Proyecto de la U. Austral busca acelerar el crecimiento de esta especie en cautiverio. Una experiencia pionera que persigue desarrollar una tecnología adecuada de engorda para conseguir el producto final: una centolla comercial. La investigación, según expertos, es líder en su área y abre una tremenda oportunidad de negocios para el sector.
Los salmones y las centollas no sólo tienen en común su vida en el mar, sino que también ahora podrían convertirse en una atractiva “dupla” de exportación nacional. Esto, gracias a un proyecto que llevan a cabo científicos de la Universidad Austral de Chile (UACh), campus Puerto Montt, y la Universidad de Los Lagos, quienes intentan masificar la crianza de centolla austral en cautiverio, en las aguas de la costa de la Región de Los Lagos.
La idea es conseguir el crecimiento rápido y de calidad de esta especie, cuya abundancia está disminuyendo en las costas chilenas. En Magallanes existe una sobre explotación (3 mil toneladas al año) que ha obligado al Gobierno a imponer siete meses de veda al año. En la zona de Puerto Montt, su captura es incipiente y con menores rendimientos que en la XII Región.
La centolla puede llegar a ser vendida en mercados internacionales hasta en 30 dólares el kilo, lo que constituye un excelente negocio. Pero Chile no exporta en grandes cantidades, simplemente, porque este recurso está agotado. De ahí que el aumento de la producción de la centolla (Lithodes santolla) es impensable por la vía de la pesquería exclusivamente.
Esta carencia motivó al Director del Instituto de Acuicultura del Campus Puerto Montt de la UACh, Dr. Kurt Paschke, a liderar un proyecto para intentar su crianza en cautiverio, el que hoy se encuentra en una segunda etapa denominada “Desarrollo del cultivo de centolla, fase II: optimización de la tecnología para producción de semilla y desarrollo de tecnología de engorda”.
Primeros resultados
En una primera fase, el proyecto FONDEF 2003 – 2006, consiguió cultivar larvas de centolla en las instalaciones del Campus Pelluco (UACh). En esa etapa temprana se logró estandarizar la producción masiva y que las larvas alcanzaran rendimientos escalables por las empresas interesadas en el tema.
El estudio ya ha logrado que la crianza de centollas en cautiverio alcance un nivel piloto semi industrial, ya que se han criado 40 mil ejemplares juveniles al año en un laboratorio de 28 metros cuadrados. “Si la empresa quiere una mayor productividad, sólo tendría que doblar o triplicar la cantidad en un espacio más grande”, explica el académico.
Según Paschke “la técnica garantiza una sobrevivencia de un 30% de las larvas. Pero se logró hasta un 48%, lo que es un gran éxito, ya que tenemos mejores rendimientos que en Argentina, Estados Unidos y Rusia, donde se alcanza una sobrevivencia de cerca del 19 %”.
En esta primera fase quedaron dos problemas por resolver en la fase de nursery, luego del cultivo larval: la engorda y la dispersión en el crecimiento, es decir, lograr que los animales no crezcan ni muy rápido ni demasiado lento.
“Había una base muy precaria de conocimientos para masificar el cultivo. No sabíamos si la larva iba a aceptar o no nuestras dietas alimenticias y a qué temperatura se desarrollarían mejor, cuál sería el efecto de la salinidad y de la luz, por ejemplo”.
Así, se desarrollaron las primeras dietas artificiales por la doctora Ana Farías. Estas fueron confeccionadas en base a harina y a aceite de salmón y otros compuestos, y variaron en la cantidad y calidad de los lípidos y proteínas.
Según cuenta Paschke, se monitoreaba la condición de los animales bajo el cultivo que estaban probando, para lo cual usaron herramientas fisiológicas. “Por ejemplo, si una dieta era rica en lípidos, monitoreábamos qué dietas eran más consumidas, cuánta era la pérdida asociada a la orina o cuánto se incrementaba la tasa metabólica, entre otros factores. Así podemos calcular cuánta energía le queda al juvenil de centolla para su crecimiento”.
Con esos datos la doctora Sandra Marín elaboró un modelo de producción. Por eso se pudo seleccionar las condiciones más favorables. Se evaluaron también los costos, para tomar en cuenta no sólo el factor productivo, si no que también el económico, con el objetivo de ver qué le conviene más a las empresas desde ambos puntos de vista.
Este tipo de centolla se da también en Argentina y Uruguay, donde no existe la producción en cautiverio. Sí se ha intentado algo parecido en el Hemisferio Norte, pero con la centolla roja, o de Alaska, y donde sólo se efectúa una repoblación de algunas zonas.
Nuevo desafío
De esta manera, en la segunda etapa del proyecto FONDEF, iniciada el 1 de marzo de este año, se trabaja en la tecnología de cultivo de semillas (juveniles) y en el desarrollo de tecnología de engorda. “Al final, deberíamos poder evitar las diferencias de crecimiento”, afirma el científico de la UACh.
Todo lo anterior se desarrollará a través del manejo de las condiciones de cultivo, es decir: sistemas, dietas, marcadores fisiológicos y genéticos para predecir el potencial de crecimiento de cada juvenil y el desarrollo de la tecnología de cultivo de engorda, tanto en el mar como en estanques en tierra. Además, se opera con un modelo bioeconómico de producción.
Son 35 días de cultivo larval. Luego se transforman en una centolla de unos 2.5 milímetros. A los cuatro meses llegaron a medir el doble de su tamaño, en comparación con sus hermanos a los cuales no se les aplica la misma dieta. El científico explica que en esta fase de juveniles “aumenta el canibalismo y hay muchos que crecen lento, lo que afecta las curvas de crecimiento. En este nuevo proyecto la idea es detectar cuáles de los animales crecerán rápido”.
El proyecto, que durará 36 meses, es encabezado principalmente por la U. Austral. Además, participan la Universidad de Los Lagos, cuatro empresas privadas y un grupo de investigadores extranjeros colaboradores, pertenecientes a la Universidad Autónoma de México, dos casas de estudios superiores de Estados Unidos y al Centro de Investigación AWI de Alemania.
Los fondos ($ 698.310.000) son aportados por FONDEF (50%), empresas (25%) y las universidades (25%).
Para graficar la importancia de esta investigación, el director ejecutivo de FONDEF-CONICYT Gonzalo Herrera, dijo que “este es sin duda uno de los proyectos más arriesgados que conozco, que puede alcanzar un éxito tal, que muchos países del mundo querrán imitarlo. Sin embargo, es en Chile con el trabajo del equipo investigador del Campus Puerto Montt de la UACh donde se trabaja con la mayor experiencia en este tema. Sin duda, el proyecto liderado por Kurt Paschke es un ejemplo de domesticación de especies, pues antes sólo se extraía en forma indiscriminada”, señaló.