Dolor en la boca del estómago, sudor frío, náuseas, falta de aire y sensación de cansancio son algunos de los síntomas que presentan las mujeres ante un infarto cardíaco. Estas señales, tan distintas a las tradicionalmente asociadas a un ataque al corazón, las lleva a retardar la consulta con un especialista, demorando el diagnóstico y tratamiento del problema, y provocando que sus cuadros presenten mayores complicaciones.
Por Cyntia Font de la Vall P.
En Chile, las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte tanto en hombres como en mujeres, especialmente la cardiopatía isquémica y la insuficiencia cardiaca, patologías causantes de los infartos agudos al miocardio, comúnmente conocidos como ataques al corazón.
Y si bien estos infartos suelen asociarse principalmente a hombres, también las mujeres los padecen. Más aún, en ellas el cuadro tiende a ser más grave, debido a que consultan tardíamente al no lograr identificar sus síntomas como señales de un problema cardíaco.
Así lo señala el Dr. Pablo López, cardiólogo de Clínica Biobío, quien explica que la sintomatología femenina ante un infarto al miocardio es distinta a la del hombre. “Las señales que suelen considerarse propias de un infarto, como presión en el pecho, dolor torácico y su irradiación hacia el brazo, no siempre están presentes en el caso de las mujeres. Sus síntomas se enmascaran con sensación de cansancio, fatiga, mareos, sudoración fría, náuseas, malestares que solo a veces se suman a los signos tradicionales de un síndrome coronario… También describen, mayoritariamente, mucho dolor en la boca del estómago”, detalla el especialista.
Esta sintomatología tan distinta a la usualmente asociada a un ataque al corazón es la causa de que sus cuadros terminen siendo más graves, pues al retardarse la consulta, también se atrasa el diagnóstico y necesario tratamiento del problema. “Hay una sumatoria de factores que generan que sus casos tengan un diagnóstico tardío. Por un lado, por tratarse de señales atípicas de un problema cardiaco, ellas no reconocen sus síntomas como graves, así es que no acuden con la rapidez necesaria al médico. Por otro lado, en general, las mujeres suelen postergarse frente a otras obligaciones, por lo que van dilatando la consulta. Y, finalmente, también puede darse que estos problemas pasen desapercibidos, que vaya a la urgencia y que, por tratarse de síntomas tan vagos, se confundan como causa de otras dolencias”, subraya el médico.
La menopausia supone un riesgo mayor
Un infarto se define como la muerte de un tejido. En el caso de los que afectan al corazón, se trata de la necrosis de una parte del músculo cardiaco, debida a la oclusión de una arteria coronaria. “Eso provoca que no llegue sangre oxigenada a algunas partes del corazón y, como el oxígeno es esencial para su funcionamiento, se genera su muerte celular, lo que conlleva problemas tales como arritmias, infartos y, en el peor de los casos, la muerte de la persona”, explica el Dr. López.
Si bien los estudios indican que bajo los 60 años los infartos al miocardio son de tres a cuatro veces más frecuentes en hombres que en mujeres, una vez que ellas inician el periodo de menopausia su riego de infarto equipara al masculino e, incluso, una década después de iniciado este proceso, lo sobrepasa. “La última evidencia científica ha demostrado que el mayor riesgo de infarto para las mujeres comienza entre 7 y 10 años después del inicio de su menopausia. Esto se debe a que las hormonas femeninas, principalmente el estrógeno, entregan un grado de protección cardiovascular a las mujeres, el que se pierde en el climaterio, cuando su cuerpo deja de producirlo… Hay que aclarar que esto no tiene que ver con su edad, sino con la menopausia. Por ejemplo, si a una mujer le extirpan los ovarios a los 30 años, significa que en ese momento se presenta para ella la menopausia, por lo que cerca de los 40 tendrá el mismo riesgo de infarto que una mujer de 70 años, que tuvo la menopausia a los 60…”, explica el cardiólogo.
Esta influencia protectora de los estrógenos conseguiría retardar la aparición de la ateromatosis de arterias del corazón, teniendo un efecto vasodilatador y mejorando el metabolismo de las grasas, especialmente del colesterol, que suele depositarse en las paredes de las arterias coronarias, obstruyéndolas y dando pie a los infartos al miocardio. “Es importante destacar que esta protección solo la entrega el estrógeno fisiológico, es decir, aquel producido naturalmente por el organismo femenino. Por lo tanto, la terapia hormonal de reemplazo, que se utiliza para el manejo de los síntomas del climaterio, no brinda protección cardiovascular”.
Esa sería la razón por la que en el periodo de postmenopausia (de siete a 10 años después del cese de la producción de estrógenos) el riesgo de infarto cardiaco se equipara al de los hombres. Además, como en ellas la enfermedad se presenta a edades más avanzadas, está asociada a mayor número de comorbilidades, como diabetes, hipertensión, enfermedad renal, entre otras, que hacen que el fenómeno del infarto tenga más complicaciones.
La mejor prevención: hábitos saludables
El Dr. López agrega que si bien en la ocurrencia de este tipo de enfermedades existen factores de riesgo que no pueden modificarse, como la edad o los antecedentes familiares, hay otros que sí podemos cambiar. “Entre ellos están los niveles de glicemia, de colesterol y las cifras tensionales. También elementos como el tabaquismo o el uso de anticonceptivos aumentan el riesgo de fenómenos cardiovasculares”.
El especialista es tajante al afirmar que el riesgo relacionado con los anticonceptivos tiene que ver con las dosis de ciertos compuestos, que pueden resultar más protrombóticos, es decir, aumentar la posibilidad de formación de coágulos. “No es que usar anticonceptivos provoque infartos. No. Eso generalmente es parte de un contexto que involucra otras condiciones de riesgo en la paciente”, enfatiza.
Lo que sí es una norma general es que mantener hábitos saludables puede reducir la posibilidad de sufrir un ataque al corazón. Estos incluyen mantener un peso adecuado, llevar una alimentación equilibrada y lo más natural posible, no fumar, evitar el sedentarismo y tener controladas las enfermedades de base, si las hubiera. “Llevar un estilo de vida saludable, idealmente desde la infancia, es fundamental. Y no solo para prevenir enfermedades cardiovasculares, sino para tener una buena salud en general”.
A qué señales estar atentos
Sobre cuándo es necesario acudir a un médico, el Dr. López señala que ante los clásicos síntomas de un infarto al miocardio, como dolor opresivo en el pecho, irradiado a las extremidades superiores -e, incluso, al cuello, a la mandíbula o a la espalda- se debe concurrir de inmediato a un centro hospitalario. En caso de las mujeres, tampoco deben descuidar otras señales, como la sudoración fría, dolor inespecífico en el pecho o centrado en la boca del estómago, mareos o dificultad para respirar. “Lo más importante es que si nota un síntoma que no es habitual, si siente que hay algo que cambió en su día a día y que la hace sentir extraña, debe ir lo antes posible para que la revisen, porque no hay cómo predecir cuándo estos síntomas pueden pasar a convertirse en un infarto. Si no recibe atención médica inmediata y ocurre un evento de este tipo, podría verse obligada a lidiar de por vida con las secuelas de ese infarto o, peor aún, morir”, sentencia el profesional.
Añade que también es conveniente realizarse chequeos periódicamente, pues en ellos podría detectarse algún problema. “En nuestra área hoy tenemos muchas herramientas de diagnóstico. Desde un enfrentamiento clínico, pasando por exámenes por imagen, hasta coronariografías, que se realizan cuando se descubre un mayor perfil de riesgo… Pero lo que hay que destacar es que hoy hay herramientas que se pueden usar para anticipar el fenómeno de infarto y actuar antes de que ocurra, y a eso hay que apuntar”.