Edadismo: La desconocida discriminación que afecta a nuestros mayores

/ 7 de Febrero de 2024

Que son más lentos, que no saben de tecnología o que no pueden valerse por sí mismos son algunas de las aristas que conforman la imagen estereotipada que muchos tienen de los adultos mayores. Un prejuicio que, a veces, ellos mismos internalizan, y que impacta su salud y bienestar, pudiendo -incluso- reducir su esperanza de vida.

Conscientes de este fenómeno y de sus consecuencias, en la región se desarrollan iniciativas que buscan impulsar su participación en la comunidad y en la discusión de políticas públicas, así como entregarles conocimientos que les permitan insertarse en la sociedad, logrando con ello -de paso- construir un país más justo e inclusivo.

Por Cyntia Font de la Vall P.

Cuando escuchamos hablar acerca de discriminación, a nuestra mente vienen palabras como racismo, homofobia o machismo. Sin embargo, pocas veces pensamos en una de las formas de marginación más extendida en el mundo, el edadismo, concepto que hace solo unos años la Real Academia Española incluyó en su compendio, definiéndolo como: “Discriminación por razón de edad, especialmente de las personas mayores o ancianas”.

El edadismo se ha constituido en una de las formas más extendidas de segregación. Tanto así, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que se trata de la tercera causa de discriminación en el mundo -antecedida por el sexismo y el racismo- y que una de cada dos personas tiene conductas edadistas hacia las personas mayores.

Dra. Jacqueline Sepúlveda, directora de la Escuela de Innovación UdeC.

El dato es corroborado por la Dra. en Ciencias, Jacqueline Sepúlveda, profesora titular del Departamento de Farmacología de la Universidad de Concepción y directora de la Escuela de Innovación UdeC, quien explica que la OMS ha definido el edadismo como un estereotipo, prejuicio o discriminación hacia personas de ciertas edades, en quienes sus años de vida se usan para categorizarlas y dividirlas por atributos que las menoscaban y les ocasionan daño, desventaja o injusticia. “Esta discriminación también puede afectar a otros segmentos, como a los jóvenes, de quienes se puede decir que carecen de la experiencia necesaria para asumir un cargo de liderazgo. Sin embargo, son las personas mayores las más afectadas, pues se suele asumir que no tienen las capacidades físicas o mentales para desarrollar una cierta labor o cumplir con una jornada laboral”.

La académica aclara que si bien hay estudios que señalan que en Chile este tipo de discriminación es mínimo en relación a otros países, sí existe, aunque de manera más encubierta. “Tenemos una percepción de las personas mayores que dista mucho de la realidad. Por ejemplo, hay un estudio que arrojó que el 63% de los chilenos cree que los mayores de 60 años no son capaces de valerse por sí mismos. Eso es una percepción errónea, pues hay un estudio del Servicio Nacional del Adulto Mayor que dice que más del 85% es autónomo… Y esa contradicción entre la realidad y nuestra percepción evidencia el edadismo en Chile”, argumenta.

Edad biológica versus edad cronológica

En 2017, Chile ratificó la Convención Interamericana para la Protección de los Derechos de las Personas Mayores, que establece que “la persona, a medida que envejece, debe seguir disfrutando de una vida plena, independiente y autónoma, con salud, seguridad, integración y activa participación en las esferas económica, social, cultural y política de sus sociedades”.

En virtud de este acuerdo, Chile se compromete a proteger los derechos humanos y libertades esenciales de las personas mayores, sin discriminación alguna, y a brindarles igualdad de trato y de oportunidades que a otros individuos, independiente de su edad.

“La ratificación de esta Convención significa que debemos avanzar en la generación de estrategias que permitan un envejecimiento y una longevidad saludables, pensando en las personas mayores no con un enfoque asistencialista, sino de derecho. No obstante, aún no se ven grandes avances en esta materia”.

Añade que, a la hora de idear iniciativas en pro de las personas mayores, se debe tener presente la diferencia entre la edad cronológica (los años de vida) y la edad biológica (la condición física, mental y emocional de la persona). “Muchas de las políticas públicas que se generan se basan en la edad que tiene la persona, y no en cómo está realmente su cuerpo o su mente, lo que las hace poco efectivas”, opina.

“Me creen incapaz, me siento incapaz”

El psiquiatra, Dr. Vicente Aliste, jefe de la Unidad de Salud Mental y Psiquiatría del Hospital Las Higueras, afirma que el concepto de edadismo nació como una forma de categorizar a las personas a partir de su edad. “Pero, luego, se fue dando una manifestación defectual, asignándole un sesgo negativo a la persona que se asociaba con ese matiz… Y, si lo piensas, es un prejuicio muy propio de esta sociedad, inmediatista, exigente, que no tolera a quienes van a un ritmo más lento”.

Dr. Vicente Aliste, jefe Unidad de Salud Mental y Psiquiatría, Hospital Las Higueras.

Añade que el edadismo se refiere a cómo pensamos (estereotipo), nos sentimos (prejuicio) y actuamos (discriminación) respecto -en este caso- de las personas mayores, y que se expresa a nivel estructural, interpersonal e, incluso, de forma autoinfligida.

“El edadismo estructural tiene que ver con las normas sociales, las leyes, las prácticas de las instituciones de nuestra sociedad, que restringen las oportunidades y perjudican a las personas mayores, dando a entender que son ciudadanos de menor categoría. Luego, está el interpersonal, constituido por las creencias que cada uno tiene sobre los mayores… Por ejemplo, voy manejando y veo que el auto de adelante va muy lento. ¿Qué pienso? Que quien conduce es un adulto mayor. ¿Por qué? Por mis prejuicios: creo que son incapaces, más lentos, más torpes. Incluso, se dice que los viejos son sordos, gruñones… todo forma parte de la imagen estereotipada que tenemos de ellos”, explica.

Finalmente, el edadismo autoinfligido se da cuando el adulto mayor internaliza este prejuicio, convenciéndose de que la imagen negativa que los demás tienen de él es cierta. “Se someten a los prejuicios edadistas de los otros y los hacen propios. Dicen ‘a mi edad, ya no sirvo para eso’, o ‘tenme paciencia, soy viejo’… Comienzan a convencerse de que no son capaces. De hecho, hay un informe de la Universidad Católica que estableció que -entre siete países estudiados- es en Chile donde los adultos mayores más creen que tienen un estado deficitario, lo que es un fenómeno muy triste”.

El edadismo quita años de vida

Se ha demostrado que el edadismo -manifestado en lo que la sociedad, cada uno de nosotros y ellos mismos piensan de las personas mayores- perjudica de manera progresiva su salud y bienestar. “Su impacto es muy real. Se ha estudiado y comprobado su asociación con una salud física y mental más deficiente e, incluso, con un mayor o más rápido deterioro neurocognitivo al aumentar su aislamiento social”, detalla el especialista.

Agrega que este prejuicio también se experimenta en el ámbito sanitario, siendo el periodo de pandemia el mejor ejemplo de esto, ya que por falta de recursos se debió priorizar a los pacientes jóvenes por sobre los mayores. “En algún punto de la crisis sanitaria, en los hospitales se comenzó a dar prioridad a quienes parecían tener más posibilidades de sobrevida y de recuperación, a la vez que se fue postergando a los adultos mayores, para quienes se empezó a hablar de manejo paliativo”.

Lamentablemente, esa forzosa postergación se vive a diario a nivel mundial, donde la permanente escasez de recursos obliga a priorizar. “Si veo a un hombre joven, padre de familia, que tiene un menor avance de la enfermedad y potencialmente más años de vida, ciertamente lo voy a escoger por sobre un señor de 70 años. Suena doloroso, pero ante la falta de recursos, es la única opción… Y cuando finalmente esa persona mayor reciba el tratamiento, el efecto no va a ser el mismo: habrá más deterioro, más agravamiento, más muerte, lo que es una comprobación de que el edadismo acorta su esperanza de vida”.

A eso podemos sumarle el impacto que esta discriminación tiene en la salud mental de los ancianos, cuyo estado de ánimo va decayendo hasta llegar, incluso, al extremo de ya no querer vivir, al sentirse constantemente minimizados, postergados y aislados. “Sienten que ya no aportan, se sienten solos, incomprendidos, mirados en menos, y eso va disminuyendo su autoestima y su vitalidad… Y si a eso le agregas las variables psicosociales, como problemas económicos o menos redes, se puede generar un problema de salud mental. Habitualmente, un trastorno depresivo, no siempre tratado, y que conlleva proyecciones lamentables, siendo la más grave la suicidalidad”, comenta el Dr. Aliste.

Combatir el edadismo desde la participación

Ante las consecuencias que puede tener este fenómeno, la OMS ha declarado que es urgente implementar estrategias y políticas públicas tendientes a combatir el edadismo desde distintos frentes.

Janine Albarrán, coordinadora regional del Senama.

Desde Biobío, la coordinadora regional del Servicio Nacional del Adulto Mayor, Janine Albarrán, señala que la misión del Senama es justamente avanzar en la garantía de los derechos fundamentales de los adultos mayores. “Pero no solo desde el cuidado o la asistencialidad, sino viendo a esa persona como un ser biopsicosocial, con múltiples intereses y necesidades, y efectuando acciones tendientes a promover un envejecimiento digno, activo, saludable y participativo”.

Entre estas iniciativas, destaca el Fondo Nacional del Adulto Mayor, que financia proyectos autogestionados por ellos mismos. “Aquí lo que hace es decir: yo creo que ustedes, como personas mayores, son capaces de generar sus propias iniciativas, sin necesidad de que yo, como Estado, defina lo que pueden hacer. Así, ellos postulan sus proyectos, y nosotros financiamos aquellos seleccionados… En general, presentan bastantes proyectos para viajar, también muchos de capacitación, de reparación de sus sedes o de apoyo a instancias solidarias”, detalla.

Otra iniciativa del Senama que busca combatir el edadismo desde la participación, es la Escuela de Formación para Dirigentes, instancia que ofrece espacios de formación a integrantes de organizaciones de adultos mayores, brindándoles información sobre políticas y ofertas públicas dirigidas a ellos, de modo que puedan hacer valer sus derechos. “Los dirigentes mayores demandan cada vez más conocimientos y participación en los temas que afectan a su comuna, a la región e, incluso, al país. Quieren incidir en los temas contingentes, como seguridad o salud, y para eso la Escuela les brinda herramientas… Han tenido cursos de elaboración de proyectos, de liderazgo, de equidad de género, etc., conocimientos que les ayudan a liderar sus juntas de vecinos o clubes de adulto mayor, y les permiten ser más autónomos para resolver problemas o generar sus propias iniciativas”.

Encuentro de dirigentes de organizaciones de adulto mayor.

Janine Albarrán informa que todas las comunas de la región del Biobío cuentan con uniones comunales de clubes de adulto mayor, además de federaciones provinciales, instancias que permiten a sus dirigentes aportar al Senama información sobre las necesidades y propuestas de su segmento, y también incidir en la política pública. “Tienen reuniones periódicas con distintas entidades públicas y privadas, y con frecuencia les toca ser la voz de un segmento bastante invisibilizado: el de las personas mayores dependientes, que muchas veces no pueden demandar sus derechos por sí mismos”, explica.

Subirse al carro de la tecnología

Jacqueline Sepúlveda y Janine Albarrán coinciden en que dar a los adultos mayores la posibilidad de seguir trabajando es parte importante de participar y sentirse útiles. Sin embargo -advierte la coordinadora regional de Senama-, esto debe plantearse como una opción para quienes quieran y puedan hacerlo. “Es importante diferenciar entre quienes desarrollaron un trabajo más bien intelectual, y aquellos que toda su vida trabajaron en una actividad de mucho esfuerzo físico, porque estos últimos, probablemente, al momento de la jubilación no estén en condiciones de seguir trabajando… Este tema además conlleva un desafío en materia legislativa: cómo lograr que las personas mayores que así lo elijan puedan seguir trabajando, pero sin que pierdan las garantías propias de su segmento”.

También la tecnología se ha convertido en un obstáculo para la permanencia de los mayores de 60 años en el mundo laboral. De hecho, la pandemia dio pie a una acelerada transformación digital, que limitó aún más sus opciones laborales. “Hoy en día, necesariamente, cualquier oportunidad de trabajo para una persona mayor debe considerar alfabetizarla digitalmente. Y, en ese sentido, aunque se trata de una responsabilidad que la sociedad en su conjunto debe asumir, la academia tiene mucho que hacer y decir al respecto”, afirma Jacqueline Sepúlveda.

De hecho, la Universidad de Concepción se tomó en serio esta misión y, a través de su Academia de Innovación, desde 2018 desarrolla cursos de alfabetización digital para personas mayores.

Enseñanza a la medida

Si bien Senama es el servicio encargado de operacionalizar las políticas públicas en torno a las personas mayores, para acabar con el edadismo y lograr una sociedad más inclusiva se necesitan las voluntades de todos, sostiene Janine Albarrán. “Así, por ejemplo, el sector privado podría implementar planes de contratación para mayores de 60 años. Eso sería un gran avance, porque en Chile no tenemos programas pensados para los profesionales seniors, en los que se reconozcan y aprovechen los años de estudio, de trabajo, de experiencia que acumula un trabajador a lo largo de su vida y que podría traspasar a las nuevas generaciones”.

Asimismo, dice Jacqueline Sepúlveda, a la academia le corresponde crear estrategias para la capacitación continua de las personas mayores, las que no pueden ser una copia del sistema de enseñanza usado en colegios y universidades, sino que deben estar especialmente adaptadas a este segmento. Pensando en ello, al alero de la Academia de Innovación UdeC se desarrolla el programa Longevidad Saludable, que ofrece a las personas mayores herramientas que se enmarcan en tres principios: empatía, intergeneracionalidad y andragogía.

“Tenemos un proyecto piloto con la municipalidad de San Pedro de la Paz, con quienes co-construimos una estrategia tendiente a que las personas mayores alcancen una longevidad saludable. Esto contempla, primero, intentar ponernos en su lugar, atendiendo a sus preocupaciones, tiempos y condiciones: segundo, entendiendo que una sociedad donde interactúen distintas generaciones es el primer paso para lograr la inclusión, tenemos estudiantes, voluntarios de la UdeC, que trabajan en conjunto con las personas mayores aprendiendo unos de otros, y finalmente está la andragogía, una forma específica de enseñanza”.

Este innovador método de instrucción implica una “negociación” entre docentes y alumnos, acerca de los contenidos del curso, los horarios y la estrategia pedagógica. “Siempre se ofrece a las personas mayores cursos de cosas que no les interesan. En la andragogía, en cambio, partimos conversando con ellos: qué quieren aprender, por qué lo quieren aprender y de qué manera lo quieren aprender. En San Pedro de la Paz, por ejemplo, llevamos más de un año desarrollando cursos que ellos han pedido, como talleres de sexualidad, de enfermedades neurodegenerativas, de polifarmacia, etc. Asimismo, en nuestros cursos de alfabetización digital no partimos enseñándoles las partes del computador. Eso no les interesa. Ellos quieren resolver problemas cotidianos e insertarse en la sociedad actual: saber cómo comunicarse por alguna plataforma con sus familiares, cómo acceder a cursos e-learning, suscribirse a algo o cotizar un viaje… y basándonos en la andragogía, eso es lo que les enseñamos”.

Cierre del taller de Psicofarmacia y salud mental para personas mayores, en Nacimiento.

De igual modo, el programa Longevidad Saludable de la Academia de Innovación UdeC ha llegado hasta otras comunas, como Hualpén y Nacimiento, con talleres de patologías crónicas, psicofarmacia y salud mental para personas mayores. “Se trata de iniciativas pioneras, que podrían replicarse en otros lugares, y eso nos llena de orgullo, porque desde Biobío estamos liderando este tipo de procesos… Y con el trabajo que realizamos con las personas mayores sentimos que estamos construyendo un país más justo, más solidario y menos desigual”, puntualiza Jacqueline Sepúlveda.

Por su parte, Janine Albarrán recalca la importancia de propiciar una sociedad más inclusiva. “No podemos olvidar que, según la última encuesta CASEN, Chile tiene más de 3.650.000 adultos mayores, y que se proyecta que para el año 2050 este segmento constituirá el 32% de la población. Con estas cifras, es evidente que debemos incluirlos, tomar conciencia de que el edadismo existe, luchar contra él y trabajar para generar ciudades y sociedades más amigables para todos”.

O’Higgins 680, 4° piso, Oficina 401, Concepción, Región del Biobío, Chile.
Teléfono: (41) 2861577.

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