Saber comprar, saber transportar y saber guardar son tres consejos elementales para asegurar la conservación de los alimentos, especialmente las frutas y hortalizas. Una preocupación que siempre debería estar presente, pero que en tiempos de pandemia se hace una necesidad.
Hoy, con las posibilidades de desplazamiento limitadas por cuarentenas y cordones sanitarios, las salidas de casa para abastecerse de alimentos ya no son parte de la cotidianeidad doméstica. Por ello, extender la vida útil de lo que consumimos se ha vuelto una necesidad.
Especialmente si se trata de frutas y verduras, los cuidados parten desde la compra, con una adecuada disposición en el carro, un correcto embalamiento (en la bolsa o caja) y la elección de la temperatura escogida para su conservación. Para lograrlo, te entregamos los siguientes consejos:
- Fíjate en que la fruta no tenga daños externos como heridas, golpes o pudriciones, porque estas disminuirán su tiempo de conservación.
- Escoge los productos que necesitan refrigeración al final de la compra para no romper la cadena de frío.
- Las frutas y verduras deben ser embaladas aparte de los demás alimentos. No juntarlas con la carne, aunque esten en bolsas de plástico, porque sus jugos pueden contaminarlas. Tampoco dejarlas bajo productos pesados, como latas y/o botellas, para evitar su deterioro.
- Revisa constantemente los cambios de color y de apariencia en las frutas y en las verduras. Estos son los indicadores más reconocibles de deterioro.
- A la hora de decidir qué va en el refrigerador, hay que saber que casi todas las frutas y verduras toleran la temperatura de 5° C que estos tienen. Las excepciones son el plátano y el tomate. Es preferible que estos permanezcan a temperatura ambiente, en un lugar fresco. Los efectos de las bajas temperaturas ocasionan cambios en su sabor.
- Contrario a lo que muchos creen, la palta sí puede mantenerse en el refrigerador a 5° C, sin que la temperatura afecte ni su textura ni su sabor.
- Otros cuidados deben tener verduras de hoja blanda como la lechuga, acelga, brócoli o la albahaca. Al refrigerarlas debes procurar que estén en envases que tengan ventilación para evitar su deshidratación. Así se extiende su vida útil, manteniendo una buena apariencia y sus características organolépticas.
El orden en el refrigerador
La forma en que se guardan los alimentos en el refrigerador también contribuye a su conservación. Sobre todo en estos días donde la mayoría lava los productos antes de guardarlos, es aconsejable absorber el agua sobrante, que es una de las causas que acelera su envejecimiento. Una forma de hacerlo es poner una hoja de papel absorbente en el fondo del recipiente donde estas se dispongan. Para verduras de hoja, en cambio, sería más adecuado utilizar una centrífuga de verduras o dejarlas escurrir un tiempo luego de lavarlas.
Otro factor a tener en cuenta es su disposición en los compartimentos del refrigerador, porque sus espacios están expuestos a distintas temperaturas.
El orden debería ser el siguiente: en la primera bandeja van los lácteos y los embutidos. En la segunda, alimentos cocinados, siempre fríos y guardados en envases y, en la tercera o en la última, las carnes y pescados crudos (que se van a consumir en el día), porque pueden producir goteos y provocar contaminación cruzada hacia los productos que estén bajo ellos. Las verduras y frutas se guardan en la caja cerrada del refrigerador, que se ubican ahí para no recibir exceso de frío.
La zona de la puerta, que es la menos fría de todo el aparato, es donde hay que disponer los productos que no precisan temperaturas demasiado bajas, como líquidos y frascos de vidrio.
Todo lo que destines al freezer para ser congelado tendrá que consumirse cocido o procesado después de descongelar. Por eso se debiera evitar congelar algunas verduras, como el apio, el pepino, la lechuga y el repollo. Por sus características, con este proceso pierden su textura una vez descongeladas.
No olvides mantener tu refrigerador siempre limpio. Para esto basta con preparar una solución de cloro (una cucharada en un litro de agua) para higienizar su interior y exterior.