Habla Bruno Betanzo: “Sólo soy un testigo más”

/ 3 de Junio de 2000

En una entrevista que quedó inconclusa, el médico, empresario y estudiante de Arquitectura revela lo que piensa del caso Matute. Sus amigos se alejaron, no cambió el número telefónico de su casa, comprende a la familia de “Coke” y asegura que siempre ha colaborado con la justicia, “porque sólo soy uno de los 500 testigos del hecho”.betanzo-IMG_1504

La entrevista se acordó con una semana de antelación. Durante los días siguientes no hubo otro contacto, salvo una llamada telefónica el día anterior a la cita para confirmar el encuentro. “No hay problema. Bruno sabe. Mañana a las siete de la tarde en El Peyote”, aseguró su polola, Carmen Sereño.

Finalmente, a petición del propio Betanzo, la reunión se atrasó tres horas. Aquella noche, El Peyote, su nuevo pub, estaba prácticamente vacío. No había mucha luz, pero en la caja divisamos a Carmen Sereño, quien se mantuvo durante todo el tiempo en ese sitio y no participó de la charla.

El lugar está totalmente construido de madera. Su ambientación es una mezcla entre un pub tradicional y los típicos bares del sur de Estados Unidos, con mesas de pool, luces tenues y una gran barra. Una de las paredes ostenta un mapa, donde se indica la ruta que Bruno Betanzo realizó a través de la Carretera 66 en dicho país, en la camioneta que se encuentra en la fachada de El Peyote.

Una de las meseras nos dijo que nuestro entrevistado nos esperaba en el segundo nivel, donde se encontraba jugando pool junto a un amigo.

Luego de las correspondientes presentaciones, surgió naturalmente la conversación. Fue amena y, por momentos, bastante relajada, muy al estilo de Betanzo, quien, con su característico moño, su apariencia juvenil y su estilo informal, parece más un estudiante universitario -que por lo cierto lo es- que un médico y empresario de 38 años.

Siempre sonrió, aún cuando trató temas que para él no eran gratos. Habló sin tapujos y sin rehuir ninguna pregunta. En cada respuesta recalcó que estaba muy tranquilo. Cuando aún no transcurría una hora, y después de un diálogo con su polola (que no oímos), decidió suspender la entrevista. Luego de una breve disculpa nos citó para el día siguiente, asegurando que en esa oportunidad finalizaríamos la conversación. Sin embargo, el segundo encuentro jamás se concretó: unas horas antes de la cita, a través de un llamado telefónico, Bruno Betanzo decidió no hablar más.

Pastelero a tus pasteles

Después de varios meses en que no aceptaba hablar con la prensa sobre su vinculación con el caso Matute, Bruno Betanzo Menéndez decidió romper ese silencio para darnos esta entrevista. Confiesa que está tranquilo y con muchas ganas de sacar adelante su nuevo pub, del cual se hizo cargo hace un par de meses, tras el episodio de La Cucaracha. Paralelamente a esta actividad, durante el día continúa sus estudios de Arquitectura en la Universidad del Desarrollo (cursa segundo año), carrera que lo apasiona. Con Carmen Sereño (“mi mujer”, dice él) vive hace un año y medio. Juntos trabajan codo a codo pues aseguran tener muchos proyectos en común. Aunque no se refiere a ellos, descarta totalmente que estén relacionados con el ejercicio de la Medicina, actividad que dejó hace ya varios años, porque “su verdadera vocación es crear pubs y restaurantes”.

-No es común que los médicos no ejerzan sus carreras y menos aún que prefieran desempeñarse en una actividad distinta. ¿Por qué cambiaste la Medicina por este rubro ligado a la vida nocturna?

-No es raro. Lo que pasa es que en Chile la Medicina es una profesión hipertrofiada. Yo comencé con los restaurantes mientras aún ejercía. Realizaba muchas actividades, incluso una vez casi choco por andar tan apurado, y ahí me di cuenta de que no podía abarcar tanto. En eso salió una beca para Uruguay para realizar la especialidad en Dermatología. Pero cuando llevaba un año allá supe que lo mío no era seguir aprendiendo tanto de memoria, sino que tenía que ver con la creación de cosas. Me dije: “No tiene asunto seguir con esto”, y preferí volver a Chile, para dedicar tiempo completo a mis negocios y desarrollarme en este campo.

-¿Y por qué este tipo de negocios? ¿Tiene que ver con un estilo de vida bohemia?

-No soy bohemio. Todo lo contrario. Lo que pasa es que se trata de una actividad que me parece entretenida. Además, yo dirijo mis negocios desde un punto de vista empresarial. Para ello me preparé e incluso estudié Administración de Empresas durante un año y medio. A través de ellos yo puedo crear, que es lo que más me gusta.

-¿Y de qué manera expresas esa inquietud?

-Los restaurantes tiene mucho que ver con la creación. No tienen éxito por casualidad, sino que detrás de ellos hay todo un concepto. Mis últimos negocios los diseñé y decoré yo, desde las sillas hasta los cuadros. Siempre he sido de terreno, por lo que, a veces, como médico, sufría mucho cuando debía pasar toda una tarde en la consulta atendiendo pacientes.

-¿Y a pesar de que no estabas seguro ejerciste casi siete años?

-La Medicina es una carrera muy bonita para estudiar. Es apasionante… pero con muchas dificultades laborales. Sin embargo, creo que lo mío fue falta de vocación, porque de otra forma nunca la hubiese dejado.

-¿Crees que tu decisión de seguir ligado a los pubs puede ser tomada como una actitud desafiante por la opinión pública?

-No, porque es lo mío. Pastelero a tus pasteles. Yo me he dedicado por más de diez años a esto y no lo voy a dejar por nada del mundo, porque ésta es mi pasión. Incluso, tengo proyectos para hacer más cosas.

-¿Tuviste algún problema para instalarte con El Peyote?

-El pub era mío, lo tenía arrendado. Pero problemas no hubo, excepto lo que se comentó en la prensa, cuando, con motivo de la inauguración, vinieron los familiares de Jorge Matute a hacer manifestaciones.

-¿Cuántos días hicieron lo mismo?

-Dos días. Felizmente no vinieron más.

-¿Qué hiciste para que no siguieran?

-Nos vimos en la necesidad de interponer un recurso de protección para salvaguardar nuestro derecho a seguir trabajando con tranquilidad. Eso aún está en tribunales. Pero, como dije, ellos no vinieron más.

-¿Qué ocurrió durante las manifestaciones?

-Fueron bastante tranquilas, ya que estaban dirigidas a la prensa. Ellos no le gritaban a nuestros clientes, sólo hicieron ver su malestar porque yo estaba abriendo una discoteca, lo que no era efectivo, porque esto es un restaurante.

“Me quedé sin amigos”

-Tu padre es profesor en la Universidad de Concepción, donde estudia Jorge Matute. ¿Cómo le afecta esta situación?

-A mi padre lo podría definir como un intelectual. Es alguien que valora sobre todo el conocimiento y, para él, mientras más conocimiento tenga la gente es mejor. Por lo tanto, tiene una actitud de evaluar solamente lo hecho; por eso tuvo mucha claridad y lo asumió bastante bien. Pero creo que, en el fondo, lo sucedido tiene que haberlo afectado, porque para ningún papá es agradable ver vinculado a su hijo a un asunto así.

-¿Y qué ocurrió con tu familia? ¿Son muy unidos?

-Sí, pero no de los que se juntan todos los domingo a almorzar. Sin embargo, a raíz de este problema noté una unión que no había advertido. Probablemente somos de esas familias que cuando todo está bien, cada uno se desarrolla en sus actividades, que en nuestro caso son muy diversas. Mi hermano Patricio es ingeniero y tiene otras inquietudes, al igual que mis hermanas Eugenia y Valentina. Nos vemos cada quince días o nos encontramos en la casa. Pero con lo ocurrido, nos unimos mucho, sobre todo con mi hermana “Quena”, quien fue un apoyo muy importante cuando todos los amigos se alejaron.

-¿Qué pasó con ellos? ¿Por qué se alejaron?

-Yo trabajo en una actividad social. Tengo restaurantes desde hace casi once años, durante los cuales conocí a mucha gente. En mi casa normalmente se hacían asados y reuniones. Pero a raíz de esto pasaron meses en que nadie me llamó por teléfono. ¡Ni siquiera uno solo!

-¿Ni los mejores amigos?

-Nadie.

-¿Tus amigos te preguntaron alguna vez si tú estabas involucrado con la desaparición de Jorge Matute?

-No. Prefirieron alejarse. Estoy muy sentido con todos ellos. Ésa fue una de las cosas que más me molestó, que después de tener tantos amigos, me encontré solo. Menos mal que recibí el apoyo de mi familia, de mi hermana “Quena” y de la Carmen.

-¿Tu familia te preguntó alguna vez directamente si estabas involucrado?

-No, todo lo contrario. Se juntaron un par de veces y me aconsejaron.

-¿Qué te aconsejaron?

-Me dijeron que no permitiera que me siguieran injuriando y que contratara a un abogado para que me asesorara. Por eso decidí hablar después de varias semanas de no haber querido conversar con los periodistas. En un principio yo creí que bastaba con cooperar con la justicia y que no era tan relevante colaborar con la prensa. Después de todo esto me di cuenta que no se puede menospreciar la importancia que tienen los medios de comunicación.

“La gallá no sabe nada”

-¿Por qué no quisiste hablar?

-Porque encontraba que no correspondía. El tema de la prensa es complejo, pues a veces se manipula la información. Yo no tenía la certeza de que lo que yo iba a decir sería transmitido íntegramente a la opinión pública. Además, no me interesaba tanto lo que ellos dijeran, porque subestimé el valor de las opiniones de las personas.

-Pero tienes que recordar que inmediatamente, tras la desaparición de Jorge Matute, se te responsabilizó en el caso.

-Yo pensaba lo mismo que El Quijote cuando le decía a Sancho Panza: “Deja que los perros ladren”. No me importó porque creí que una cosa es lo que se comenta en la prensa y lo otro es lo que uno está haciendo. Cuando se dijo que yo no estaba cooperando, era mentira. Yo no hablaba con la prensa, pero sí colaboraba activamente con la gente que estaba investigando el caso.

-Tu te enteraste al día siguiente que Jorge Matute fue visto por última vez en La Cucaracha. ¿Ni siquiera se te ocurrió contratar un abogado por lo que pudiese ocurrir?

-No. Incluso, hasta ahora no lo creo necesario porque siempre he sido sólo un testigo. Yo nunca he tenido otro carácter y eso es muy importante recalcarlo. Ni yo, ni mi polola, ni ninguno de los que trabajaba conmigo han tenido otro carácter que no sea de testigo. De hecho, hasta hoy no me explico por qué razón Cristián Montes (uno de los guardias de La Cucaracha) tuvo una orden de arraigo. Todos sólo somos testigos, al igual que las más de 500 personas que han declarado.

-Cuando ibas a declarar hubo mucha gente que se apostó en las afuera de los Tribunales para insultarte e, incluso, en una ocasión te golpearon. ¿Qué pasó por tu cabeza en esos momentos?

-Experimenté una sensación de injusticia, la cual, por lo demás, siempre he tenido. Nunca he dejado de creer que la “gallá” no entiende. El pueblo, que es inculto e ignorante, se deja llevar a cualquier parte, tal como ha ocurrido muchas veces en la historia. Ha habido muchos casos como el mío, porque la gente se deja llevar.

-¿Por quiénes?

-Por los medios. En este minuto los medios son lo más importante. Son capaces de derribar un Gobierno. Incluso, me da la impresión de que hasta la gente que trabaja en las labores fiscalizadoras se deja llevar por lo que los medios dicen. Y, desgraciadamente, no todos los periodistas son bien intencionados. Hubo algunos que salían a buscar una noticia que casi ya tenían escrita.

-¿Qué hiciste cuando aparecieron los rayados que te sindicaban como el asesino de Jorge Matute, o cuando la gente te insultaba en la calle?

-Todavía me insultan. Ayer unos niños del colegio que está al lado del pub me gritaron: “Asesino, devuelve al Coke”.

-¿Y cómo reaccionaste?

-Como en todas las otras ocasiones, pasé un mal rato. Fui a reclamar. Pero otras veces tuve que comerme la rabia y tomarlo con entereza, la que no sé de dónde saqué. Fue una secuencia de hechos irritantes, que yo pienso que no cualquiera los podría superar.

-¿Cómo se superan esas situaciones?

-Quizás por la formación católica que me dio el colegio, la cual me ha servido mucho en estos casos. También me ayudó la fortaleza que tengo como montañista y, sobre todo, el apoyo que me da Carmen. Aunque ella es muy joven (24 años), es de un carácter muy fuerte. Yo creo que tuvo una actitud que me sorprendió, pues cualquiera de su edad, podría haberme dejado solo y haberse ido para su casa. Siempre está a mi lado y tiene más tranquilidad que yo para aceptar los insultos, los rayados o los ataques, como cuando ese tipo nos pegó. A estas alturas sentimos sólo impotencia de que nadie nos ha defendido, ni siquiera al interior de un tribunal. Ni Carabineros ha podido hacer algo contra esta situación.

-¿Crees que alguien incita a estas personas?

-Yo creo que podría ser una de las alternativas, porque en un momento fue una secuencia de rayados, afiches e insultos.

-¿Quiénes estarían detrás de esto?

-No sabemos.

“Comprendo a los Matute”

-Cuando desapareció Jorge Matute tú aún estabas en la universidad. ¿Qué ocurrió en este ambiente?

-Con mis compañeros la relación fue muy buena. Ellos, como todos los jóvenes, son muy “cool”, por lo tanto el asunto no se comentó.

-¿Y qué pasó con tus estudios?

-Cuando ocurrió todo, yo estaba haciendo el trabajo final (de ese año). A pesar de eso, igual lo terminé y obtuve una de las mejores notas.

-¿En aquella época, alguna vez conversaste con la familia Matute?

-No, nunca. Ellos nunca se han acercado para hablar conmigo.

-Ellos te han inculpado por la desaparición de su hijo. ¿Nunca trataste de contarles tu versión y así desmentir todos los rumores?

-No, nunca, porque no va con mi personalidad.

-¿No te interesa hablar con ellos?

-Sí, me importa. Pero ya se perdió la oportunidad para haberme acercado a ellos. Creo que ahora ya no es el momento, porque ha corrido mucha agua bajo el puente.

-¿Qué piensas de la actitud que han tenido ellos?

-Yo creo que es coherente con el drama que les tocó vivir.

-¿Tú los comprendes?

-Sí, por supuesto.

-¿En estos momentos no te interesa hablar con ellos?

-No tengo nada en contra de ellos. Estoy dispuesto si quieren conversar conmigo. Incluso, podrían haberlo hecho en cualquier momento. Yo estoy siempre ubicable, y mi número aparece en la guía de teléfonos.

-¿Tampoco pensaste en dejar Concepción?

-No, porque me gusta esta ciudad. Soy un penquista de corazón. De hecho, creo que alguna vez la gente de Concepción reconocerá el mérito que significó haber cambiado la vida nocturna de este lugar, que era muy fome antes de que instaláramos el primer pub.

“En el Pub no hay riesgos”

-¿Cómo compatibilizas este trabajo con tus estudios en la universidad? Porque los alumnos de Arquitectura tienen que dedicarle mucho tiempo a su carrera.

-Mi polola me ayuda mucho, y ella se queda normalmente acá.

-¿Qué hace ella acá?

-Ella administra el local y, además, está en la Caja.

-Debido a que tú no puedes estar todas las noches en el pub, ¿te molesta que ella trabaje hasta tan tarde?

-Ahora, por primera vez, estoy todos los días en el pub, porque es necesario para que la gente regrese. Este local estaba prácticamente abandonado, porque los arrendatarios no lo manejaron correctamente. Ahora nuevamente están viniendo, porque creo que encontraron que era justo apoyarnos. Lo más probable es que reconocieron que todo eso de las protestas era muy injusto. Ahora ya la actividad es normal.

-¿Por qué crees que la gente no venía?

-Por temor.

-¿Temor a qué?

-Un cliente me dijo que tenía temor a que le apedrearan el auto.

-Quizás tenían temor a lo que pudiera ocurrir en este local.

-No, porque acá no hay ningún peligro.

-¿Vienes incluso al pub cuando debes terminar tus proyectos?

-Esos días vengo un rato y, luego, regreso a cerrar.

-¿O sea que Carmen Sereño nunca está sola?

-Nunca.

-¿En La Cucaracha ocurría lo mismo?

-Ahí también yo iba a abrir y, luego, a cerrar el local.

-¿Eres celoso?

-Me han preguntado mucho eso. Es un tema recurrente en el caso Matute. Los celos tienen mucho que ver con la inseguridad de alguno de los componentes de la pareja. Yo soy muy seguro de mí y, además, tengo plena confianza en ella…

(Luego de esta respuesta interrumpió la entrevista, supuestamente, para proseguirla al otro día. Sin embargo, Betanzo se excusó argumentando que no hablaría nunca más del Caso Matute, porque no le hacían bien aquellos recuerdos y sentenció que sólo quería olvidar aquel capítulo de su vida).

O’Higgins 680, 4° piso, Oficina 401, Concepción, Región del Biobío, Chile.
Teléfono: (41) 2861577.

SÍGUENOS EN NUESTRAS REDES SOCIALES