“Esto no es un temporal, son sólo olas que estamos navegando para hacernos más fuerte como industria”, afirma Carlos Odebret Beyer, el representante de SalmonChile en la X Región, entidad gremial que ha tenido que lidiar con un año complicado, marcado por las enfermedades, el cierre de algunos centros de cultivo, la renuncia de altos ejecutivos, conflictos laborales y una campaña mediática sin precedentes en el país dirigida al corazón de la industria salmonera. Las cosas no han sido nada de fáciles para los salmoneros. El virus ISA hizo caer los números de una industria que, a pesar de estos vaivenes, registró exportaciones por más de 2.200 millones de dólares el año pasado. Por eso, desde SalmonChile, el gremio que agrupa a las principales empresas del rubro, las voces suenan firmes para defender a este sector que involucra a unos 55 mil trabajadores. “Cuando una industria se transforma en eje o motor de una región o de un país se expone al ojo del huracán”, explica Odebret, ingeniero puertomonttino que analiza con calma la lluvia de críticas que recibe la industria por parte de ONGs como Terram y Oxsfam. “En este caso, las ONGs se han encargado de atacarnos en forma sistemática, pero si Ud. me pregunta si nos sentimos perseguidos, le diría que no, eso es un término muy audaz. Diría que más bien competimos con otros países y con otros productores como los de salmón salvaje. Entonces, sin duda, esta industria chilena, que es segunda a nivel mundial, y que ha crecido tan rápidamente en un país pequeño, se transforma en una competencia peligrosa ante los ojos del exterior”, advierte el ejecutivo gremial refiriéndose a los orígenes de las campañas en contra de la industria. -¿Cómo se siente cuando en Puerto Montt, Castro o Quellón, el corazón de la industria salmonera, se encuentra con paletas publicitarias, insertos en los diarios, volantes y toda la panoplia de herramientas desplegadas contra la industria en la campaña llamada “contralacorriente”? (Respira profundo…) Cuando uno se encuentra con campañas como ésta, que directamente apuntan al prestigio de la industria, es algo tremendamente malo. Somos un sector que lleva 20 años, que ha creado muchos empleos, invirtiendo más de 42 mil millones de pesos en innovación, que ha trabajado mucho en materia regulatoria, en fin. Entonces, nos encontramos con una campaña como ésta, bien “mala leche”, que molesta, complica, pero que, al final, nos motiva más para seguir trabajando(…) Fíjese que no es barata una paleta publicitaria en la mitad de una carretera, ni tampoco el lobby que hacen en el extranjero. Sus redes son grandes y poderosas e invierten mucho dinero en tratar de destruir una industria. – ¿Y cómo la enfrentan? Haciendo bien las cosas y diciendo la verdad. No apuntamos a contrarrestar los ataques de las ONGs, sino a seguir trabajando e investigar en los ámbitos en los que aún nos falta progresar. – Sin embargo, la campaña apunta a acusaciones concretas. En primer término, se habla de altas tasas de accidentabilidad laboral… En lo relacionado con los accidentes del trabajo, tenemos tasas cercanas al 10%. Y si uno revisa las cifras por parte de la Asociación Chilena de Seguridad, hay otros sectores como la construcción con tasas más altas y, sin embargo, a ellos no se les dice nada. Sin duda, no es bueno tener un nivel cercano a los dos dígitos, pero si uno empieza a revisar la tendencia, ésta ha sido claramente hacia la baja. Es más, hace casi dos años se investigó este tema por parte de la Cámara de Diputados. Se evaluaron e identificaron perfectamente cuáles eran los principales aspectos que había que fortalecer. Pero, lo más interesante es que si uno se remite al informe que entregó la Cámara, desmiente un montón de mitos en torno a la industria. – También se cuestionan los salarios. De acuerdo a Fundación Terram, estos no superarían los $218.000 mensuales. Ustedes, en cambio, señalan que son $261.000 ¿Cuál es la verdad al respecto? La verdad es que si uno comienza a analizar esto en cuanto a dólares, hoy día el pago en esa divisa corresponde a algo más de 700 dólares mensuales. Si multiplicamos eso por los 12 meses del año, tendremos sueldos de 8.400 dólares anuales, que han ido aumentando progresivamente. Pero, más allá de eso, para decir si estos sueldos son buenos o malos, hay que compararlos con algo. Porque si lo comparamos con la minería, por ejemplo, claro, son más bajos, pero esa es una industria que tiene muchísimas más utilidades. Entonces, cuando se compara esta remuneración con un estándar parecido en términos de capacitación de la gente y productividad de los trabajadores, claramente nuestras remuneraciones son más altas. Normalmente, se dice que en Noruega se pagan mejores sueldos a los trabajadores salmoneros y es cierto, pero la diferencia está en que los noruegos producen con 4.500 personas lo mismo que nosotros con 45.000. Pero, insisto, tenemos los mejores ingresos de la región si comparamos con otros rubros como la agricultura, construcción o el comercio que tienen un nivel similar de educación de sus trabajadores. – ¿Cuánto afectó el conflicto de Aguas Claras la percepción de inestabilidad laboral? Si uno le da una vuelta a los últimos conflictos laborales, el único que ha tenido una gran repercusión es el de Aguas Claras. Entonces, hablar de problemas laborales en toda la industria a partir de ese caso puntual, es incorrecto. Sin embargo, en este conflicto salieron a la luz un montón de aspectos que vale la pena mirar con detalle. Hace menos de un año, públicamente apareció que se iba a presionar al Gobierno primero a través de la minería; luego se seguiría con la salmonicultura y, posteriormente, le tocaría el turno al retail y la agricultura. Y los hechos han demostrado que esos anuncios eran ciertos, pues de los cuatro mencionados, la agricultura, la industria del salmón y la minería han sido afectados. Sumemos a ello el problema suscitado el año pasado con la industria forestal…estoy seguro que ya le tocará próximamente al retail. Y todo ello para que exista una negociación inter – empresas. Es claro que existen factores comunes en todos estos conflictos y apuntan, precisamente, a esta forma de negociación. Y ese no es problema de la industria, sino del Gobierno o del Parlamento. – ¿Existe un componente político? Es evidente. El Partido Comunista está detrás con mucha fuerza y hay también un componente muy potente para hacer modificaciones legales. Pero, volviendo a los rasgos comunes entre los conflictos laborales que han afectado a los sectores anteriormente nombrados durante el último año, el otro denominador común ha sido la violencia. En algunos casos se quemaron buses, en otros neumáticos, hubo toma de plantas e incluso muertos, como en el caso forestal. En este tema en particular existe un intento de reivindicación en el caso de los trabajadores y de algunas organizaciones políticas para hacer modificaciones legales. Y eso no es resorte nuestro, sólo somos un actor más del sector productivo y, si no se coloca orden, les tocará a otros enfrentar estos hechos.
“Tenemos que desarrollar más investigación”
Una de las grandes críticas que se le hacen al sector es su relación con el medio ambiente. Una observación que parece haberse visto reforzada con la aparición del ISA – virus presente en todos los países productores de salmón – y la proliferación del Caligus, enfermedades que los detractores de la industria asocian a los años de intenso cultivo en los mares interiores de la X región. -¿En materia medio ambiental ha existido una excesiva concentración de centros de cultivo en el mar interior de Chiloé? Se puede suponer muchas cosas. Pero todos los supuestos se responden con la legislación vigente. El reglamento ambiental para la acuicultura es el único reglamento específico para un sector económico. Estamos tremendamente regulados. Y este reglamento establece las distancias mínimas de los centros de cultivo. -Pero, ¿está bien regulado?… Yo creo que sí está bien regulado. Sin duda la legislación no puede ser estática y se va modificando en la medida que suceden las cosas. Pero, con todo, hay un aspecto clave que viene hacia delante y esto es cultivar en zonas más expuestas por razones sanitarias o ambientales, por ejemplo, el tema de los sedimentos por el que tanto se nos acusa. Fíjese que, al respecto tenemos que informar mínimo una vez al año a la CONAMA y Sernapesca cuál es la situación del sedimento. Y si transgredimos las normas nos sancionan. El punto es que los reglamentos son bien claros, pero también es cierto que tenemos que apuntar en líneas de investigación para ir adecuando las leyes en función de la realidad. Nosotros tenemos un diálogo permanente con organizaciones como la WWF y uno de los diagnósticos es, precisamente, que nos falta investigar más, pues ahí tenemos un cuello de botella para hacer un mejor análisis de la realidad y no disparar al voleo como lo han hecho las ONGs en el último tiempo. -Y esta concentración de centros de cultivo, ¿influye en la propagación de enfermedades? Noruega, por ejemplo, tiene una producción de salmones mucho más espaciada que en Chile. Afecta, aunque no es el único factor. Hay que pensar que un centro de cultivo, a diferencia de otros sectores productivos, es un lugar donde tenemos peces en un medio no controlable como es el mar. Por eso, las bacterias, los virus se mueven de un lado para el otro. Entonces, que un centro de cultivo esté cerca de otro, afecta en cuanto al período de contagio. Esto es clave en el caso del caligus. Pero lo que es importante aquí es que tenemos que trabajar más en investigación para desarrollar vacunas, en prevención, es decir, tener peces de mejor calidad. Por ello, hace dos años se creó el centro de genética para acuicultura. Finalmente, también estamos viendo los lugares dónde estamos estableciendo centros de cultivos, pues se hace necesario trabajar en zonas más expuestas, más alejadas de la costa.
Aysén y el futuro de la industria
“Hacia Aysén estamos mirando hace rato”, confiesa Odebret al referirse a la expansión de la actividad acuícola hacia la Undécima Región. “Esto no es algo nuevo. Allá se registra 20% de la producción con un crecimiento de un 19% anual. Pero, definitivamente, no nos estamos desplazando a Aysén por razones sanitarias”, aclara. -Sin embargo, existe cierta percepción en Puerto Montt, apoyada por el cierre de algunos centros de cultivo, respecto a que la industria se va hacia Aysén ¿Es que acaso la X región dejará de ser el centro productor por excelencia? Es sólo una percepción. Lo que sucede es que Aysén está creciendo hace rato. Melinka, Puerto Aysén y Puerto Cisnes son zonas de crecimiento. Los centros de cultivo se van para allá, porque aquí no hay más concesiones, pero no porque estemos saturados medioambiental y sanitariamente. Por esta razón, y hace rato, las empresas han ido creciendo en la Undécima Región, pero las plantas de proceso se quedan aquí. Y eso tiene que ver con que esa región no tiene la capacidad ni humana, ni de infraestructura para procesar los salmones allá. A mi juicio, esto debiera mantenerse así, al igual que los cultivos que hoy existen. -Hay industria para rato en la zona entonces… Pero sin dudas. Puerto Montt seguirá siendo el corazón de la acuicultura en el mundo. El clúster sigue creciendo, sigue habiendo más barcos, veterinarias, laboratorios, empresas de desinfección, etc. Es un error analizar la industria sólo por el nivel de crecimiento de la producción. Hay nuevas oportunidades de negocio y habrá un aumento del empleo asociado a los servicios.
Marine Harvest y una crisis acelerada
El cierre anticipado de la Planta Chinquihue de Marine Harvest y la sorpresiva manera de concretar la medida, es un nuevo argumento para mantener encendida la alerta por la tambaleante situación de la salmonicultura en el país. Desde SalmónChile rápidamente llamaron a los empresarios, pero además al gobierno, autoridades y trabajadores a enfrentar “de la mejor forma posible la situación que afecta al sector”. Eso, según la gremial, implicaría evitar más reducciones de personal como lo sucedido con los 600 trabajadores que se quedaron de brazos cruzados tras el cierre de la factoría. El Presidente de la entidad, Cesar Barros, aprovechó la contingencia para reiterar la necesidad de realizar los cambios que desde hace rato viene pidiendo la industria, como el reordenamiento territorial, más recursos para las instituciones que los regulan y la unificación de controles, entre otros.
Contraofensiva
Si bien la reacción de la industria ante la campaña lanzada contra el sector ha sido más bien moderada dentro del país, en el plano externo, las cosas han sido distintas. Enfocados en revertir el daño causado en sus principales mercados de exportación por publicaciones como la del New York Times de marzo -en que se denunció el uso indiscriminado de pesticidas y antibióticos- SalmonChile contraatacó con una campaña titulada “La verdad sobre el salmón chileno”. Ésta expondrá los argumentos de los productores nacionales en algunos de los principales medios de Estados Unidos. “Los salmones chilenos son seguros, nutritivos y deliciosos” es la idea fuerza a ser transmitida en el extranjero. Una estrategia que, esperan, pueda reparar al menos en parte los nocivos efectos sobre la industria acuícola chilena, golpeada por la decisión de algunas cadenas de supermercados norteamericanas, que suspendieron las importaciones de salmón nacional como efecto de las campañas mediáticas en su contra.