Llevamos un año y medio de crisis sanitaria, y seguimos en proceso de adaptación. Cambiamos constantemente de fases, aumenta la tasa de vacunación y, con ello, la movilidad. Abren las terrazas y los malls, y sentimos esta nueva rutina más liberadora que la cuarentena de Fase 1. En los colegios el proceso también se vive con adaptación constante: algunos están abiertos, otros de manera híbrida y otros continúan online.
No han sido meses fáciles. Las largas cuarentenas ya están mostrando sus consecuencias en nuestra salud mental, tanto en las comunidades escolares como en los hogares. Según una encuesta nacional de la Universidad del Desarrollo, un 49 % de los docentes de establecimientos escolares dice sentir frustración, y un 41 %, angustia. Síntomas que se repiten en muchas y muchos de nosotros. A esto sumamos las alteraciones de ánimo, el insomnio, la sensación de tristeza, ansiedad o dificultad para concentrarse.
Y en nuestras niñas, niños y adolescentes, la pandemia también está pasando la cuenta. Un estudio realizado por la Sociedad de Psiquiatría y Neurología de la Infancia y Adolescencia señaló que tres de cada cuatro menores han manifestado irritabilidad, cambios alimenticios, déficit atencional y problemas de regulación emocional. Y, si pensamos en madres y padres, se evidencia un sesgo de género importante: 84 % de las mujeres declara sentirse afectada por llevar el peso de la educación a distancia y el hogar, versus un 6 % de padres, según estudio del BID. Este además muestra que, a mayor número de hijos, mayor malestar psicológico.
A pesar de los recientes avances en el Plan Paso a Paso, la vacunación y la sensación de ir retomando algunas normalidades, vemos claras alertas de un deterioro en nuestra salud mental. Según cifras de la Seremi de Salud de la Región del Biobío, llevamos 34 % más de licencias que en 2020.
Lo anterior nos ha llevado como Enseña Chile a poner un alto y a acompañar a nuestras comunidades escolares en estos meses de readaptación. Abrimos nuestras actividades y generamos el Mes del Bienestar, con el objetivo de compartir herramientas para comentar el autocuidado y la regulación emocional. La necesidad atrajo a personas más allá de los colegios, y escuchando y compartiendo me he dado cuenta de que estamos haciendo los esfuerzos para estar mejor.
Qué importante es, sobre todo en estos momentos, conocernos para así promover y practicar actividades y técnicas que efectivamente nos ayuden a parar, a escuchar a nuestros cuerpos y a respetar nuestras necesidades. Aunque a ratos sintamos que esta es la normalidad, no podemos olvidar que estamos en medio de una pandemia. ¡Es normal no estar bien!
Cuidémonos entre todas y todos, pero comencemos por nosotras y nosotros mismos. Bajemos el ritmo, tomemos pausas durante la jornada, y pidamos ayuda si lo necesitamos. Acompañémonos, porque no estamos solas y solos en esto. Es momento de que nuestro bienestar sea tema, pero sobre todo que sea prioritario. Como dice el doctor Richard Davidson, presidente del Centro de Mentes Sanas e impulsor del Mindfulness, “el bienestar es una habilidad” y, como tal, ¡la podemos desarrollar y entrenar!
¿Y cómo? Primero, con compasión hacia ti y hacia otras personas. Está bien no rendir al 100 % en el trabajo o sentir más lentitud o falta de concentración. No te castigues ni te trates mal. ¿Le hablarías coma otra persona como te hablas a ti? Si la respuesta es no, modifiquemos el tono entonces. Practiquemos también la empatía. Son tiempos duros y no sabemos las batallas que viven las y los demás. Seamos comprensivas y comprensivos.
Practiquemos la gratitud. Reflexionemos sobre los regalos que la vida nos da o por qué estamos agradecidas y agradecidos hoy. ¡Es una linda práctica para cerrar el día en familia! Nos ayuda a “ver el vaso medio lleno”, incluso en tiempos difíciles. ¡Siempre hay algo por lo que agradecer!
Construyamos ambientes de apoyo y no de competencia. Mantengamos la práctica que muchos de nuestros colegios tienen: preguntar cómo están y cómo llegan a la clase. Aplicable en nuestras reuniones y en nuestras casas. ¡Qué importante es y no toma más de 10 minutos! Escuchemos activamente y normalicemos hablar de nuestras emociones, especialmente si no estamos bien.
Espero de todo corazón que estos tiempos difíciles y las lecciones que la pandemia nos deja nos ayuden a ser más humanos. A volver a construir y anhelar la comunidad y la importancia de compartir nuestras vidas con otras y otros. Aprovechemos los espacios que tenemos para estar juntas y juntos, escuchémonos, conversemos. Espero que la adaptabilidad que requieren estos tiempos venga acompañada de mucha empatía y compasión. Partamos por casa y vamos juntas y juntos avanzando hacia la sociedad más colaborativa y compasiva que queremos. ¡Ahora es cuando!