Acabamos de vivir un nuevo 8 de marzo que conmemoró el Día Internacional de la Mujer. La elección de esa fecha recuerda la constante lucha -con remembranzas incluso a trágicos hechos históricos- que han llevado adelante las mujeres en la historia por la igualdad de género que debe existir. De esta forma, dicho día fue establecido por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas para honrar la lucha por la igualdad femenina en el ámbito social, económico y político.
Sin duda que el rol de la mujer a lo largo de la historia ha ido evolucionando y avanzando, y que incluso en la actualidad podemos decir que varias asimetrías (abiertamente injusticias) se han corregido. Sin embargo, aún queda y, mucho, por avanzar. Y ahí está nuestro desafío, para seguir aportando en abrir nuevos y mejores espacios que fueron vedados en el pasado por temas de género, aportando al debate y enriquecimiento de estos avances, como también siendo agentes permanentes de cambio frente a los desafíos que esto demande.
La participación femenina efectiva y su incentivo son fundamentales hoy en nuestra sociedad, desde estudiantes a profesoras, desde investigadoras a rectoras, desde cualquier rol, la mujer está llamada a seguir aportando, como siempre lo ha hecho, a una sociedad más justa, fraterna e igualitaria y, sin duda, que los hombres debemos trabajar y comprometernos en pos de ello.
Si todos somos parte de la sociedad y parte, entonces, del problema de las asimetrías que existen, todos debemos ser parte de la solución. Lo otro sería asumir una causa parcial y sesgada. Marco este punto frente a ciertas miradas excluyentes que existen al respecto desde visiones y grupos, a mi juicio, muy radicalizados en sus posturas y que, de paso, replican conductas de discriminación.
Cada desafío que ha enfrentado la humanidad a través de sus comunidades organizadas (países, sociedades, entre otros), por más difíciles y complejos que han sido, los ha podido superar siempre con un espíritu de unión y, en la práctica, con el apoyo y aporte de todos los involucrados. Por todo ello, cada Día Internacional de la Mujer nos debe llevar a convencernos y comprometernos que en la lucha por la igualdad de género nadie sobra y, muy por el contrario, todos estamos llamados a trabajar y aportar en cada logro, desafío y avance que se deban asumir como pendientes.