Cifras de la Subsecretaría de Educación Superior del Ministerio de Educación indican que en la actualidad casi 1,2 millones de jóvenes estudian una carrera de pregrado. Esta cifra quintuplica el acceso a la educación superior que se tenía en la década del 80. La misma fuente (mifuturo. cl) informa que en 1986 apenas 200 mil jóvenes cursaban estudios de educación superior.
Este incremento obedece a la importancia que adquiere la educación formal como elemento fundamental en la movilidad social. Por ello, las políticas públicas buscan fomentar el acceso a la educación terciaria mediante becas y créditos.
Ahora bien, al existir un mayor acceso a carreras técnicas y profesionales se genera un tremendo desafío para los jóvenes que luego ingresan al mercado laboral, pues se encuentran con más competencia (mayor oferta laboral) con requieren desarrollar elementos diferenciadores para destacarse entre sus pares. Por otro lado, existen disciplinas que necesitan una constante actualización, pues nuevos procedimientos y tecnología que aparecen día a día, y los profesionales a cargo deben tener las competencias técnicas
para utilizarlos.
“El desafío para los profesionales es identificar aquellas carencias que de alguna manera están impidiendo o ralentizando un mayor desarrollo laboral, para suplirlas con conocimiento, habilidades o generación de redes laborales”.
En ese contexto adquiere importancia el concepto de educación continua, que considera una diversa oferta de programas y cursos que permiten a los profesionales satisfacer sus necesidades de actualización, profundización, reconocimiento o, simplemente, cumplir un desafío personal. Y es que no solo se trata de buscar conocimiento, sino que también los profesionales requieren desarrollar habilidades, actitudes y destrezas que les permitan ejercer de mejor manera su profesión. Estas competencias muchas veces no forman parte de las líneas curriculares de la profesión, sino que son un complemento que, al adquirirlo, genera diferenciación.Cuando un profesional decide capacitarse, mediante cursos, diplomados u otros programas de postgrado, realiza un proceso de inversión en capital humano que le resulta inalienable. Esta formación tiene la ventaja de ser un proceso mucho más maduro y pragmático, pues reafirma el conocimiento ya recibido en pregrado, complementa la experiencia laboral y permite la generación de redes con profesionales de su misma o distinta área. Hay que agregar, además, el aprendizaje colaborativo que se genera cuando se busca resolver una situación considerando las visiones de profesionales que, si bien pueden tener iguales estudios de origen, se han desempeñado en rubros e industrias distintas que les hacen buscar soluciones diversas.
Entonces, el desafío para los profesionales es identificar aquellas carencias que de alguna manera están impidiendo o ralentizando un mayor desarrollo laboral, para suplirlas con conocimiento, habilidades o generación de redes laborales. Para apoyar este desarrollo es que instituciones como la Universidad San Sebastián ofrecen una amplia oferta de perfeccionamiento, con sus programas de Postgrados y Educación Continua.