No tiene títulos en primera división y su historia se ha caracterizado por líos en el ámbito administrativo, teniendo en varias oportunidades problemas financieros que, a fin de cuentas, se convirtieron en su peor rival. Aun así, Deportes Concepción tiene una historia fascinante, con altos muy altos y bajos muy bajos; partidos inolvidables, una hinchada incondicional, personajes que dejaron huella, y capítulos imborrables que en esta edición relatan sus protagonistas y testigos de las hazañas de un equipo que se identifica con la ciudad, porque aunque lo hayan desafiliado del fútbol profesional, el “Conce” no se va de los corazones penquistas.
Nace un sentimiento y una rivalidad (1966)

De volver a competir, lo podría hacer en la Tercera División B del amateurismo, recién, el 2017.
Un duro golpe para una ciudad que se identifica con sus colores pero, especialmente, para sus seguidores y, cómo no, para esos socios fundadores que durante 50 años han seguido domingo a domingo al “León de Collao”. Uno de ellos es Luis Toledo, quien a sus 79 años recuerda con detalle cómo nació el club. “En esa época los conjuntos más populares de acá eran el Lord Cochrane y Fernández Vial, que estaban en el amateurismo y participaban del Torneo Regional. En 1965 estas instituciones intentan fusionarse para tratar de entrar a la Asociación Central de Fútbol y estar en el profesionalismo, pero al final los del “Vial” no quisieron hacerlo. El mismo año, Ramón Guerrero, presidente de la Asociación de Fútbol de Concepción, formó Deportes Concepción, que se unió con el Lord Cochrane y pasó a llamarse Concepción-Lord, pero esa unión sólo duró pocos meses. Finalmente, el 15 de abril de 1966 se fusionan otros equipos: Liverpool, Juventud Unido, Galvarino y Santa Fe, dando vida a Deportes Concepción. Así, el club fue admitido para representar a la ciudad a nivel nacional en el campeonato de la entonces Segunda División (Hoy Primera B).

En su negocio de timbres en la galería Alessandri, lugar inconfundible, porque los artículos y fotos que recuerdan a los “lilas” son protagonistas, Toledo asegura que en 1966 también nació el clásico penquista por excelencia: Deportes Concepción versus Arturo Fernández Vial. Sin embargo, los ferroviarios se quedaron en el amateurismo y no fue hasta 1982, en el marco del torneo de la entonces Segunda División, que se enfrentaron por primera vez de forma oficial en el estadio Collao con un empate a cero. En sus primeros años no hubo caso, Deportes Concepción no pudo batir al “Vial” hasta 1989, cuando por fin acabó con una historia de derrotas y empates.
El amor incondicional que Luis Toledo siente por su club lo traspasó a sus cuatro hijos, 10 nietos y un bisnieto. Con ellos, justamente, fue al último partido del “Conce” en el estadio Ester Roa Rebolledo, cuando el equipo venció 4 a 0 a Deportes La Serena, un triunfo que alimentó el sueño de pelear un cupo para ascender a la serie de honor del fútbol chileno, pero que quedó sólo en un anhelo porque días más tarde se sentenciaría el destino del club.
Un león en la defensa (1967)

“Haroldo Peña jugó sólo el año 1967 en Deportes Concepción. Venía de Trasandino de Los Andes, de donde es oriundo. Si hay algo que lo caracterizaba eran su garra y su potencia. De hecho, jugando contra San Bernardo Central, dejó aturdido al arquero rival Simón Kuzmanic, luego de que un remate suyo le diera en la cabeza y lo hiciera chocar contra el palo, terminando de manera abrupta el juego para el guardavalla, quien en ambulancia fue llevado al hospital”, asegura Muñoz.

Una temporada en la institución bastó para que Haroldo Peña se convirtiera en ídolo. Esa pasada por el club contribuyó a que Deportes Concepción ascendiera tras ganar su primer título en la Segunda División, en 1967. Su partida no hizo olvidar a los hinchas su legado, ya que ellos fueron los encargados, a través de lienzos y cantos, de hacer perdurar el apodo, que a fines de los noventa se inmortalizó en el escudo del club.
”Pata Bendita” (1968)

Un año más tarde ya jugaba en la Selección Chilena y alguien escribió sobre su mayor cualidad: “Siniestra, pierna, siniestra”. Así lo relata el Premio Nacional de Periodismo Deportivo, Héctor Alarcón, quien no sólo conoció a Osvaldo Castro, a quien apodaron “Pata Bendita”, sino que también lo vio jugar. Su popularidad traspasó ciudades, y en Deportes Concepción pusieron sus ojos en la promesa. “En 1968 viajaron tres dirigentes a Calera, entre ellos el secretario del club, pero que allá dijeron que era el tesorero. Los ‘cementeros’ pedían 60 mil escudos por el pase, y los personeros penquistas ofrecieron pagar el 50 por ciento con dinero del club y, el resto, con los aportes que hacía la Asociación Central de Fútbol a cada institución por concepto de recaudación de entradas. Sin embargo, Deportes Concepción no pudo pagar el porcentaje prometido y tuvo que cancelar gran parte del pase del jugador con los aportes. Incluso los hinchas habrían colaborado con dinero para traerlo y un diario vespertino publicaba estas cooperaciones”, afirma el profesional penquista.

En 1970 incluso arañó el récord de goles hechos en una temporada que ostentaba Luis Hernán Álvarez con 37. Ese año, el “Pata Bendita” hizo 36 jugando por el “León de Collao”.
Su carrera siguió en México, donde continuó su racha goleadora hasta alcanzar en toda su vida futbolística los 373 goles, una marca que lo encumbra en la cima del balompié chileno.
Un loco en la Libertadores (1991)
En 1988 la convicción de un argentino se radicó en Deportes Concepción. “Cuando llegué dije que íbamos a clasificar a la Copa Libertadores y todos se rieron de mí. Pasaron unos años y lo conseguimos”, cuenta el exarquero del “Conce”, Nicolás Villamil, una de las figuras de la campaña de 1990, que le entregó al club un cupo para, junto a Colo Colo, representar a Chile, en la “Libertadores”, tras ganar la liguilla en Santiago.
En la Copa Libertadores de 1991 estuvieron en el Grupo 2, junto con los “albos”, la Liga Deportiva Universitaria y Barcelona, ambos de Ecuador. Dos triunfos, dos derrotas y dos empates sentenciaron que los “lilas” pasaran a la siguiente fase. En segunda ronda jugaron contra América de Cali. El partido de ida en Concepción partió mal para los locales, ya que terminado el primer tiempo perdían 2 a 0. Nada mejoró, especialmente luego de que se sumara una invitada de piedra. “No se veía a más de un metro de distancia por la niebla. De repente, la pelota picó en el agua que había, se resbaló y entró (…) no sé de dónde vino, pero fue gol de los colombianos y eso que lo mejor que yo tenía era la vista”, añade el arquero. La vuelta se jugó en Venezuela, producto de las guerrillas en Colombia. Allá empataron a 3, lo que los dejó eliminados del torneo que finalmente ganó Colo Colo.
Un equipo recordado, en especial Villamil por una personalidad que lo distinguía. “Acá me apodaron el ‘loco’, porque yo hacía cosas fuera de lo que comúnmente acostumbraban los chilenos (…) cuando en esos años estaba de moda para las mujeres hacerse la permanente en el pelo, yo también me la hice y eso les parecía raro. Igual a mis camisetas y guantes que eran de un color, yo les agregaba otras cosas llamativas. Era un adelantado”, dice.
Singularidades que hacía, como cuando era el tercer arquero de Estudiantes de La Plata, en Argentina, y en un entrenamiento se puso de espaldas para contener un penal… y lo atajó. Lo que nunca jamás imaginaron en su equipo era que repetiría esa hazaña en un partido oficial, pero la excentricidad era lo suyo. “Fue en La Bombonera frente a San Lorenzo. Lo más suave que me gritaban era ¡payaso!, pero cuando lo atrapé fueron aplausos. Después lo hice jugando por el “Conce” contra Unión Española y Huachipato, y en las dos me resultó (…) era una forma de distraer a los rivales y por suerte salió”, sentencia quien con sus locuras quedó en el corazón morado y hoy en redes sociales es un hincha más aleonando a la manada para no darse por vencidos por la desafiliación.
Libertadores una década después (2001)
En el 2000, una vez más en la Liguilla por la Copa Libertadores, Deportes Concepción llegaba a una final contra la Universidad Católica en Talca. Era algo así como David contra Goliat; los penquistas ya tenían problemas económicos y administrativos frente a un equipo “millonario” que, entre otros, tenía a Néstor Gorosito en sus filas. Fue un encuentro inolvidable y Alejandro Rodríguez, contertulio lila en el Show de Goles, lo recuerda así: “Viajé solo en bus, me bajé en la carretera y empecé a buscar el estadio, porque no conocía Talca. Allá me encontré con más gente y me acuerdo que el primer tiempo del partido se dio de una forma hermosa, ya que con dos goles de Mauricio Pozo estábamos ganando y era no menor por el rival. En el complemento, el técnico Óscar Garré sacó a los delanteros para defender el resultado y la Católica nos empató. Terminaron los 90 minutos del partido y en el tiempo extra se jugaba con gol de oro. Yo realmente creía que perdíamos, porque era difícil hacer un gol. Sin embargo, me acuerdo claramente: hubo un centro de Pozo y en el borde del área grande el ‘Chiqui’ Chavarría cabecea y hace el gol. Fue tremendo”.
Este médico radicado en Santiago reconoce que lloró de emoción al ser testigo de la segunda clasificación morada, esta vez a la Copa Libertadores 2001. Para el torneo había que prepararse y el portero Fernando Navarro-Montoya llegó como el gran refuerzo lila, convirtiéndose en una de las figuras del plantel. Compartieron grupo junto a Nacional de Uruguay, Jorge Wilstermann de Bolivia y San Lorenzo de Argentina, dirigido entonces por Manuel Pellegrini, y con el Loco Abreu en el conjunto.
En el papel, asegura Rodríguez, el “Conce” y los bolivianos eran los equipos más débiles. “Así nos veían los rivales e incluso para el último partido de la fase de grupos, la única posibilidad para que pasáramos a la otra ronda era ganar 3 a 0 a Jorge Wilstermann y que San Lorenzo no venciera a Nacional. De hecho, los argentinos estaban tan confiados que jugaron sólo con juveniles. Me acuerdo que San Lorenzo iba empatando a uno y nosotros ganando 2 a 0. Quedaban dos minutos, Montecinos tira un centro y Bautista hace el gol de cabeza. Clasificamos por diferencia de goles, eliminando a San Lorenzo. Collao en ese momento se vino abajo”, rememora. En la segunda fase se encontraron con el Vasco da Gama que trajo a Romario a jugar a Collao, donde los “lilas” cayeron 3 a 1, y luego 1 a 0 en su visita a Brasil, diciendo adiós a la copa, pero dejando en el recuerdo momentos imborrables en sus hinchas ese 2001.
De la Copa Libertadores a la Primera B (2002)
Sólo un par de meses le bastaron al “León de Collao” para borrar la campaña del 2000 y la participación en la Copa Libertadores 2001. “Para el partido contra Vasco da Gama por la Libertadores, el estadio en Collao estaba llenísimo, pero la organización informó que asistieron 24 mil personas, es decir, como seis mil menos de las que obviamente había”. El periodista Pablo Veloso pone este ejemplo para dar cuenta de la poca claridad económica con que en esa época se manejaba a Deportes Concepción. Es difícil explicar qué pasó con el dinero que dejaron los premios por participar en la Libertadores; lo único certero es que parte de él se ocupó para sueldos, y para este hincha no fue raro lo que sucedería a fines del 2002. La base de ese plantel fue la Sub 19 que había sido campeona en 2000, entonces se reforzaron sólo algunos puestos, confiando en lo que podía hacer ese grupo con bastante poca experiencia en el fútbol profesional. Ese año, por primera vez se juega con la modalidad de play-offs en dos torneos anuales con una fase grupal y otra eliminatoria.
En el Apertura, Deportes Concepción no clasificó a la siguiente ronda, y en el Clausura, por esas cosas raras del fútbol chileno, pasa a la postemporada aun cuando ya estaba descendido por puntos (en ambos torneos consiguió solo 28 unidades de 90, ocupando el decimoquinto lugar entre 16 conjuntos). En esa instancia eliminó a Cobresal y en cuartos de final se enfrentó a Cobreloa, que finalmente dejó fuera a los “lilas” del campeonato, y en Calama tras perder 2 a 1, se concretó su descenso a la Primera B. “No fue tan dramático, porque se armó un equipo tan débil en cuanto a jugadores y a estructura que no se pudo nunca consolidar el juego, así es que los hinchas sabíamos que lo más probable era que bajaríamos”, sentencia Veloso, y añade que “históricamente, el club se ha caracterizado por un mal manejo administrativo, por lo tanto, descender tras haber jugado una Copa Libertadores y lo que eso podría haber significado, no fue tan extraño”. Dos años permanecieron en la Primera B, hasta que el 2004 logran el ascenso para jugar el próximo torneo en la división de honor, fue la última temporada antes de recibir un primer castigo de parte de la ANFP por los problemas económicos.
Comienza el fin (2006)

El año de la suspensión, a Deportes Concepción lo dejan participar en la Tercera División pero sólo como invitado, por lo que muchos parten, entre ellos, Almendra, quien regresa en 2007 cuando el equipo retorna a la Primera División tras cumplir el castigo, y en junio de ese año, ya una vez más con deudas, el plantel es vendido a la concesionaria León de Collao S. A., la que se suponía traería inversiones alemanas: dinero fresco y la promesa de un proyecto para construir un polideportivo.
“Todos los días había reuniones y nos decían que el dinero iba a llegar. Pasamos momentos muy duros, ya que nos adeudaban cinco meses y dentro del club se vivía una situación catastrófica. Sin embargo, teníamos la confianza en lo que nos decía Mario Munzenmayer y Marcos Ulloa, los representantes de los supuestos alemanes. Yo trataba con ellos y nos mostraban documentos de traspasos hechos desde el extranjero (…) una vez hasta celebramos la llegada de dinero, pero al otro día no teníamos ni para el taxi”, confiesa el futbolista.

El día más triste (2016)
Concepción se mantuvo desde 2009 jugando en Promera B, ya con la concesionaria Fuerza, Garra y Corazón a la cabeza.
Con 35 años trabajando en el club, Samuel Silva, utilero del primer equipo, fue a trabajar el 26 de abril. “Tuvimos práctica el lunes, pero por lo que estaba pasando, ese martes le dieron el día libre a los jugadores. Nosotros también estábamos confiados, pero en un momento, los chicos de la inferiores que estaban entrenando se reúnen al centro de la cancha y unos empiezan a llorar: ahí nos dimos cuenta lo que sucedía”. Tiene pena, pero está tranquilo. Con cuatro hijos adultos, aún le cuesta creer que el “Conce” desaparezca. No ha dejado de ir a los campos deportivos, asegura que es su segunda casa y es difícil alejarse. Como gran parte de los funcionarios, tuvo que acudir a ahorros y “apretarse el cinturón”, como dice, y aunque no sabe qué hará en el futuro, la familia del fútbol se ha hecho presente con ofertas de empleo para un hombre que es un símbolo del “camarín morado”.
La esperanza es lo último que se pierde
Al cierre de esta edición, se reactivaba el Club Social Deportes Concepción gracias a la votación de sus socios que escogieron a la única lista directiva que se presentó y que trabajará para recuperar el club. Asimismo, el ámbito judicial, la Corte de Apelaciones de Santiago se declaró incompetente para tramitar el recurso de protección interpuesto por el abogado Roberto Coloma, que busca revertir la desafiliación y fue remitido a la Corte de Apelaciones de Concepción, corriendo la misma suerte y siendo devuelto a Santiago.