En 2015, durante el segundo mandato de la Presidenta Michelle Bachelet, se sustituyó el sistema binominal por uno de carácter proporcional inclusivo, que aseguraría mayor representatividad, más parlamentarios para regiones y menos barreras para los independientes. Este mecanismo tendrá su estreno el domingo 19 de noviembre, cuando se renueve la totalidad de la Cámara Baja y la mitad del Senado. Los cambios introducidos por estas nuevas reglas electorales ya no asegurarían “carreras corridas”, por lo que pocos se atreven a entregar pronósticos, y sostienen que el mapa político que dibujará el sistema sólo se revelará nítidamente el día de la elección.
Por Natalia Messer.
Después de muchos cuestionamientos, polémicas, una transición de dictadura a democracia y 26 intentos por reformar este mecanismo electoral, en 2015, la Presidenta Michelle Bachelet, sustituyó finalmente el sistema binominal por uno de carácter proporcional inclusivo.
Esta nueva reforma electoral, como anunció el gobierno en su momento, aseguraría mayor representatividad en el Congreso, más parlamentarios para regiones, menos barreras para candidatos independientes y, a través de una ley de cuotas, más representatividad femenina en el Parlamento.
Los anuncios parecen alentadores para la renovación de la política. No obstante, los analistas políticos dicen que el nuevo mapa electoral que podría dibujar este sistema sólo se revelará nítidamente el próximo 19 de noviembre, cuando los votantes marquen su decisión en la papeleta.
Aseguran que la evidencia ha demostrado que no es bueno aventurarse con sistemas que recién se estrenan y, por eso, recalcan que solamente al final de ese día se tendrá claridad sobre cómo se expresará la correlación de fuerzas en el Parlamento que acompañará al nuevo Presidente de la República.
“Es posible que pueda haber un variopinto de colores políticos, que no van a ser los tradicionales centroizquierda y centroderecha; pero eso lo sabremos el 19 de noviembre”, dice la Dra. Lesley Briceño Valencia, académica y cientista político de la Universidad del Desarrollo (UDD).
Adiós binominal
El sistema binominal comenzó a operar desde la vuelta a la democracia, y rigió en el país por 25 años. Se trató de un sistema de elección de diputados y senadores que se encontraba contemplado en la Constitución Política de la República de 1980.
Este modelo dividía el territorio en 60 distritos y 19 circunscripciones. Cada distrito estaba integrado por una o más comunas, y las circunscripciones estaban compuestas por dos o más distritos. En total, se elegían 120 diputados (dos por distrito) y 38 senadores (dos por circunscripción).
“El sistema binominal jugó un rol importante en los ’90, porque permitió una serie de reformas constitucionales que modificaron elementos que dejó la dictadura. Esto permitió consolidar a Chile y su democracia”, explica la Dra. Jeanne Simon, académica y cientista política de la Universidad de Concepción (UdeC).
Aunque, como añade, para el final de aquella década, el binominal se quedó corto, “porque no hubo renovación política y los partidos sabían, de antemano, que en la mayoría de los distritos y circunscripciones iba a resultar siempre electo un representante de las coaliciones fuertes de cada lado, entonces, aprendieron a usar el mecanismo a su favor”, dice.
Debido a eso, también aparecieron los cuestionamientos, porque bajo este sistema no necesariamente era elegido quien obtuviera más votos, pues no competían los candidatos, sino las listas. De ahí que resultara casi imposible ganar una elección siendo independiente y sin apoyo político.
Un caso recordado ocurrió en las elecciones de 2013 con Marisela Santibáñez, candidata a diputada por el PRO. Pese a ser la primera mayoría de su distrito, no pudo llegar al Parlamento debido a la baja votación obtenida por Nicolás Henríquez (PRO), su compañero de lista.
Algo similar sucedió en 1989 en la circunscripción de Santiago Poniente. En aquella elección, Jaime Guzmán (UDI) resultó electo senador aun cuando obtuvo 175 mil preferencias menos que Ricardo Lagos Escobar. Ello fue posible porque el expresidente junto a su entonces compañero de lista, Andrés Zaldívar, (DC) no pudieron doblar lo conseguido por Guzmán y Miguel Otero (RN).
“Este sistema terminó garantizando por más de dos décadas un equilibrio entre aquellas fuerzas políticas”, señala la Dra. Simon. Algo que a muchos les parecía injusto, pues un candidato con menos votos que otro podía ser arrastrado por su compañero de lista y así salir vencedor en la elección. Pero el sistema funcionaba así y muchos diputados y senadores fueron electos bajo esta fórmula: Jovino Novoa (UDI), en 2005; Ricardo Rincón (DC), en 1997, y Marcelo Schilling (PS), en 2009, entre tantos otros que enumeran un largo listado.
Las diferencias
A diferencia de su antecesor, el nuevo sistema electoral garantizaría una mayor proporcionalidad, porque gracias al aumento del número de cargos a elegir (los cupos para diputados suben de 120 a 155, y los de los senadores, de 38 a 50), habría más opciones para que fuerzas alternativas accedan a cargos de representación popular. El nuevo modelo opera bajo el llamado método de D’Hondt, que debe su nombre al jurista belga que lo creó, Víctor D’ Hondt.
En el mundo existen sólo dos sistemas electorales: mayoritarios o proporcionales. En los mayoritarios, gana el que más ha sido votado; en los proporcionales, en cambio -entre los que se encuentra el método D’Hondt-, se pueden repartir los escaños entre dos, cuatro o los que se quieran. No hay límite. Lo importante es que en este sistema siempre el resultado total de la lista se va a dividir por la cantidad de escaños a repartir.
“Por ejemplo, en el distrito 20, que corresponde a uno de los tres nuevos distritos de la Región del Biobío, se podrá elegir hasta ocho diputados. Eso significa que si antes dividíamos por dos, hoy lo vamos a hacer por ocho. La torta a repartir se va a ampliar, por tanto, va a entregar más proporcionalidad, porque el número aumentó. En cuanto a la representatividad que pueda ofrecer es más cuestionable, pues sólo en las elecciones se sabrá si las dos fuerzas políticas tradicionales seguirán concentradas con mayoría en el Congreso o no”, analiza Lesley Briceño.
¿Más representatividad?
Una de las principales modificaciones que introducirá el nuevo sistema electoral, y que apunta a mejorar la representatividad de los distritos y circunscripciones del país, tiene que ver con el aumento de la cantidad de diputados y senadores. Asimismo, se reducen los distritos de diputados, de 60 a 28, y cada región constituirá una circunscripción senatorial.“En un sistema ideal, esta medida sí entrega mayor representatividad, porque tenemos una mayor cantidad de cupos a repartir y eso hace mucho más difícil que todos los candidatos de una lista logren ganar. Eso va a permitir que entre un tercer competidor al reparto de los votos”, explica Briceño.
Algo parecido considera la Dra. Jeanne Simon: “Había que aumentar el número de parlamentarios (…). La misma gente decía: no vale la pena votar por un candidato que no es de la principal coalición, porque no tendrá apoyo dentro del Congreso. Por eso, el nuevo sistema abriría la posibilidad de poner nuevas figuras en la política”, sostiene.
El famoso doblaje también será parte del pasado. Si bajo el sistema binominal dos candidatos de una misma lista podían ser electos al duplicar la votación de la segunda mayoría, hoy con el nuevo modelo tendrían que doblar cinco veces la cantidad de votos de la segunda lista para resultar electos.
Asimismo, el sistema asegura más parlamentarios para las regiones. De este modo, nueve de los 12 senadores son para regiones, lo que equivale al 75 % de los nuevos cupos que agrega la reforma. En el caso de los diputados, se contemplan cuatro nuevos escaños para Valparaíso y Biobío, y uno extra para todas las otras regiones.
El objetivo de esta medida es que puedan darse a conocer en el Congreso las necesidades propias de cada región, a través de sus representantes y en mayor profundidad.
“Esta medida me parece que es un arma de doble filo. Por un lado, una región puede estar representada por parlamentarios de la primera línea de la política, con lo que es muy probable que los temas de mi zona puedan ser mejor discutidos que si me representa un debutante en el Congreso. Pero, por otro, está el hecho de que a veces los políticos no son de la región, como nos pasó con el senador Felipe Harboe (PPD). Entonces uno se pregunta si es representatividad para la zona o es más bien para él como persona, como líder político”, opina Lesley Briceño.
Los partidos en Chile, por tradición, ubican liderazgos nacionales en algunas circunscripciones y distritos que no son necesariamente de la capital. Ocurrió este 2017 con Felipe Kast (Evópoli), que luego de perder en las primarias presidenciales, competirá por un cupo en el Senado, en representación de la Región de La Araucanía, o también con José Miguel Insulza (PS), hoy candidato a senador por Arica y Parinacota.
“En general, los senadores y diputados no representan tanto las regiones. Representan mucho más a quienes votan generalmente por sus coaliciones”, cree la Dra. Simon.
Otra crítica tiene que ver con la sobrerrepresentación que tendrán las principales ciudades de las regiones. Como varios distritos se fusionaron en uno solo, los candidatos podrían tender a favorecer a aquellos donde hay más votantes. También está el hecho de que sus áreas de operación se harán más extensas, por lo que se les vería menos en localidades rurales más aisladas, donde a los políticos les costará más llegar.
Independientes
Con el nuevo sistema electoral las fuerzas políticas independientes tendrán menos barreras. Bajo el sistema binominal los candidatos a la Cámara Baja sin partido, o no pertenecientes a un pacto, debían juntar cerca del 30 % de los votos para ganar la elección.
Con la reforma electoral este número baja a 25 % en los distritos de 3 diputados; a 20 % en los de 4; a 17 % en los de 5; a 15 % en los de 6; a 13 % en los de 7, y a 11 % en los que se escojan 8 diputados.
Sin embargo, para la cientista política de la UDD estos nuevos porcentajes no aseguran a los independientes un puesto en el Congreso. “A un independiente que va sin pacto, coalición o lista le será casi imposible ganar esta elección bajo este nuevo sistema, porque tendrá que obtener una gran cantidad de votos, y sin el apoyo de un partido y con poco financiamiento ese objetivo se dificulta. Si bien hay menos barreras para los independientes, el sistema está hecho para que siempre tengas que aliarte”, dice la Dra. Briceño.
“Para los independientes la mayor posibilidad es en las elecciones de alcaldes, porque allí hay mayoría relativa”, agrega la Dra. Simon.
Pero lo que sí es bastante probable, bajo este nuevo sistema, y como adelantan las dos especialistas, es la aparición de nuevos liderazgos debido a que el panorama político en el país ya no muestra el clásico bipartidismo entre la derecha y centro izquierda. Los grupos políticos se han fragmentado y han aparecido nuevas caras. Ejemplos hay varios: desde Amplitud, Ciudadanos, Evópoli, Frente Amplio y el reciente partido País, fundado en 2016 por el senador del Biobío Alejandro Navarro.
Fuerza femenina
La mujer también está presente en esta reforma y tiene su propio apartado. Una ley de cuotas busca asegurar que ellas sean parte activa de la política nacional, porque desde estas elecciones los partidos deben llevar un 40 % de candidatas.
Para incentivar que éstas sean candidaturas competitivas, se les otorgará un monto de 500 UF a las colectividades por cada mujer electa. Hay que destacar que estas nuevas reglas, que ya se han utilizado en los 14 países de América Latina, y las más de 50 naciones en el mundo que han legislado cuotas, han aumentado en promedio un 25 % la representación de mujeres en cargos políticos.
“Creo que todas las leyes de cuotas son buenas. Permiten abrir espacios, porque la participación femenina hay que fomentarla. Hay que ver la participación histórica de la mujer en organizaciones sindicales, comunitarias, juntas de vecinos”, valora la Dra. Simon.
Para la académica Lesley Briceño este tipo de medidas deben ser transitorias. La idea es que a futuro deje de ser un tema la participación de la mujer en la política y sea visto con la mayor normalidad posible: “Cuando se pone el cartelito de no pisar el pasto es porque la gente lo pisa, y esto tiene esa lógica. Si hacemos una ley de cuotas de participación femenina es porque las mujeres no participan. Entonces, ¿cuándo voy a sacar el cartel? Cuando se está concientizado que no se va a pisar el pasto. Lo mismo pasa con esta Ley”, añade.
Chile ostenta, a nivel mundial, una de las tasas más bajas de participación de mujeres en el Parlamento (en las dos cámaras). Mientras en los países nórdicos se alcanza un promedio de 42,1 % de participación o, incluso, en la misma África subsahariana logran un 22,5 %, en Chile la cifra llega sólo a un 15,8 %.
Según un informe de Desarrollo Humano del PNUD (2012), Chile se encuentra en el lugar 66 de 187 países en lo relativo al índice de potenciación de género, que mide el acceso igualitario de mujeres y hombres en los ámbitos político, económico y el acceso a recursos.
Ambas académicas ven como positiva esta ley de cuotas, pero creen que ésta también se debió aplicar a los pueblos originarios, un tema especialmente pendiente para el Estado de Chile y su relación histórica con la etnia mayoritaria, los mapuche. “Se pudo mirar hacia Canadá. Allá tienen un parlamento especial para tratar temas indígenas y está integrado por personas de esos pueblos ancestrales”, acota la académica UDD.
El estreno de las “mega cédulas”
Paciencia y buena vista deberán tener quienes vayan a votar por un diputado el próximo 19 de noviembre en la Región del Biobío. Ello porque al abrir la cédula electoral se encontrarán con una lista que dependiendo del distrito en que sufraguen, oscilará entre los 23 y 43 candidatos, lo que probablemente hará que sea más complicado encontrar rápidamente a su elegido.
Debido a los cambios que introdujo el sistema que remplazó al binominal, se modificó el mapa electoral mediante la fusión de algunas zonas. Así, por ejemplo, la Región del Biobío pasó de tener siete distritos a sólo tres.
Con el mecanismo anterior, en esos siete distritos se elegían 14 diputados. El 19 de noviembre, los tres nuevos distritos ofrecerán cuatro nuevos cupos, para llegar a 18 en total. Quienes voten en Concepción, por ejemplo, escogerán una opción para los ocho cupos que ofrece el distrito 20, compuesto por las comunas de Hualpén, Talcahuano, Chiguayante, Concepción, San Pedro de la Paz, Coronel, Florida, Hualqui, Penco, Santa Juana y Tomé. Su opción deberán elegirla entre 43 postulantes que estarán distribuidos en seis pactos y una candidatura independiente.
Ya que en esta elección se renuevan los senadores de las regiones impares, por esta vez en Biobío no se votará por postulantes a la Cámara Alta. Una preocupación menos, dirán algunos.
Seducir y votar
Los partidos políticos tienen que seducir a las personas. “Ésa es la idea de la reforma electoral. Que la gente salga a votar, que exista un puerta a puerta para que los políticos logren convencer a la gente”, dice la politóloga Simon.
Este nuevo sistema electoral llega en un período no tan alentador para la política nacional. El descontento hacia los partidos políticos no ayuda y la abstención es alta. En las elecciones municipales de 2016 se alcanzó un 65 % de abstención, la cifra más alta desde la vuelta de la democracia.
“Los partidos no han sido muy inteligentes en los últimos años. No aprovecharon la inscripción automática para encantar a la gente. Me parece que con el voto voluntario era innecesario cambiar el sistema electoral. Si se hubiera hecho diez años atrás habría tenido otro impacto, pero actualmente las personas ya no creen en la promesa de la política”, sentencia la Dra. Simon.
“Lo más positivo de este sistema es que probablemente vamos a tener fuerzas políticas diversas, porque quiebra esa división izquierda y derecha. Van a surgir, a lo menos, dos o tres fuerzas que van a abrir el debate dentro del Congreso”, adelanta la académica Briceño.
Con la entrada de nuevas fuerzas políticas se espera aumentar el voto ciudadano, ya que muchas personas que antes no se sentían representadas por los tradicionales pactos, hoy podrán encontrar otras opciones políticas más cercanas a su preferencia. Para eso es vital, como concuerdan las dos entrevistadas, que la política siga renovándose, con mayor transparencia y nuevos liderazgos, porque en el fondo de todo hay una máxima que nunca ha estado en discusión: “sin política, no hay democracia”.
Nombres que se repiten, nombres que “suenan” y otros derechamente desconocidos son los que traerán las cédulas para elegir diputados en Biobío. De los 92 candidatos a la Cámara Baja que buscarán una opción, 12 van a la reelección: José Miguel Ortiz, Marcelo Chávez, Cristián Campos, Jorge Ulloa, Enrique van Rysselberghe, José Pérez, Manuel Monsalve, Roberto Poblete, Iván Norambuena, Carlos Abel Jarpa, Jorge Sabag y Loreto Carvajal. También hay exautoridades, como Jaime Tohá, Claudia Hurtado, Gastón Saavedra, Fabiola Lagos y Leonidas Romero, que están compitiendo por un escaño. A ellos se suman nombres nuevos que representan a las fuerzas que recientemente aparecieron en al panorama político chileno, como Francesca Parodi (Evópoli), Camilo Riffo (FA) y Viviana Navarro (País), y los de otros que quieren regresar al Congreso, como Sergio Bobadilla y Frank Sauerbaum.