Roger Sepúlveda Carrasco
Rector Universidad Santo Tomás
Región del Biobío
Al cumplirse dos años de la administración del presidente Gabriel Boric, creo pertinente reflexionar sobre el desempeño económico de su gobierno, un aspecto crucial para la visibilidad y viabilidad de cualquier programa gubernamental. En este sentido, las cifras que hemos conocido al respecto en este periodo muestran un escenario muy desafiante, marcado por indicadores que revelan una precaria gestión en este ámbito.
Desde 1990 en adelante, ningún otro periodo presidencial ha enfrentado un inicio tan exiguo en materia económica como el actual. Con un ritmo promedio de crecimiento del 0,7% en los primeros 23 meses, el gobierno de Boric queda rezagado significativamente respecto de sus predecesores, una desaceleración que se manifiesta de manera preocupante, especialmente cuando se compara con el crecimiento promedio mundial del 3%.
El desempleo, otro indicador clave, ha alcanzado su nivel más alto en los últimos años, ubicándose en un preocupante 8,3%, una cifra que contrasta notablemente con los gobiernos anteriores y que evidencia la urgencia de abordar políticas que fomenten la inversión y estimulen la creación de nuevas fuentes laborales.
“La revaloración del crecimiento económico asumida por el Gobierno es alentadora, pero debe ir acompañada de acciones concretas para ser realmente creíble. Medidas como la reducción de los tiempos para la realización de proyectos de inversión son pasos positivos, pero se necesita un esfuerzo conjunto y continuo para revertir la tendencia económica actual”.
La parálisis en la inversión y el bajo crecimiento económico pueden atribuirse, en parte, al clima de incertidumbre generado por el programa de gobierno, así como al proceso de cambio constitucional, ambos factores que han mermado la confianza de los inversionistas y obstaculizado el desarrollo económico del país.
Por otro lado, el Ejecutivo ha insistido en perseverar con una Reforma Tributaria que a todas luces significa mayores costos para las empresas y las personas, poniendo en alerta a quienes toman las decisiones económicas y generando una fuga de capitales hacia lugares con mayor certidumbre regulatoria y menores costos impositivos. Todo lo anterior, haciendo oídos sordos a las recomendaciones de los expertos de mejorar la recaudación fiscal por la vía del crecimiento económico y la eficiencia en la administración pública. Respecto de esto último, según cifras del INE, en el trimestre septiembre-noviembre de 2023 se crearon 65.532 plazas laborales en la administración pública, dejando clara la necesidad de nuevos recursos para el Estado.
En este contexto, la ratificación tardía del TPP11 es un ejemplo de oportunidad perdida para generar recursos y acceder a mercados internacionales clave. Este acuerdo, que representaba una puerta hacia economías que comprenden el 15% del PIB mundial, podría haber impulsado nuestra economía nacional. Sin embargo, su demora ha dejado al país rezagado en términos de integración económica global.
La revaloración del crecimiento económico asumida por el Gobierno es alentadora, pero debe ir acompañada de evidencias tangibles y acciones concretas para ser realmente creíble. Medidas como la reducción de los tiempos para la realización de proyectos de inversión son pasos positivos, pero se necesita un esfuerzo conjunto y continuo para revertir la tendencia económica actual.
En conclusión, el desafío económico que enfrenta el Gobierno de Gabriel Boric es innegable. Superar esta coyuntura requerirá un enfoque integral que combine políticas sociales efectivas con medidas que impulsen el crecimiento económico y fomenten la inversión. Por lo tanto, el futuro del país depende de la capacidad de su administración y de sus equipos para abordar estos retos con determinación y pragmatismo.