¿Imagina disminuir 40 ó 60 kilos? Ni con la mejor dieta se logra lo que estas técnicas permiten. Ser flaco de nuevo o por primera vez es el resultado de un proceso donde la operación juega el 50 por ciento. El otro tanto lo pone la voluntad y constancia del paciente.
Un gordo es una bomba de tiempo. En Chile, más del 35 por ciento de la población corre el peligro de detonar una enfermedad que devastará su calidad de vida o, sencillamente, lo llevará a la muerte. Las proyecciones no tienen un mejor pronóstico, ya que, de seguir así la tendencia, en cinco años más podríamos llegar a la excesiva cifra de 9 millones de gordos en el país.
Nuestros hábitos de alimentación ya nos elevan a un puesto ganador: somos los segundos más “pesados” de América, superados sólo por los mexicanos que registran un 68 por ciento de población obesa. Chile va poco más atrás, con un 65 por ciento.
Optar por lo sano no es fácil en este nuevo mundo. Sin embargo, los avances médicos han logrado lo que la voluntad por sí sola no puede. Las cirugías bariátricas (que son las que ayudan a controlar el peso) demuestran ser efectivas, cada vez más seguras y menos invasivas. Pero su frecuencia asombra, ya que es recomendada sólo en casos de obesidad mórbida o en otros donde la gordura ha gatillado complicaciones metabólicas importantes.
Especialistas en cirugía llaman a estar alertas, ya que por muy mínima, cualquier intervención quirúrgica implica riesgos. Y lo fundamental: aún no se logran medir efectos a largo plazo de estas jóvenes técnicas.
MENOS DE LA MITAD
María José del Pino comenzó a subir de peso a los 18 años. “Me convertí en una morsa, fea, gorda… quién me podría querer así, me odiaba. No hay otra forma de decirlo”, comenta mientras se empina en su metro ochenta y sus 64 kilos, post gastrectomía en manga. Llegó a la consulta con 112 kilos, en enero de 2008.
Ella es una de los 370 pacientes que han sido acogidos por el Centro de Tratamiento Integral de la Obesidad del Hospital del Trabajador y se encuentra dentro del feliz porcentaje que logra la meta de las operaciones de esta magnitud. “La cirugía bariátrica cumple un rol dentro del proceso de bajar de peso, pero el éxito depende del paciente, de su disposición y de su madurez para mantener los nuevos hábitos de por vida”, explica el doctor Francisco Pacheco Bastidas, cirujano digestivo y Jefe del equipo médico del Centro de Tratamiento Integral de la Obesidad.
La enfermedad de la obesidad, explica Pacheco, es mucho más compleja que el análisis que indica que el gordo es quien come más calorías que las que gasta. Por eso en el Centro se encargaron de conformar un equipo multidisciplinario capacitado para desafiar la compleja estructura del paciente obeso. Sólo así se ve si la persona califica para una cirugía y cuál de ellas le favorece más.
El estómago de María José del Pino y el del Seremi de Vivienda y Urbanismo, Carlos Arzola, tienen las mismas características después de su tratamiento. Se sometieron a una gastrectomía en manga que, en palabras simples, consiste en reducir el tamaño del estómago hasta dejarlo del porte de un tubo. Junto con seccionarlo se elimina además el lugar donde se produce la hormona ghrelin responsable del impulso de comer. Es la más nueva de las cirugías de este tipo en Chile y se realiza con técnica laparoscópica. ¿Qué implica? Que se hace a través de pequeñas incisiones, que deja cicatrices apenas visibles y que minimiza los riegos de otras intervenciones.
PERDER PARA GANAR
Eso fue lo que motivó al Seremi Arzola a dar el paso quirúrgico en su batalla contra los kilos. Había llegado a un índice de masa muscular peligroso (ver recuadro) lo que sumado a sus hábitos de fumar, beber café y las presiones propias de su cargo, lo convertían en una bomba de tiempo. “Preferí optar por programar esto a tener que enfrentarlo en un momento donde fuera peligroso. Aunque no asumía lo que reflejaba el espejo (porque uno siempre cree que está regio), no estaba durmiendo bien, me costaba moverme y hasta respirar bien en algunos momentos”, recuerda.
Su proceso de subir kilos fue paulatino, pero se disparó cuando se asentó en Concepción como Secretario Regional Ministerial. En octubre del año pasado se sometió a la cirugía y hasta ahora se ha liberado de 40 kilos. Todavía puede bajar más.
“Uno pierde peso, pero la verdad es que gana por todos lados. Me siento bien, me saqué años de encima y pude volver a hacer deportes. Los cambios de hábito y el control de la ansiedad derivaron en que eliminara otras cosas asociadas, como el hábito de fumar y el café. ¿Lo malo? Bueno, ahora sólo paso un poco de frío y he tenido que ponerme el chalequito. Cuando estaba gordo siempre tenía calor”, señala entre risas, aclarando que ya no se tienta con ninguna comida y que las hamburguesas le siguen resultando un placer, pero ya no culpable. Ojo que sólo come un par de mascadas y, satisfecho.
Similar es el escenario para María José del Pino. Sabe que nunca más caerá en tentaciones ni en relaciones nefastas con el refrigerador. “Es que no puedo. Para mí el asunto fue el siguiente: comer era el vicio que me solucionaba todos los problemas. Era una cadena que no podía cortar. Estaba gorda, me sentía horrible y para lograr algo placentero comía, engordaba más y así el ciclo una y otra vez. Cuando tuve a mi hija llegué a pesar 127 kilos, imagíname. Intenté bajarlos, claro que sí. Pasé de un médico a otro, nutricionistas, gimnasios, pastillas. Conseguí bajar hasta 20 kilos, pero después me venía el famoso efecto rebote. Cualquier cosa de la vida que me pusiera inestable me llevaba otra vez al refrigerador buscando auxilio. Cuando supe de este tipo de operaciones fue un alivio y con la misma voluntad con la que empecé miles de dietas, asumí la cirugía. La única diferencia ahora es que mi esfuerzo pon fin se vio reflejado”, recalca feliz la joven madre de 28 años, que trabaja como supervisora en una empresa de puros hombres, donde es la reina, soberana y dueña de todos los piropos.
Bajar drásticamente como lo hicieron Carlos y María José no es la tarea más difícil en todo este proceso. El desafío fundamental es lograr mantener de por vida los hábitos y no volver a aumentar en la balanza.
El doctor Francisco Pacheco es enfático en señalar que la obesidad es una enfermedad en sí misma, ya que juega un papel preponderante en los males que tienen mayor impacto en la mortalidad de nuestros días, como los cardiovasculares, osteoarticulares, insuficiencias respiratorias o los metabólicos.
“El obeso es obeso de por vida. Independiente que bajen de peso, siempre tendrán que controlarse, ya que a pesar de que hayan sido sometidos a una cirugía como ésta, pueden volver engordar. De ahí que nosotros trabajemos con un equipo tan grande de especialistas para apoyar todo el proceso y que en nuestras charlas informativas dejemos claro que la cirugía cumple un rol y, por supuesto, no lo hace todo”, asegura.
Si bien los candidatos a las operaciones bariátricas son obesos mórbidos, es decir, quienes presentan un índice de masa corporal (IMC) igual o superior a 40; también son aconsejables en IMC menores, si es que se acompañan de otras complicaciones metabólicas. “Hay algunos médicos que incluso las están recomendando en niños. Aunque yo no estoy seguro de eso, sí es evidente que la calidad de vida de los diabéticos mejora con esta operación, algunos se sanan completamente, así como también se previenen otras enfermedades. Si hay un obeso que tiene un IMC de 34, viene en un proceso de subir de peso y sabemos que en cualquier momento se le va a presentar una enfermedad, para qué esperar que llegue a la consulta con 10 kilos más para intervenir, si podemos desviar la tendencia radicalmente y darle un giro a su destino”, aclara el doctor Pacheco.
Menos convencido de este último punto, Ricardo Durán, Jefe de Cirugía del Hospital Regional, indica que las operaciones bariáticas están de moda, pero hay que analizar respecto de la tendencia. “Podría haber un abuso”, explica, ya que sólo en el caso de la morbidez hay una justificación, pues el obeso no puede revertir su condición. “Las personas jóvenes deben aprender a comer y a adoptar hábitos saludables como hacer ejercicio con disciplina y voluntad. Muchos con un índice IMC menos de 30, quieren operarse pues piensan que ésta es la mejor vía para bajar de peso sin sacrificios, pero el postoperatorio es tan sacrificado como una dieta armoniosa y normal. Cualquier operación es traumática y yo me pregunto por qué a un paciente que tiene todas las condiciones para disminuir de peso con un programa, se le somete a una gastrectomía similar a la que se realiza a un enfermo de cáncer. Insisto, las operaciones son efectivas, pero cuando todo tratamiento médico, dieta y ejercicio fracasó”.
UN VASO DE AGUA
De la dieta líquida después de la operación, Carlos Arzola y María José del Pino pasaron a comer pequeñas cantidades, más veces en el día. Se controlan, se ven bien y ven las virtudes de sus cambios de hábitos. María José dice que le encanta como se ve, que mira la vida con otros ojos y que por eso accede a contar detalles, como que su próxima intervención será una abdominoplastía.
“Mi cara bien, mis piernas y mis brazos están también, pero la guatita ya había sufrido los estragos del embarazo”, señala mientras reconoce que eso no le altera para nada el buen ánimo ni los méritos de su nueva imagen. “Recomiendo la operación a todo evento: es segura en buenas manos (se operó con el doctor Pacheco) y aunque implica esfuerzos hay respuestas a ese sacrificio. Estoy feliz y nada de mi vida de antes se compara ahora. Lo único que echo un poco de menos es poder tomarme un vaso de agua”, agrega.
Carlos Arzola ahora juega a la pelota con sus colegas, se desplaza con más energía en terreno, pasa un poco de frío en invierno, pero se lo quita a punta de tesitos. De café, nada. También se ve feliz y su contextura le va perfecto con sus 41 años.
El doctor Francisco Pacheco dicta las charlas informativas en el Hospital del Trabajador, sobre lo que son las operaciones que allí realizan: la manga gástrica y el by pass. El balón prácticamente ya no se utiliza y la banda también ya está pasando a la historia. Él es una máquina en su especialidad. Aprendió de estas técnicas en el centro pionero en Chile y con los doctores más prestigiados: en el Hospital de la Universidad Católica. La pasión con que explica el trabajo de su equipo es tan potente como los elogios de sus pacientes: Un 85 por ciento de los 370 intervenidos en el HDT hoy dejó de ser obeso y vive una vida de calidad, se quiere más y se siente mejor.
“En algún momento pensé en ser cirujano de cáncer. No tenía el más mínimo interés en hacer lo que hoy hago. Pero ocurrió. Y al igual que la mayoría de los pacientes yo me siento contento. Creo que estoy contribuyendo a que exista un cambio, quebrando el destino y, por qué no, a impedir que la gente sufra los coletazos de la obesidad. Ver a un paciente feliz es lo mejor y sentir que sus sueños se cumplen, un honor”, culmina el doctor.
Claudia se operó hace algunos meses. Se hizo una manga gástrica. Y así se siente tras los resultados:
¿Cuántos kilos lograste revertir y en qué has notado el cambio, más allá de lo físico?
“Desde un principio me sentí muy bien, mi tratamiento fue muy bueno y no tuve ninguna complicación. Seguí 100 % lo indicado por el equipo multidisciplinario que me atendió y logré el objetivo propuesto. El cambio lo he notado, ya que obviamente me siento más liviana y con más ánimo”.
¿Descartas que hubieses podido bajar lo mismo sin la intervención?
Absolutamente descarto haber podido bajar los kilos que el doctor me indicó. Quizás en un principio sí, pero la gracia de esta operación es que bajas y luego te mantienes en el peso debido a que evidentemente comes mucho menos, porque tu estómago te queda con un 20% de capacidad.
Esta operación se recomienda para obesos mórbidos, lo que no fue tu caso. ¿Vale la pena pasar por lo traumático de una cirugía, de pronto no será un poco facilista el hecho de operarse?
“Creo que la persona que está indicada para recomendar esta operación es el médico y el equipo de apoyo (nutricionista, nutriólogo y psicólogo). Al ser ésta una cirugía mayor, ellos son los que te indican y deciden qué es lo más efectivo para el paciente. En definitiva, te sometes a una serie de exámenes, te evalúan las enfermedades asociadas que te conllevan la obesidad y luego se decide qué es lo mejor para el paciente. Esto es muy importante, ya que a mi edad (40) estás en el límite de evitar enfermedades asociadas como diabetes o hipertensión”.
¿Cómo se enfrenta sicológicamente las restricciones de comida que van a tener que ser de alguna manera para toda la vida. Te ves comiendo lo mismo, en 10 años más… ?
“En efectos prácticos ya no comes lo mismo que antes en cantidad. En un principio comes sopas y haces “dieta” para bajar de peso. Sin embargo, ya llevó un año desde que me operé y como en forma normal, sólo que en menos cantidad. De todas maneras, cambias tu forma de alimentarte y evitas comer cosas fritas, cremas y dulces”.
Cómo es la materia de las tentaciones ¿te dan ganas de pronto comer algo chatarra o pesado?
“De poder podría, pero la verdad es que como comes menos, prefieres comer algo más sano y sabes que te estás alimentando.
¿Qué hay en tu refrigerador?
Mucho yoghurt light, pan negro con quesillo. En general, uno aprende lo que uno ya sabe hace mucho tiempo y cuesta ponerlo en práctica. No saltarse las comidas (desayuno, colación, almuerzo, té, comida), no prohibirme nada, ya que los extremos son fatales.