A diario, un niño, niña o un adolescente en alguna parte del mundo es noticia por haber sido víctima de actos terribles de violencia por parte de pares. A veces, tanto ellos como sus agresores son todavía tan pequeños que cuesta creer aquellos casos. Pero ocurren, y desde hace tiempo, dicen expertos. En Chile, uno de cada cuatro niños asegura ser blanco de intimidaciones constantes. Seguramente, sus historias no serán recogidas por los medios masivos e, incluso, tal vez ni en sus colegios o ni siquiera sus padres se enteren de sus padecimientos. Seguirán resistiendo, como puedan, hasta que quienes tienen la misión de cuidarlos, tomen este tema realmente en serio.
Por Pamela Rivero J.
Su historia se conoció en septiembre de este año. En su cumpleaños número 11, Izan había decidido llevar una torta para compartirla con sus compañeros en una escuela de verano, en la localidad mallorquina de Lloseta, en España. Pero lo que iba a ser un motivo de festejo, se convirtió en una terrible situación de acoso para el cumpleañero, que fue provocada por otros chicos, tan niños como él. En un video que se viralizó en redes sociales, se ve a Izan con una polera blanca, sentado sobre un neumático, llorando.
De fondo se oye una particular versión del cumpleaños feliz, con una letra modificada y llena de insultos hacia el festejado.
_ «Mierda, gordo, pa ti» o «gordo foca feliz», son algunos de los versos que le dedican quienes supuestamente lo celebrarían
A modo de protesta, su hermano difundió esta situación en Instagram. Izan recibió muestras de apoyo desde todo el mundo, y sentidos mensajes de conocidos influencers, cantantes, actores y futbolistas.
Días antes de lo de Izan, el caso de una familia de Puente Alto, que denunciaba que niños de entre 8 y 10 años habrían incendiado su casa mientras ellos vacacionaban, estremecía a los chilenos. El siniestro habría sido el acto cúlmine de la intimidación sistemática que este grupo de chicos, vecinos de su condominio, venía realizando desde hace un tiempo en contra del hijo menor de la familia afectada. “Nos cagaron la vida”, decía a los medios la mamá del pequeño.
Una larga historia de abusos de parte de otros niños tenía también un niño de 9 años, quien, a menos de un mes de haber iniciado el año escolar este 2022, recibió un cruel ataque de sus compañeros de colegio, en Valparaíso. Lo ataron y le sacaron sus pestañas, acusó su padre. La agresión habría ocurrido en el patio del establecimiento, en el horario de recreo, a vista y paciencia de toda la comunidad escolar.
Estos tres casos tienen en común situaciones de violencia extrema protagonizadas por niños. Comparten también un patrón de intimidación sistemática en contra de otros pequeños, pero, sobre todo, asombran por tratarse de un bullying tan despiadado, que cuesta entender que haya sido ideado por chicos que ni siquiera llegan a la adolescencia.
SIEMPRE HAN EXISTIDO
Felipe Lecannelier fue uno de los primeros psicólogos en Chile en estudiar el fenómeno del bullying. Con ese conocimiento como aval, explica que los casos de violencia, donde están involucrados niños de tan corta edad, no son solamente de “estos tiempos”, que siempre han existido, pero que antes eran menos visibles.
“Entiendo que como hoy existe un mayor conocimiento y sensibilización hacia el tema, las redes sociales o los medios de comunicación recogen estos casos que son identificados como emblemáticos, por el grado de violencia o por la escasa edad de sus autores, pero nosotros venimos observando prácticas de bullying de este tipo desde que comenzamos a investigarlo, en el 2002”. Y añade que el hecho de atribuir estas situaciones a la pandemia o “al mundo de hoy” es un tanto “acomodaticio”, porque así los adultos no se hacen cargo de que ni las familias ni los colegios en Chile se han preocupado realmente de este fenómeno tan doloroso como frecuente.
Datos de una medición hecha por la ONG Bullying Sin Fronteras, entre 2020 y 2021 en Chile, establecieron que uno de cada cuatro niños y adolescentes es víctima de bullying. La misma investigación determinó que en el periodo evaluado, aumentaron 40 % las denuncias por maltratos físicos y psicológicos en colegios públicos y privados. De 3.760 casos se subió a 5.934. La región Metropolitana concentró la mayor cantidad, 2.516, mientras que en la del Biobío hubo 236. La antecedieron Arica y Parinacota, Iquique, Valparaíso, Puerto Montt y O´Higgins.
PADRES QUE NO VEN LA VIOLENCIA
Lecannelier también sostiene que los niños que se identifican como autores de bullying generalmente provienen de entornos “tremendamente agresivos y maltratadores” y que, por lo mismo, no conocen otras formas de relacionarse que no sean a través de la violencia. Esos niños, cuenta, a medida que van creciendo, van “sofisticando” sus formas de agresión, hasta llegar a prácticas crueles y peligrosas. “Y aquí hay que tener cuidado, porque la gente se pregunta cómo los padres no hacen algo. Cómo no se ocupan de ese problema, o se afirma que mienten cuando aseguran que su hijo no intimida a otros. Y la verdad es que posiblemente no se dan cuenta, porque las investigaciones son súper claras: los que menos van a reconocer que su hijo es agresivo son justamente los padres, porque ellos normalizan la violencia, por eso no la ven”, afirma.
Agrega que en el último tiempo también han observado otro perfil de niños o adolescentes maltratadores. Estos no necesariamente vendrían de contextos violentos, pero son chicos que buscan popularidad y que, para alcanzarla, asumirían conductas agresivas hacia otros. “Dentro de ciertas formas de maltrato está la idea de que si el acto que se comete es muy violento, seguramente se conocerá en todas partes, y eso le dará al agresor la popularidad que anhela”, refiere el psicólogo.
De ahí que su consejo es que tanto en los colegios como en las familias se deberían fomentar vínculos sanos, lejanos de la competencia y donde se afirme que quien es violento o maltratador va a ser rechazado por los demás, y que va a estar lejos de la popularidad entre pares que tanto se persigue en la adolescencia. “Pero como en Chile la educación está basada en más de un 90 por ciento en la obtención de una nota y en el éxito escolar, a este tipo de educación socioemocional no se le da prioridad. Algo similar ocurre con algunos padres o adultos responsables del cuidado de niños, para quienes portarse bien es solamente tener buenas calificaciones”. La consecuencia de esa carencia es que los chicos o chicas se sienten impunes y con plena libertad de agredir.
HOY ME VAN A PEGAR TRES VECES
Las víctimas de bullying también tienen perfiles definidos. Suelen ser niños de pocos amigos o solitarios, generalmente tímidos, y que no contestarán a un maltrato. “Son niños a quienes los agreden y no saben qué hacer”, sostiene el psicólogo. “Y sus victimarios tienen muy claro que pueden maltratar impunemente al que no se defiende y al que menos amigos tiene, porque ese no va a pedir ayuda. Hay un patrón de mucha soledad y aislamiento en los niños que son crónicamente víctimas de bullying”.
Desgraciadamente, recalca “vivimos en un mundo escolar donde no se apoya a los niños solitarios o a los que les cuesta relacionarse con otros. En circunstancias de que ellos deberían ser prioritarios. Habría que identificarlos y ayudarles a sentirse partícipes de su comunidad escolar. Si el niño no tiene amigos, entonces los adultos del colegio deberían darles el mensaje de que, si algo malo les pasa, pueden acudir a ellos. Se trata de evitar que vivan menos solos”.
Un gran avance, destaca Lecannelier, es que se haya comenzado a identificar al bullying como un tipo de trauma, que podría terminar afectando a la víctima hasta en su edad adulta, en la forma de relacionarse con su pareja, con sus hijos o con sus colegas del trabajo. Así debería generar la importancia que necesita. “El gran problema es que esto se lleva diciendo hace 20 años en Chile, pero acá la violencia, el matonaje y la intimidación aún se normaliza”.
Aunque la visibilidad que los medios entregan a hechos de violencia desmedida o a crueles formas de acoso ayuda a denunciar y a perseguir posibles responsabilidades, logrando repudios masivos hacia los maltratadores, todos los días hay otros pequeños que están recibiendo ataques constantes y silenciosos de un par. “Son niños que cuando despiertan en las mañanas saben que ese día los van a molestar, por lo menos, 10 veces en el colegio; que seguramente les van a pegar otras tres, que les van a poner sobrenombres y que los van a excluir. Ese es un factor de estrés tan grande y doloroso, que los transforma en víctimas de una violencia que también se puede asemejar a esa que tanto nos impacta en los medios. Pero a ellos nadie los ve”, enfatiza Felipe Lecannelier.
LAS DIMENSIONES DEL BULLYING
Bullying es la intimidación sistemática que uno o varios niños o adolescentes realizan hacia otro u otros niños o adolescentes. Puede ser generado a través de violencia física o verbal, pero, además, está el bullying psicológico, que son las amenazas para provocar miedo, para conseguir algo material del agredido o para obligarlo a realizar una acción que este no quiere realizar. Se suma también, el social, que consiste en aislar progresivamente a la víctima, ya sea de actividades escolares o entre amigos.
Con la masificación del Internet y de las redes sociales apareció el ciberacoso por medio de las tecnologías digitales. La Unicef lo define como “un comportamiento que se repite y que busca atemorizar, enfadar o humillar a otras personas”. Por ejemplo: difundiendo mentiras o publicando fotografías o videos vergonzosos de alguien en las redes sociales. Asimismo, enviando mensajes, imágenes o videos hirientes, abusivos o amenazantes a través de plataformas de mensajería o haciéndose pasar por otra persona para difundir mensajes agresivos en su nombre o a través de cuentas falsas.