi línea de vida y no sólo he mantenido mis convicciones, sino que las he potenciado. Navarro va a ser un senador dispuesto no sólo a defender a la ciudadanía, sino que también principios y valores y representar a la inmensa mayoría de los ciudadanos de Chile que gana menos de 700 mil pesos mensuales, que no tiene plata para un abogado y un Estado que no los defiende. Soy de los que cree que todavía podemos hacer una sociedad más justa; poner las riquezas al servicio de las mayorías -el gran problema de Chile es la concentración de la riqueza- y el fenómeno de la tría del poder (tres farmacias, tres bancos, tres supermercados) ha generado un ahogamiento de las capacidades ciudadanas, un endeudamiento que permite que la gente vista mejor. Un mejor hogar, sin embargo, no revela el nivel de endeudamiento, el estrés y las consecuencias negativas que tiene este endeudamiento muy por sobre su capacidad de pago. Es parte del fenómeno neoliberal”.
Camilo Escalona: “Todos por una gran región es mi lema. Quiero convocar, retomar un camino constructivo, positivo. Además, por la propia naturaleza que va a tener el futuro gobierno, a Michelle Bachelet la van a elegir para que haga la reforma educacional y tributaria; ella no lo puede eludir. Lo tiene que hacer y para eso la gente la vota. Es un esfuerzo gigantesco de miles de horas de trabajo. El cerebro del gobierno va a estar dedicado a eso, a las reformas que el país necesita. Hay, entonces, un espacio para la región -positivo y negativo- porque si se pone a esperar que Santiago dé las orientaciones, va a pasar más de un año para que en Valparaíso se resuelva la reforma educacional, tributaria, constitucional. Yo digo: todos por una gran región que permita abrir un diálogo, fijar las prioridades y no esperar a que Santiago diga (lo que hay que hacer). Hago una convocatoria inclusiva, no me pongo yo en el centro. Me considero parte de un proyecto compartido. En esos estamos trabajando con el doctor Martin Zilic, entre otros”.
-¿Una asamblea constituyente sería negativa para la estabilidad del sistema político chileno?
Camilo Escalona: “Sí, porque cómo se va a hacer esa asamblea constituyente. El ideólogo dijo que por un decreto se puede hacer, pero no se puede. La gente cree que las cosas se hacen solas, como que bastara con hablarlas y listo. La idea de crear una comisión bicameral que hemos propuesto con el senador Zaldívar me parece a mí mucho más aterrizada. De hecho, el Senado aprobó un acuerdo que presentamos en ese sentido. Bastaría un oficio de la futura presidenta proponiendo a la Cámara de Diputados crear esa comisión; la Cámara tomaría ese acuerdo por simple mayoría y formaría una comisión bicameral para el estudio de una nueva Constitución o escuchar al país, a las universidades, a los centros de estudios, a organizaciones sociales, a ciudadanos independientes y ahí se va haciendo camino al andar. Pero llegar y pensar que mediante un decreto…se olvidan cuestiones elementales: cuando Pinochet decidió hacer el plebiscito por la Constitución del 80, tuvo que deponer al Contralor General de la República, porque éste le dijo que no le publicaba el decreto en que convocaba al plebiscito. Nombró a Sergio Fernández y después lo designó ministro del Interior. Hoy estamos en democracia; es evidente que una asamblea constituyente carece de legalidad y no sería publicado por el contralor. En consecuencia ¿en qué situación quedaríamos?”.
Alejandro Navarro: “Él señala que en Chile no es posible una Asamblea Constituyente porque no existe una crisis política; yo creo que sí, que está instalada, que hay una crisis de legitimidad, de participación y de credibilidad, porque sólo vota el 40 por ciento de la ciudadanía. Una sociedad se enferma cuando de 10 ciudadanos sólo cuatro toman decisiones; hay una crisis de institucionalidad que ha alejado a la gente y frente a muchas de las decisiones que tomamos, deberíamos preguntarnos cuánta legitimidad tienen. Hay alcaldes del 75 por ciento, como Gastón Saavedra, un gran alcalde, pero es sólo del 39 por ciento, que es lo que vota en Talcahuano. Eso es una crisis de participación que hay que abordar y terminará cuando tengamos una Constitución asumida, debatida y votada por toda la ciudadanía y no la del 80 que es espuria e ilegítima. Creo que ahí hay un aprendizaje distinto. Camilo tal vez cargue la pesada historia del 70-73 que le tocó vivir como adolescente y no quiere repetirla; yo siento que el PS no ha hecho una evaluación de su responsabilidad en el 73, ni la DC ni la Derecha; todos han eludido esa evaluación”.
-¿Cómo enfrentará a Jacqueline van Rysselberghe que es su más dura contendora?
Camilo Escalona: “No, yo no voy andar peleando con ella, dice mientras levanta su brazo en un claro gesto de desdén. Yo voy a hacer mi propia campaña; no ando buscando enemigos ni disputas personales”.
Alejandro Navarro: “A mí me gustaría competir con Jacqueline van Rysselberghe, aunque ella dice que me ganó en la U, nunca fue candidata, hay allí un cuento. En ese tiempo, en la UdeC, le ganábamos a la Derecha 90/10. Sería una bonita campaña electoral. Sin embargo, su defensa en el caso de los certificados de inhabitabilidad ha pedido cinco meses de investigación. Es un dato que vale la pena evaluar. Con JVR hemos compartido en la U, pero ella señaló a La Segunda, cuando le preguntaron por Navarro, que sí habíamos sido compañeros de Universidad, pero que ella había estudiado Medicina, una carrera difícil y larga, que era una muy buena alumna, y que cuando había egresado, Navarro seguía en la U. Eso es desconocer la lucha del movimiento estudiantil; yo fui expulsado en dos ocasiones, sancionado en tres, estuvimos tres años en la Fiscalía Militar y con diversos huesos rotos durante ese proceso. Terminé mi carrera de Filosofía sin haber reprobado un ramo, pero siento que la simplificación extrema que hace JVR induce a equívocos. La historia de la U no es sólo una época donde íbamos a estudiar. En lo particular yo estudiaba, trabajaba y luchaba. Me honra haberlo hecho. No terminé a tiempo mi carrera no porque no quisiera, sino porque había una universidad intervenida”.
Alejandro Navarro: “No he saboreado el polvo de la derrota”
Las críticas le resbalan a este senador que no pierde oportunidad en revertir sus desgracias, publicitar sus aciertos y judicializar errores ajenos. Y así lo hará con el episodio de su accidente en el sector de Garganta del Diablo, en Chillán, del 22 de julio de 2012, con el lanzamiento de Navarro-Moto Games, un juego de competencia de destreza que incluye a Evelyn Matthei, Pablo Longueira, Sebastián Piñera y Michelle Bachelet, además del cómic de 24 páginas La conspiración de la Achs y la UDI.
Convencido de que fue víctima de una mentira y que no tiene nada que ocultar, “vamos a hacer pedagogía con el accidente; cómo fue y cuáles son los temas de fondo, porque aquí se requiere un nuevo sistema de mutualidades sin fines de lucro al igual que la educación en Chile”, argumenta.
Bajito (1.63 metros) -“salí a mi mamá”-, cuenta que tuvo 27 empleos distintos antes de llegar a ser diputado en 1994. Bien niño le acarreaba una carreta a don Manuel, el florista que le pagaba con frutas; limpió vidrios y hasta se aventuró a ser joyero. El único problema -agrega- es que todas las parejas que usaron sus anillos de oro terminaron separadas. “Parece que soy yeta y he decidido no asistir a todos los matrimonios que me invitan. Por eso no me he casado tampoco; el matrimonio no garantiza nada: ni seguridad ni felicidad ni condición económica”, aunque sigue emparejado con la doctora Ana García, la madre de sus cuatro hijos.
De su paso por la UdeC, cuando estudiaba Filosofía, se acuerda que el ex rector Guillermo Clericus lo suspendió un semestre de clases, al igual que a otros 300 alumnos, y se fue a trabajar a Chiloé, pero quien lo expulsó fue Carlos von Plessing. “Me expulsaron dos veces y después la Comisión de Hombres Buenos revisó la medida. El 88 me reincorporé y el 89 terminé mis últimos ramos de pedagogía e hice mi práctica en el Instituto de Humanidades como profesor de Filosofía. Luego, siendo director del INJ saqué mi licenciatura en Educación en la UCSC”.
El hoy congresista es un agradecido de Claudio Lapostol, el ex presidente de Corbiobío y ex gerente general de Cementos Bío-Bío, quien jugó un rol fundamental para cambiar su expulsión por un año de suspensión. “Yo lo conocía antes de esos hechos y me impresionó porque aún siendo un hombre de Derecha, comprendía que las dictaduras tienen una cierta etapa, pero después son malas para la ciudadanía, los negocios, los empresarios, el país. Estamos hablando del año 88. Tengo el orgullo de haber encabezado la lucha por el triunfo del NO en representación de miles de estudiantes en una época de cambios y don Claudio fue visionario: entendía que se cerraba una época y una expulsión como la que me habían hecho, sin un sumario, era arbitraria e ilegítima”.
Mordaz como pocos, admite que le encanta estar en la televisión y en los medios para servir a su millón de electores: “Es la comunicación estratégica y salimos en los medios porque trabajamos. Hay algunos que no comparten el mecanismo de la denuncia y cada vez que me lo plantean -desde la Izquierda o desde la Derecha- les digo: yo financio 50 trajes verde oliva de la ropa americana, las carpas y sacos de dormir para que se vayan a la montaña y les ofrezco el bus para traerlos de vuelta porque les va a dar frío. Los cambios no se realizan en la montaña, se hacen en el Congreso. Respeto a quienes no participan de estas ideas, pero está claro que los tiempos no están para irse a la montaña; los tiempos están para sumar mayorías ciudadanas movilizadas en las calles presionando a la institucionalidad, aunque al momento de la votación, la ciudadanía ha percibido que para la educación gratuita se requieren 23 senadores – y somos 20- . Si no hay mayoría el gobierno de Bachelet puede ser un gran fracaso: no va a poder tener educación gratuita y si negocia o busca consenso, va a ser una educación gratuita amarillenta, descolorida”.
Lo deslumbró el poder
– ¿Qué lo distanció del alcalde de Talcahuano, Gastón Saavedra, que optó por apoyar a Escalona por su “mayor tonelaje”?
Él viene del Mapu y eso tiene una especial relación con el poder. Ahí estaban Enrique Dávila, Enrique Correa, Jaime Gazmuri, Marcelo Rivera. En general hay un deslumbramiento por el poder y yo logro comprender la sicología de Gastón, porque su apego a la disciplina partidaria es poco creíble; él renunció al PS para luego volver, lo que creo fue un error.
-Pero usted también se fue del PS y volvió a la Nueva Mayoría con un partido distinto ¿no están en igualdad de condiciones?
Los cambios en Chile, como lo demostró la Unidad Popular, son imposibles sin una mayoría; la UP intentó cambiar el país con un 33 por ciento y terminamos con un golpe de Estado y Allende suicidado en La Moneda. Los cambios requieren -aunque no nos guste- una amplia mayoría. Nos gustaría tener una hegemonía progresista, pero no interpretaría a la sociedad y sería una sociedad de conflicto. Por eso digo que la Nueva Mayoría sin la Democracia Cristiana es la UP. La DC es necesaria, hay que cuidarla, es un partido importante del centro político. La raíz profunda está en el golpe de Estado y en la lucha por recuperar la democracia. Pero Gastón ha tomado una decisión y asume los éxitos y los fracasos; siento que tendrá que responsabilizarse de aquello. Lo que yo percibo en la calle es que es una decisión incomprensible para la ciudadanía. Respeto su decisión. Ya llegará el momento.
-¿De pasarle la cuenta…?
– De evaluar los apoyos para un nuevo período. Mi partido tendrá que hacerlo y también la ciudadanía. Hoy está con Camilo Escalona y yo conmigo mismo.
-Tampoco está en buenas aguas con el ex alcalde Marcelo Rivera. Hace poco declaró que se había unido El patrón del mal y La Quintrala, en alusión a JVR. A nivel de comunas, ¿con qué apoyo cuenta en realidad?
– Ha sido altamente gratificante saber que los alcaldes de Hualqui, Yumbel, San Pedro de la Paz y Cabrero están respaldando fuertemente mi campaña.
-Pero son comunas chicas…
– Sí; afortunadamente he tenido resultados positivos en Chiguayante, en Talcahuano y también en Concepción. Álvaro Ortiz ha hecho la opción de Camilo con disciplina militante que yo respeto, pero creo que la fuerza de mi candidatura está en las fuerzas sociales: en los dirigentes, en la ciudadanía; yo lo siento en la calle. Cada vez que puedo me instalo 2 ó 3 horas en la esquina de Barros Arana y Aníbal Pinto a hacer Parlamento de calle y allí respondo preguntas, debato, enfrento las críticas. Espero prontamente subirme a un cajón de manzanas y mantener estos debates ciudadanos como debieran ser: la ciudadanía tiene derecho a discutir sus leyes. La ciudadanía tiene hambre de ser escuchada por sus autoridades.
-¿Y esto de subirse en un cajón de manzanas es una metáfora o el senador no tiene como para pagar algo mejorcito?
– Es lo que hay. La gente no va a las reuniones políticas. En estos foros ciudadanos de calle, hay gente interesada en escuchar qué dice el senador y en expresar su opinión que, a veces, es crítica. Me hace recordar cuando tenía 18 ó 19 años y vendía electrodomésticos. Había que desafiar el arte del convencimiento, del hablar. No se trata de mostrar allí ni preseas ni currículum sino de demostrar lo que haces en un lenguaje que sea entendible. Quiero ser senador de la región. Una de las cosas que he propuesto para el distrito 42 es Ñuble región. Eso va a traer justicia a una provincia de 437 mil habitantes y condiciones propias para tener a sus autoridades, partiendo por el intendente. Quiero revivir la tradición de Martínez de Rozas para que Concepción vuelva a ser la segunda región más importante de Chile y asuma el liderazgo en materia de regionalización.
– ¿Ñuble región no equivale a más políticos usufructuando del Estado?
– Yo me opuse y voté en contra de la creación de la comuna de Hualpén y fui incomprendido. Voté en contra (la primera vez) porque no tenía los recursos necesarios para autofinanciarse. En la segunda ocasión esos recursos llegaron y voté a favor Hualpén, Chiguayante y San Pedro de la Paz han sido fórmulas institucionales exitosas. Ninguna de ellas sería lo que son si no se hubieran desprendido de la comuna madre de Concepción y Talcahuano. No es más burocracia. Es la necesidad de mayor atención para el desarrollo territorial. Es tan grave la contradicción de esta circunscripción Costa, que tiene 13 comunas rurales y muchas de cordillera, entre ellas San Fabián de Alico, la comuna más grande de la Región del Biobío. Están dadas las condiciones para que el secano costero y el pie de monte cordillerano tengan la condición de región.
-Usted destaca a Hualpén como fórmula institucional exitosa, pero tenemos a su alcalde imputado por delitos de corrupción ¿De qué éxito estamos hablando ahí?
– La institucionalidad funcionó. Hay un reconocimiento de que esa comuna cambió. Son las actuaciones personales de Rivera las que han determinado su condición procesal actual. No hay que confundir el mérito de haber creado una comuna, administrada adecuadamente, con los errores y eventuales delitos que pueden cometerse desde la administración. Hualpén es una comuna diferente y de mejor calidad de vida. Lo mismo digo de San Pedro de la Paz con la gestión de Jaime Soto y la continuidad de Audito Retamal y lo que ha pasado con Chiguayante. En general, aquí tenemos una institucionalidad que niega la participación; una monarquía presidencial y un feudalimo municipal que lo decide todo. Es lo que queremos cambiar.
-¿Se ha imaginado alguna vez fuera de la política? ¿De qué viviría?
Yo he trabajado desde muy pequeño; me fui de la casa a los 18 años e ingresé a estudiar tardíamente a los 23. Viví 11 años en una pensión en la Plaza Condell con Nelly Aguilera, mi segunda familia. Aprendí a sobrevivir en lo que ahora llaman resiliencia. No he perdido jamás una elección en mi vida desde que me eligieron en octavo básico secretario del curso o en la enseñanza media, presidente. No he saboreado el polvo de la derrota. Uno siempre tiene que estar preparado para ese trago amargo, porque nada en la vida lo es todo, salvo tus hijos. Yo he sentido con la enfermedad de la Antonia -nació prematura-, que lo más valioso al final del día son ellos. No es ni la política ni los cargos.
-Longueira se ufanaba de no haber perdido nunca una elección y terminó fuera de carrera por una depresión. ¿No le irá a pasar la cuenta en algún momento la salud?
– La política es dura y siento que allí pudo haber un factor detonante. Después de lo que le ha ocurrido a Longueira, podemos discutir sobre la depresión laboral en Chile: el 40 por ciento de las licencias en el país son por depresión laboral, pero tienen un rechazo superior al 70 por ciento. Algunos dicen que es flojera o mentira. Yo creo que ha venido avanzando fuertemente en materia laboral y aún no es considerada una enfermedad. Yo no tiendo a deprimirme; cuando tengo más bien conflictos, más trabajo. Es la única manera de combatir los instantes depresivos. Ha sido al menos mi autoterapia.
– ¿Cuándo se irá a los cuarteles de invierno para una renovación en la política chilena?
– Una nueva Constitución llevará aparejada un sistema proporcional en donde haya igualdad para los independientes, para competir y participar. Cuándo te vas para la casa lo decide la ciudadanía: he estado 20 años en el Parlamento y estoy postulando a senador para estar 28 años. Debo confesar que cuando criticaba a Viera Gallo, a Núñez, a Gazmuri era porque quería estar 28 años en la política. ¿Por qué? Creo que un porcentaje importante está a la vista: No hay quién esté decidido a luchar por ese liderazgo político. Eso es un factor de reflexión y además siento que tengo energías para seguir luchando. Será la ciudadanía la que decida mi destino; nos sometemos a esa decisión: tengo las ganas, la convicción, fui candidato presidencial, senatorial ahora y bueno, todo a su tiempo en la vida ¿no?
Camilo Escalona: “Yo soy de otra escuela, de aquella en que hay que mojar la camiseta”
Bien chileno dice ser este senador que vivió el gobierno militar en el exilio y en la clandestinidad, que se irrita con el cinismo “y en la actividad política eso es relativamente usual”, y que se acongoja con la pobreza, la soledad de los seres humanos y las violaciones a los derechos humanos, que goza de un feliz matrimonio con la periodista Ximena Tricallota y de los logros de su única hija, Natalia, tan independiente como él.
De mirada penetrante, facciones pronunciadas y un mechón porfiado que intenta, cada cierto rato, poner en su lugar, Camilo Escalona se toma su tiempo para responder. Así lo hace al menos cuando le preguntamos por Pedro Lemebel, el escritor que hoy se reconoce como “el mariquita” de los potreros de San Miguel que admiraba de lejos al líder juvenil trepando árboles y cercos, pero que ahora que “te veo en la tele con tu terno tan parlamentario, caigo en cuenta que, tal vez, nunca fuiste de los nuestros, ni siquiera con el puño en alto atragantándote con esas frases rojas que les discurseabas a los estudiantes”, como le escribió tras el fracaso de las Primarias.
“No lo recuerdo, la verdad; creo que él exagera. En mi época de joven, en el 70 o el 71, cuando ingresé a la JS e inicié mi actividad política, la homofobia era muy fuerte. Prácticamente nadie se podría reconocer a sí mismo como homosexual, todos se escondían. Siempre he tenido la sensación de que Lemebel me confunde con Simón, mi hermano. Somos casi idénticos, pero él es 6 años menor que yo. Él dice que yo era un niño travieso, que me subía a los árboles, trepaba cercos y era el primero en llegar arriba: yo nunca fui así, yo era un niño tímido y retraído”, dice, tras reparar que -al hacer alusión al traje parlamentario- lo descalifica como también a su propio líder, Guillermo Teillier, el diputado y presidente del PC, quien también usa terno y corbata para sus actuaciones públicas.
“Las actuaciones de las personas y de los dirigentes políticos se definen en sí mismas, no por el vestuario. Es un error conceptual que comete. Conozco personas que violan los derechos laborales y usan bluyines. En Chile hay muchos empresarios importantes que se visten informalmente y abusan de los trabajadores, sobre todo de las mujeres. En este caso ¿los vamos a excusar de su conducta porque andan vestidos de manera informal? No, pues. A veces se comete el error conceptual de pensar que las apariencias definen a las personas y no es así: las personas tienen una historia y una trayectoria que las definen”, dice.
-Usted diría, entonces, que sigue siendo el mismo idealista de los 70.
Con 40 años más sí, pues. Lo que define al final a la persona es la coherencia con sus valores: no la indumentaria, el comportamiento superficial ni muchos menos la apariencia. Muchas veces se venden personas que son cáscaras, sin contenido, por el poder fuerte de la publicidad. Como decía el propio Felipe Camiroaga, vivimos en una sociedad mediática que vende una imagen. Por eso, en este plano, me pongo alerta. Yo me siento coherente con mis valores de Izquierda que me inculcaron mis padres en la infancia.
-¿Aquí, se siente uno más o un afuerino?
-Nunca me he sentido un afuerino. Sé que lo dicen, pero siendo diputado de Lota-Arauco y después senador, nunca dejé de estar vinculado con los temas de la Región del Biobío. Después del terremoto vine por propia iniciativa a la región. La situación era dramática; estuve en uno de los campamentos de El Morro de Talcahuano donde la situación era dura. Con el presidente del Senado volvimos y fuimos a la Base Naval. Vimos el desastre que había, de modo que como presidente de la comisión de Hacienda me preocupé que la ley de reconstrucción tuviera los recursos para reconstruir la Base Naval y Asmar. Como presidente del Senado vine de nuevo y debo decirlo: los ingenieros de la Armada hicieron una maravilla. También ayudé al diputado Ortiz a conseguir financiamiento para el Hospital Traumatológico y segunda etapa del Hospital Las Higueras e impulsé con el senador Ruiz-Esquide la carretera hacia Arauco.
-¿Es de los que trabaja silenciosamente?
-Yo soy trabajólico, ésa es la verdad. Ando todo el día craneando qué se puede hacer.
-¿Si es electo, será un “senador regional” o utilizará su cargo para dedicarse a la gran política nacional que tanto se le critica, en el sentido que permanece muy poco en la zona, como ocurrió cuando fue diputado por Arauco y Lota?
-¿Quién impulsó el programa de mejoramiento de barrio para agua potable y alcantarillado en Lota y Laraquete donde la gente no se quedaba en la playa por los malos olores? Lo hice yo como diputado de Arauco. Lo mismo pasaba en Cerro Alto donde existen cuatro pistas para que transiten los camiones madereros, pero la gente tenía que vivir con el olor a excremento en el verano. ¿Y el programa de mejoramiento de alcantarillado en Cerro Alto? ¿Y en Curanilahue? ¿Y en la entrada de Cañete donde pasaba lo mismo? No me voy a poner aquí soberbio y decir que yo saqué los programas, no, pero yo puse mi grano de arena. Afortunadamente, tenía una buena relación con el intendente Jaime Tohá. Con estas obras, no tratábamos que el Gobierno mejorara estadísticas para decir a final de año “gasté la plata del presupuesto”. Estas inversiones incidían en la dignidad de las personas; vivir con un pozo negro es denigrante y yo calculo -he escuchado esta maledicencia de que no hice nada- que alrededor de 20 mil familias fueron beneficiadas con estos proyectos en que participé -no el único, insisto- activamente. ¿Y quién se quedaba hasta las 4 ó 5 de la mañana para pelear por el presupuesto del Hospital de Cañete y de Curanilahue cuando se discutía la Ley de presupuesto? Lamento sí que el ingeniero hiciera mal el proyecto del Hospital. de Cañete y éste colapsara. Es muchísima plata que se perdió.
El cuchuflí de ME0
– Si no es electo ¿qué piensa hacer?
-Escribir; he escrito varios libros de teoría política, otros de ficción. Seguiría haciendo lo mismo.
-O sea de hambre no se va a morir…
– Pero la acción política me entusiasma. Siempre ha sido mi actividad más intensa.
– Para esta candidatura, la DC le abrió el espacio. Esto de poder conversar con políticos distintos a los de su signo político ¿le acomoda? ¿Se siente usted un artífice de acuerdos y de consensos más que un rupturista?
– En el Congreso uno está obligado a tratar con gente que piensa distinto. Se opina sobre los proyectos y participan de las distintas fuerzas, especialistas, académicos, intelectuales, de manera que el ejercicio del pluralismo se va haciendo parte de la experiencia de uno. Luego, está también una opción política de la que estoy profundamente convencido, porque sin mayoría no hay cambios o reformas sociales en el país para lo cual el entendimiento con la DC juega un rol fundamental. Mientras yo pueda, el entendimiento entre la Izquierda y la Centro Izquierda será un eje de mi actividad política.
Yo no me explico cómo en el 73 dos candidaturas afines – la de Allende y Tomic- terminaron en una confrontación política que finalmente llevó al colapso de la democracia (y así lo analiza en su libro De Allende a Bachelet donde reflexiona sobre la vida política de los últimos 50 años en Chile). Lo puedo entender racionalmente, pero no lo puedo aceptar. Por eso me la he jugado por esta opción que nunca la he ocultado.
-Pero lo han criticado por eso también…
– Tengo un crítico muy ácido -MEO- que dice que Escalona “vive con el trauma de la UP”. Cada cual vive con su propia experiencia; él tendrá la suya y yo la mía. Me trató de “cuchuflí”, pero la verdad es que no pensé que tenía una opinión tan dulce de mí.
-¿Ha pensado en retirarse de la política chilena o muere en el intento?
-No, porque tengo 58 años, ¿cómo me voy a retirar? No podría decirlo ahora, pero todavía me considero una persona joven y no pienso en el ostracismo político.
-¿Le atrae el poder?
-¿La Moneda?… no
-¿Ha pensado en llegar alguna vez?
-Estoy muy joven todavía.
-¿Y cuál, entonces, es la edad ideal para llegar a ella?
-Depende de cada persona.
-Usted ¿en qué minuto de su vida se sentiría bien ahí?
-No, no lo he pensado. Yo soy una persona que puedo influir. Por ejemplo, diría: fijemos un plan para la región, no peliemos tanto, tengamos prioridades. Hay que pensar que el gobierno central va a tener una carga muy fuerte en la primera etapa, por lo tanto habrá un espacio para la región si ésta es capaz de tener claridad respecto de cuál es el camino a seguir. ¿Se da cuenta? O sea, yo soy un dirigente político que puedo contribuir. No me siento ni Superman ni nada parecido. Pongo mi experiencia a disposición de un trabajo conjunto.
– ¿Cree que le va a costar candidatearse aquí por su nivel?
-La política está desprestigiada en todas partes. Algo ha ocurrido en el ciudadano que mira con sospecha a las fuerzas políticas y a los actores políticos.
-¿A usted qué cosas le han representado, por ejemplo?
-Lo más expresivo fue el señor que me tiró galletas el día que hicimos la conferencia de prensa, pero no me dijo nada. Era un rechazo, creo, a la política, era una protesta muda. En consecuencia tengo que reflexionar sobre este hecho y creo que se produce porque el sistema político se ve superado para resolver los problemas que hay en el país. Es impotente. Tal vez, en los 70, la mirada era absolutamente contraria. Recuerdo una de las canciones de la candidatura de Allende: “Esta vez no se trata -decía la letra- de cambiar al presidente; será el pueblo el que construya un Chile bien diferente”. O sea, se veía la política como un instrumento que iba a rehacer todo: la economía, la cultura, las instituciones. Ahora, la gente mira y ve que la política tiene una capacidad de acción mucho más limitada y por lo tanto, paradojalmente, se desencanta. ¿Qué piensa al final el ciudadano?: Yo igual tengo que seguir trabajando.
– ¿Y no cree que la gente ve en la política una “herramienta” para cometer actos de corrupción?
– Bueno, también existen actos de corrupción y la gente no sólo toma distancia sino que le da la espalda a la política. La desigualdad que tiene el país, la política no la puede resolver y, más encima, ve que se cometen actos de corrupción de distinta naturaleza: desde el chico en una oficina del municipio hasta el gobierno nacional y dicen: No estoy ni ahí.
-En la administración del ex presidente Lagos se cometieron tal vez los peores actos de corrupción…
– Bueno, por eso yo voté por la ministra Ana Chevesich como integrante de la Corte Suprema a pesar de todas las críticas; si no lo hacía, aparecía como un castigo hacia ella por haber investigado el caso MOP-Gate y así lo dije; tuve incluso algunos altercados con algunos de mis colegas, me denostaron, pero cuando me convenzo de algo, soy cabeza dura, terco. Voté por ella a pesar de todo lo que dijeron en estas redes sociales. A mí me pareció que era de una justicia enorme que no pudiera acceder a la Corte porque nosotros le cobrábamos la cuenta por el MOP-Gate. Voté por ella y mi voto fue bien importante debo decirle.
-Ella hizo su pega: investigar y sancionar.
– Sí pues. En el proceso hubo condenados. Lo que pasó en la administración Lagos fue muy doloroso y muy duro, muy duro.
-¿Usted es incorruptible?
-No me puedo auto halagar.
-¿Ha hecho cosas de las que se ha arrepentido después?
-Pero no en ese ámbito. He cometido errores políticos, por cierto, algunos muy severos, como que no era el momento que fuera candidato a senador el 97. Eso fue un error grave de mi parte. Y cuando estaba en la clandestinidad – en la clandestinidad, los dirigentes de las estructuras tienen mucho poder porque eso es altamente centralizado- y creo que más de alguna vez cometí errores, pero, afortunadamente no me he involucrado en estas otras cosas. El poder es un peligro; por eso, entre otras cosas estoy en contra de la reelección: un periodo presidencial y basta. La rotación es fundamental, los gobernantes que se eternizan son muy riesgosos para un país. Por eso, después de la derrota de Frei, no me amargué. Yo sé que me atacaron. Pensaban que teníamos que gobernar siempre, que siempre íbamos a estar con uno de los nuestros en La Moneda. No, no se puede gobernar siempre. El tema de la alternancia es un tema clave.
-Yo acabo de preguntarle si no ha pensado en retirarse para una renovación en la política justamente por esta alternancia en el poder de la que usted habla y que debe existir también en ambas cámaras y usted dijo que no…
-Este año, no. Cuando yo le digo que no pienso irme al ostracismo político es porque no me siento parlamentario eterno. Eso es otra cosa. En esta ocasión decidí presentarme a candidato, pero no me siento eterno. Pero que deje de opinar, que me recluya….
-No está para hacerse Carmelito…
-No, no. Todavía doy opiniones que pueden ser útiles.
-¿La clandestinidad fue su gran escuela?
-Sí, yo creo. Respecto de la generación de ahora, yo tengo una capacidad organizacional que no se ha transmitido. La gente quiere resultados y ser famosa altiro; quiere el éxito rápido y por eso no le va bien; son muy atropelladores. Como yo represento una escuela distinta, una manera de pensar distinta, me castigan en las redes sociales. Yo soy de otra escuela, de aquella en que hay que mojar la camiseta. Yo soy de los que aprecia el valor del trabajo. Lo aprendí de mi padre que era panadero y todos los días le ponía, pero todos los días se levantaba a trabajar; no fallaba nunca.