Gustavo Constenla Scabone
Director carrera Medicina
Universidad Andrés Bello.
La pandemia continúa, y aunque al evaluar las condiciones epidemiológicas podemos ver que los números resultan un poco más alentadores, es claro que esta situación nos acompañará por un tiempo más. Sin embargo, las autoridades nos han otorgado un pequeño alivio: a partir del 14 de abril podremos quitarnos la mascarilla al aire libre, siempre que se cumplan ciertas condiciones.
¿Es una buena medida liberarnos de este elemento de protección personal? Si nos enfocamos en las características del entorno, comparando la posibilidad de contagio en ambientes abiertos versus ambientes cerrados, y nos basamos en los datos que entrega la última evidencia científica, concluiremos que la probabilidad de que un paciente se contagie es 19 veces mayor en espacios cerrados que al aire libre.
Esto porque al estar en espacios abiertos, el aire dispersa y diluye los virus, ayudando a evaporar las gotitas de líquido que los transportan. Asimismo, en ambientes cerrados, pero con buena ventilación, también disminuye la posibilidad de contagio, aunque siempre es mayor que al aire libre.
Al analizar esta medida también debemos considerar dos aspectos fundamentales en esta ecuación: los factores que aumentan la posibilidad de contagio y las medidas que lo disminuyen.
En el primer grupo se encuentran la carga viral poblacional, el tipo de cepas predominantes, su grado de contagiosidad y las características del ambiente en donde se da la interacción humana, como la concentración de personas en un determinado espacio, su distanciamiento y el tipo de ventilación presente en el lugar.
“… la decisión en Chile de deponer el uso obligatorio de la mascarilla en espacios abiertos va en la línea de lo que ya han hecho otros países con realidades epidemiológicas comparables, como la mayoría de los europeos”.
En tanto, entre las medidas que disminuyen el riesgo de contagio están el lavado frecuente de manos (o el uso de alcohol gel), el distanciamiento social, el uso correcto de mascarillas y, por último -pero no menos importante-, la vacunación en contra del Covid-19.
En cuanto a este último punto, debemos recordar que la vacunación no solo disminuye la cifra de contagios, sino también, el número de casos sintomáticos, los episodios graves,
las hospitalizaciones y las muertes por Covid. Pero es importante recordar que esta protección depende de la cantidad de dosis recibidas y del tiempo desde la última.
Con respecto a esto, en el país estamos en buen pie, ya que el 95% de la población recibió su primera dosis; un 94%, el esquema completo; más del 90%, la dosis de refuerzo y ya más del 13% tiene su cuarta dosis. Dicho esto, la decisión en Chile de deponer el uso obligatorio de la mascarilla en espacios abiertos va en la línea de lo que ya han hecho otros países con realidades epidemiológicas comparables, como la mayoría de los europeos.
“A pesar de esta nueva libertad (condicionada), no está de más recomendar a la población de riesgo, que por sus características tiene más posibilidades de evolucionar gravemente al contagiarse, requerir hospitalización o, incluso, morir, que siga usando la mascarilla en lugares abiertos”.
En nuestro caso, hay que resaltar que el no uso de mascarilla es siempre condicional. Depende del momento epidemiológico en que nos encontremos, y en cuál de las tres fases de impacto sanitario establecidas en el nuevo Plan Paso a Paso estemos.
Pero surge otra duda: ¿era este el mejor momento para implementar la medida, dada la cercanía del invierno y la posible coexistencia con otras enfermedades respiratorias,
como la influenza? Lo es, siempre que estemos atentos a las condiciones epidemiológicas y cumplamos lo establecido para cada una de las fases. Así, si retrocedemos de etapa,
deberemos volver al uso obligatorio de mascarillas.
A pesar de esta nueva libertad (condicionada), no está de más recomendar a la población de riesgo, que por sus características tiene más posibilidades de evolucionar gravemente al contagiarse, requerir hospitalización o, incluso, morir, que siga usando la mascarilla, en lugares abiertos. Esto incluye a mayores de 70 años, embarazadas y personas inmunodeprimidas, diabéticas, obesas, o que padecen asma o patologías crónicas, como
enfermedad pulmonar obstructiva, cardiovascular, renal o hepática.
Así, podemos concluir que, aunque gocemos de mayores libertades, es necesario mantenernos atentos y continuar con las medidas de prevención, comenzando por conocer la fase de impacto sanitario en que se encuentra nuestra comuna. También, debemos cuidar -cuando estemos al aire libre- de mantener al menos un metro de distancia entre personas, y usar la mascarilla cuando esto no sea posible.
Por último, es importante recalcar que es esperable que estas medidas preventivas sean evaluadas de forma continua por las autoridades para, de acuerdo con los resultados epidemiológicos, tomar decisiones respecto de si aumentar o disminuir las restricciones.