Chile despertó y puso en la agenda pública los temas que llevaba postergando durante muchos años, visibilizando malestares, inequidades e injusticias sociales de las cuales los emprendedores también hemos sido víctimas.
Betsy Concha,
Psicóloga. Magíster en Ciencias de la Educación. Presidenta Asech Biobío.
Escribo de dolores antiguos, de personas que se la jugaron por seguir sus sueños y rentabilizar sus talentos, pero que a medio andar se encontraron con grandes deudas, burocracia y una cancha dispareja para los pequeños y medianos. Pero, lamentablemente, también escribo de dolores recientes, que se han transformado en una triste paradoja en medio del despertar nacional: negocios de barrio saqueados, de locales comerciales que han bajado drásticamente sus ventas, de emprendedores y emprendedoras que trabajan con miedo, y pienso: ¿qué estamos haciendo realmente para apoyarlos?
Desde la Asociación de Emprendedores de Chile Biobío (ASECH BIOBÍO) hemos estado desde el primer día junto a los nuestros, realizando un catastro que ha arrojado números que avergonzarían a cualquier país civilizado, pero a partir de ellos hemos podido canalizar las distintas ayudas que se han ido generando desde el sector público y privado.
Pero este nuevo Chile necesita más porque, en vista de los hechos, ese esfuerzo no es ni será suficiente. Con urgencia debemos pasar de las muestras de buena voluntad a financiamientos y apoyos reales que no signifiquen mayor endeudamiento sino valor compartido.
El apoyo a los emprendedores debe ser transversal y a corto, mediano y largo plazo. Ahí está el futuro de nuestra economía: en la colaboración constante entre empresas, emprendedores -innovadores y llenos de sueños- y ciudadanos que optan por nuestros productos y servicios locales.
Nuestra Región tiene un ecosistema vinculado al emprendimiento. En él hay voluntades que se encuentran, y que han trabajado de manera colaborativa desde el inicio de esta crisis. Eso abre caminos de esperanza, porque dentro de nuestros compromisos también está el establecer los puentes necesarios con la gran empresa para cumplir estándares que nos permitan trabajar juntos, mirándonos a los ojos.
Han sido y serán días difíciles para nosotros, pero algo se puede hacer mejor, sin duda. Necesitamos que el mundo privado, entre otras cosas, destine parte del presupuesto 2020 al apoyo concreto y estratégico de ideas regionales con gran proyección, y se generen encadenamientos productivos sin letra chica y pensando en grande.
Necesitamos, también, que cada persona que lea esta columna modifique sus hábitos de consumo y sepa que cada vez que compra en un negocio pequeño está concretando el sueño de una persona valiente que se atrevió.
Estamos preparados para el desafío y ansiosos de involucrarnos y ser parte de un nuevo modelo de crecimiento, porque los emprendedores somos el motor de la economía. Pero también queremos dejar de ser tan vulnerables, queremos ser fuertes y parte de un mercado en el que los grandes se vinculen con nosotros.