La tasa de longevidad alcanzada en Chile ha provocado que sea mayor el número de personas afectadas por un estado de dependencia en la tercera edad, periodo en el que necesitan ser asistidos por alguien más. Planificar los gastos extras que ocasionarán sus cuidados es una responsabilidad que se debe asumir con tiempo.
En las últimas décadas, la medicina ha avanzado cualitativa y cuantitativamente en todo el mundo, de la mano de los grandes avances médicos y tecnológicos alcanzados. Estos progresos médicos no sólo han revolucionado la resolución sanitaria, sino que también han logrado extender la expectativa de vida de la población.
En Chile, especificamente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que sus habitantes tienen hoy una esperanza de vida promedio de 80,5 años, muy por encima de la media global que es de 71,4 años.
Fruto de esta nueva longevidad alcanzada en Chile, sus habitantes presentan mayor riesgo de llegar a situaciones de dependencia, entendida como el estado en que, por falta de autonomía física, síquica o intelectual, las personas se ven obligadas a requerir de asistencia o ayuda para realizar las acciones comunes de la vida diaria y, de modo particular, los referentes al cuidado personal.
Este estado demanda una serie de cuidados especiales y gastos extras, los que se vuelven necesarios para preservar la calidad de vida.
Conscientes de esta nueva realidad, EuroAmerica ha desarrollado una interesante propuesta que busca apoyar a quienes se ven enfrentados a esta situación. “Nuestro seguro Renta Dependencia nace como una forma de proteger a quienes se ven afectados por una enfermedad o accidente que le impida realizar sus actividades diarias de manera normal y autónoma. Tiene el objetivo de ser un apoyo económico para el paciente, o su familia, una manera de ayudarle a financiar sus cuidados prolongados”, sostiene Gustavo Jiménez, Gerente de la sucursal Concepción de EuroAmerica.
Discapacidad versus Dependencia
Es necesario aclarar la diferencia entre discapacidad y dependencia, entendiendo la primera como la situación de aquellas personas que presentan limitaciones para realizar determinadas actividades, como oír, ver o caminar, en caso de discapacidades físicas, aunque no necesariamente precisan de la ayuda de un tercero para desenvolverse en su vida diaria.
“La dependencia, en cambio, es el estado en que se encuentran quienes, por razones ligadas a la falta o pérdida de autonomía física, síquica o intelectual, necesitan la asistencia de otros, o una ayuda importante, para realizar sus actividades habituales, o cuidarse a sí mismos”, detalla Jiménez.
La American Occupational Therapy Association (AOTA) define como situación de dependencia total, aquel estado físico o mental que no permite desarrollar al menos cuatro de seis actividades de la vida diaria. Las actividades contempladas por la AOTA son: higiene personal, entendida como la habilidad de lavarse o bañarse por cualquier medio, de modo de mantener su cuerpo con un nivel razonable de higiene; consumir alimentos y bebidas que ya estén preparados y disponibles, vestirse y desvestirse por sus propios medios, acceder autónomamente al uso de sanitarios, completo control de la función intestinal y vaciado voluntario de la vejiga, y desplazarse por sí mismo de un lugar a otro, aun cuando sea gracias al uso de equipo apropiado, como una silla de ruedas, un bastón, o cualquier otro medio.
“Si la persona presenta falencias para realizar autónomamente al menos cuatro de estas seis actividades estamos hablando de alguien que mantiene un estado de dependencia, dice Jiménez, quien agrega: “El seguro Renta Dependencia busca ayudar con los gastos prolongados que demandan sus cuidados, los que usualmente no son considerados por los planes de salud y que, evidentemente, no alcanzan a financiarse con el monto promedio de una pensión. No hay que olvidar que estos gastos son muchos, pues incluyen personal de asistencia, remodelación de la vivienda, rehabilitación o kinesiología, implementos médicos, medicamentos o alimentación especial, entre muchos otros”, comenta el directivo.
Seguro Renta Dependencia
Si bien son aquellos más próximos a su periodo de jubilación quienes suelen preocuparse por su futuro y cómo financiar los distintos escenarios que podrían presentarse una vez fuera del ámbito laboral, también hay personas jóvenes que se ocupan de planificar, con mucha anticipación, la existencia de un respaldo económico que los ayude en caso de accidente o enfermedad cuando lleguen a la tercera edad.
“Eso es parte de una planificación financiera inteligente. Por ello, se puede optar a este seguro desde los 18 años, teniendo como edad tope para la compra del seguro los 70. Su cobertura es bastante amplia y sus beneficios, múltiples. Al caer en estado de dependencia, la persona recibe una renta mensual de entre 20 y 50 UF, que puede ser pactada de 36 a 60 meses, recursos que no exijen rendición de su uso, pues son de libre disposición del asegurado”, explica Jiménez.
El seguro Renta Dependencia se constituye, así, en una excelente opción para quienes busquen, anticipadamente, mantener su calidad de vida en caso de presentarse algún inconveniente que dañe seriamente su salud y los obligue a depender de otros para desenvolverse normalmente.