Inspirada por el arte Naif y siguiendo el ejemplo de Ernesto Pititore, Valentina Barrueto decidió volcar su amor por la pintura y los colores, y plasmarlo en su guitarra primero, y en muchas otras después, desarrollando un arte que no ha pasado desapercibido en la ciudad de Los Ángeles. Hoy son muchos los que le confían sus preciados instrumentos, los que ella utiliza como lienzo para expresar sentimientos y dar vida a composiciones llenas de alegría y colorido.
Para asegurar la duración de su trabajo, cada dibujo va sellado con acrílico y los motivos son tantos como la inspiración e ideas de quienes le piden que dé una nueva cara a sus guitarras. También pinta cuadros, siempre a pedido, e incluso -cuenta- le han llevado otros objetos para que los adorne con sus pinturas. Afirma que pintar una guitarra es brindar la oportunidad a quien toca de no sólo expresarse a través de la música, sino que además “ponerle un sello especial a lo que sentimos, mostrando visualmente lo que somos o nos gustaría ser, nuestras guitarras son un reflejo de nosotros”.
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