Chile ha caminado pasos significativos en la comprensión y el apoyo a personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA), pero entre ellas todavía hay un grupo que permanece invisibilizado: los adultos con TEA que luego de egresar del sistema educativo se enfrentan a un abismo al tratar de acceder al mundo laboral.
En Chile, los adultos TEA, sobre todo aquellos con diagnóstico severo, afrontan un horizonte marcado por la escasez de oportunidades laborales adaptadas a sus necesidades particulares.
Una realidad que contrasta con los avances que la sociedad ha aprendido a ofrecer a los niños y jóvenes con esta condición, que se vieron refrendados luego de la publicación de la ley 21.545, conocida como ley TEA, que promueve un abordaje integral en el ámbito social, de la salud y de la educación, de niños, adolescentes y adultos con trastorno del espectro autista.
La falta de integración laboral para estos adultos con diagnóstico severo no es una cuestión de voluntad, sino de estructuras y políticas insuficientes. La ausencia de programas específicos y adaptados a sus habilidades limita sus posibilidades de inserción en un mercado laboral que, a menudo, no comprende ni se adecua a sus necesidades.
La historia de Nicolás, de 30 años, que relatamos en el reportaje Centro ocupacional ASPAUT Chiguayante, un camino hacia la inclusión laboral, quien trabaja en un centro ocupacional creado para adultos TEA, refleja el dilema al que se enfrentan otros adultos como él. La particularidad de dicha iniciativa es que parte de su financiamiento es solventado por las propias familias de los trabajadores quienes, dado escenario, están muy lejos de tener la posibilidad de recibir una remuneración.
La escasez de políticas inclusivas y programas de capacitación laboral adaptados les niega la posibilidad de desarrollar habilidades laborales y, además les priva de la independencia y el sentido de pertenencia que ofrece el trabajo.
La experiencia de este centro ocupacional de Chiguayante resalta la necesidad de programas especializados, apoyo financiero sostenible y un marco legal que fomente la inserción laboral de estos adultos, reconociendo sus capacidades y adaptando los entornos laborales a sus necesidades específicas.
La inclusión laboral no es solo un acto de equidad, sino que es una oportunidad para aprovechar habilidades únicas y contribuciones significativas que las personas del espectro autista pueden ofrecer a la sociedad. Por eso, ya es momento de pasar de la sensibilización a la acción concreta.