La talentosa banda nacional volvió con las pilas recargadas tras su exitoso tour de trece presentaciones en España y Dinamarca que incluyó el lanzamiento de su disco homónimo editado bajo el Sello Autor en Madrid. Ahora se preparan para su próxima visita sureña por Concepción, Temuco, Valdivia y Puerto Montt.
A comienzos del verano pasado, un memorable espectáculo musical se dio cita en el Galpón 9, enclavado en el corazón del santiaguino Barrio Bellavista. Desde el escenario principal, Jorge Campos, el mítico bajista de bandas emblemas como Congreso y Fulano, desplegaba junto a sus músicos todo el talento de su proyecto solista. Ante él, un local repleto respondía moviendo pies y palmas con fervor. Se sabía que vendrían más grupos, pero tras la presentación, un incrédulo “¿después de Campos, qué?” embargó a muchos de los presentes. Sin embargo, cuando desde el segundo piso sonaron acordes de música gitana, acompañados de un frenético ritmo ska, las dudas quedaron atrás. Casi con el público en sus narices, los seis músicos de “La Mano Ajena” desplegaron lo que hace rato sabían hacer: despertar la euforia colectiva.
La historia de la banda comenzó en 2002, cuando Rodrigo Latorre (voz, guitarras, flautín, saxo soprano y saxo alto) recorrió el mundo integrando la compañía El Teatro Del Silencio. Maravillado al conocer los antiquísimos ritmos de Europa del Este, comenzó a formar una agrupación que hoy suma a Gabriel Moyla (acordeón y coros), Joel Viera (clarinete y coros), María Fernanda Carrasco (voz y percusión menor), Cristián Aqueveque (bajo eléctrico y voz) y Álvaro Sáez (batería y percusión), más Danka Villanueva como violinista invitada. Juntos, generan una fusión de ritmos que se extiende al rock, el punk, el jazz manouche de Django Reinhart (algo así como el tío Roberto Parra y su jazz huachaca, pero en el París de los años 30), la rumba flamenca o la sonoridad de los taraf.
Aunque desde el comienzo su propuesta tuvo aceptación, es gracias al éxito de su reciente gira europea que “La Mano Ajena” pasó de ser uno de los mejores secretos a voces de la escena del rock independiente, a una de las bandas con mayor proyección internacional. Durante su gira por Dinamarca y España, simplemente la rompieron. En un total de 11 presentaciones, los daneses aplaudieron la curiosa combinación de escuchar letras que, en un inglés chilenizado, acusaban el drama de los inmigrantes en “Ser errantes”, acompañadas de una fanfarria musical que más bien recreaba el ambiente de un circo kitsh. La aprobación también les llegó de la crítica especializada, que los calificó como genuinos exponentes del “Power Klezmer” (por su fusión de rock con la antiquísima música de los judíos balcánicos).
Ahora preparan una nueva gira, que esta vez los llevará hacia nuestras tierras sureñas. Por ahora, las fechas confirmadas son el 7 de octubre en la Sala 2 del Teatro Concepción, el 14 en Temuco –donde grabarán un recital en vivo para el programa de TV “Música al borde” y el 15 del mismo mes en Pucón. En medio de sus ensayos, nos cuentan algunas de las claves de su show.
Sus influencias en general son bastante alegres, casi eufóricas ¿Cómo se explica eso, si algunos de los países que las originaron tienen historias bastante trágicas?
Rodrigo: Si hablamos desde el pueblo romá como una influencia –porque nosotros también hemos recogido otras experiencias musicales, como la música Klezmer, que es música de las nupcias de los judíos- o algunas otras más contemporáneas como el punk, el rock, el jazz, constatamos que desde sus orígenes todos estos tipos de música tradicionales se relacionan con una visión muy positiva del tema de la vida. Cuando hablamos de los gitanos, en realidad estamos remontándonos a la música hindú, ellos son una casta, un pueblo que es indoeuropeo, que en algún momento se llegan a cruzar con otras razas en Europa. Ya para ellos el tema de la música es algo ritual. Nosotros con mucho respeto hemos tratado de intervenir estos repertorios a partir de nuestras experiencias, no siendo ninguno de nosotros gitano ni judío, y entendiendo que también por este efecto del mestizaje cada uno de nosotros puede tener alguna cuota de eso.
¿Cuál es la clave que hace tan contagiosa a esa música?
Alvaro: Yo diría que es por el espíritu carnavalesco que se imprime a la banda. Un cuarto que tiene que ver conque todos venimos del mundo del teatro, y en el fondo, el estilo que uno elige es un medio para llegar al fin, y ese fin es entregar contenidos, mensajes y música, alegría, que lleve implícitos entregar formas de vida cómo las de los pueblos gitanos y judíos. Y el caso de nosotros es con el carnaval medieval, donde se pierden los estatus, donde el pueblo se olvida de los poderosos, se disfraza, sale a la calle, todos se tocan, hay un cuento fálico y sexual súper fuerte.
El carnaval europeo
El tour por Dinamarca de “La Mano Ajena”, auspiciado por la Cancillería, incluyó tres presentaciones en el Halkaer Festival de Dinamarca. Allí conocieron la saludable vida del primer mundo, alojando en granjas de huertos orgánicos y comiendo sólo “antitransgénicos”. En España les fue aún mejor. Invitados por el Sello Autor (símil del Sello Azul, su casa discográfica en Chile) realizaron durante cinco días una intensa actividad de promoción para medios, que incluyó una presentación callejera para la señal internacional del Canal Antena 3, un episodio que el baterista Alvaro Sáez nunca olvidará. “El camarógrafo termina de filmar la nota y se da cuenta que hay un círculo de 100 personas escuchando. Ellos (la gente del canal) quedaron loquísimos… todo el mundo estaba caliente que tocáramos en Madrid”. El final del periplo fue a la altura, con una tocata para 10 mil personas durante la Fiesta de San Juan en la Isla de Mallorca.
En Copenhague ustedes se presentaron en la mítica comunidad hippie Christiania ¿Qué impresión les quedó tras conocerla?
Rodrigo: Históricamente, Christiania viene siendo como el 1º Okupa que se funda en Europa por ahí en 1968, en un recinto militar. Ahí se desata todo un estilo de vida, que para nosotros fue como ver una utopía que de repente ya está desgastada, incluso -en algún momento lo conversamos- un tanto decadente. Es un pequeño Amsterdam. Entra la policía, pero para ver más bien todo el tema del orden; ahí te encuentras con unos jardines preciosos, unas cannabis gigantes de dos metros (risas). Pero igual está mucho la cosa del tráfico, harta gente que anda tanto o más perdida que acá.
Y en Mallorca conocieron la mítica Fiesta de San Juan… me imagino que estuvieron en su salsa…
Fernanda: El Carnaval de la Noche de San Juan fue muy importante para nosotros también porque es la noche de Wetripantu, el año nuevo mapuche, entonces había como una doble significancia, un carnaval súper bonito, muchos turistas, chilenos con banderas. Al otro día fuimos a tocar a la Fundación Miró, hicimos un show completo, fue muy bien recibido, fue gente del carnaval que había quedado enganchada con nosotros.
Alvaro: Pero en Mallorca fue la celebración del fuego, sin dudas. Fuego por todos lados, pasan unos locos vestidos de diablos, hartos, y con unas cosas como chispitas gigantes, como bengalas y te agarran y te tiran la weá, sin pensarla.
Súper pagana la cosa…
(Todos): Siii, totalmente (risas).
Fernanda: Es el carnaval de Satán, el carne-vale.