Elecciones

/ 28 de Noviembre de 2013

contreras

Una elección significa que hay que votar, pero el caso es que de un tiempo a esta parte la abstención es cada vez más y más representativa. En algún reciente comicio nacional quien obtuvo el triunfo fue la abstención. Y en política, como en el tango, “la historia vuelve a repetirse”. Los ciudadanos están cansados de tantas falsas promesas efectuadas por todos los sectores políticos.
Sin embargo, en la analítica del fastidio ciudadano en esta materia hay que necesariamente distinguir entre “la política” y “los políticos”. Dudo que alguien pueda afirmar que su indignación es hacia “la política”, porque incluso cuando alguien hace referencia a esta odiosa situación a quien está directamente aludiendo es a “los políticos”. Sí, a esos genéricamente peor evaluados por la población chilena en todas y cada una de las encuestas de opinión. Siempre reprobando con notas apreciativas sobre su quehacer más deficiente.
Quizás, por eso han crecido tanto “los indignados”, que en la expresión castiza alude a los que no desean saber más de los políticos de carne y hueso, que hace rato terminaron por colmar su paciencia. Y, por ahí, los recalcitrantes no aceptan tal hastío ciudadano señalando que el que no va a sufragar no participa y no representa opinión en el marco eleccionario. ¡Falso, señor! ¡Falso, señora! El que libre y voluntariamente toma la decisión de no votar por cierto que está participando, marcando con su abstención que ya decidió domiciliarse en el continente de la insatisfacción política total. ¡No existe un No más rotundo que el de la abstención!
Del otro lado, entre quienes participan sufragando, ¿ha visto usted cómo se eligen los distintos candidatos? Nada tan alejado de la democracia. Tenemos candidatos que llevan más años en sus cargos que los que permaneció Pinochet en el poder. ¡Hay que tener estómago además de paciencia ante tal afrenta! Debemos agregar a ellos a las familias de políticos en que desde los bisabuelos hasta los bisnietos están todos y cada uno prestos en ese “hacer” política. Extraño, deben ser familias y familiares muy especiales, dado que todas las demás se encuentran a años luz de vivir una situación por lejos parecida.
Es así, entre otros dibujos y malabares, como ocurre el poder total por parte de “los políticos”. En todo orden de cosas. Basta un ejemplo: hoy en Chile el abogado que por vocación desea trabajar como juez de Policía Local queda en último término sujeto a la voluntad del alcalde de turno, quien soberanamente decide respecto de la terna que se le presenta de parte de la Ilustrísima Corte de Apelaciones. Claro, el alcalde es autoridad política. ¡Caramba! Tal como lo escribiera el genial poeta ruso don Elías: “Si entre nosotros plantásemos una flor deviene en un acto político”. De allí este largo, tedioso e injusto ethos o ambiente político.
En medio de Chiles Deportes, Transantiagos, Cascadas y más, el desánimo cunde. Heródoto, autor del primer escrito político de la historia humana, ése del siglo V a.C., tal vez se negaría a participar en la política criolla, que concebida de esa forma y manera que, en realidad, no tiene nada que ver con la política que tanto bien le hace a la sociedad.

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