Dueño de una singular simpatía es el nuevo Arzobispo de Concepción que ya tiene a medio mundo tratando de seguirle el tranco. Trabaja a mil, o de hoy para ayer, como dicen sus cercanos. Racional y ordenado es este ingeniero civil que, acorde con los tiempos, “inventó” su propia pedagogía para acercar a la gente la doctrina moral de la Iglesia. Esa que defiende a ultranza con un rotundo no a las relaciones prematrimoniales, a la unión homosexual, el aborto y el divorcio.
Sangre palestina corre por las venas de este obispo, algo tímido frente a la grabadora, relajado con sus visitas, pero trabajólico y perseverante como le inculcó su padre, Juan, un cirujano dentista y profesor de la U. de Chile. Está en el ADN de la familia -dice-, de sus 4 hermanos y 13 sobrinos.
Desde el 28 de mayo pasado es el jefe de la Iglesia de Concepción y ya da muestras de una energía envidiable que, al menos en Santiago, alimentaba con carreras diarias y pedaleo en bicicleta. ¿Se atreverá con su rutina en Concepción? “Será un poco difícil seguirle el tranco”, admiten sus cercanos. Porque monseñor Fernando Chomalí Garib no admite demoras. “Todo lo exige para ayer”, confidencian en la Arquidiócesis.
Cincuenta y cuatro años tiene este ingeniero civil, ex alumno de la Alianza Francesa y egresado de la Pontificia Universidad Católica de Chile, quien apenas puso pie en Concepción, se fue a visitar a los portuarios de Lirquén en paro y a los mapuche en huelga de hambre durante 87 días. Siguió con los decanatos y con el protocolo de presentarse a las autoridades. En enero de 2012, anuncia, dará cuenta pública a los feligreses de su gestión. Le gusta ser trasparente. O al menos lo intenta.
Su madre, Vitalia, fue quien le inculcó la fe, pero nunca lo vio de sacerdote, confidencia este hombre que para acercar la doctrina moral de la Iglesia a la gente ha escrito libros (3), hecho videos y participado en programas de televisión en los que trata los temas donde chocan los preceptos de la Iglesia con las visiones más progresista de la sociedad.
Dice ser un agradecido de la vida, dispuesto a dar todo por los demás, también. Por eso no asombra que diga que “la ostentación de algunos es una bofetada a quienes viven graves penurias diariamente” a la hora de analizar el sueldo ético, un tema sensible en esta Arquidiócesis, donde existe una fuerza de trabajo de 891 mil personas. Ante los calificativos de quienes lo tachan de “amigo de los poderosos”, “más parecido a un ejecutivo que a un pastor” y “que sólo defiende los intereses del ala ‘dura’ de la Iglesia”, simplemente responde: “Seré el obispo de todos”.
Para Chomalí la Iglesia es su vida. Y aunque asume los errores por los abusos sexuales de Fernando Karadima, asegura que ya son pasado y que no se volverán a repetir. En este capítulo negro de la Iglesia, a él también le habría gustado actuar de otra manera. Su mea culpa prefiere hacerlo en silencio.
-La sociedad hoy se cuestiona si existe una sola verdad, hace preguntas… ¿Cómo se logra combinar la verdad que difunde la Iglesia con las de la sociedad civil?
Soy una persona que le tiene gran aprecio a la razón, creo que es una manera privilegiada de buscar la verdad que está inscrita en la realidad. Desde ese punto de vista yo me hallo muy bien en el diálogo con no creyentes y con creyentes de distintas religiones, porque la fe ayuda a la razón en la búsqueda de la verdad, que es la que nos hace libres y que desemboca en Dios. Toda persona que la busca honestamente en algún minuto se va a plantear una verdad que está por sobre él. Tal vez la crítica que le hago al mundo moderno es que ha traicionado la realidad, negándose a la posibilidad de una verdad que no dependa de él mismo.
-Donde más cuestionamientos recibe esa verdad de la Iglesia es en lo relacionado con los temas valóricos. Y es ahí donde se produce el desencuentro con los sectores más progresistas de la sociedad.
Un gran esfuerzo que he hecho es pensar una pedagogía para dar a conocer los temas donde aparentemente se produce conflicto con el mundo. Cuando uno los explica bien no solamente no se produce conflicto, sino que son muy razonables. La fe da una luz que no oprime la razón, sino que la levanta a montañas más altas justamente por la revelación.
-¿La Iglesia alguna vez llegará a acercar posiciones con quienes luchan por el matrimonio homosexual?
Pienso que hay niveles de comprensión de ese tema, pero evidentemente postular que dos personas del mismo sexo puedan casarse va contra la esencia del matrimonio, que es justamente la apertura a la vida, el cuidado de los hijos que por naturaleza requieren una figura paterna y materna. Hay una verdad inscrita en nuestra naturaleza que no podemos tergiversar y que viene desde nuestra condición de creaturas.
-¿Qué deberían hacer dos personas del mismo sexo que se aman y que quieren pasar la vida juntos?
Yo no juzgo eso. Si me preguntan, les aconsejaría que vivieran como hermanos, pero eso es muy distinto a una política pública que plantee que da lo mismo los vínculos homosexuales y heterosexuales. No da lo mismo, porque en uno está toda la posibilidad de conservación de la especie y lo que nos dicta la naturaleza en términos de que el hombre está hecho para la mujer y viceversa. En el otro no se da.
-¿Qué significa la recomendación “que vivan como hermanos”?
Que se abstengan de vínculos sexuales. Una persona que tenga una tendencia homosexual no tiene necesariamente por qué tener actos sexuales. Como tampoco un soltero. De hecho la invitación de la Iglesia es que las relaciones sexuales se den en el contexto del matrimonio, que es el lugar donde se produce una comunión, un proyecto de vida futuro que garantiza el derecho a un hijo a tener un papá y una mamá.
“El Estado debe tomar en serio al pueblo mapuche”
-¿Qué metas tiene la Comisión por la Defensa de los Derechos de los Pueblos Originarios de la que Ud. formará parte junto a representantes de organizaciones pro derechos humanos y familiares de presos mapuche?
Los comuneros mapuches y sus familias nos pidieron que los acompañáramos y en el contexto de ese acompañamiento surge la creación de esta comisión. Es evidente que son discriminados en muchos ámbitos y esta comisión pretenderá promover políticas públicas que los reconozcan en su dignidad. Es inaceptable que en pleno siglo XXI haya manifestaciones de racismo en nuestro país. Eso es signo de subdesarrollo humano y como país, aunque el Ingreso per Cápita haya crecido como nunca.
-¿El indulto para Llaitul, Huenuche, Llanquileo y Huillical ayudaría a avanzar en el conflicto que existe entre el Estado y el pueblo mapuche?
Ese conflicto va más allá de un indulto. El tema es de qué manera el Estado los reconoce en su diversidad, con su cultura y su riqueza. Sólo habrá solución cuando se sientan respetados en cuanto tal.
-Cree que sus demandas: autonomía jurisdiccional (derecho propio), recuperación de tierras e identidad cultural tendrán alguna vez acogida “total” en el Estado chileno. ¿Hasta dónde se podrá avanzar?
Chile ha firmado muchos tratados internacionales que van por esa línea. Al menos nosotros como Iglesia no podemos hacer como si no pasara nada. En todo lo que es justo, verdadero y bueno hay que apoyarlos. Es un pueblo postergado con índices de pobreza notablemente superiores que los demás estamentos de la sociedad. Hay mucho que hacer para que se sientan parte a pleno título de la sociedad.
-¿Conocía usted las reivindicaciones mapuche antes de llegar a Concepción?
Lamentablemente sabía muy poco, pero dije desde un principio que quería conocer el tema, y creo que en conversaciones que tuve con Natividad Llanquileo y con muchas otras personas llegué al convencimiento de que es mucho lo que falta por hacer para que se sientan realmente reconocidos en su cultura, en sus tradiciones, en sus costumbres que evidentemente enriquecen el país. Me conmovió mucho el relato de una persona que por el hecho de ser mapuche se sentía discriminada. Insisto en que Chile no va a despegar a un auténtico desarrollo si todavía hay ciudadanos que se sienten discriminados por su raza. Pero es mucho lo que tengo que estudiar todavía.
-¿Las demandas van más allá de que no les apliquen la ley antiterrorista? ¿No teme no poder cumplir con sus expectativas?
Nosotros tenemos muy claro el alcance de nuestra instancia que es poner los temas, acompañarlos, pero quienes tienen la última palabra son los poderes públicos y el Estado. Esta comisión es una interpelación al Estado a que tome muy en serio al pueblo mapuche y los considere como un valor, como una oportunidad para un país más justo.
-¿Las autoridades regionales y parlamentarias de la Región del Biobío deberían tener un rol más activo en esta problemática?
Yo voy a tomar la iniciativa en algún minuto de juntarlos a todos ellos, los voy a invitar un día para contarles mi experiencia y hacerles ver este clamor, como dijo Monseñor Ezzati. Pienso que todos podemos contribuir de alguna manera a que situaciones como las que acabamos de vivir (la huelga de hambre durante 87 días de 4 comuneros) no vuelvan a acontecer. Yo llegué al conflicto porque los familiares se sentían muy solos y querían ser acompañados. Los problemas se solucionan en primer lugar conociéndolos a fondo y luego promoviendo las acciones en todos los niveles de la sociedad para que se sientan realmente parte de ella. Generar conciencia en las nuevas generaciones de la dignidad de todo ser humano es fundamental. Lamentablemente la educación hoy se mide a la luz de los resultados del SIMCE y la PSU y no en términos de la manera como los educandos se relacionan con los demás, especialmente los más vulnerables. La educación hoy enseña a competir y no a compartir. Ahí está el núcleo de la violencia que vivimos a diario.
Defensor de la familia
-Sus antecesores, los arzobispos Sánchez, Santos, Moreno y Ezzati fueron pastores que lideraron diferentes momentos históricos del país y de la Arquidiócesis. Cada uno de ellos dio a su gestión un sello propio ¿Cuál será su aporte a la Región del Biobío?
Sólo pretendo amar y servir desde mi condición de Arzobispo. Estaré atento a los requerimientos de todos y cada uno de los habitantes o grupos de personas que requieran de mi ayuda. Comprendo la responsabilidad que se me ha dado como una gran posibilidad para servir. Me atrae mucho generar un diálogo multidisciplinar en torno a los grandes temas que inquietan a la sociedad. Creo que en todo hombre, creyente y no creyente, hay sed de verdad y desde esa verdad es que podemos descubrir juntos cómo construir una sociedad justa, próspera y en paz. Creo firmemente que el ser humano es un prodigio y que ha sido muy maltratado por una concepción materialista y pobre de sí mismo y de la sociedad. Quiero hablar de la dignidad del ser humano. Para ello me mueve el profundo convencimiento que hay que hablar de Dios.
-Biobío es una región industrial y exportadora, ¿el empresariado de la zona ha estado a la altura de los desafíos que exige la reconstrucción? ¿Se puede hacer más?
Llevo menos de un mes en la Región, por lo tanto no puedo opinar al respecto. En líneas generales siempre se puede hacer más y no cabe duda que el terremoto golpeó profundamente esta zona no sólo en su infraestructura, sino que también en el alma de las personas que quedaron con una sensación de orfandad que he podido palpar. La reconstrucción es tarea de todos. Si los empresarios promueven la creación de empleos y buenos empleos ya es una gran cosa. Espero ayudar en esa línea. Soy un convencido que el trabajo es la clave de la cuestión social. Estoy preparando un seminario en esa línea.
-Cuando asumió su labor pastoral en Biobío dijo que entre sus preocupaciones estaría promocionar la familia “porque en ella se forma el futuro de la humanidad”. ¿De qué manera incorpora en su mensaje al 50% de los niños que cada año nace fuera del matrimonio en Chile?
Así es. El futuro de la humanidad se fragua en la familia. Es tarea de la Iglesia anunciar la buena nueva de la familia fundada en el matrimonio. Ello se comienza a realizar en la temprana edad y lo haremos desde las parroquias, los colegios, los movimientos y, sobre todo, con el testimonio de tantos matrimonios felices. Me da esperanza saber que una familia es el deseo más grande que anida en el corazón de todo hombre.
-Estos niños no pueden ingresar a algunos colegios dependientes de determinadas congregaciones o grupos religiosos por ser hijos de padres separados o de parejas convivientes ¿La Iglesia Católica ampara estas determinaciones?
He expresado en varias oportunidades que en los colegios del Arzobispado de Concepción, donde tengo una tuición directa a través de las fundaciones canónicas que las rigen, no se discrimine a los niños en virtud de su situación familiar. Lo importante es que el responsable del alumno se sume al proyecto educativo del colegio. Creo que esos niños son los que más necesitan del apoyo de un colegio católico. No conozco la realidad de los colegios de las congregaciones y otros estamentos de la Iglesia.
Del lado de los débiles
-Como autor de un libro sobre ética y responsabilidad en la empresa ¿Qué opina sobre las malas prácticas de algunas empresas del retail, la colusión de las farmacias y los excesivos intereses que pagan por sus créditos los estudiantes de la educación superior?
Quisiera decirle que toda práctica que no esté regida por la verdad y la transparencia sólo logra distorsionar una sana competencia, y ello es contrario a las buenas prácticas en el ámbito de la empresa. La transparencia es la clave para que la empresa se perfeccione y el mercado funcione adecuadamente. Se requiere educar en la ética de la virtud más que en la dañina práctica de corte utilitarista y consecuencialista que postula que el fin justifica los medios. El trabajo bien hecho en cualquier estamento de la empresa y la honestidad personal es el camino seguro para lograr buenos resultados. Eso lo creo firmemente.
-Usted ha recibido críticas por su cercanía con el empresariado nacional, con los poderosos. ¿Por qué este lazo produce resquemores?
No lo sé, no tiene nada de malo. Efectivamente he estado muy cerca de ellos. Soy asesor doctrinal de la USEC, la Unión Social de Empresarios Cristianos. Hay empresarios que han sido muy generosos para levantar obras de caridad tremendamente importantes, pero eso no significa que yo sea una persona excluyente porque siempre voy a estar con el que me necesita y del lado del más débil.
-¿Qué es para usted un suelto ético? ¿Podría cuantificarlo?
El sueldo ético debe permitir a una persona poder formar su propia familia y cuidarla y educarla. Incluso ahorrar. En definitiva permitir a una familia llevar una vida digna. Estamos lamentablemente muy lejos de eso. Muy lejos. Para ello se requiere crecer económicamente como país, promover políticas públicas para que las brechas de desigualdad vayan disminuyendo y, sobre todo, promover estilos de vida más austeros. La ostentación de algunos es una bofetada a quienes viven graves penurias diariamente.
-¿Cuál es la receta que Ud. como ingeniero propone? Está comprobado que el asistencialismo puro no funciona y que el chorreo, tampoco
Soy un convencido que la única manera de salir de la pobreza es generar un círculo virtuoso ente preparación y trabajo, porque hoy el gran capital que todos tenemos es el conocimiento. Y hay muchas personas que están muy desprovistas de conocimiento, y que no tienen la educación que requiere el siglo XXI. Esa es una apuesta importante que tendríamos que hacer como país. Lo otro que a mí me parece importante que tenemos que aprender son virtudes como el sacrificio en aras de los demás. Pienso que estamos demasiado individualistas y creo que hay ostentación en nuestro país que no ayuda a generar un clima de justicia ni tampoco de fraternidad.
-Esa es una crítica que la sociedad también le hace a la Iglesia por sus bienes. Censura, por ejemplo, el lujo del Vaticano y lo contrapone a la vida sencilla que hizo Jesús en la tierra.
Eso (el Vaticano) es una herencia adquirida de una época de la humanidad, que obviamente es la magnificencia del sentido que le quieren dar al valor que tiene lo sacro. En esta época no se haría una cosa así. Pero está ahí y constituye un patrimonio de la humanidad. En lo que a mí respecta, quisiera llevar una vida austera y estoy siempre preocupado de eso. Porque es el ejemplo personal el que tiene una influencia en los demás. En el clero diocesano al que yo pertenezco tenemos una promesa de obediencia, pero podemos disponer de bienes personales. Aunque tenemos el deber moral de vivir de una manera austera de acuerdo con lo que nos toque vivir. La gente es muy sensible para darse cuenta quién es quién.
-Ud. dijo que un abusador jamás debió haber sido ordenado sacerdote. ¿Qué filtros se implementarán en las instituciones formadoras de sacerdotes y religiosas de esta Arquidiócesis para detectar a tiempo esos casos?
El seminario de la Arquidiócesis de Concepción está evaluando constantemente su proceder y los procesos de selección. Es un trabajo que se realiza en conjunto con los otros seminarios de Chile, de América Latina y de la Santa Sede. Haré mis mejores esfuerzos para que todos los consagrados llevemos una vida a la altura del don del sacerdocio recibido. Los laicos pueden ayudarnos mucho en esa línea. Siento admiración por el trabajo abnegado que realizan los sacerdotes en el mundo entero, en Chile y en la Arquidiócesis de Concepción. En el mundo hay 420 mil sacerdotes, 5 mil obispos, 700 mil religiosas y 120 mil seminaristas que dan testimonio del amor de Dios y al prójimo.
-¿El poder que Fernando Karadima tenía en la Iglesia generaba respeto entre sus pares? ¿Había temor de hacerse eco de las denuncias en su contra antes de la condena del Vaticano?
Fernando Karadima no generaba respeto, más bien temor. La condena del Vaticano es fruto de la investigación que hizo Monseñor Errázuriz a través del promotor de justicia. Lo importante es que los delitos cometidos por clérigos no quedan impunes ni por la ley civil ni canónica. Eso es lo importante, y los errores del pasado en materia de procedimiento no se volverán a repetir. Que un sacerdote abuse de un menor es gravísimo y la Conferencia Episcopal de Chile “tomó el toro por las astas”. Pondremos lo mejor de nosotros para que ello nunca más ocurra.
-¿De qué forma van a recuperar el respeto y la confianza de la gente?
El respeto y la confianza se gana haciendo lo que lo siempre hemos hecho. Servir a las personas, especialmente si son pobres y necesitadas y anunciar el Evangelio. No hay otro camino. Ese el camino tratado por el mismo Jesucristo. Son millones los que estamos agradecidos de la Iglesia por el servicio que nos ha prestado en los momentos más importantes de nuestras vidas, nos ha educado, nos ha dado sentido a nuestras vidas al encontrar a Cristo, luz del mundo y Salvador.
¿La Iglesia necesita una reingeniería? Da la impresión que cada vez se le están yendo más fieles.
No está pasando eso, pero sí lo que yo creo es que nosotros tenemos que buscar métodos, ardor para reencantar a los católicos y una pedagogía acorde a una sociedad que se mueve por la imagen, por los sentimientos y que tiene hoy muchos predicadores.
-A comienzos de 2010 usted afirmó “No hay un lugar más seguro para un niño o un joven que un colegio, una parroquia o cualquier institución a cargo de la Iglesia Católica”. Tras los casos Karadima, Sor Paula y del salesiano Audín Araya ¿repetiría esta afirmación con la misma convicción de hace un año y medio?
La Iglesia Católica educa en Chile a través de parroquias, colegios, universidades, escuelas, colegios, instituciones de caridad hace 500 años. En este momento hay aproximadamente 1.000 colegios católicos, más 500 parroquias, más de 2 mil capillas y cientos de obras de caridad. ¿Cuál cree usted que puede ser mi respuesta? Creo que sería mejor que les preguntara a los padres que confían en nosotros al confiarnos la educación de sus hijos.