Socióloga y feminista, asegura que es parte de una política renovada, una que escucha, que comprende lo que le aqueja a la gente y que se hace cargo de las demandas del estallido social. “Mi cargo es pasajero y no define quien yo soy”, enfatiza sobre sus nuevas responsabilidades, mientras lleva el peso de un gabinete que aún no establece la mayoría de sus titulares.
Por Carola Venegas Vidal.
Horas antes de esta entrevista con Daniela Dresdner, algunos medios de comunicación anunciaban que había una orden de arresto para la delegada presidencial, por una situación pendiente, que venía de la administración anterior, a raíz de un recurso de amparo presentado por un ciudadano venezolano en contra del exgobernador. ¿La razón?La tramitación de su documentación de permanencia en Chile. Con el cambio de autoridades, y la incorporación del cargo de delegado o delegada presidencial, la responsabilidad se traspasó a Dresdner. “La situación ya está aclarada. Es una noticia un poco mañosa y grandilocuente por el titular, pero lo bueno es que ya está todo en orden”, explica desde el sillón principal de su despacho. Y por eso tal vez, poco antes se había dado el tiempo hasta de bromear, subiendo una historia a sus redes sociales con unas “esposas”, trabajando frente al computador.
Escuchar al Wallmapu
Durante la conversación, apenas transa en quitarse un momento la mascarilla para unas fotos. Se ve cómoda y resuelta en zapatillas, y porta una chapita en el corazón, que recuerda su visita al Hospital Regional Guillermo Grant Benavente esa mañana, donde se premió el trabajo de los niños en el concurso Lo que me hace más feliz, en el marco del Día Internacional del Cáncer Infantil. “La tarea y el sello de esta delegación es ser una autoridad cercana”, repite una y otra vez, Daniela Dresdner, quien en su biografía de Twitter se define como “Socióloga, feminista, penquista, karateca y siempre militante”.
-¿Cómo evalúa las primeras semanas como autoridad?
“Ha sido intenso, frenético. Pero ha sido interesante también. Yo nunca había trabajado en el gobierno, por lo tanto, es un mundo relativamente nuevo para mí. Sin embargo, esa sensación de tener la capacidad para hacer cambios reales es muy motivante. Tenemos muchos desafíos, y los tomamos con toda la responsabilidad que eso significa, porque de alguna manera es tener el destino de muchas personas en las manos. Lo bueno de esto es que hay equipos. Me refiero a que hay gente capacitada y, además, que tenemos una visión de la resolución de los conflictos”.
-Sin embargo (hasta el cierre de esta edición) aún no están nombradas todas las autoridades sectoriales. Cómo se están coordinando para desafíos que son cotidianos. Sé que no es resorte de sus funciones, pero hay episodios críticos en el tránsito y movilidad…
“Sí, es verdad. Tenemos varios desafíos regionales que son complejos. La conectividad, la crisis hídrica. No es capacidad de la delegación responder a temas que son sectoriales, pero sí lograr las coordinaciones para ir avanzando. Independientemente de que las autoridades sectoriales aún no hayan asumido, estamos trabajando para ir descentralizando. Estos problemas se repiten en todas las ciudades. Estamos trabajando en los problemas más urgentes, pero también, en asuntos de mediano y largo plazo, en infraestructura y en el diseño de caminos para descongestionar. Además, en la lógica de cómo vemos el traslado y el transporte. Por ejemplo, con el volumen de compra de automóviles particulares que tenemos en estos momentos no habrá ningún sistema que pueda aguantar, por más caminos que construyamos o restricciones que se implementen. Por eso debemos pensar en un sistema de transporte público adecuado. Para eso tenemos que mejorar el transporte colectivo, para que sea útil, pertinente, cómodo y que cumpla”.
-Hablemos de seguridad, y lo primero es saber cómo esperan abordar el conflicto en la Macrozona.
“La solución para nosotros pasa por escuchar a los actores y a las actrices de este territorio que nosotros llamamos Wallmapu. Es una solución con varias aristas, pero fundamentalmente, la solución se encuentra en la disposición de oír a las personas que conocen esas problemáticas. El diagnóstico es que esta capacidad se perdió. Se perdió la cercanía con los territorios, se perdió el respeto de recoger las opiniones e integrarlas a los planes del gobierno. Estamos tomando las experiencias previas para no cometer los mismos errores. Hemos venido trabajando en ello, incluso antes de asumir, para generar el Plan de la Macrozona, que es de nuestras prioridades respecto de la resolución de los conflictos. Reitero, son muchas las variables, no existe una varita mágica, pero tenemos muy claros cuáles son los errores que no queremos cometer”.
-¿Cuáles son los errores?
“Parte del conflicto está explicado por la ausencia del Estado en el Wallmapu. El Estado se retiró y dejó en abandono a esta zona. Esto es lo que nosotros necesitamos revertir urgentemente. Revertir esa ausencia con absoluta presencia implica reparar las condiciones de inequidad que existen en la zona, y uno de los aspectos es la inseguridad constante que sufren las personas y que manifiestan en ese lugar”.
-¿Pero algunas personas pueden decir que el Estado está presente de muchas formas, con las Fuerzas Armadas, por ejemplo?
“Cuando me refiero a la presencia del Estado, no es solo la de las Fuerzas Armadas. Hablo de abordar necesidades de salud, de educación y de las condiciones materiales de las personas que habitan aquí. Ni siquiera estoy refiriéndome al conflicto que tiene que ver con el pueblo mapuche, sino que a condiciones transversales a la gente que vive ahí, independiente de si son mapuche o no. En ese sector existen serias brechas sociales y económicas, incluso, respecto del resto de la región y, definitivamente, del resto del país. Son brechas que debemos ir achicando. Es decir, no podemos centrarnos solo en la seguridad, sino en las condiciones materiales básicas. Creemos que ese es un camino para la reparación. Para que no se mal entienda, no queremos dejar de lado la seguridad, pero una solución no se puede basar solo en el resguardo de esta, sino que debe ser integral”.
-El síntoma es evidente y se suman nuevos atentados. Está bien el diálogo, pero las víctimas esperan con urgencia algo más ¿O no lo ve así?
“Existen víctimas de este conflicto, que son mapuche y otras no. Tenemos que hablar con las víctimas desde todos los sectores donde se ha vivido violencia. Insisto, la seguridad es una de las necesidades que más se siente, y nosotros tenemos que garantizarla. Retirar el Estado de Excepción no tiene que ver con un descenso en la seguridad de las personas, nosotros vamos a seguir garantizando la seguridad, solo que no a través de las Fuerzas Armadas, sino que a través de las fuerzas policiales, que son las que están encargadas de garantizarla. Debemos cambiar el foco de las soluciones que se dieron para el territorio porque, claramente, no han dado resultado, pues sigue habiendo atentados. Este es un problema que nos afecta a todas y todos. No tenemos la capacidad de transitar o llegar con servicios a una parte de nuestra región. Zonas que ya estaban abandonadas, están aún más abandonadas. Y, por otra parte, el abandono del Estado no se circunscribe solo a la zona de Arauco. La violencia rural, que le llaman, también la encontramos en la provincia de Biobío y que llega a otras comunas. Por lo tanto, debemos analizar en esa complejidad. También tenemos un aumento de violencia en las ciudades que debemos abordar con una mirada más amplia”
Otra forma de ver la política
-¿Mantiene buenas relaciones con el gobernador, Rodrigo Díaz?
“Mantenemos una muy buena relación. La instrucción que hay hacia las delegaciones regionales tiene que ver con poner todas las herramientas posibles para lograr la descentralización. Entendemos que los gobernadores son autoridades democráticamente electas para hacer la función de la administración regional, así es que hay que proveerlas de herramientas para que logren esa tarea”.
-¿Cómo evalúa el episodio del botellazo que el gobernador recibió hace unos días?
“La violencia nunca va a ser el camino para resolver un problema. No pido que todos estén de acuerdo conmigo, pero sí puedo esperar que prevalezca el diálogo. Lo que ocurrió ahí es salirse del diálogo y entrar en una agresión. Entiendo la frustración, que ciertas personas sientan que no se les escucha, pero esto no puede ocurrir. Pienso que es un llamado a las autoridades para estar más cerca de la gente y que podamos comprender lo que les aqueja”.
-¿Aún cree que la figura del delegado presidencial no es necesaria? Todavía no están todos los seremis aquí, y en otras regiones pasa lo mismo. El gobierno se está apoyando en las delegaciones en temas delicados. ¿Realmente es prudente hacerla desaparecer?
“Creo que las decisiones de la estrategia regional deberían quedar en manos del gobernador. Pero también siento que hay muchos gobernadores y gobernadoras que están aprensivos con hacerse cargo de los temas de administración seguridad. Pero sí, el rol de la delegación es coordinar a las autoridades de los ministerios en cada región, que son los que manejan la mayor cantidad de recursos. Ahí hay un asunto por resolverse. Nosotros hablamos del traspaso de competencias que hay que ir promoviendo. Tampoco hay que olvidar que esperamos el trabajo de la Convención Constitucional que, seguramente, va a determinar algunas funciones de administración regional. No sé si vamos a ser nosotros los que vamos a resolver respecto de la permanencia de este cargo, pero estamos convencidos de que hay que trabajar en dotar de competencias al cargo electo democráticamente”.
-¿Hay algún sello en particular que quiera imprimir a su gestión?
“Sí. Debemos partir haciéndonos cargo de lo que surgió en el estallido social. Las personas no estaban conformes con cómo se estaba haciendo política, y nuestra tarea es desarrollar gestión cercana, donde la gente pueda sentir que viene a conversar conmigo o a cualquier oficina pública y no hay ningún problema. Es lo que esperamos lograr no solo a nivel de delegación, sino que a nivel de gobierno. Otra característica tiene que ver con que soy una delegada mujer en un mundo político plagado de hombres. Con las mujeres que hoy están en distintos cargos, esperamos impulsar el gobierno feminista de Gabriel Boric. Las feministas tenemos otra forma de ver la política, comprendiendo y no imponiendo. A mí no me hace sentido sobresalir, me hace mucho más sentido la horizontalidad y ejercer el cargo en conjunto con la comunidad. Esto es algo pasajero, no es quien yo soy”.
-El discurso del presidente Boric, al asumir, fue inspirador para muchas minorías. ¿Ese es un desafío para usted también?
“Por supuesto. Una de las cosas que necesitamos es hacernos cargo de aquellos de los que jamás se hicieron cargo. Eso nos ha transformado en la sociedad que somos ahora, que es una sociedad indolente, que mira por arriba, que se preocupa de los que generan problemas, pero no de las personas que están peleando en lo cotidiano. Hay muchos grupos que se han hecho cargo de asuntos que se debió haber hecho cargo el Estado, y que han tenido que nacer obligados (los grupos) por esta despreocupación”.
-El narcotráfico es el problema más agudo en la seguridad en las ciudades, la sensación es que ahora hay más violencia asociada a la droga.
“Sí. Hay un problema de narcotráfico, y parte de ese problema es que se están reproduciendo conductas de violencia que antes no se daban. Los expertos dicen que la pandemia les entregó terreno a estos grupos para desarrollar prácticas que se dan en otros países. Eso es una realidad, como también es una realidad que el narcotráfico es una de las aristas que complejiza la situación del Wallmapu”.
-Y en la migración, que es otro de sus temas. Cómo ve la situación en la región. La proyección hace pensar que pronto podríamos tener oleadas de migración en condiciones poco dignas. ¿Cómo se están preparando para enfrentar esa situación?
“Tenemos una visión distinta a la del gobierno anterior. Hay una ley de migración, pero que aún carece de norma, es decir, de institucionalidad al respecto que se refiera a los pasos inhabilitados, a los derechos humanos de los que ingresan y a quiénes se les está permitido quedarse y a quiénes no. No vamos a decir ‘que venga todo el mundo’, porque esa es la caricatura que ronda por ahora. Queremos una migración que sea ordenada, que garantice a la gente que entra una calidad de vida, dignidad y que dé tranquilidad. No el desorden en el que estamos ahora, y donde nadie sabe qué va a pasar”.