Tradiciones son tradiciones. Llega diciembre y, con él, los balances de año. Comenzamos a reflexionar sobre lo bueno, lo malo, sobre aquello que logramos y las metas que quedaron pendientes. Nos ilusionamos con un 2021 lleno de aventuras y alegrías, y comenzamos a preparar calendarios. También realizamos la planificación estratégica de nuestra organización o área, el respectivo presupuesto y comenzamos a soñar este nuevo ciclo. Pero antes de eso, es importante recordar los altos y bajos que vivimos quienes trabajamos en educación en este año desafiante.
Recuerdo estas alturas del año en 2019. Vivíamos el estallido social y proyectábamos un 2020 lleno de cambios, sobre todo en el ámbito político y social. No nos imaginábamos lo que iba a pasar en realidad. Iniciamos el año escolar con alegría y motivación; el reencuentro con nuestros estudiantes siempre nos llena de energía: escuchar de sus vacaciones, verlos con sus materiales nuevos, cuidándolos como hueso santo, y los uniformes recién planchados acompañando peinados hechos con dedicación de mamás y papás.
”Continuamos con la incertidumbre, pero también con la esperanza intacta de pronto volvernos a abrazar, y con la convicción de que juntos podemos lograrlo, poniendo siempre a nuestras niñas, niños y adolescentes en el centro de nuestra tarea”.
Lamentablemente, el encuentro duró poco tiempo. El 13 de marzo nuestros establecimientos cerraron, y cambiamos las salas por las pantallas, las conversaciones por el chat y las clases por material en línea. La educación a distancia desafió nuestra manera de enseñar y nos obligó, una y otra vez, a adaptarnos a una crisis sanitaria sin precedentes. Tuvimos que adaptarnos a las tecnologías y, sobre todo, a la realidad de nuestros estudiantes.
En abril vinieron las vacaciones adelantadas, donde los escolares descansaron, pero muchos profesores y equipos directivos continuaron trabajando para llevar contenido y material a todos. En la Red de Colegios de Enseña Chile hemos visto muchos ejemplos de ese esfuerzo: clases por audios de WhatsApp en Los Álamos; Revistas de Arte en San Carlos; transmisiones en vivo por YouTube o Instagram en Concepción, y el uso de Google Meet y Classroom en Cañete, Talcahuano y San Pedro de la Paz.
En julio paramos nuevamente, con profesoras y profesores más cansados, sin aún lograr tener asistencia completa. Nos volvimos a adaptar: cambiamos metodologías, tipo de material, carga de trabajo para docentes y estudiantes, y mucho más. Más establecimientos se sumaron a las clases sincrónicas y otros entregaron tablets y becas de conectividad. La incertidumbre crecía, pero el compromiso se mantenía firme, movilizándonos a buscar la manera de llegar a todos.
Constantemente escuchábamos y escuchamos del retorno a clases presenciales, y nos fuimos preparando. En la Mesa de Equipos Directivos de Enseña Chile compartimos lineamientos generales, nos retroalimentamos los planes y nos preparábamos para los distintos escenarios.
Llevamos las tradiciones a la virtualidad, celebrando las Fiestas Patrias con actos cívicos a la distancia. ¡Vimos incluso estudiantes con uniforme desde casa extrañando el colegio! Bailamos cueca junto a nuestras familias y tuvimos concursos para las alianzas en los aniversarios de colegio. Misión imposible, fotos con más likes, desafíos y más fueron algunas de las alternativas para acercarnos y reunirnos a compartir. Volvimos a vivir la comunidad escolar, aunque fuera a través de la pantalla.
En octubre nos sorprendimos con la enorme gratitud, cariño e ingenio de estudiantes y apoderados, entregándonos regalos a domicilio para el Día del Profesor. Después llegó fin de año y despedimos a nuestros cuartos medios con Licenciaturas online o presenciales, con público acotado y sus sonrisas de orgullo cubiertas por la mascarilla.
Ha sido un 2020 duro, desafiante y de muchísima entrega. Pero si hay un aprendizaje que rescato, es la importancia de las redes: conocernos, conectarnos, compartir y aprender los unos de los otros. Esta pandemia nos ha enseñado que nos necesitamos para apoyarnos y acompañarnos en la incertidumbre, no solo entre nuestra propia comunidad, sino con otros que están viviendo lo mismo. Porque únicamente juntos podemos salir adelante, adaptarnos y crecer.
Espero el 2021 nos permita volver a tener las salas llenas, con cada estudiante que despedimos con tanto cariño el 13 de marzo, sin saber que el reencuentro demoraría tanto. Continuamos con la incertidumbre, pero también con la esperanza intacta de pronto volvernos a abrazar, y con la convicción de que juntos podemos lograrlo, poniendo siempre a nuestras niñas, niños y adolescentes en el centro de nuestra tarea.
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