Ubicado en la calle Cucci Boasso, frente al antiguo molino Rosati, en Capitán Pastene, conserva las líneas de la arquitectura que imprimieron a sus viviendas los colonos italianos que dieron vida a este pueblo ubicado en la comuna de Lumaco, en la Región de La Araucanía. Su ambientación, su propuesta gastronómica y su servicio fueron cuidadosamente pensados para ofrecer la tranquilidad y calidez que dan forma a su sello.
Un tesoro patrimonial. Quizás éste es el mejor concepto que puede representar al Hotel Boutique Pietra Santa, de Capitán Pastene, que abrió sus puertas en febrero del 2012, en lo que fuera la casona de la familia Rosati.
Dos años de un meticuloso trabajo de restauración significó este proyecto para su propietario, Franco Gabrielli Marsano, quien se esmeró porque toda la tarea de rescate permitiera mantener la arquitectura y la materialidad original de esta casa construida en 1920 y a la vez incorporar las comodidades que requiere un turista de hoy. “La idea es transmitir esa dualidad a nuestros pasajeros, de lo que significa la experiencia de habitar una casa que fue construida por los colonos que dieron vida al pueblo, pero paralelamente ofrecerles todas las comodidades de un hotel de esta categoría”, explica Franco Gabrielli.
En el primer nivel, el hotel alberga un restaurante que cuenta con tres salones (con capacidad total de 30 mesas), en cuyo cielo es posible observar nítidamente los detalles del diseño original de la casona: molduras sobrepuestas y una forma curva entregada principalmente por las cornisas. En sintonía con la historia culinaria del pueblo, la carta del restaurante ofrece pastas artesanales, pero también integra carnes y pescados para abarcar una propuesta más amplia. En el exterior se construyó una piscina con panel solar y un hot tub para una experiencia de relajamiento profundo.
En los niveles superiores (segundo y tercero) están dispuestas las 10 habitaciones, todas con baño privado y calefacción central. En ellas también se mantuvieron las paredes interiores de laurel originales tal como se hizo con las 45 ventanas del hotel en cuya restauración trabajaron afanosamente tres artesanos locales.
En el subterráneo, en tanto, se dio vida al bar, con una particular ambientación que le entrega un carácter totalmente distinto al resto del lugar. Da la bienvenida una imponente barra de laurel y pellín y las paredes de sus dos salones exhiben íconos militares que le otorgan un sello propio. El bar y el restaurante están abiertos a todo público, pero con horarios bien definidos para respetar ese ambiente de tranquilidad y calidez que va asociado a sus servicios.
“Pietra Santa es un hotel íntimo, que por sus particularidades físicas no apuesta a la masividad, sino que a ofrecer descanso y desconexión a los pasajeros, en un pueblo que mantiene la historia y la tradición culinaria de los colonos italianos y que está inserto en medio de la cordillera de Nahuelbuta. A todo eso sumamos un concepto de servicio personalizado que completa la experiencia”.