El presidente, los diarios y el corazón

/ 2 de Noviembre de 2023

La historia del presidente Boric, de los diarios y de la relación de estos con el corazón de las personas comenzó a gestarse a fines de octubre, en el Encuentro Anual de la Industria, realizada en el marco de la celebración de los 140 años de la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa).

Y ocurrió cuando durante su intervención, el mandatario expresó su disconformidad con el tipo de noticias que cubría la prensa nacional, personalizándola en el trabajo de tres diarios de circulación nacional: “Tenemos muy buenas noticias que dar”, partió afirmando, y acto seguido agregó: “Yo cuando leo los titulares de los diarios, aunque en verdad leo poco los diarios a esta altura… es impresionante el afán por preferir las malas (noticias). Yo no sé cómo queda el corazón de quienes siguen leyendo los diarios El Mercurio, La Tercera y La Segunda, porque, en verdad, pareciera como si viviéramos en un país infernal, y no estamos en eso”, finalizó.

Las respuestas del sector aludido no tardaron en aparecer. Primero fue la Asociación Nacional de Prensa (ANP), que calificó las declaraciones del presidente como “hostiles con la labor periodística”, y recordó que se sumaban “a otras acciones suyas y de su gobierno… que se iniciaron incluso durante la última campaña presidencial”. Posteriormente, dos asociaciones internacionales, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y la Asociación Mundial de Periódicos y Editores de Noticia (WAN-INFRA, por su sigla en inglés), que representa a 18.000 publicaciones de 120 países. manifestaron opiniones similares. Esta última expresó que lo vertido por el mandatario chileno contravenía el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que reconoce la libertad de opinión y de expresión como un derecho fundamental. Asimismo, que amenazaba la libertad de prensa y la labor social y de control de los medios de comunicación. Pero lo más categórico fueron las palabras del presidente de WAN-IFRA, Fernando de Yarza, quien comparó las opiniones del presidente Gabriel Boric sobre la prensa, con los juicios que hacia los medios de comunicación han realizado Donald Trump y Nicolas Maduro, al advertir que como asociación mundial seguirán velando por impedir que se trate de silenciar la labor fundamental de los periodistas con prácticas antidemocráticas y tratando de manipular a la opinión pública para imponer un mensaje único por parte de políticos populistas, como Boric, Trump o Maduro…”.

“…la preocupación no debería estar puesta en cómo las noticias afectan el corazón de los chilenos, sino que en fomentar en ellos las habilidades de pensamiento crítico para que puedan evaluar la información, sus fuentes, sus enfoques y, a partir de ello, sacar sus propias conclusiones, pero responsablemente”.

Es cierto que, como cualquier chileno, el presidente puede expresar su opinión sobre el tipo de periodismo que realiza la prensa nacional, la que, según su juicio, prioriza informaciones “negativas”, desvirtuando una realidad que sería mucho más positiva de lo que realmente se elige mostrar. Su opinión seguramente es compartida por otros ciudadanos, que suelen tener la queja de que los medios de comunicación solo difunden malas noticias. No obstante, cuando estas apreciaciones se hacen desde el rol de presidente de un país, tienen -y así lo señalaron las asociaciones de prensa- otra connotación, pues se está interviniendo -en el caso del mandatario, además, sin mayores argumentos- en la libertad que la prensa necesita para escrutar el poder.

Pero, también, estas opiniones van en sentido contrario de lo que la Alfabetización en Noticias o News Literacy ha considerado como esencial para combatir la desinformación: el desarrollo de habilidades de pensamiento crítico en los consumidores de informaciones, para que no sean la censura o el control de los medios, las vías a través de las cuales se pretende evitar la proliferación de desinformación, información errónea y de noticias falsas.

Entre estas habilidades destaca el necesario pensamiento analítico, que considera analizar datos de varias y diversas fuentes, para llegar a las mejores conclusiones, y una mentalidad abierta, para dejar atrás los prejuicios personales y analizar y procesar toda la información -me guste o no- que permita llegar a una conclusión respaldada en evidencia y datos.

La decisión de no considerar información (no leer algunos diarios, por ejemplo) que no respalda las creencias propias, o que hace mal al corazón, como expresó el mandatario, y enfocar el problema de la desinformación en la incorrecta labor de los medios de prensa, se aleja de la tendencia de educar y empoderar al ciudadano como consumidor crítico de informaciones que en otros países han propuesto para combatir el ecosistema de lo que se ha denominado fake news.

 De lo anterior se desprende que la preocupación no debería estar puesta en cómo las noticias afectan el corazón de los chilenos, sino que en fomentar en ellos las habilidades de pensamiento crítico para que puedan evaluar la información, sus fuentes, sus enfoques y, a partir de ello, sacar sus propias conclusiones, pero responsablemente.

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