Académicos de la UCSC explicaron la situación actual de hábitos alimentarios de los niños y niñas en el país, y las consecuncias que pueden tener para su salud.
FUENTE: UCSC
“Hoy los niños comen menos frutas y verduras, y tienen un escaso consumo de agua, pues la mayoría prefiere tomar jugos que tienen alta cantidad de colorantes y preservantes”, sostiene la jefa de la carrera de Nutrición y Dietética de la UCSC, Vanessa Rodríguez.
Su opinión coincide con el oscuro panorama que diversos estudios han planteado sobre los hábitos alimentarios que predominan en las niñas y niños en Chile, caracterizado por el consumo de productos ricos en carbohidratos, de gran aporte calórico, muchas frituras y poco o casi nada de verduras.
Agregó que tras el aumento de la tasa de obesidad infantil hay diversos factores, entre ellos, el ritmo de vida de los padres o cuidadores en el que se ven inmersos los niños, pero también, el consumo de comida chatarra, la vida sedentaria, exceso de uso de pantallas e inadecuados horarios de sueño. “Todo eso se suma o potencia para generar un ambiente obesogénico”, sentenció.
En la misma línea, el Dr. Alex Garrido, profesor de Educación Física y académico de la facultad de Educación UCSC, enfatizó que “si bien la genética también tiene repercusiones, actualmente los comportamientos de las personas son, por mucho, los responsables de los trastornos de salud”.
A largo plazo, según el académico, “un niño obeso tiene muchas posibilidades de ser un adulto obeso, y tener el riesgo de padecer enfermedades no transmisibles, como la diabetes, hipertensión, síndrome metabólico, entre otras”.
Buenos hábitos
Ambos expertos UCSC coincidieron en que los padres, tutores o cuidadores tienen un rol fundamental para tratar de disminuir la obesidad infantil. Por lo mismo, entregaron recomendaciones relacionadas con la actividad física y la alimentación.
Sostienen que las familias y los establecimientos educacionales deben coordinarse para fomentar hábitos de vida saludables desde la infancia.
“De esta manera, y siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la práctica regular de actividad física varía según las edades: de uno a dos años, 180 minutos de actividad diaria de diversas intensidades; de tres a cuatro años, 180 minutos al día, con un promedio de 60 minutos de intensidad moderada y vigorosa a lo largo del día, y de cinco a 17 años, un promedio de 60 minutos diarios, de diversas intensidades”, agregó Alex Garrido. En el caso de los más pequeños, es ideal que los padres dirijan las actividades diarias y semanales de los niños. “Por ejemplo, acompañarlos a caminar, andar en bicicleta, realizar juegos motrices y deportes, entre otros”.
Vanessa Rodríguez indicó que durante los primeros cinco años de vida se generan los hábitos alimentarios. Por ello, dijo, es fundamental no fomentar el consumo de alimentos ultra procesados y azucarados, enviar colaciones saludables, además de enseñar a hidratarse con agua “y que la familia, en conjunto, adhieran una alimentación variada y vida activa para una buena calidad de vida”, cerró.