El templo mormón de Concepción conmueve a cualquiera con su arquitectura, diseño y profundo simbolismo. Es un recinto de 2.146 metros cuadrados, que cuenta incluso con un moderno sistema antisísmico en su subterráneo. Pero más allá de las dimensiones, techos, vitrales pintados a mano, óleos inspiradores con pasajes bíblicos y esculturas de bueyes, los miembros de esta religión dicen que es un lugar único, una especie de paraíso que invita a la meditación y comunión con Dios.
Por Natalia Messer
Parece uno de esos palacios gubernamentales o museos contemporáneos que abundan en grandes capitales, como Londres, París o Washington D.C. Sobre todo de noche, esta majestuosa construcción, de 2.146 metros cuadrados, impacta por su potente y cuidada iluminación que permite distinguirla a cuadras de distancia; pero no sólo eso, también destaca por su jardín edénico, rodeado de gigantes palmeras, y por su cúpula que sostiene a Moroni, un ángel misterioso, fabricado de fibra de vidrio y bañado en oro, que mira en dirección oriente.
La edificación -ubicada en la avenida Pedro de Valdivia 1525- corresponde al primer Templo Mormón de Concepción, el más austral de su tipo y uno de los 160 que existen en el mundo (la mayoría se encuentra en Estados Unidos, aunque también los hay en Bolivia, Brasil, Finlandia, Guatemala, Holanda, Japón, Panamá, Suecia, Suiza, entre otros).
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (SUD) congrega mundialmente a más de 16 millones de personas. En Chile, hay cerca de 600 mil fieles y, en Concepción, alrededor de 18 mil. Una cifra no menor, por eso también la decisión de construir aquí una obra arquitectónica de tal magnitud, a la que sus fieles llaman “la casa de Dios”.
“En el Gran Concepción nuestra iglesia es fuerte, y esta edificación va a ser una especie de faro que atraerá a hermanos que viven en el centro de Chile o más al sur, aunque también esperamos que vengan de otras latitudes, como Argentina, por ejemplo. De aquí a diez años, muchas otras edificaciones como ésta se erigirán por el mundo”, adelanta Luis Fuentes, coordinador general de las visitas al nuevo templo.
Este movimiento religioso puede ser algo desconocido, especialmente para quienes no profesan su credo. Sin embargo, sí podemos identificar claramente en las calles a sus jóvenes misioneros, casi siempre con “pinta” de extranjeros que, ataviados con una camisa blanca, pantalón negro y corbata, recorren los barrios, con frío o calor, predicando “el Evangelio de Jesucristo, y las buenas nuevas de la restauración”.
Si bien algunos consideran que mormón es un termino despectivo, lo cierto es que fue socializado por el mismo José Smith, quien sostenía que su significado era “muy bueno”.
Una revelación, desde América
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días nace en los Estados Unidos, durante el siglo XIX, en un “ambiente protestante”, de mucha reflexión y cuestionamiento, por las distintas ideas que se enseñaban sobre la religión. Como consecuencia, surgieron predicadores itinerantes y las iglesias se multiplicaron con nuevos pastores.
Bajo ese contexto es que aparece José Smith, el fundador de esta iglesia. Con 14 años, según su propio relato, fue visitado por Dios, quien le habría comunicado que no debía unirse a ninguna iglesia, porque todas estaban en un error.
“José Smith también tuvo varias visitas del ángel Moroni, quien le reveló la existencia de un libro de oro que contenía la verdadera religión”, explica Cristián Gervic, encargado de Asuntos Públicos de la iglesia penquista.
El ángel Moroni fue un profeta nefita de la antigüedad. Los nefitas son un pueblo que descienden de Nefi, un profeta que abandonó Jerusalén a solicitud de Dios en el 600 a.C. y que viajó con su familia a América del Sur cerca del año 589 a.C.
Toda esta historia es documentada en el Libro del Mormón -el complemento indispensable de la Biblia para los mormones- y que José Smith, una vez que halla los escritos, se encarga de traducir entre 1827 y 1830, utilizando además unas piedras mágicas que le ayudaron a descifrar las escrituras.
De ahí en adelante, la iglesia comenzará a organizarse y ganará millones de adeptos por el mundo, que verán en Smith la figura de un profeta, vidente y revelador, tal como Moisés, Isaías y otros personajes de la Biblia.
Pero también surgirán los detractores. Esto incluso le costará la muerte a José Smith, quien acaba asesinado a balazos junto a su hermano, Hyrum Smith, la noche del 27 de junio de 1844.
Después de su muerte, y en plena década del ’40, comienzan a construirse las primeras iglesias mormonas en los Estados Unidos, especialmente en el estado de Utah, donde bajo difíciles condiciones se funda la ciudad de Salt Lake City.
Actualmente -de acuerdo con datos que maneja el propio movimiento- más del 60 % de los habitantes del estado de Utah son miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Para que dure
En Chile, los mormones tienen 601 congregaciones o capillas, y sólo dos templos: el de Santiago, edificado en 1983, y el de Concepción, prontamente a ser dedicado en una ceremonia especial este 28 de octubre. La dedicación es equivalente a la consagración de los templos católicos.
Las capillas, esas construcciones puntiagudas que existen en los barrios, y que incluso están dotadas de canchas de básquetbol, no son lo mismo que un templo. Mientras en las primeras se ofrecen servicios de adoración y se usan como espacio de sociabilización para la familia y amigos (se celebran fiestas como las de fin de año o el 18 de septiembre), en el segundo se asiste sólo a cierto tipo de ceremonias, como los bautismos, sellamientos (casamientos) y los convenios, que es cuando las personas efectúan ciertas promesas a Dios, para obedecer los mandamientos bíblicos.
“En el caso de Concepción era importante contar con un templo de esta envergadura para poder acercar estas ceremonias. En el pasado, por ejemplo, los miembros que eran de Puerto Montt o Punta Arenas tenían que viajar a Santiago para casarse, porque allá estaba el templo más cercano”, cuenta Cristián Gervic.
El templo de Concepción anunció su construcción en 2009, pero los planes cambiaron al año siguiente, cuando vino el terremoto del 27/F. Con nuevas normas constructivas, se tuvo que hacer varias mejoras, sobre todo en la base de la edificación. A finales de 2015 se comenzó a trabajar definitivamente. La obra demoró dos años y medio.
“Si uno construye sobre una base de arena, probablemente vendrá el viento y lo va a botar, pero si lo haces con buenos cimientos, no será así. (…) Este templo está hecho para que dure y también para que en 50 años más se reabra una parte del edificio, que en su interior contendrá muchos testimonios y material histórico de esta época”, señala Luis Fuentes.
Para construir el templo se utilizaron materiales de excelente calidad y durabilidad, como mármol, bronce, madera de caoba traída desde África, telas personalizadas de Estados Unidos y China, alfombras de Tailandia, lapislázuli nacional y otras piedras de origen español y portugués.
Con respecto a su tecnología, llama la atención su sistema antisísmico, ubicado en su subterráneo.
Es el único templo en Chile que cuenta con 24 aisladores antisísmicos tipo péndulo, ubicados en los cimientos, y que permiten el desplazamiento de la estructura en hasta 75 centímetros. Además, cuenta con ocho disipadores de energía o amortiguadores tipo “viscous damper”, que funcionan como bombines y se ubican en cada una de las cuatro esquinas, ayudando a estabilizar la edificación cuando hay movimientos sísmicos horizontales.
“Si hay un terremoto de 8 grados Richter, dentro del templo se sentirá como de 3”, explica Cristián Gervic.
El sistema también está preparado para un eventual tsunami o desborde un río. Cuenta con una especie de fosa al interior del subterráneo que, a través de bombas, desvía el agua para que no llegue a los pisos superiores.
El diezmo
A los miembros de esta iglesia no les gusta hablar del monto de la inversión o el dinero, especialmente cuando se pregunta por el costo total que tuvo el templo.
“Creemos en obedecer una ley antigua, que es la norma del diezmo. Es decir, los miembros de nuestra iglesia contribuyen con la décima parte de sus ingresos y esto se entrega a un fondo general. Con eso se pueden financiar todos los edificios que se construyen cada año en el mundo”, asegura Cristián Gervic.
Luis Fuentes agrega que no se mira cuánto aportó una persona en particular, sino de forma general. Es decir, los 16 millones de miembros que conforman esta religión. “La ley del diezmo al vivirse honradamente permite que el Señor entregue este tipo de bendiciones para su pueblo, independiente de si algunos tienen muchos o pocos recursos”, sostiene.
Para el próximo año, la iglesia mormona planifica levantar 12 nuevos templos en países como Argentina, México, Puerto Rico y Nueva Zelanda.
La arquitectura de cada edificio varía, pero los simbolismos en sus salones suelen ser idénticos. En la cúpula casi siempre está el ángel Moroni con su trompeta, anunciando el Evangelio; también están los 12 bueyes en la sala bautismal y pinturas con la figura de un Cristo vivo acompañado de niños.
El templo penquista tiene tres pisos, aunque sólo dos plantas están permitidas para ser usadas, pues la tercera está destinada para la climatización de la estructura.
Basta hacer un recorrido por sus instalaciones para darse cuenta de que no se escatimó en gastos en su edificación.
“La historia nos cuenta que Dios siempre ha pedido levantar templos con los mejores materiales de la Tierra, para poder adorarle a través de ordenanzas, que son las ceremonias. Él creó la Tierra y ésta es su casa”, añade Gervic.
Experiencia religiosa
El templo mormón de Concepción abrió sus puertas el 15 de septiembre pasado, y se mantuvo abierto a toda la comunidad hasta el 13 de octubre. Durante esas fechas fue posible maravillarse con su interior: las pinturas al óleo realistas, que parecen fotografías; las lámparas colgantes de cristales y los pulcros salones destinados para ceremonias puntuales.
El bautisterio, por ejemplo, es una sala con una pileta en su interior para realizar bautismos pero, en este caso, sólo de personas fallecidas. Para los que aún viven está la opción de hacer la ceremonia, también por inmersión, pero en un centro de reuniones local o una capilla.
“Tiene que venir un pariente en nombre de ese miembro de la iglesia que se va a bautizar y que ya no está en esta tierra. Se colocan dos personas en la pileta bautismal y se genera el bautismo por inmersión. (…) Estar bajo el agua simboliza dejar una vida pasada, tal como la muerte y resurrección de Cristo. Entonces, con el agua tenemos una vida nueva, dejamos nuestros pecados y simbólicamente nos purificamos”, explica Cristián Gervic.
El bautisterio está adornado con dos grandes pinturas al óleo que detallan pasajes de la Biblia, relacionados con esta ordenanza. Asimismo, una pila de 12 bueyes bordea la pileta. Estas esculturas, fabricadas en fibra de vidrio, simbolizan dos cosas: las tribus de Israel y la fortaleza y el poder en que se asienta la obra de Dios.
La sala de sellamiento también causa asombro entre los asistentes. Es el lugar para unirse eternamente, cuentan en el templo. Aquí se efectúan los matrimonios, pero siempre entre un hombre y una mujer.
“El centro es la familia, y se va a proteger de todas las formas posibles. Creemos que algún día todos tendremos que rendir cuentas sobre nuestra condición en la tierra, pensando un poco cómo está el mundo y en el sentido en que va. (…) Sin embargo, hoy debe ser la época más maravillosa, porque vemos mucho testimonio de fe”, opina Luis Fuentes.
El salón celestial es de otro mundo. Simboliza la paz y el gozo del reino de Dios, donde las familias pueden vivir para siempre con el Padre Celestial y su hijo, Jesucristo. En su interior está prohibido hablar. El silencio debe ser absoluto, porque la idea es que las personas puedan meditar e intentar conversar con Dios.
La habitación cuenta con una lámpara de cristales que alumbra con ampolletas led, sillas estilo Luis XV de colores claros y adornadas con flores; vitrales pintados a mano y una alfombra esponjosa, que regala la sensación de estar pisando las nubes. Eso sí, antes de entrar al templo todos los asistentes deben usar cubre calzado para proteger el delicado piso.
Por último, en la sala de instrucciones se realizan los convenios o promesas. Las personas se comprometen a amar a los demás, a vivir de forma honorable y a guardar los mandamientos de Dios. Esos compromisos llegan a ser los principios que rigen su vida diaria.
Esta sala se asemeja a lo que sería un auditorio. Incluso cuenta con sillas que incorporan unos mini parlantes, pensando en las personas que tienen dificultades al escuchar.
Otros simbolismos
Cada rincón del templo esconde un símbolo. A la pila de 12 bueyes, las imágenes de Cristo y las piletas, se suman los espejos, que cuelgan por montones en las níveas paredes y simbolizan la naturaleza humana y los destinos divinos.
Los vitrales cargados de copihues quieren decir que para la iglesia también está presente el elemento nacional y que cada cultura se respeta. “Los copihues están pintados a mano, y se mandaron a hacer a unos artistas de Perú. (…) Muchas de las obras de arte que tiene el templo fueron encargadas a artistas de todo el mundo”, cuenta Cristián Gervic.
Otra particularidad es la ropa blanca. Para cuando se dedique el templo, el próximo 28 de octubre, todos los miembros que quieran ingresar deberán hacerlo sólo con ropa de este color, “que simboliza la pureza, la dignidad y que todos somos iguales ante el Padre Celestial. Al sacarnos la ropa con preocupaciones del mundo nos podemos inspirar y desconectar de todo”, aclara Luis Fuentes.
Para el día de la dedicación se destinarán 10 minutos dentro de la ceremonia para colocar la famosa piedra angular. Esta tradición se remonta a tiempos antiguos. Antes del uso del concreto en las construcciones, era común que los muros de los cimientos fuesen hechos de grandes piedras.
Se cavaba una zanja en la que se iban colocando las piedras a partir de un punto de partida. Luego se levantaba la pared en dirección a una piedra angular. A la piedra final se le llamaba “piedra angular principal” y su instalación significaba que el cimiento estaba listo para la superestructura”. Para esta ocasión, la colocación de la piedra angular será simbólica, pues el edificio está hecho en hormigón armado.
El recambio
Para que existan más templos de este tipo será necesario un recambio generacional. En el SUD lo tienen claro, sobre todo si ya planifican en los próximos años aumentar exponencialmente la cantidad de templos y capillas por el mundo.
Los misioneros son parte del corazón de esta iglesia. Algunos de estos miembros comienzan a recibir formación religiosa desde los tres años en adelante. Luego, viene una etapa de servir voluntariamente por dos años a la prédica de sus creencias. “La idea es acercarse a las personas, especialmente a aquellos que no forman parte del SUD, e invitarlos a reflexionar acerca de cómo llegar a vivir con Dios y estar más cerca de él”, recalca Cristián Gervic.
Pero no sólo la prédica y el llamado a la puerta son una forma más de acercarse a la comunidad. La iglesia viene trabajando sobre temas que no sólo interesan a sus fieles, como la genealogía.
FamilySearch, por ejemplo, es una organización de genealogía, la más grande del mundo, y que lidera la iglesia mormona. Lo que busca este ambicioso proyecto, como relatan Gervic y Fuentes, es poder contar la historia de la humanidad en línea ascendente, hasta llegar a Adán, el primer hombre de la Tierra.
La organización, además, recopila, conserva y comparte registros genealógicos en todo el mundo, y ofrece acceso gratuito a sus recursos y servicios en línea. Actualmente, FamilySearch.org es uno de los sitios de su tipo más visitados y utilizados de lnternet.
El templo SUD espera también ser un espacio para este tipo de estudios. Sus miembros aseguran que esta nueva “casa de Dios” vino a alumbrar a Concepción, pero no en un sentido tan literal, como lo hace también cada noche, y desde cualquier ángulo, sino también de una forma espiritual y sagrada.