Roger Sepúlveda Carrasco
Rector Santo Tomás
Región del Biobío
Hay un dicho muy cierto que dice: “Para hacer tortillas hay que quebrar huevos”, una frase que revela que para hacer esta preparación se requiere necesariamente tomar decisiones que pueden ser dolorosas e impopulares. Pues bien, así también, para que un país pueda avanzar con políticas públicas, obras, programas sociales diversos (o hacer tortillas), los gobernantes deben resolver considerando la evidencia científica disponible y, en particular, lo que la economía tiene para indicar.
Una de las siete acepciones del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española sobre la palabra economía reza lo siguiente: “Ciencia que estudia los métodos más eficaces para satisfacer las necesidades humanas materiales, mediante el empleo de bienes escasos”. Ergo, ya podemos establecer que los bienes siempre serán escasos frente a las necesidades y, por ello, la política económica debe priorizar los recursos disponibles, teniendo siempre una mirada en resolver la coyuntura actual, pero con particular interés en el impacto futuro de dichas decisiones.
Pareciera que a ratos la economía como ciencia se ha dejado de lado para usarla más bien como un elemento político, donde acomodaticiamente se hacen unas u otras interpretaciones de hechos objetivos, para, en definitiva, amoldar la realidad a la explicación desde mi trinchera. El propio Banco Mundial o la OCDE han entregado sus opiniones al respecto, donde se reconoce una muy posible ralentización de nuestro crecimiento, una elevada inflación, depreciación de la moneda local, baja del poder adquisitivo, entre otros, lo que hace ver que nuestras perspectivas económicas en el corto y mediano plazo no sean de las mejores.
Hoy, con una economía tremendamente sobrecalentada, con una inflación anual de un 12,5% (el mayor nivel desde junio de 1994), una proyección de frenazo en el crecimiento en el tercer trimestre de este año y, derechamente, una recesión para el 2023, lo razonable sería quebrar los huevos. En ese sentido la literatura indica que la responsabilidad fiscal por parte del gobierno, por un lado, y el manejo independiente por parte de los bancos centrales, con potentes señales en materia de tasa de política monetaria (TPM), por otro, serían las herramientas necesarias a considerar para sortear con mayor éxito esta transición sin hipotecar el desarrollo.
Chile requiere abordar seriamente lo que está pasando, no subestimar a la economía y adoptar las medidas que sean necesarias para enfrentar el complejo panorama. Reducir el gasto público, no estar planteando alzas impositivas ni ofertones de bonos de última hora, entre otros, podrían brindar quizás las certidumbres que actualmente parecieran escasear en el plano económico. Para poder cumplir cada uno de los sueños y anhelos que tenemos como país, tenemos que convencernos que, sin huevos, Chile no tendrá tortillas.