Andrea Culaciatti: Bordando progreso
Inquieta, inteligente y determinada. Así es Andrea Culaciatti, una ex ejecutiva bancaria que cambió la vorágine de la capital por un novedoso emprendimiento que hoy da trabajo a más de una treintena de dueñas de casa de Tomé.
Su idea fue aprovechar la tradición textil de esa comuna y ofrecer la posibilidad de trabajar a muchas mujeres desde sus hogares, administrando sus tiempos y evitando, siempre, descuidar a los niños.
Con esta idea y usando como materia prima los linos de la fábrica Crossville, comenzó poco a poco a reunir a mujeres que conocieran el arte del deshilado y el bordado.
“Al principio, las cosas eran para mí o para regalar, luego empecé a vender por encargo. Pero después me di cuenta que existían potenciales compradores de estos bordados. Sólo había una condición: que fuera un producto con terminaciones prolijas y limpias, donde la puntada fuera pareja y, por lo tanto, el resultado de una calidad excepcional”, cuenta.
El 2009, postuló a fondos de Innova Biobío de CORFO, para comprar material de trabajo como telas y una máquina para realizar las terminaciones. Gracias a este proyecto hoy trabajan junto a ella 32 bordadoras de Tomé, que desde sus casas realizan sus piezas, recibiendo una paga justa por su trabajo. “Éste es un trabajo que dignifica a las mujeres de Tomé y además rescata el pasado textil de la ciudad, pero con una nueva mirada”, explica Andrea.
En las próximas semanas viajará a Frankfurt a una de las ferias textiles más importantes del mundo, cargada con sus muestras para dar a conocer este producto en Alemania y en toda Europa, pues sabe que el mercado en Chile es reducido y se encuentra localizado fundamentalmente en Santiago, por el alto costo de cada una de las piezas. “Son únicas, irrepetibles y, por lo tanto, exclusivas. Y es precisamente ése el valor que tienen. No se trata de algo que se pueda hacer industrialmente, porque cada bordadora tiene su mano, una puntada varía según quien la realiza. Por eso hablamos de un trabajo artesanal de calidad superior”, explica.
Comenta que en la actualidad exporta algunos productos a Estados Unidos, donde han tenido muy buena recepción. “Allá el trabajo manual se valora mucho y mi objetivo es enfocarnos a esos mercados. Pero para atender la demanda que se producirá necesitaré capacitar a más mujeres y para ello estamos buscando la manera de financiar esos nuevos esfuerzos”, apunta.
Bolsos Dí Reciclaje con sentido social
Quería ayudar a los damnificados del terremoto y tsunami del 27 de febrero, pero necesitaba buscar cómo. Luego de “cranear” varias ideas terminó desarrollando un emprendimiento con mujeres de la localidad de Dichato junto a quienes dio vida a la marca Bolsos Dí.
Aprovechando su formación, la arquitecta Cecilia Villarroel Medina creó un sistema de confección basado en el reciclaje de papel de diario que lo transforma en un material resistente y con amplias posibilidades estéticas.
“Pusimos un acento especial en el diseño, pues la idea era lograr un producto que no sólo se viera bien, sino que también fuera durable”, dice la profesional que actualmente cursa un MBA Global en la Universidad de Chile, que la llevará una temporada a Australia, donde espera sentar las bases para la exportación de estos productos.
Dio sus primeros pasos gracias al apoyo de la Municipalidad de Tomé y a la Unidad de Desarrollo Tecnológico de la Universidad de Concepción. Y siguió tocando puertas e investigando el mercado, hasta que obtuvo un fondo de Sercotec y más tarde otro de Innova Biobío, que le permitieron materializar la idea y adquirir las máquinas necesarias para comenzar la producción.
“Es difícil emprender, es una aventura que no tiene compensación económica inmediata pero que reconoce el valor de las personas y crea una relación a largo plazo, de compromiso y confianza, y eso es impagable”, manifiesta.
Los Bolsos Dí son piezas exclusivas, confeccionadas en base a papel de diario reciclado con la dedicación que permite el trabajo manual; además, son artículos diseñados según tendencias estéticas contemporáneas, convirtiéndolas en accesorios ideales para todo tipo de mujeres: las que gustan de la vanguardia y quienes prefieren lo clásico.
Un regalo ideal, que se origina en un modelo de negocios basado en el concepto del fair trade o comercio justo, que considera la relación equilibrada entre productores y consumidores.