En medio de la intensa agenda promocional de su libro “Mi vida como prisionero”, y del exorcismo de los fantasmas de su pasado, se da tiempo para contarnos sobre las motivaciones que lo llevaron a escribir uno de los libros más crudos y reveladores de los últimos años; sobre cómo una relación de buenos compadres liceanos termina en una batalla enfermiza por culpa del ego y la ambición, y cómo la pérdida de inocencia puede dar paso al patetismo más desatado. También asegura que vendrán más discos -quizás hasta un proyecto con su reconciliado socio Miguel Tapia- pero que ahora sí, nunca, jamás, volverán Los Prisioneros
“Esa noche era una de las tantas para Los Prisioneros. Estaban tocando en el Centro Cultural Mapocho, una derruida casa de dos pisos ubicada a un costado del Cerro Santa Lucía, en el epicentro de Santiago (…) González, siempre al frente, había interrumpido brevemente la actuación para dirigir algunas palabras a la hinchada, pero Narea no alcanzó a percibir las intenciones del líder, absorto en su solo de guitarra. Entonces, molesto por la “torpeza” de su compañero, González le propinó un puntapié en el trasero, hecho que fue celebrado con carcajadas. Narea quedó estupefacto, lo ahogó una mezcla de vergüenza, rabia y sorpresa. Se descolgó la guitarra y bajó corriendo por la escalera para perderse en la calle. Sentado en una cuneta, solo y herido, se puso a llorar”.
(Extracto del capítulo “ Juego Uno”, del libro “Corazones rojos: Biografía no autorizada de los Prisioneros”, publicado por el periodista Freddy Stock en 1999)
“Debí haberle pegado un cornete y haberlo dejado para siempre. Lo que pasa, es que yo siempre pensaba “capaz que Jorge haya querido que yo me quedara callado”, porque otras veces me hacía gestos así como ¡ssshtt! para poder tirarse su discurso, así como el de Viña (en 2003)… yo sentí que había sido eso, y que se le pasó la mano porque no midió bien la fuerza. Hoy tengo mis dudas”. reflexiona el ex guitarrista de Los Prisioneros
Tras cuatro biografías no autorizadas o semi -autorizadas sobre la historia de Los Prisioneros -la banda más importante e influyente en la historia del rock nacional- Claudio Alejandro Narea Guajardo (43) sintió que era el momento de hablar. De contar su versión de los hechos, y cerrar, definitivamente, un ciclo y comenzar otro nuevo que ve con esperanza y optimismo, marcado por el nacimiento de su hija Elisa -hoy de un año y medio, fruto de su relación con Nadia, su nueva pareja- y la grabación de dos nuevos discos: uno junto a Los Indicados, su actual banda, y otro con los “Profetas y frenéticos” , su primer paso musical post Prisioneros, que los más noventeros recordarán por el pegajoso hit “Muévete, retuércete”. Proyectos musicales en los que, incluso, no descarta invitar al baterista Miguel Tapia, su ex socio en el célebre trío, con quien ya tocó en la pasada “2ª Cumbre del Rock Chileno” y con el que asegura haber dejado atrás los rencores.
Narea afirma que esta vez sí encontró la luz al final del camino. Y es que la vida, tras su separación definitiva de su banda madre, no le fue nada fácil. Los últimos años estuvieron marcados por infortunios: la quiebra de su pub Bardot, la poca difusión e impacto de su disco “El largo camino al éxito”, la separación de su esposa Claudia Carvajal, y los extraños acosos vía mail de una supuesta “fan” (cuya verdadera identidad sería Jorge González, según deja entrever en su libro) configuraron un pasar que él mismo describió como una permanente “pesadilla.”
Por ello, exorcizar años de tormentos y relaciones destructivas con sus ex compañeros de banda a través de “Mi vida como prisionero” -y especialmente con Jorge González- pasó de una simple idea a ser su máxima prioridad conforme transcurrían los años. Una idea por cierto exitosa y rentable, cuyas ventas -según fuentes de Norma, su casa editorial- pronto la encaminarán a su segunda edición.
“Mi vida como prisionero” es una serie de testimonios narrados desde la primerísima persona de Narea en los que se revela las historias más escabrosas y sórdidas del trío, pero también sus momentos más felices. Una historia de tres jóvenes de clase media-baja, oriundos de San Miguel (aunque Narea nació en Nuñoa) sencillos e ingenuos, pero también muy carismáticos y talentosos, que tuvieron la fortuna -o desgracia- de estar justo en el momento adecuado, con la gente contactada y en la época correcta.
-¿Cómo ha sido toda la promoción de “Mi vida como prisionero?
-Ha sido especial. Yo no sabía cómo iba a ser este tiempo. Ha sido un poco distinto a como lo imaginé. Bueno, en realidad no he visto nada de televisión, así es que no tengo idea de cómo se lo están tomando los programas de farándula; y eso es lo que yo me temía, que a lo mejor podían pescar ciertos elementos del libro y amplificarlos como les apeteciera a ellos. En realidad no es un libro de copuchas ni de caguines, es un libro de música, de unas historias increíbles, de una banda importantísima, de amistad, de traición, de engaño, de letras de canciones, de un sinfín de cosas. Ahí están todos los conflictos que tuvimos con “Los Prisioneros”, por lo tanto la gente puede comprender por qué a lo mejor a veces estábamos unos en un lado, y otras en otro lado. Cuáles son las historias de las canciones también y yo creo que al transparentar eso, todos nos… liberamos.
-Vamos a tu historia, a 1984. Cuéntame de aquella experiencia surrealista, cuando tocaron “La Voz de los 80” en el anfiteatro de San Miguel, ante un público de hippies rockeros pegados en las bandas de los 70, que representaban el anquilosamiento que ustedes criticaban en la letra…
-Todo el público estaba pifiando… algunos aplaudían, otros pifiaban, estaba la cagá. Y Jorge (González) provocándolos, y de repente me dice “date vuelta”… lo que pasa es que la historia de Los Prisioneros es brillante, porque de repente pasaban cosas bacanes como ésta, y otras que eran más pencas, hay de todo. Entonces Jorge me decía “date vuelta” y quedábamos de espalda al público mirando al Miguel, sin pescar. Yo no puedo negar la genialidad de Jorge.
-Y después les querían pegar en el camarín…
-Yo creo que ahí se empezó a cachar que se venía algo potente. Todavía no teníamos un disco y ya estábamos causando polémica en todos lados… es que la personalidad de Jorge es así, él provoca.
-Y los primeros fans que tuvieron también fue un público que ustedes detestaron… estudiantes de arte del barrio alto, snobs, que se identificaron con ustedes por una postura plástica minimalista y seudo kitsch…
-Yo no los detestaba, ése era el discurso de Jorge, y yo creo que tampoco los detestaba tanto, porque siempre ha tenido una facilidad para ligarse con la gente de poder y de dinero. En el fondo, él es de la boca para afuera.
-¿Los presionaba sentir una contradicción detrás de cada postura que tenían que sustentar?
-Yo creo que todo el mundo se contradice un poco en la vida. Nadie es tan correcto para no contradecirse nunca. Yo compuse “El baile mental”, estaba sonando en todos lados, y yo estaba bailando en la televisión, en “El Baile” de TVN. Pero Jorge se contradice más que nadie (ríe). Pongámoslo así.
El trío
Durante sus 337 páginas de extensión, “Mi vida como prisionero“ no se guarda casi nada para contar; en una prosa cruda y directa, relata los capítulos más oscuros de la historia de Los Prisioneros y, en especial, entre Narea y González. Por ejemplo, el guitarrista confirma la relación que existió entre el vocalista y su esposa Claudia Carvajal en 1989, la golpiza que le propinó por este motivo tras esperarlo en su casa de calle Beauchef (para muchos, un hecho que marcó el verdadero fin de Los Prisioneros) y la posterior propuesta sexual de González a Narea de realizar “un trío” para “abuenarse”. También describe la personalidad del compositor como autoritaria y autodestructiva, e incluso relata una supuesta y extraña obsesión que sentiría hacia él, la que se habría manifestado -según sospecha- hasta entrado 2007, a través de una serie de misteriosos correos electrónicos firmados como “Karola Jolie”. Por supuesto, tampoco están ausentes los conflictos suscitados tras la enemistosa separación definitiva en 2003, que -como todo divorcio digno de auténticos rock stars- desató demandas y juicios por platas y ganancias impagas.
-¿Por qué tanta demora en sacar este libro, por qué no lo hiciste inmediatamente luego de la separación de Los Prisioneros?
-No era el momento. Yo tenía que pasar muchas cosas para poder escribir ese libro. Y al leer el libro completo te darás cuenta por qué lo escribí ahora. Antes yo no entendía nada. No entendía por qué me habían echado, si yo estaba haciendo lo correcto, es decir, yo tenía un problema: las canciones (del disco homónimo lanzado en 2003) no son tan buenas, hay que seguir trabajándolas, hay que hacer más canciones. Y finalmente, eso desembocó en que me echaran de la banda.
-¿No fue equivocada la forma en que te fuiste de Los Prisioneros el 21 de septiembre de 2003? Porque luego de una despedida con abrazos al final del recital en La Pampilla, publicaste una carta en el sitio web del grupo dando los motivos de tu partida sin avisar a tus compañeros.
-No podría haberlo hecho de otra forma. O sea, me echaron de mi banda -que por algo nos habíamos juntado en el Estado Nacional y lo llenamos dos veces, porque era mi banda también- por tener opinión, porque a Jorge le gusta la gente que no tiene opinión, la gente que puede manipular. Los aduladores le encantan, ése es el tipo de público que más le gusta. Pero yo no estaba de mono parado para ganarme las lucas ahí. Yo quería hacer buenos discos.
-En tu libro cuentas lo pésimo que te sentiste cuando Jorge González te pasó las maquetas del disco Corazones para trabajarlas, y viste que las letras de varias canciones estaban dedicadas a tu esposa Claudia, tras el quiebre de la relación que ambos sostuvieron…
-Claro, era tal el conflicto que había en el trabajo, era mi familia, estaba la amistad de él, estaban las deudas que teníamos, … no teníamos ni uno. Cuando yo me fui de Los Prisioneros a comienzos de los 90 no tenía ni uno. Estaba famoso, y en todos lados me decían “¿para qué te fuiste si les va tan bien?” El también ha dicho “yo no tenía ni uno en esa época”, pero él se lo farreó, ahí está la diferencia. Se tomó todas las pastillas que quiso y se la gastó en puras guevás. Esa es la diferencia. Alguien me puede decir ¿pero cómo el Claudio aguantó tanto? Bueno, las personalidades como la de Jorge enferman a los que están al lado de él, eso es lo que pasa.
-Hace no mucho, Jorge González sacó un single con su nueva banda, Los Updates, llamado “Aviador”: se dice que la letra, bastante ácida, te la dedica a ti…
-Eso no sale en el libro. Pero, obviamente, creo que cuando la letra dice (recita de memoria): escuchas esa cuenta regresiva y tu amistad se escribe entre comillas/ahora te vino un susto grande/ahora sientes que ya es muy tarde/ del celular te voy a borrar/ ¿acaso tienes miedo? /¿acaso tienes miedo, Aviador? Y después dice “te voy a borrar”. A mí me parece más una respuesta de negación a mi canción “Bórralo” (del disco “El largo camino al éxito”, dedicada a Jorge González), que una canción que trate sobre la crisis de los 40, o sobre cierta gente que ha cambiado con el tiempo y que antes, no sé, se las daba de independiente. Está hablando de un músico obvio. Y está hablando de una amiga también. Yo creo que Jorge ha tenido frecuentes caídas de casete que, en el fondo, me hacen sentido. Recuerdo que cuando todavía estaba en mi bar llegaban fanáticos y me decían “Hola aviador” ¿Por qué me estás diciendo aviador? les decía. Y contestaban: “porque Jorge te hizo una canción, jajaja”. Y yo después empecé a cachar lo que decía la canción, y obviamente me di cuenta que no trata sobre una crisis de los 40 como él decía… lo que pasa es que nadie pesca en serio hoy en día a Jorge González, nadie lo toma en serio, nadie está viendo qué cosas está escribiendo.
-… hay una parte donde habla incluso de una serpiente…
-Sí, y “que te clave por la espalda y que no se sienta tan mal”… ¿qué es eso? Eso es una frase gay. Inclusive, en el video él hace un gesto gay. O sea, ¿estoy equivocado? Yo en el libro ni menciono esa canción. Pero yo no le creo nada; o sea, esa canción no se trata sobre la crisis de los 40.
-Derechamente, esta supuesta relación obsesiva y destructiva con Jorge González ¿se trataría más bien de un enamoramiento del ex vocalista de Los Prisioneros por ti?
-No, no puedo calificar eso. No sé qué le pasa.
-Al revisar la historia de Los Prisioneros, ustedes se ven en una permanente lucha: contra la dictadura de Pinochet y los hippies trasnochados, contra los universitarios hijos de papi y contra los empresarios, contra los artistas snob, contra las otras bandas de la época y también entre ustedes mismos ¿Podría tanto conflicto haber generado una mala vibración permanente que los terminó por ahogar?
-La historia de Los Prisioneros es tóxica, por eso la estoy relatando, porque había que salirse de esa cuestión. Tiene momentos maravillosos, las historietas que hacíamos, las giras, los proyectos paralelos, presentaciones como las del Estadio Nacional, o sea, hay muchos momentos espectaculares; también tocamos fuera de Chile, en España, en Estados Unidos, en toda Latinoamérica. Hay países que ni menciono ahí, Bolivia, Ecuador, etc. (…) yo creo que no es esa la razón por la cual Los Prisioneros se acaban: la razón es que, simplemente, en la mente de Jorge había que acabarlos. Y él busca formas de destruir lo que construye.
– Con este libro podrías decir que ahora sí que se acabó el tema? ¿O la verdad es que Los Prisioneros y sus dimes y diretes serán una zaga eterna?
-Sí, pasó la cosa. Pero sabes qué, si Jorge no se da por aludido que tiene que terminar esta cuestión… porque el día del lanzamiento de mi libro, el 17 de enero, le escribió a Legua York (banda chilena de hip hop), diciéndoles: “oye, buena onda, ¿qué tal si hacemos un remix de este temita? Me lo mostró un amigo, y me encantó el tema, avísenme”. Firma, Jorge. Y abajo adjunta una cuestión de internet que se llama “Dios no habla inglés” con música de Claudio Narea. Los Legua York son amigos míos y me enviaron un correo. Es un tema con música mía y letra de ellos, del año 2004 ¿Por qué Jorge va y les pide el tema que yo compuse, que tendría que pedírmelo a mí, porque yo soy quien tiene las pistas de esa cuestión? Justo el mismo día del lanzamiento, yo tengo el correo. De hecho a mí me parece ya altamente sospechoso todo este tipo de cosas, no las entiendo. Ese es el punto final mío, pero también tiene que haber un párele de él, que se dé cuenta ya, que la corte. Algo le pasa a él.
-Definitivamente, de aquí a que mueran los dos, ya no aparecerá el día en que se den la mano…
-No, yo nunca más con él. Yo me puedo juntar con Miguel (Tapia), que es lo más parecido a Los Prisioneros que verá la gente. Miguel siempre estuvo del lado de Jorge y está bien, no tengo problemas con eso. A veces sentí que no estuvo a la altura, pero es su historia, su vida y él sabe como la hace. Y es una persona normal, tú puedes tocar con él, ponerte de acuerdo, nos juntamos mañana, y ya, nos juntamos mañana. Y tú sabes que va estar ahí.