Francisca Imboden: “Se lanzaban a decirme que mi marido era gay”

/ 22 de Diciembre de 2009

ImbodemOK
Elisa no era la única víctima en la serie nocturna de TVN. Olivia Domínguez  vivía en una cruel mentira que aturdió tanto al personaje como a los televidentes. Francisca Imboden ya cerró el capítulo y se abre a nuevas posibilidades en la televisión, en el teatro y en su rol de rostro de la nueva belleza.
Aún no se calma el torbellino que Olivia Domínguez generó con su historia en “Dónde está Elisa”. Sin embargo, la actriz Francisca Imboden dice que ya dio vuelta la página, que lo único que le importa ahora es dar lo mejor en su rol de Victoria, en la vampirezca serie “Vrolok”. Que espera seguir ampliando sus horizontes profesionales como lo ha hecho hasta ahora, repartiendo su tiempo entre la televisión, el teatro, la publicidad y los eventos.
Es que esta viñamarina, que se empina sobre el metro setenta de estatura, tiene, a sus 37 años, una de las carreras más prolíferas en las artes escénicas nacionales. Eso gracias a una versatilidad, que ella misma confiesa, le ha llevado a grabar personajes en la memoria colectiva. Desde Blanquita Chamorro, en “La Fiera”; la sensual María Salomé, de “Romané”, hasta la mujer moderna que incentiva la belleza en la publicidad de una farmacia, han ido aportando a la popularidad y cariño que Francisca Imboden causa en el público.
Y la gente se lo hace notar. A veces, con simpatía y otras hasta con un poco de locura. Cuenta que a medida que los televidentes se enteraron del drama oculto de su personaje en “Dónde está Elisa” no pararon de atajarla en los lugares públicos más increíbles para “notificarle” que su marido era gay. “Uno tiene que entender el fenómeno y jugar un poco. Uno responde como si fuera el personaje para que las personas lo tomen a bien. Es extraño lo que pasa con series tan potentes como ésa, pero no deja de ser entretenido y es signo de que las personas están plenamente identificadas con el drama y, en definitiva, que lo estamos haciendo bien como actores”, explica.
-Los aciertos en teleseries son los que han hecho que la gente te tenga presente.  ¿Cómo han sido tus últimos años conviviendo con la fama?
-“Ha sido impresionante la vorágine, sobre todo este último año, sin desmerecer todo lo que he pasado antes, en La Fiera, Romané, y otras series que tuvieron un éxito caballo también. En Romané, por ejemplo, me gané un premio. Aún así la gente piensa que nunca habíamos vivido un éxito como el de Elisa, y la verdad es que no me gusta dejar pasar que el hecho con Romané, en Pampa Ilusión, el nivel de impacto de la gente era distinto, pero así de potente. En Romané se me tiraban encima del auto, y ahora también para contarme que mi marido era gay”.
-Elisa tuvo el impacto de las primeras teleseries en Chile. ¿Les sorprendió eso?
“Claro. Todavía pasa esa cosa con la gente, nos sorprendía mucho. La Paola Volpato contaba siempre que una vez fue al supermercado y una señora la miraba y la miraba, hasta que en un minuto se acercó y le dijo “sabe, su marido tiene a Elisa”. Así, contándole la gran verdad. Fue muy divertido. Desde la época en que la gente se iba a confesar con el padre Belisario de La Madrastra a Quinchamalí, han pasado como 40 años y la gente sigue teniendo esa cosa, no sé qué será. Pero es una catarsis un poco extraña, donde tiene la necesidad de sentir que la teleserie es un poco verdad y que ellos están participando de esto. El proceso del asunto es muy loco, sociológicamente hablando. Uno interviene en la sociedad de una forma importante. Cuando la teleserie está top, todo el mundo habla de eso, todas las cosas se ponen como ejemplo. Entonces, sí, fue importante, pero uno ya está medio curtido, como que uno mira de lejos esto medio loco que pasa. Pero sabe que va a pasar luego y no se entusiasma tampoco”.
¿Emigrar de TVN?
Doce años lleva Francisca Imboden en televisión. Comenzó cuando era aún estudiante de Teatro en la Universidad Católica con algunas participaciones en Teleduc, pero su riel definitivo hacia las teleseries fue su debut en “Oro Verde”. De ahí no ha parado en pantalla, combinando la TV con el teatro y participaciones también en la pantalla grande.
-Fuiste mamá muy joven. ¿Qué tan duro fue compatibilizar carrera y familia?
“Es exquisito ser mamá (tiene dos niñas y un niño). Toda la vida he trabajado con hijos, la primera la tuve a los 21 y empecé a trabajar a los 23. Bueno, empecé a trabajar mucho antes, pero cuando salí de la escuela ya tenía dos hijas. Así es que la verdad, nunca me he planteado cómo sería, porque tuve que compatibilizarlo sí o sí. A veces me han dado ganas de estar más presente, pero mis hijas también están tan felices porque me ven feliz con lo que hago y por todo lo que puedo hacer. Cuando viajaba más con las teleseries me exigieron más, y decían que por favor no lo hiciera tanto, y les hice caso y no seguí viajando, y me puse a trabajar más en Santiago. Me da lata cuando te plantean que un hijo puede ser un impedimento. Creo que nada es un impedimento para hacer lo que uno quiere, y si uno es bueno en lo que hace, con una pata menos, con 40 hijos, ciego, sordo puedes hacerlo igual”.
-¿Y qué ha significado para ti ser rostro de belleza?
“Ha sido muy enriquecedor, había trabajado en campañas específicas, pero nunca todo el año. Lo encuentro exquisito, lo encontré entretenidísimo”.
-¿Está de moda que las actrices y actores se tomen las campañas, desplazando a la típica modelo?
“Ahh, puede ser. Creo que siempre fue así, saco el ejemplo de la Delfina Guzmán y Nissim Sharim. Creo que la publicidad empieza con que la gente se sienta identificada y, por lo general, pasa más con los actores que con las modelos. Una modelo tiene una talla y una vida muy lejana a la normalidad de la gente. Entonces siento que la sociedad está cambiando, como que no se compra así tan fácil el asunto de la belleza lejana. Mientras más cercano es, más identificado te sientes con el “producto”, y sientes como que eres parte de eso mismo”.
-¿Qué te queda por hacer?
“Me queda todo por hacer todavía, ir a Hollywood (ríe). No sé, siempre queda algo más. Eso es lo entretenido también, como es un asunto mutante de alguna forma, es algo que siempre está cambiando y evolucionando y transformándose. Claro, cuando estaba en Romané, estaba en las teleseries de la tarde y se decía “por dónde más puede pasar, a dónde más pueden ir”, porque viajábamos mucho. Empezó a bajar eso y ¡pum! Llegaron las de la noche, otro lenguaje. Después los sitcom, que también son otra cosa. Entonces, siempre van pasando cosas que son muy entretenidas. Es muy ágil lo que va sucediendo con la TV, pues cambia muy rápido. La gente pide, exige más también, exige más tema, exige que la cosa no sea una lata o divertidillo, o así no más. La gente es muy participativa, comenta mucho y manda muchas cartas. En realidad uno no sabe lo que queda por hacer. Ahora cambia el formato y va a haber muchas cosas por hacer con la TV Digital. Entonces también va a cambiar el panorama, se van a diversificar los ratings y todas estas cosas que nos han tenido a todos alterados”.
-¿Y cada vez con más señales, entonces puede haber otro tipo de pegas también?
“Exacto. Yo animo muchos eventos, por ejemplo, como la Cena Pan y Vino, la entrega del premio de la Mujer del Año, en no sé qué parte. Hace rato que hago esas cosas por aquí, por allá y lo paso bastante bien. El comienzo del festival del no se qué.. y me gusta y lo paso bien en la animación también. Creo que por ahí hay un lugar donde explorar. Pero por supuesto que lo que me mata es actuar, me gustaría hacerlo, pero no abandonar la actuación. Es súper absorbente una cosa con la otra, no son muy compatibles, pero el actor tiene esa gracia de ponerte a hacer otras cosas también. Uno está jugando también al animador de alguna forma. Sí, yo nunca cierro la puerta a nada. No hay nada más entretenido que renovarse y hacer cosas distintas y sorprenderse de las posibilidades que uno tiene.
-Estás representando a la mujer chilena dentro de la pantalla en un comercial. ¿Cómo describes el rol de la mujer actual?
“Encuentro que la mujer chilena está teniendo una evolución súper interesante y súper “pro”. Tiene que ver con asumirse con honestidad y eso de empezar a gustarse. Antes uno veía a toda la gente ponerse la polera y el pantalón apretado cuando no te quedaba bien. Ahora se ve eso de asumir cuál es tu look. Ves muchas modas en la calle, unas super hiper étnicas, otras locas, otras con el pelo parado. Me gusta eso de tener un poquito más de personalidad. No serás la Claudia Schiffer, pero podrás ponerte algo en el pómulo. Es lograr mirarse con honestidad y decir: ‘todas tenemos algo bonito y lucirlo’. No es sólo verse, sino sentirse bien. Es como decir ‘no seré lo que todo el mundo espera, pero soy simpática, soy buena para la talla, me gusta reírme. Entonces mis dientes tienen que estar preciosos´. Es como jugar un poco con uno y reírse de uno mismo, decir ‘ya, tengo unos rollos, me pongo una polera más ancha y listo’. Relajarse, disfrutar como uno es, y como es la vida; estar sano, darse cuenta que uno se puede cuidar con pocas cosas, lo que no significa estar angustiada por dejar de comer, sino que comer rico, balancearse. Creo que la belleza es interna, muy personal, y en ese sentido lo encuentro fantástico”.
-¿Cuáles son tus proyectos después de que se termine la serie nocturna en TVN?
“Nadie lo sabe, estoy grabando todavía… Estoy grabando hasta enero, febrero, por ahí. Vendrán otros proyectos, estoy cotizando qué me conviene más, qué futuro es más interesante; qué proyectos pueden desarrollarme más, porque por ahí va la cosa, qué es lo que te sirve más. Es para seguir haciendo lo que te hace feliz, no es mucho lo de la plata, con contrato, con ese sentido; sino que proyectos interesantes y personajes entretenidos. Ahora como hay más áreas dramáticas, la cosa se ha diversificado bastante. Creo que TVN está muy bien posicionado; pero no significa que lo estarán para siempre. Uno siempre tiene que estar alerta, porque van saliendo nuevas cosas, hay directores y elencos más interesantes; entonces van cambiando las cosas.
-Ahora con TV digital va a cambiar harto.
“Hay que estar preparado, atento, y con la libertad para darse cuenta que de repente uno necesita otra cosa y tiene que emigrar, o si a uno no lo necesitan en un lado tiene que mirar para otro”.

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