Tal como reza su canción más famosa, el ex vocalista de los Ángeles Negros ha vuelto. Por estos días, el documental “Ángeles Negros” -realizado por los mismos creadores del elogiado trabajo “Estudiantes Secundarios”- revive sus días como estrella de la música popular latinoamericana. La industria del recuerdo ya se echó a rodar e incluye la venta de DVDs de la película, otro con actuaciones en vivo y siete CDs con sus mejores hits remezclados. Sin embargo, reunir a la clásica formación original es otro tema, y el mítico cantante, junto con desmentir acusaciones vertidas en el film, nos cuenta por qué.
Tiene un ego propio de su trayectoria y no lo disimula. Es una de las más auténticas estrellas internacionales salidas de este país. Todo comenzó hace casi 40 años, cuando la primera formación de Los Ángeles Negros ganó un concurso de jóvenes valores de la canción organizado por “Radio La Discusión” de Chillán, cuyo premio consistía en grabar un disco 45 single de vinilo en Santiago. Luego de registrar “Porque te quiero” y “Días sin sol”, la banda se transformó en un fenómeno de masas: se arman largas filas para adquirir su disco, son éxito radial y el sello Emi los contrató para grabar su primer álbum. Ni siquiera una primera separación de la banda en 1969 -de la cual seguirían sólo Germaín de la Fuente y el guitarrista Mario Gutiérrez- frenaría una carrera escrita hacia el éxito.
Sin embargo, para él todo se había iniciado mucho antes, cuando de niño cantaba y tocaba el acordeón en la quinta de recreo de su padre en San Carlos. Un ambiente que, asegura, aún se vive incluso en boliches ubicados en el centro de la capital, impregnados de olor a vino, empanadas, chicha y cerveza. Esos que constituirían “el Chile verdadero”: aquel que no muestra ni la televisión ni los medios de difusión. “El mundo real es muy diferente y muy parecido a la quinta de recreo donde yo me inicié”, sentencia. Una quinta donde los paisanos llegaban a caballo y donde aprendió a esquivar los tomatazos.
-¿Cuáles fueron sus principales influencias en el canto y letras?
-Mi primera influencia fue un cantante lírico que llegó a cantar precisamente a la quinta de recreo, al Parronal, se llamaba Orlando Figueroa. Me marcó bastante, porque fue la primera vez que tuve oportunidad de escuchar a un cantante lírico con conocimientos, con una colocación de la voz, una persona que había estudiado para cantar. Fue impactante para mí, y en cierto modo, mirándolo a él fue como aprendí a impostar la voz. Ahora, como cantante fino, Javier Solís me influenció mucho, porque impostaba bien la voz y tenía una voz muy melódica, muy bonita.
-Y las famosas letras de sus canciones ¿de dónde vienen?
-Me gustaban mucho las letras de Los Panchos, su música en sí, “Sin tí” y tantas canciones preciosas de ellos. Pero ya me parecía que Los Panchos sonaban “repoco” con el requinto aquel; como que me imaginaba que esa música con guitarra eléctrica debería sonar más poderosa.
“Los Beatles latinoamericanos”
Con la incorporación de los músicos profesionales Jorge González en los teclados, Luis Ortiz en la batería, y Fernando Concha en el bajo, la banda terminó con urgencia su primer disco, que ya era demandado por el público de Perú, Ecuador y Bolivia. Pero fue la salida de su segundo elepé “Y volveré” la que consolida la carrera internacional de la banda: a mediados de 1970 ya tenían cinco primeros lugares consecutivos en los rankings peruanos, y 25 mil personas los reciben en la Plaza de Acho de Lima; realizan dos giras exitosas por Chile, para luego seguir por todo el continente hasta Centroamérica e incluso Estados Unidos en 1971. Sus ventas se multiplicaban: la Emi argentina los contrata por cuatro discos y sus ejecutivos en México -que inicialmente no tenían interés en publicarlos- cambian de idea cuando “Y volveré” ocupa por siete meses el primer lugar en las radioemisoras locales, editando sus tres álbumes registrados a la fecha, de acuerdo a cifras citadas por historiadores y musicólogos.
¿Leyenda o realidad? Lo cierto es que aún en estos días casi una decena de bandas deambulan por el continente atribuyéndose el nombre de Los Ángeles Negros o parte de él. Germaín de la Fuente, junto al ex tecladista Jorge González, todavía se mantienen en actividad, presentándose como “Germaín y sus ángeles”, y en los últimos años una nueva generación de músicos nacionales lo ha invitado a grabar, como Los Tres, Los Tetas y Los Bunkers (con quienes estudia presentarse en ciudades sureñas durante el verano, luego que lo acompañaran al lanzamiento del documental en TVN).
-Uno de los temas que más llama la atención del 2º disco de Los Ángeles Negros es “El rey y yo” por el beat medio funk o soul del bajo; de hecho, fue sampleado por los Beastie Boys ¿Cómo nació este tema?
-Bueno, nosotros tenemos muchas canciones medio moviditas (sic), lo que pasa es que no han sido de las más populares. Con “El rey y yo” estábamos haciendo un disco y salía balada, balada, balada, había que buscar un descanso. Entonces apareció esa canción que era súper distinta al resto, era como un valsecito así, medio infantil. Aunque yo creo que el autor, Osvaldo Geldres, no lo hizo en ese sentido.
-Se les asocia con los iniciadores de la “canción-cebolla”: baladas viscerales, que salen de adentro, letras sufridas ¿le acomoda esta definición?
-En el caso de Julio Jaramillo y Lucho Barrios las canciones hablan de cantinas, borracheras, es otra estructura (piensa)… el amor se siente de diferentes formas, yo creo que las canciones nuestras no son de despecho. Hay una que es muy triste: “Murió la flor, y en mí tu esencia se quedó y tu risa ahí”. Pero siempre deja algo positivo. No hay resentimientos. “Cómo quisiera decirte” no tiene nada-nada de eso, más bien es una declaración. Y eso tiene mucho que ver con la forma de pensar el amor.
-¿Siente mucha nostalgia por esos años dorados, la época del 68 al 74?
-Ninguna. El momento que estoy viviendo es el mejor de mi vida. Así me siento. Obviamente que los reconocimientos son importantes. Cuando yo me inicié en la música siempre busqué un resguardo para el futuro. Pensaba “cuando se acabe esto de la popularidad ¿qué haré con mi vida?”. Y ahora, después de casi 40 años, he llegado a la conclusión de que la mejor garantía que tengo de existencia para los próximos años que me quedan es el cariño que tengo de mucha gente, que me sigue llamando para ir a cantar a diferentes lugares, países. Es mucho mejor que tener una jubilación.
-¿Y cómo es el sabor del éxito fulminante y espectacular a tan corta edad?
-La verdad es que no teníamos mucho tiempo de pensar en ello, ah. Entre el año 69 y el 73 –porque entre nosotros nos separamos el 74- nosotros grabamos nueve discos elepés. Más de ciento y pico de canciones. No parábamos de trabajar, además que en ese entonces no existía mucho el movimiento de la farándula. Por ahí salen unos comentarios en el documental en que un integrante (Nano Concha) se acuerda de ciertas cosas que me llaman la atención, porque no tienen mucho sentido.
-Dijo que a usted le gustaba más la bohemia y el cognac que a los otros, entre otras cosas…
-¿Bueno, pero y dónde crees que nacieron muchas canciones que grabamos, me entiendes? ¿Tú crees que encerrados en una pieza se te ocurren las cosas? Yo no ando con libretitas, se oyen las cosas. De repente yo me iba con amigos de la bohemia, de alguna orquesta en la República de El Salvador, donde me invitaban a su casa; o me iba a algún bar donde había un pianista tocando y un cantante. En una de esas escuché por primera vez “La mentira”, que fue un bolero que nosotros grabamos, “Háblame”, canciones que ni conocía. Entonces, la música no se hace en el estudio, la música se hace en la vida.
-Usted dejó la banda en mayo de 1974 ¿No siente que fue una fecha muy temprana para partir?
-Posiblemente. Ahora, eso no quiere decir que yo esté arrepentido de haberme marchado. Las cosas tienen que terminar no más. Nosotros tuvimos el récord de hacer nueve discos en poco tiempo. Como que las ideas se agotan también, se van repitiendo, y se pierde esa magia del comienzo. Después se empieza a hacer como una transacción comercial, yo creo que ya era el momento. Cuando todos nos convertimos en comerciantes, la verdad es que ya aparecen más suspicacias. Aquí los inocentes éramos los que veníamos de San Carlos. Los que entraron después eran personas que ya tenían un bagaje grande.
-Eso se podría aplicar para la época del primer disco “Porque te quiero” (1969), pero para el segundo trabajo “Y volveré” (1969), realizado casi de inmediato, ellos eran parte integral de la banda porque Ud. los había invitado ¿Por qué allí no se produjo entonces un cambio de mentalidad?
-Lo que yo creo es que en realidad esa parte comercial, lejos de disminuir va aumentando. Esto se va aprendiendo en el camino. Por ejemplo, alguien que va al Derecho de Propiedad Intelectual primero que el otro y dice “el nombre me lo inscribo para mí”. Ya me entiendes, todo eso requiere de una planificación. El año 72 se juntan tres integrantes y van y ponen el nombre para ellos. Fue por bajo cuerdas. Y tantas otras cosas más.
-Honestamente, independiente de las culpas ajenas ¿tiene alguna autocrítica personal, alguna reflexión tipo “fue un error, debí hacer las cosas de otro modo”?
-Eh… no, la verdad es que yo me siento muy satisfecho con lo que hice, con mi aporte, con lo que me brindé.
-¿La fama y el ego no les nubló la visión a todos?
-Mira, es que nosotros somos artistas. El ego… cuando me pongo a cantar, me impongo metas, digo, “yo voy a cantar mejor que esto”. Y nunca te pones varas cortas, siempre eliges al que tú consideras mejor, pero tú tienes que igualar o superar eso. Nada es gratuito y eso es parte del ego. Si no fuera así, no seríamos artistas.
El iluminado
-El 74 usted inicia su carrera solista y se radica en México. Me imagino que influyó la contingencia, en Chile se había acabado la noche.
-Bueno, eso estaba de cajón, no tenía mucho que venir a hacer acá. Pero también eso fue bien extraño, porque supuestamente el que iba a regresar era yo; y al final, el que se quedó en México fui yo y Los Ángeles Negros salieron del país. Esa es otra historia no contada (…) de México se vinieron a Chile, y de mala manera.
-¿A qué se refiere con eso?
-Porque a ellos no se les renovó la visa para poder seguir trabajando, se tuvieron que venir por un problema con el sindicato de músicos.
-Y a usted, en cambio, sí se le abrieron las puertas…
-Es que…lo que pasa es que …(piensa)…parece que yo siempre he sido como iluminado. Yo me iba a venir, y al final terminó al revés la cosa.
-Me quedó clarísimo que aún mantiene diferencias con sus ex compañeros de banda. Sin embargo, en esta época de revivals ¿Estaría dispuesto a una nueva reunión con la formación original de Los Ángeles Negros?
-Mira, yo con Jorge González he tenido las peores diferencias. No te voy a detallar, pero él ha sido muy duro en sus críticas en contra mía, en algún momento. Y yo con él he vuelto a trabajar. Por qué. Porque él quiere hacerlo. Eso es primordial. Logramos reencontrarnos con una relación, si no amistosa, cuando menos cordial. (…) y es mentira que me peleé con Luis Ortiz (a combos, lo que habría gatillado la renuncia del baterista en 1973, según fuentes entrevistadas en el documental). No fue así. Además me habría dejado en el hospital, porque él es un peso completo. Sin embargo yo toqué con él el 95 y 96 y recorrimos Estados Unidos y Canadá. Hicimos 50 o 60 shows. Y con cualquiera de ellos no hay ningún problema. Con Mario (Gutiérrez, el guitarrista, actual dueño del nombre), menos. Porque con Mario nosotros empezamos juntos, somos co-fundadores del grupo.
-Y con Nano Concha…
-Igual. Es que además Nano Concha es una persona muy agradable. Pero tiene el doblez que de repente es muy desagradable también. Tiene un sentido del humor siempre sarcástico ¿me entiende? O sea, todo lo contrario del sentido del humor que tengo yo. Y es todo-todo al revés, porque yo no hago ni chistes de tartamudos, ni de cojos, ni de homosexuales. No me gustan. Y a él le gusta esa parte, de humor negro. Siempre hay ese desencuentro con él, pero eso no significa que no lo entienda. Yo lo comprendo y sé que el problema que tiene conmigo, es que sabe que yo soy más feliz que él.
-Pero don Germaín, si publico eso, ahí sí que no se juntan nunca más, pues…
-Jaja (ríe efusivamente).
¿No les han ofrecido una propuesta concreta para reunirse?
– Ahí está el problema, porque esto en realidad no lo tendría que hacer ni Nano Concha, ni Mario Gutiérrez ni yo. Tendría que hacerlo un empresario con la estructura y la capacidad suficiente, como con Soda Stereo que fue un trabajo de años.