La representante de la FAO para nuestro país explica cuál será el panorama en la producción y distribución de alimentos en Chile durante 2021. También recomienda continuar con el monitoreo de las cosechas nacionales y regionales, así como de la actividad pesquera y pecuaria, para detectar a tiempo cualquier tendencia en los precios internacionales y en el comercio que pudiera significar un riesgo para el abastecimiento nacional durante este año. Para las personas, sugiere planificar sus compras de alimentos, evitar el acaparamiento de productos y adquirir solo lo necesario.
Por Victoria Valencia A.
La amenaza de una crisis alimentaria global fue uno de los temores más perceptibles durante los primeros meses de 2020. El concepto de inseguridad alimentaria comenzó a estar presente no solo en las preocupaciones de los gobiernos, sino también, en las de las personas.
La fragilidad que presentaron algunas cadenas de suministro, por excesivos periodos de confinamiento y el cierre de fronteras que realizaron algunos países, sumado al incremento del desempleo y la consecuente falta de ingresos que comenzaron a vivir millones de personas en el mundo, alentaron el miedo de una eventual crisis alimentaria.
En Chile, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) realizó un constante seguimiento de instituciones y asociaciones que monitorearon la distribución de alimentos, para identificar posibles problemas durante 2020. Liderando esta gestión para América Latina y el Caribe ha estado la representante regional adjunta de la FAO para esta región, y también, representante de esa entidad en Chile, Eve Crowley.
Basada en el estudio de diferentes variables, Crowley explica que, en términos comparativos, Chile en 2021 no correrá grandes riesgos de escasez de alimentos: “Hasta ahora el stock de alimentos es suficiente, el pronóstico agrícola es positivo, a pesar de que se prevé que las necesidades de importación de cereales en 2021 se mantendrán por encima de la media, debido a los requerimientos de maíz para uso animal y trigo para uso alimentario y animal”. Su consejo para los consumidores es mantener la tranquilidad cuando compren y que adquieran solamente lo que necesiten. La idea es que este año no se repitan las situaciones de acaparamiento de ciertos productos, especialmente no perecibles, por miedo al desabastecimiento, como ocurrió a inicios de la pandemia.
-¿Cuáles han sido las alertas de distribución de alimentos detectadas hasta el momento por la FAO?
“El último Reporte COVID-19, que trata sobre abastecimiento de alimentos e impacto rural, publicado por la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (ODEPA), del 28 de diciembre de 2020, nos indica que se han identificado algunos puntos críticos relacionados con el abastecimiento local de ciertas zonas rurales. Sin embargo, el estado de la cadena de abastecimiento a nivel nacional, esto quiere decir, la producción y procesos de huevos, cosechas de maíz y arroz, cosechas y empaque de frutas y verduras, entre otros procesos, está funcionando normalmente. También hemos tenido contacto con organizaciones de la sociedad civil relacionadas directamente con la cadena de alimentos, y somos parte de la Mesa de Seguridad Alimentaria convocada por el Ministerio de Desarrollo Social y Familia, donde se ha destacado la urgencia para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030. Los efectos de la crisis sanitaria complejizarían sus logros, por lo que se requiere la articulación de esfuerzos de actores del sector público y privado para permitir que las dietas saludables sean asequibles para todas las personas, y para poner fin a todas las formas de malnutrición”.
-Cuándo hablamos de escasez alimentaria ¿a qué nos referimos específicamente?
“La FAO hace seguimiento a varios indicadores para evaluar el acceso de alimentos de la población y, con ello, la escasez alimentaria. Se espera que los países en crisis que necesitan ayuda alimentaria externa carezcan de los recursos para hacer frente a problemas críticos de inseguridad alimentaria. En América Latina y el Caribe hay dos naciones en esta condición: Venezuela y Haití. El primero, por falta de acceso generalizado a los alimentos y, en Haití, por una grave inseguridad alimentaria localizada.
Uno de los indicadores para evaluar el acceso a alimentos que puede tener un país es el de subalimentación, que se conoce coloquialmente como ‘hambre’. Este indicador es una estimación de la proporción de población cuyo consumo habitual de alimentos es insuficiente. Por otra parte, la prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o grave en la población, basada en la Escala de experiencia de inseguridad alimentaria (FIES), es una estimación del porcentaje de la población de un país que se enfrenta a dificultades para acceder a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para un crecimiento y desarrollo normales y una vida activa y saludable”.
-¿En qué situación se encuentra Chile?
“La escasez de alimentos se puede entender desde la producción de alimentos o de la reserva de alimentos del país. En el caso de Chile, según la última encuesta del Ministerio de Desarrollo Social y Familia, el Instituto Nacional de Estadísticas y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), un 19,4 % de los hogares sufrieron inseguridad alimentaria moderada o grave durante el confinamiento por COVID-19. En esa
línea, es importante destacar que Chile cuenta con un fuerte sector agropecuario y es un exportador neto de alimentos. De acuerdo con el Comité de Abastecimiento Seguro de la cadena agroalimentaria, encabezado por el Ministerio de Agricultura, Chile en situación de pandemia, ha contado con suficientes reservas de alimentos para enfrentar la crisis sanitaria e, incluso, ha continuado con las exportaciones de frutas y otros productos agropecuarios durante el 2020. En otro aspecto, las bases de datos de la FAO con respecto a la situación alimentaria del país, señalan que los precios del trigo subieron antes del inicio de la cosecha de 2020, en diciembre, superando el promedio del año pasado. El maíz, por su parte, aumentó de precio por tercer mes consecutivo, lo cual se podría ver agravado por las condiciones de sequía en la siembra de 2021. Sin embargo, a pesar de esto, el pronóstico de las importaciones de cereales se mantendrá en niveles muy por encima de la media en el país”.
-Al inicio de la pandemia, los consumidores volvieron la mirada hacia los granos y hubo una alta demanda por legumbres, subiendo los precios y provocando falta de stock en las góndolas.
“En una crisis, la mayor demanda de un producto puede hacer que disminuya su stock disponible en comercios o la misma información sobre su demanda genera un aumento en las compras por ‘acaparamiento’ y pánico, lo cual es un factor para considerar a la hora de analizar las alzas en los precios. Sin embargo, son muchos otros factores los que hay que tomar en cuenta para el caso chileno, ya que el país mantuvo el flujo de las importaciones.
El alza en la demanda de legumbres es algo que se dio en varios países durante la pandemia por COVID-19. En Chile, si bien se detectó un período breve de disminución del stock de legumbres en 2020, esta situación se subsanó rápidamente y tampoco se detectaron quiebres de reservas de alimentos para otros productos. Aun así, es muy relevante continuar con el monitoreo de las cosechas nacionales y regionales, así como de la actividad pesquera y pecuaria, a fin de detectar a tiempo cualquier tendencia en los precios internacionales y en el comercio que pudiera significar un riesgo para el abastecimiento nacional durante este 2021”.
Planificar la alimentación en tiempos de pandemia
-¿Qué recomendaciones son pertinentes para no acaparar y asegurar un stock adecuado para una familia de cinco miembros, por ejemplo?
“Para mantener cantidades suficientes de alimentos nutritivos, planificar la compra es esencial. No solo en tiempos de crisis, sino que, también, en condiciones regulares. Esto ayuda al medioambiente y a la economía del hogar, al reducir el desperdicio de alimentos, además de facilitar la adherencia a las Guías Alimentarias Basadas en Alimentos (GABAs). Una persona puede ahorrar 370 dólares anuales como promedio si desperdicia menos comida, de acuerdo con el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, y una familia de cuatro personas pudiera ahorrar 1.500 dólares adicionales. La planificación depende del presupuesto, del estado de salud de una persona, de sus preferencias alimentarias y de la cantidad de días para la cual está adquiriendo alimentos. Idealmente, se recomienda comprar siempre los productos frescos, como frutas y verduras, en negocios locales, como ferias o mercados campesinos. La idea es que estas compras se realicen semanalmente, ya que muchos no duran más de cinco días en buen estado”.
-¿Cómo podemos “cuidar” estos alimentos perecibles para proteger su duración?
“Por ejemplo, almacenándolos según su temperatura ideal. Para las verduras de hojas es preferible almacenarlas bajo refrigeración entre 0 y 5°C, mientras que los tubérculos, como papas, betarragas, y algunas verduras como la cebolla, pueden conservarse a temperatura ambiente. Además, es importante evitar almacenar frutas como plátano y palta con otras frutas y verduras, ya que aceleran los ritmos de maduración por liberación de gases. Los lácteos, carnes, pescados y derivados de origen animal deben refrigerarse cuando se compran a granel y cuando se compran en su formato envasado, y preferir los que tengan menos sellos negros de advertencia. Si se van a congelar, especialmente en el caso de pescados y carnes, es importante asegurarse que el congelador esté debajo de los -18°C”.
-¿Cómo se hace para planificar las compras de alimentos en estos tiempos de pandemia?
“Para planificar, primero deberíamos comenzar por las recomendaciones dietarias. Por ejemplo, si la recomendación de las GABAs es consumir pescado dos veces a la semana y legumbres también dos veces, como mínimo, se debe calcular la adquisición de 10 porciones de cada uno de estos alimentos de forma semanal, para, de esta forma, ir completando el menú familiar. Además, es preciso recordar que el consumo recomendado de frutas y verduras hecha por OPS/OMS y FAO es de cinco porciones al día: idealmente tres porciones de verduras y dos de frutas. Así, si somos dos adultos en mi hogar, debería tener 10 porciones de verduras diarias (800 gramos) y cuatro de fruta al día (320 gramos). Otra sugerencia es mantener siempre un stock para dos semanas de alimentos no perecibles, como legumbres, arroz y fideos integrales, pescado enlatado, como jurel y otros. Esto nos ayudará a subsistir en caso de que se interrumpan los caminos, haya un quiebre de las reservas o un alza de precios, por ejemplo. Esta reserva para dos semanas se puede obtener de a poco, no es necesario adquirir todo en la misma compra. Es importante ir rotando los alimentos e ir utilizando primero los que están más próximos a expirar”.
Las ferias, las indispensables
Eve Crowley explica que el canal agroalimentario tradicional agrícola y pesquero está conformado por diversos actores que cumplen un papel fundamental en la seguridad alimentaria nacional. Desde la producción participa la agricultura familiar campesina
y pesca artesanal y, desde la distribución, ferias libres, mercados mayoristas y minoristas y por supuesto, también los consumidores.
“Las ferias libres, por ejemplo, son un canal de comercialización esencial para la agricultura familiar campesina y para pescadores artesanales. Se estima que son la vía de abastecimiento del 70 por ciento de las frutas y verduras, 50 por ciento de los huevos y 50 por ciento de los pescados y mariscos a nivel nacional. Además, son fundamentales para el acceso a alimentos nutritivos y saludables de los grupos más vulnerables de la población nacional”, señala. Y añade que el aporte de este canal de venta no es solo a la seguridad alimentaria, sino que, también, al mercado del trabajo, pues generan miles de empleos.
“Durante la pandemia, las ferias han demostrado ser aún más indispensables, por esto es necesaria la inversión en recursos para la implementación de protocolos sanitarios y de inocuidad que reduzcan riesgos de transmisión del virus, que aseguren una buena calidad de los alimentos y, además, contar con medios para la fiscalización de su cumplimiento”.
-¿Qué se recomienda para apoyar la cadena productiva?
“Algunas recomendaciones son, por ejemplo, establecer y fortalecer circuitos cortos de comercialización a través de compras públicas y plataformas de comercialización en línea. Esto podría generar mayores ingresos para pequeños productores vulnerables, precios más justos para el consumidor y mejorar el acceso a alimentos saludables de diferentes grupos, como los escolares. Las plataformas de comercio electrónico que conectan a productores y consumidores son claves en este ámbito, así como el uso de las compras públicas por parte de instituciones que adquieran los productos locales para los programas de asistencia alimentaria. Es preciso aumentar la cobertura de estos programas, incluyendo a la pesca artesanal y a la agricultura campesina; capacitar y entregar herramientas para que agricultores y pescadores accedan a resoluciones sanitarias; fomentar la asociatividad y cooperativismo con enfoque de género, para
así dinamizar también las economías locales”.