Prof. Andrés Medina A.
Dpto. Historia UCSC
Uno de los pocos países de América que tiene una posesión territorial en el medio del océano Pacífico es el nuestro. La Isla de Pascua, también conocida como Rapa Nui (isla grande) u Hotu Matua, está ubicada a más de dos mil millas de nuestras costas, frente a Caldera, y forma parte de la soberanía chilena desde fines del siglo XIX, dependiendo administrativamente de la región de Valparaíso.
Los contactos iniciales de sus nativos con el hombre blanco en el período colonial fueron traumáticos. La isla, descubierta en 1722 por el navegante holandés Jacob Roggeveen en el día de Pascua de Resurrección (de ahí su nombre), pasó a formar parte del virreinato del Perú. Sus pobladores fueron sacados de la isla como mano de obra forzada para trabajar en ese país, instalándolos literalmente como esclavos en haciendas limeñas, con lo que prácticamente aniquilaron a su población.
Los contactos de Chile con la isla, en tanto, se inician en 1864, cuando se estableció en dicho territorio insular una misión de la congregación de los Padres Franceses enviada desde Valparaíso. Luego de eso, a partir de 1870 comienzan a generarse breves estadías de unidades de la escuadra nacional que pasaban por allí en sus viajes de instrucción por el océano. Fue justamente una de esas incursiones la que despertó el interés de un oficial naval, don Policarpo Toro, quien presentó a sus superiores la inédita idea de adquirir para Chile el dominio de la lejana isla.
La Armada aceptó la idea y se la presentó al gobierno del entonces presidente, José Manuel Balmaceda, quien con gran visión de futuro la acogió, procediendo a comprarla a los habitantes de la isla en nombre del Estado. Dicha gestión fue concretada el año 1888 por el propio capitán de corbeta, Policarpo Toro.
Es interesante precisar que el clan que dirigía la sociedad rapanui había intentado de manera reiterada, pero infructuosa, vender la isla al gobierno francés, pero aquel -que ya poseía la isla de Tahiti- rechazó negociar una nueva posesión insular. De esta forma, las conversaciones con las familias pascuenses reinantes (mayoritariamente la familia Zoopal) se concretaron con el compromiso de entregar la soberanía de la isla a Chile a perpetuidad. A cambio de ello, se acordó que el Estado respetaría su estructura social existente y las prerrogativas que poseían las familias dirigentes.
Posteriormente, los gobiernos se despreocuparon del destino de Rapa Nui. De hecho, se le arrendó a particulares, para servir como criadero de ganado. Solo a partir de 1950, cuando la isla fue puesta bajo la administración de la Armada, se estableció una conexión directa y periódica, lo que con la creación de la provincia Isla de Pascua, dependiente de Valparaíso, permitió mejorar la condición de abandono permanente que habían sufrido sus habitantes.
En 1995, Rapa Nui fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, entre otras cosas, por ser hogar de más de 900 moais, que son monumentales esculturas de piedra, talladas con forma de figuras con cabeza y torsos, que miden hasta cuatro metros de altura y pesan 14 toneladas. Este reconocimiento le permitió acceder a mayores recursos para su financiación y conservación.
En el presente, la ubicación de la isla resulta de interés para varios países, lo que obliga al estado de Chile a desarrollar potentes políticas de integración y, por otro lado, a incentivar inversiones que, aprovechando la ubicación estratégica de Rapa Nui, propicien los intercambios comerciales mundiales y traigan prosperidad a sus habitantes. Todo esto cuidando, de sobremanera, su riqueza cultural y su exuberante naturaleza, que por décadas ha resultado de enorme atractivo para el turismo, especialmente europeo.