¿Revolución? ¿Chile despertó? Sea cual sea la respuesta, los libros de historia dirán que el 18 de octubre de 2019 comenzó a gestarse uno de los cambios más importantes en la historia de Chile, uno que hará que el país que usted conoció vaya quedándose atrás en forma paulatina.
Álvaro Fernández Ferlissi
Abogado
Así como ocurrió con quienes protagonizaron la toma de la Bastilla o la caída de los zares, la identidad de las personas que incendiaron el Metro en Chile todavía constituye una incógnita, aún cuando se ha iniciado investigación en contra de un par de supuestos responsables. Tal vez, surjan sorpresas.
Con todo, el movimiento de descontento social que vino a expresarse a continuación, lo cambió todo, como un verdadero tsunami.
En respuesta, azuzados por la violencia, las marchas y los medios de comunicación, la clase política y algunos empresarios dieron un paso al frente pidiendo perdón. Y es que ante una situación de esta naturaleza no hay razones, ley o números que puedan ser esgrimidos.
Tambaleante, Piñera parecía atado a ese “fatum” del que tanto escribían los griegos. Sin embargo, y aunque cueste creerlo, por ahora ha logrado sortear la crisis, acogiendo parte de las demandas sociales, incluso un gran acuerdo que permitirá a los chilenos decidir si quieren o no una nueva constitución, y según qué mecanismo. Estrategia que algunos han venido en llamar la rendición.
Al tiempo de escribir esta columna, el Gobierno había puesto sobre la mesa una agenda social que, entre otras medidas, proponía un aumento inmediato del 20 % de la pensión básica solidaria, aunque presionado por la idea de una parlamentaria de su conglomerado, se comprometía a evaluar un aumento progresivo al 50 % en tres años; la creación de un Ingreso Mínimo Garantizado de $ 350 mil mensuales; el fortalecimiento del Fondo Común Municipal, la creación de un seguro que se hiciera cargo del gasto en medicamentos no cubiertos por programas como el GES o la Ley Ricarte Soto; un nuevo tramo en el Impuesto Global Complementario de 40 % para rentas superiores a 15 millones mensuales; la reducción de las dietas de los parlamentarios y altos sueldos de la administración pública, así como de la cantidad de congresistas y una limitación para sus reelecciones y de otros cargos de elección popular. A lo anterior, le siguieron medidas para restablecer el orden público y un acuerdo de reforma tributaria que pretende recaudar dos mil millones de dólares.
Chile está cambiando, y lo hace rápido, para bien o para mal. En ese tránsito, los derechos humanos y el orden público han sido los principales damnificados y, por tanto, toda la sociedad. Esperemos que el diálogo, el sentido común y la democracia se conviertan en las vías lógicas para salir de este delicado lugar en que la historia nos ha puesto. El término de la violencia es la única solución, venga de donde venga. Gandhi y Mandela cambiaron el mundo en paz.