Roger Sepúlveda Carrasco
Rector Universidad Santo Tomás
Región del Biobío.
La popular frase “El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones” es atribuida al santo francés San Bernardo de Claraval (1090-1153). Una expresión muy antigua, cuyo significado está relacionado con que las buenas intenciones per se no garantizan necesariamente buenos resultados, en primer lugar, porque no bastan solo las intenciones, sino que estas deben ir acompañadas de obras y recursos. En segundo lugar, sin el conocimiento adecuado o sin una evaluación seria, se pueden cometer muchos errores. Como tercer enfoque podemos interpretar que únicamente con el discurso no arreglamos nada, son solo palabras al viento.
La historia nos muestra muchas iniciativas que suenan buenas y generosas, pero que a corto andar se transforman en un problema mayor al que se trató de resolver inicialmente.
Hace algunas semanas, tuve la oportunidad de viajar a Argentina y tan increíble como su destrucción productiva, como consecuencia del mal manejo económico, llama la atención la cantidad de personas que literalmente “viven” de las ayudas sociales -o “planes”, como le llaman ellos- que entrega el Estado. Eso porque en nuestro país vecino más 22 millones de personas reciben asistencia social de forma sistemática mediante diferentes tipos de asignaciones. Esta cifra se multiplicó más de 10 veces en los últimos 20 años. La paradoja es que la pobreza continúa siendo un problema desbordado sin una solución cercana, habiendo alcanzado un porcentaje del 45% de sus habitantes este último año.
Sin ir muy lejos, en Chile se ha ido instalando una creciente cultura asistencialista de otorgamiento de bonos de la cual no se ha escapado ningún gobierno en las últimas dos décadas. Es que es muy tentador entregar asignaciones directas que garanticen bases electorales, y una vez que se entra en el juego ya no puede salir. Es una especie de droga que crea tolerancia. Lo complejo de esto es que el “proveedor” principal somos los propios contribuyentes, a quienes cada gobierno de turno, con una creatividad inagotable, busca ir carcomiendo a mascadas hasta que no queda más que aportar o se espantan los capitales que buscan otros países donde tengan mayor certeza jurídica y sistemas tributarios menos voraces.
Como alternativa entonces solo va quedando la deuda para mantener a la clientela contenta, lo cual ayuda a extender el ciclo, pero tarde o temprano la crisis de pago y el default llega con el consecuente descalabro que pagan extremadamente caro los ciudadanos, especialmente los mismos que recibían los beneficios.
Volviendo a Argentina, en los últimos años lleva nueve defaults, y hoy es el país con el récord mundial de impago de deuda soberana. Sí, también ganó la copa del mundo de fútbol 2022.
En conclusión, siempre es mucho más complejo y menos tentador políticamente seguir el camino indirecto, que involucra favorecer el crecimiento económico y la generación de empleos de calidad, lo cual involucraría restar este tipo de asignaciones o transferencias directas para generar instrumentos de promoción de inversión pública y privada que generen real crecimiento y oportunidades para las personas.