Gonzalo Valdés Lezana,
Rector del Centro de Formación Técnica Estatal de la Región Metropolitana.
Los desafíos para la educación durante 2023 son muchos. Pero hay uno que es una constante a través de los años: entregar proyectos educativos capaces de motivar e impulsar a muchos a adquirir competencias y desarrollar sus talentos para realizarse como personas en este cambiante entorno.
Los procesos formativos en áreas disciplinares coherentes con las demandas del Chile del siglo XXI deben ser nuestro norte. Realizar una apuesta en este sentido requiere ir reformulando nuestro sistema educativo, considerando mayor flexibilidad y capacidad de ponernos en el lugar de nuestros estudiantes. La tarea es adecuar la propuesta a formatos que permitan a todos los interesados tomar una decisión de esta naturaleza, confiando en que, al menos, en el factor tiempo de dedicación a los estudios serán capaces de abordarlo y enfrentarlo.
Se necesita revisar cómo nuestra sociedad está mirando el desafío que adquieren estudiantes de todas las edades para compatibilizar trabajo y estudio y, además, tener a cuesta una responsabilidad familiar.
Nos hemos caracterizado por ser una sociedad muy esforzada y de dedicación a las horas laborales en demasía, por sobre otras cosas que son parte importante del desarrollo humano y social. Más aún, pensando en las graves consecuencias sociales y económicas que ha generado la pandemia, que se han traducido en demandas sociales que, en muchos casos, aún no son del todo asimiladas por nuestros legisladores.
Se deben generar, a través del desarrollo de nuestra sociedad, condiciones de entorno favorables para todos los chilenos, y esto pasa por pensar en una concepción social que ponga en el centro de su quehacer a la persona. Creo que gran parte de nuestros problemas como país pasan por esto, algo de sentido común, pero que en la práctica se traduce solamente en un discurso.
Complementar el trabajo con actividades de otra índole sigue siendo una piedra de tope para muchos que no logran una alternativa para impulsar su propio crecimiento personal y familiar, a la vez que refleja las frustraciones de un sistema poco flexible.
El desarrollo del conocimiento, de la creatividad, de la innovación y de la cultura de una nación nos debe llevar a realizar los mejores esfuerzos por crear una sociedad más inclusiva, más tolerante y que pueda realmente considerar el aporte de cada individuo como persona integral y con realidades muy diferentes.
Sin lugar a duda, todas las instituciones debemos hacernos cargo de dar respuesta a estos requerimientos y lograr generar una cultura diferente, que sea capaz de irradiar a nuestra sociedad con mejores ambientes laborales de convivencia y alternativas de formatos de estudio con el soporte y apoyo necesario que nuestros queridos estudiantes necesitan. Y ese, es nuestro verdadero y gran desafío.