Los SSCC han fortalecido su Proyecto de la Conciencia Crítica y Social, que busca acercar a sus alumnos a los más necesitados, a través de distintas actividades que permiten a los niños y jóvenes desarrollar habilidades blandas como la empatía y la disposición a servir, que son parte del sello del establecimiento.
En la búsqueda de pasos más concretos que ayuden a los alumnos a adquirir una mayor sensibilidad social, que los lleve a ser más solidarios con aquellos que viven en condiciones de vulnerablidad económica, el Colegio de los Sagrados Corazones (SSCC) ha fortalecido su proyecto de la Conciencia Crítica y Social.
Así lo señala Marcelo Filippi Marchant, rector del establecimiento. “El colegio tiene como finalidad dar a conocer el Evangelio, a Cristo. Y como nuestro público objetivo está constituido por niños y jóvenes, la idea es formarlos, brindándoles, junto a su familia, las herramientas necesarias para desarrollarse tanto durante la etapa escolar como en su vida futura”.
Agrega que el sello de un estudiante SSCC tiene que ver con la fraternidad, con una particular sensibilidad hacia la gente más sencilla, teniendo frente al mundo una posición cuestionadora, “de siempre estar pensando cómo mejorarlo”. Es en este marco que el establecimiento desarrolla este proyecto, que busca que el alumno no sólo se preocupe de su bienestar, sino que su actuar tenga un impacto en la comunidad, aportando a que la sociedad sea más justa, más igualitaria y con mayor dignidad.
Cercanía con la comunidad
El directivo afirma que así como el Colegio está preocupado de brindar una buena educación académica o una mejor infraestructura a sus estudiantes, también su accionar está orientado a entregarles competencias blandas, como la empatía, la disposición a servir, la cercanía con los otros, la importancia del trabajo en equipo y la determinación para resolver problemas, transformando sus conocimientos en algo útil a la sociedad. “Nos llena de orgullo ver tanto en las Pastorales universitarias, como en las grandes obras sociales, a muchos ex alumnos del Colegio involucrados, lo que ratifica que el sello SSCC sigue presente en ellos incluso tras salir del establecimiento”, sostiene.
Programas formativos
El Colegio cuenta, en su estructura, con una Vicerrectoría de Formación, encargada de impulsar y coordinar los programas formativos que desarrolla el establecimiento desde prebásica hasta cuarto medio, entre ellos el Proyecto de la Conciencia Crítica y Social
Mónica Manríquez Vidal, vicerrectora de Formación, señala que el proyecto nace con el objetivo de potenciar la opción por los más necesitados. “Queremos acercar a nuestros jóvenes a quienes han tenido menos oportunidades, para que valoren sus diferencias y ratifiquen la idea de que la persona vale por lo que es y no por lo que tiene”.
El Proyecto está diseñado para ser desarrollado por etapas. La primera se inserta en el nivel prebásico y el ciclo menor, donde los niños y sus familias apadrinan y se vinculan con una institución del sector, formando con ella una relación permanente; pero el fuerte de esta labor se realiza con los jóvenes de enseñanza media. Así, los estudiantes de primer año medio viven la Semana Compartida, que les permite interactuar, durante varios fines de semana, con niños discapacitados de escuelas de educación diferencial. “Comparten con los niños, juegan con ellos, ayudan a las profesoras a realizar los quehaceres. Aprenden a valorar sus propias capacidades o talentos y, a la vez, las capacidades distintas de los niños con los que comparten”.
En segundo medio, los alumnos desarrollan la Experiencia de Servicio, en la que durante cuatro fines de semana concurren a Conin integrándose como un funcionario más. Atienden a los niños, les dan la comida, cambian pañales, juegan con ellos. “Los jóvenes se dan cuenta de lo afortunados que son de contar con una familia y con lo necesario para educarse y vivir cómodamente, al ver que hay niños privados de estos recursos”.
La Experiencia Laboral se desarrolla en tercero medio. Durante una semana los jóvenes trabajan como personal no profesional en fábricas, hospitales, supermercados. El Colegio arrienda casas para que vivan los estudiantes, asesorados por ex alumnos, y desde allí van a trabajar, y en la tarde vuelven a realizar quehaceres del hogar. “Cada día termina con una reflexión sobre un aspecto determinado. La idea es que los alumnos valoren los trabajos anexos que existen en cada lugar, que existe una cadena de funciones igual de dignas y valiosas que posibilitan el trabajo del profesional”.
En cuarto medio, se vive la experiencia de Integración Familiar. Los alumnos viven diez días con una familia cristiana, de un sector más humilde, y desde allí van al colegio y desarrollan su vida cotidiana. “Se dan cuenta de que no se necesitan tantos bienes materiales para ser un buen cristiano, para ser feliz, o para tener una familia unida”.
Finalmente, las Misiones de Servicio, orientadas a toda la enseñanza media, se realizan en vacaciones de invierno y verano, cuando los jóvenes van a una localidad rural a hacer trabajo voluntario y a compartir con la gente. “Comenzó como un proyecto pequeño, pero cada año son más los alumnos que quieren participar, y eso nos llena de orgullo. El Colegio ha invertido en la concreción de todas estas actividades, pues cree que son fundamentales para la formación valórica de sus alumnos. Queremos que no sólo sean los mejores profesionales, sino también las mejores personas. Es como dice nuestro lema: Educando corazones para transformar el mundo”.