Trabajaba en faenas mineras desde los 18 años. Recorría Chile, independiente, y como él mismo lo define “todo era perfecto”. Sin embargo, a sus 30 años, en una fracción de segundos, su mundo quedó en penumbras a raíz de un accidente automovilístico que protagonizó en enero de 2012 en el sector Costanera en Concepción.
“Sufrió mi familia y sufrí yo durante los cuatro meses que estuve en el hospital…no tengo palabras para describir tanto dolor. Estuve en coma, grave, con poco pronóstico de vida… salí del coma al mes”, recuerda Cristián Poblete de la etapa posterior al accidente automovilístico que protagonizó en el 2012. Luego de sobrevivir vino la fase más dura: aceptar las secuelas.
“Me tenían sedado y amarrado casi todo el día, porque lo único que hacía era hacerme daño. No entendía por qué me faltaban dientes, mi brazo estaba quebrado y estaban mis ojos vendados”, relata. Fue una doctora integrante de la junta médica que veía su caso, quien un día llegó a su habitación para decirle: “Estoy acá para responder preguntas”, y fue así como aceptó la realidad que iba a acompañarlo el resto de su nueva vida. Nunca más podría ver.
Con el diagnóstico claro, el padre de Cristián comenzó a averiguar las posibilidades que tenía su hijo en su nueva condición. Así fue como llegó a la Corporación de Ayuda al Limitado Visual, COALIVI, y se encontró con Raúl Gutiérrez, docente de la Corporación. Él fue la luz que Cristián necesitó una vez dado de alta para decidirse a emprender el camino de la rehabilitación visual. “Cuando el profe Raúl, a quien admiro mucho, llegó a mi casa, se presentó y me dijo ‘yo soy ciego igual que tu’…fue el inicio. Había sufrido un accidente igual que yo, y ahora hacía clases de computación en COALIVI. Abrió su computador y comenzó a usarlo, y yo no lo podía creer. Él despertó las ganas que tenía de comenzar a aprender y comencé la rehabilitación”, recuerda Cristián.
El 15 de julio de 2012, apenas seis meses luego de su accidente, Cristián cruzó la puerta de la Corporación. Comenzó a asistir a las clases, disipando rápidamente el juicio que tenía sobre la ceguera, y aceptando a gusto y muy expectante sus logros. “COALIVI me enseñó a volar de nuevo, a salir adelante y tener proyección en la vida. Despertó cosas en mí que estaban dormidas, es la puerta que se abre pasa salir al mundo de verdad, con fuerza”, asume Cristián.
En la actualidad se mueve con independencia, y está en proceso de elegir la carrera que desea estudiar en la Universidad. Hace meses dicta charlas motivacionales de prevención en el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (SENDA) para alumnos de enseñanza básica y media, también en clubes de Tunning y pretende contactarse con la Asociación Chilena de Seguridad para poder llegar a dar charlas sobre seguridad en faenas laborales; ello con el fin de devolver la mano a su nueva vida, y poder reunir recursos para sus estudios universitarios.
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La misión de COALIVI
En sus 33 años de labor, la Corporación de Ayuda al Limitado Visual (COALIVI) ha atendido un número aproximado de mil 500 beneficiarios. En la actualidad tiene 85 alumnos entre niños, jóvenes y adultos, quienes asisten a sus dependencias ubicadas en Las Heras con Aníbal Pinto.
Su quehacer se mueve en dos líneas: educación infantes, niños y adolescentes con discapacidad visual, en estimulación temprana, curso básico e integración educativa; y programas de rehabilitación integral para personas adultas (ceguera o baja visión).